Ecología social y decrecimiento
Donde más se concreta la propuesta política de la ecología social es en la formulación del “municipalismo libertario” en tanto que organización social y económica de carácter comunalista. En ella, el municipio se percibe como la unidad de convivencia básica que puede facilitar que el “logos común” fluya y adopte la forma de democracia directa.
Alfonso López Rojo
La vida económica del municipio se concibe como una “municipalización de la economía”, tanto en el sentido de propiedad comunal como en la dirección colectiva de la propia economía local. Frente a la las formas de centralización y de concentración de poder, este municipalismo de base apuesta por la confederación de municipios regida por el intercambio y el apoyo mutuo.
Bookchin, que es autor de trabajos como Los límites de la ciudad (1974), estudió a fondo los modos de organización social en nuestra cultura que históricamente no se han regido por la lógica estatista. Y, obviamente, se inspiró en concepciones como el Municipio Libre que afloraron en nuestra experiencia republicana y que este autor norteamericano también estudió.
En 1984 escribió sus conocidas Seis tesis sobre el municipalismo libertario y, por ejemplo, en marzo de 1989, el grupo anarquista con el que desde finales de los setenta luchaba desde la pequeña ciudad de Burlington (Vermont, USA) se presentó a elecciones municipales – que es una posibilidad que su concepción contempla- con un programa que, en primer lugar, se refería a la cuestión del crecimiento como el problema “más acuciante”; al mismo tiempo que pedía una moratoria del crecimiento para que los ciudadanos “tengan tiempo” de decidir en asambleas abiertas cómo desean que sea el desarrollo de su comunidad. Otros puntos del programa eran “la compra por parte de la municipalidad de tierras libres” y “la creación de una red directa entre agricultores y consumidores para fomentar la agricultura local”.
Visto, pues, desde la óptica y las alternativas que en la actualidad se esbozan en el seno del movimiento por el decrecimiento y, especialmente, en el hincapié que éste hace sobre cuestiones como la “relocalización” de la economía, la “economía de aproximación” o la revitalización de la experiencia comunitaria, creo que está claro que la Ecología social, y las enseñanzas que Murray Bookchin ha aportado, tienen suficiente sustancia como para merecer una precisa atención. Sobre todo si lo que se desea desde el decrecimiento es construir un movimiento internacional verdaderamente transformador, y no una “red” ciudadanista más o menos progresista y sofisticada.
Extraído del artículo 'ecología social i decreixement' publicado por Alfonso López Rojo en el monográfico sobre “Decrecimiento” de la Revista Illacrua, Nº 161, septiembre de 2008.
La vida económica del municipio se concibe como una “municipalización de la economía”, tanto en el sentido de propiedad comunal como en la dirección colectiva de la propia economía local. Frente a la las formas de centralización y de concentración de poder, este municipalismo de base apuesta por la confederación de municipios regida por el intercambio y el apoyo mutuo.
Bookchin, que es autor de trabajos como Los límites de la ciudad (1974), estudió a fondo los modos de organización social en nuestra cultura que históricamente no se han regido por la lógica estatista. Y, obviamente, se inspiró en concepciones como el Municipio Libre que afloraron en nuestra experiencia republicana y que este autor norteamericano también estudió.
En 1984 escribió sus conocidas Seis tesis sobre el municipalismo libertario y, por ejemplo, en marzo de 1989, el grupo anarquista con el que desde finales de los setenta luchaba desde la pequeña ciudad de Burlington (Vermont, USA) se presentó a elecciones municipales – que es una posibilidad que su concepción contempla- con un programa que, en primer lugar, se refería a la cuestión del crecimiento como el problema “más acuciante”; al mismo tiempo que pedía una moratoria del crecimiento para que los ciudadanos “tengan tiempo” de decidir en asambleas abiertas cómo desean que sea el desarrollo de su comunidad. Otros puntos del programa eran “la compra por parte de la municipalidad de tierras libres” y “la creación de una red directa entre agricultores y consumidores para fomentar la agricultura local”.
Visto, pues, desde la óptica y las alternativas que en la actualidad se esbozan en el seno del movimiento por el decrecimiento y, especialmente, en el hincapié que éste hace sobre cuestiones como la “relocalización” de la economía, la “economía de aproximación” o la revitalización de la experiencia comunitaria, creo que está claro que la Ecología social, y las enseñanzas que Murray Bookchin ha aportado, tienen suficiente sustancia como para merecer una precisa atención. Sobre todo si lo que se desea desde el decrecimiento es construir un movimiento internacional verdaderamente transformador, y no una “red” ciudadanista más o menos progresista y sofisticada.
Extraído del artículo 'ecología social i decreixement' publicado por Alfonso López Rojo en el monográfico sobre “Decrecimiento” de la Revista Illacrua, Nº 161, septiembre de 2008.