El plan europeo para la industria química: ¿equilibrio imposible entre salud y beneficios económicos?

La industria química es el principal consumidor de energía dentro del sector industrial y el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero en Europa, según la IEA (Agencia Internacional de la Energía). También, según este organismo, es el principal responsable de la contaminación del medioambiente y del cuerpo humano por sustancias químicas, muchas de ellas tóxicas para la salud y difíciles —casi imposibles— de descomponer. Sin embargo, reducir su impacto está resultando ser una labor titánica llena de obstáculos. El más grande y pesado es, precisamente, la oposición de la propia industria, que no quiere ver reducidos sus beneficios inmediatos —aún a costa del planeta y sus habitantes—.

Laura G. de Rivera

Un ejemplo es el Plan de Acción de la Industria Química, presentado el 8 de julio por la Comisión Europea (CE), que pretende rebajar las medidas impuestas con anterioridad por el Reglamento REACH —regulación del registro, evaluación, autorización y restricción de sustancias químicas— y contempla otorgar a estas compañías una batería de subsidios eléctricos   —no ligado a ninguna condición—. "El Plan responde a las presiones de la industria química que, desde el año pasado, organiza una campaña para convencer a la CE de que están en riesgo de pérdida de competitividad y de que necesitan ayuda para pagar su factura de la luz", señala a Público Dolores Romano, responsable de Políticas de Sustancias Químicas de la European Environmental Bureau (EEB).
Presunta pérdida de competitividad 
La razón que dan las grandes compañías químicas, según recoge la introducción de dicho Plan de Acción, es la subida del precio de la electricidad, que se ha disparado en Alemania y otros países centroeuropeos por la guerra de Ucrania.
Mientras, EEB, que aglutina a 181 organizaciones activistas medioambientales europeas, ha investigado a la industria química y ha visto que, aunque es cierto que la energía de Europa es más cara que en Estados Unidos, su negocio está lejos de la bancarrota. "Sigue dando dividendos y beneficios a sus accionistas", asegura Romano.
Pero no solo eso. El Consejo de la Industria Química Europea (CEFIC) también protesta por la carga normativa ambiental, es decir, por los costes que les supone aplicar los cambios necesarios para ser menos contaminantes. "Es falso que la normativa ambiental sobre sustancias químicas sea un impedimento para la competitividad del sector. Cumplir con ella les supondría apenas alrededor del 1% de sus costes", señala Romano.
Más bien al revés, el que sus productos sigan normativas medioambientales más exigentes que el resto del mundo puede hacer que sean más competitivas, al ser más sostenibles, advierte.
No contaminar tiene un alto coste... ¿para quién? 
El problema, según esta experta, es que la industria "no ha invertido en modernizar sus instalaciones desde que se creó". "No nos parece bien que se les regale dinero público, si no es a cambio de unos beneficios sociales, como el compromiso de reducir su toxicidad. Los subsidios no pueden servir para que sigan manteniendo su sistema productivo sin ningún cambio", denuncia.
Por otra parte, que la industria química se ahorre el coste de adaptar su forma de producción a un modelo más sostenible implica, en la otra cara de la moneda, costes mucho mayores para la sociedad. Según un estudio de The Forever Pollution Proyect, limpiar la contaminación por PFA (sustancias orgánicas fluoradas, los tóxicos eternos omnipresentes en multitud de productos de uso doméstico) podría costar a la UE hasta 2 billones de euros en los próximos 20 años. ¿Y el precio que paga nuestra salud? Entre 52.000 y 84.000 millones de euros al año en el Espacio Económico Europeo, según recoge un informe de 2019 del Consejo Nórdico de Ministros.
Pasitos hacia atrás en la detoxificación europea 
Cuando el Plan europeo habla de "simplificación" de la regulación, se refiere a "dar marcha atrás a normativas muy importantes, como la obligación de etiquetado y clasificación de productos químicos", explica Romano.
