Los transgénicos que consumimos diariamente sin saber en Argentina
Muchos consumidores –probablemente usted es uno de ellos- leen las etiquetas de los envases de alimentos. Algunas personas lo hacen por cuestiones de salud, evaluando la presencia de grasas, sal, la cantidad de calorías, etc., mientras que otros consideran a la etiqueta simplemente como parte de la publicidad del producto.
Sin embargo, en muchos casos la información que aporta el envase en cuanto a la composición del producto no resulta del todo clara para el consumidor, por lo cual la mayor parte del tiempo consumimos guiados por las publicidades de las empresas sin conocer la trazabilidad o sin saber bien qué estamos consumiendo.
Argentina se encuentra actualmente entre los 3 principales productores de cultivos modificados genéticamente (OMG), sin embargo los consumidores no somos conscientes cuando ingerimos transgénicos ya que el etiquetado es optativo y no obligatorio en nuestro país.
Por este motivo, se han abordado campañas para exigir el etiquetado y hacerlo obligatorio para que cada uno pueda optar si consume determinado producto o no.
La preocupación de la mayoría de los consumidores con respecto a la procedencia de los productos y su origen transgénico radica en su influencia en la salud.
La preocupación de la mayoría de los consumidores con respecto a la procedencia de los productos y su origen transgénico radica en su influencia en la salud. Diversos estudios científicos concluyen que los alimentos manipulados genéticamente pueden provocar alergias, intoxicaciones, alteraciones nocivas del valor nutritivo, resistencia a los antibióticos y alteraciones del sistema inmunológico.
“Es de vital importancia para el público ser protegido de todos los productos transgénicos, y no sólo los que contienen ADN transgénico o proteína. Esto es debido a que el propio proceso de modificación genética, por lo menos en la forma practicada actualmente, es inherentemente peligroso”, escribieron los 800 científicos que firmaron una carta pidiendo la eliminación de transgénicos en el mundo.
Si bien gran parte de la soja transgénica producida en Argentina se exporta hacia países donde se la utiliza para alimentar ganado vacuno, porcino y avícola, una parte importante de productos transgénicos se están consumiendo masivamente en nuestro país a través de distintos alimentos que se exponen “camuflados”.
Los alimentos de alta rotación que se exhiben normalmente en las góndolas de los supermercados contienen transgénicos como la lecitina de soja
Los alimentos de alta rotación que se exhiben normalmente en las góndolas de los supermercados contienen transgénicos como la lecitina de soja, presente en galletitas, yogures, postres, alfajores, budines, margarina, mayonesas, chocolates, papas fritas, jugos, helados, postres, arroz pre preparado, pastas rellenas, milanesas de soja, etc.
Sumado a esto, cabe destacar que gran parte de la soja modificada genéticamente de la cual provienen estos alimentos tiene los más altos índices de contaminación por pesticidas ya que son cada vez más resistentes a los agroquímicos.
“Es la primera vez que se crea un organismo para que resista a un agroquímico. Esto es una invitación a la superpulverización porque la primera soja era resistente al glifosato; en cambio, ahora al 2,4 D y al glufosinato, herbicidas más potentes. Los transgénicos fueron pensados para el agroquímico”, señaló la periodista Soledad Barruti, en su libro “Malcomidos”.
Poniendo los rótulos a los transgénicos
Según el Código Alimentario Argentino (CAA), el rótulo alimenticio tiene por objetivo suministrar información sobre las características particulares de los alimentos, forma de preparación, manipulación y conservación, propiedades nutricionales y contenido.
Es decir que la normativa argentina está basada en las características y riesgos identificados del producto y no en el proceso mediante el cual el mismo fue originado; solo se incluye la información de que fue aprobado por algún organismo gubernamental competente. Por ejemplo, en el envase de un yogur no se informa qué cepas de bacterias lácticas fermentadoras se usaron, pero sí se sabe que su uso fue autorizado por el INAL-ANMAT (Instituto Nacional de Alimentos dependiente de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos, y Tecnología Médica). Tampoco se conoce de qué vacas se obtuvo la leche para el yogur, aunque esta materia prima debió haber sido previamente aprobada por el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria).
Mientras que los ambientalistas y una gran cantidad de consumidores no quieren comprar “a ciegas”, hay quienes no consideran necesario el etiquetado si los alimentos son básicamenteequivalentes en su composición y valor nutricional a los alimentos “convencionales”.
Asimismo el sector productor considera que el etiquetado de los productos derivados de cultivos transgénicos implicaría un aumento de costos sustancial para la industria agro-alimentaria.
10 países europeos ya prohibieron la comercialización de transgénicos, en Latinoamérica también lo hizo Perú, Bolivia y Ecuador
Esta controversia mundial se presenta de diferentes maneras y los gobiernos han manifestado distintas posturas, por ejemplo 10 países europeos ya prohibieron la comercialización de transgénicos, en Latinoamérica también lo hizo Perú, Bolivia y Ecuador, pero en otros países como Argentina no solo se cultivan grandes extensiones, sino que también se comercializa y no se contempla la obligatoriedad del etiquetado de OMG.
Algunas organizaciones ambientalistas -como el caso de Greenpeace- actualizan y divulgan periódicamente un listado de marcas y alimentos en los que hallaron presencia de OMG que no están informados en las etiquetas. Seguramente se sorprenderá al revisarlo y encontrar que varias marcas reconocidas que usted consume periódicamente se encuentran en ese listado, sobre todo en aquellos productos que contienen maíz y soja.
Por este motivo, muchas familias están optando por consumir productos orgánicos, ya sea comprándolos en mercados de consumo sustentable o cultivándolos directamente, de manera natural, sin agro tóxicos y sin genes insertados artificialmente.
Lo cierto es que cuando hay intereses, dinero y negocios de por medio no es tan sencillo cambiar el modelo productor o las normativas asociadas, pero sí podemos desde nuestro lugar -como consumidores y jefes de familia- elegir consumir mejor, conocer la trazabilidad de los alimentos y volver a lo natural.
Fuente: WORMS http://www.wormsargentina.com/ - Publicado en: Ecoportal.net