Otra propuesta pasa por rebajar la exigencia de la normativa de cosméticos. "Se pretende hacer más fácil la utilización de productos clasificados como cancerígenos en el inventario público de la Agencia Química Europea (ECHA). Pretenden que se prohíban solo los cancerígenos que se ha demostrado que lo son a través de la absorción por la piel", apunta.
También se ven amenazados los pasos dados por cinco países de la UE —Alemania, Países Bajos, Suecia, Noruega y Dinamarca— que, en 2023, presentaron una propuesta de restricción universal del uso de sustancias orgánicas fluoradas, algo que ya apuntaba el Pacto Verde Europeo en 2019.
Como era de esperar, esta propuesta, que en la actualidad está siendo valorada por el comité científico de la Agencia Europea de Sustancias Químicas, ha generado una reacción contraria por parte de la industria de los plásticos y PFA en general.
Los engorrosos, persistentes y venenosos PFA
El Plan de Acción europeo se hace eco de ello, cuando apunta a prohibir los PFA en aplicaciones directas para los consumidores... pero no incluye su uso industrial, que es el más contaminante, dado el creciente grado de polución de la aguas, los suelos y el organismo humano. Tengamos en cuenta que los alimentos y el agua son las principales vías por las que estos tóxicos entran en nuestro cuerpo.
Para el activista medioambiental Carlos de Prada, responsable de Hogar sin Tóxicos, "uno de los aspectos más preocupantes del plan es el escaso compromiso que la Comisión muestra a la hora de afrontar el severo problema generado por los PFA, asociados a mayores riesgos de cánceres, infertilidad, trastornos de tiroides y enfermedades del sistema inmune".
En su opinión, "en lugar de manifestarse claramente a favor de una restricción universal o amplia de los PFA, el plan parece rebajar las expectativas para complacer a la industria química".
Lo mismo advertía una carta que, en enero de este año, 94 organizaciones no gubernamentales de toda Europa enviaron a la presidencia de la Comisión Europea solicitando que no se cediera a las presiones de CEFIC para evitar la prohibición de estas sustancias, que "son culpables de la crisis de contaminación más grave de la historia de la humanidad".
Casi al mismo tiempo, el lobby de la industria química, CFIC, publicaba un plan de 10 puntos para "simplificar la normativa" que persigue limitar el uso de sustancias tóxicas.
No todo son quejas 
Para Romano, el Plan de Acción europeo también tiene aspectos muy positivos. Para empezar, admite que el sector químico necesita una transformación que sea respetuosa con el medioambiente y con la salud humana, y se propone fomentar la innovación.
Por otra parte, "por fin reconoce el problema de la contaminación ubicua por PFA", apunta. En este sentido, contempla prohibir sus usos cuando haya otras sustancias alternativas que pudieran cumplir la misma función. Y marca objetivos como un inventario de zonas contaminadas en Europa, armonizar los sistemas de monitorización, investigar en sistemas de descontaminación y, sobre todo, aplicar el principio de "quien contamina, paga".

Laura G. de Rivera es Periodista científica. Sociedad digital, hacktivismo, derechos civiles, medioambiente y salud. Ganadora del Premio Fotón IO-CSIC 2022, Premio Boehringer Ingelheim a la Comunicación en Salud Medioambiental 2022, Premio Prismas Casa de las Ciencias al mejor artículo 2020, Premio Accenture 2020, CASE Platinium Awards Latinoamérica 2020, Premio ESET 2019.
Fuente: https://www.publico.es/sociedad/m-ambiente/plan-europeo-industria-quimica-equilibrio-imposible-salud-beneficios-economicos.html - Imagen: Pixabay

Entradas populares de este blog

No hay peor sordo que el que no quiere oír : El rol de las plantaciones de pinos en los incendios forestales de Epuyen y Mallín Ahogado

La oligarquía del plástico: apenas 7 países y 18 empresas dominan su producción

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué