Playas, el otro gran tráfico ilegal
El hurto y venta de arena es tan ‘rentable’ como las drogas, por ello hay quien roba playas enteras.
Por: Vicente Fernández
Todos se llevan su granito de arena
Una nueva modalidad de tráfico ilegal, la arena, es el negocio que ocupa a los mafiosos. Este material se ha convertido en el segundo recurso natural con mayor demanda, después del agua.
Y es que la arena se ha hecho imprescindible en la actividad industrial. De acuerdo con un informe de International Union of Geological Sciences, el tráfico mundial de este recurso ronda los 18,000 millones de toneladas. La cifra está incluso por encima del consumo mundial de petróleo que se queda en 3,400 millones de toneladas.
La construcción de islas artificiales en distintos países ha desencadenado un mercado ilegal en el que las consecuencias ambientales son cada vez más visibles, publica un artículo de la revista Quo de enero 2014.
Debido a esta situación, el Informe Mundial sobre el Estado de las Playas, elaborado anualmente por la organización no gubernamental Fudena (Fundación de Defensa de la Naturaleza), afirma que casi una cuarta parte de las playas del planeta muestran ya los efectos de la extracción masiva de arena.
Dubi Goenka, portavoz de la organización Conservation Action Trust, asegura que el contrabando de arena es un negocio tan rentable como la prostitución y la droga.
Producto de la corrupción
Desde la construcción hasta el sector tecnológico, esta voraz necesidad de arena ha provocado que se extraiga de los lugares más insospechados. El mejor ejemplo lo tenemos en Indonesia. Las autoridades afirman que 24 pequeñas islas de su litoral han desaparecido bajo las olas a causa del dragado de arena del fondo marino. ¿Y a dónde ha ido a parar? A Singapur.
Singapur comenzó su plan de expansión utilizando arena de sus propias montañas, hasta que estas quedaron planas. Continuó ganándole terreno al mar con la arena extraída del litoral indonesio, y también de la vecina Malasia.
Según explica Nada Faza Soraya, portavoz de Maritime Education Foundation, organización que vela por la conservación del patrimonio natural en el estrecho de Malaca: "Las provincias indonesias de Riau y Bangka-Belitung venden a Singapur una media de 300 millones de metros cúbicos de arena anuales. La extraen del fondo marino y de la cuenca de los ríos. Es un negocio ilegal, casi auténtica piratería, que ha sido posible durante años por la desidia de las autoridades y a causa de la corrupción de los oficiales, que miraban hacia otro lado".
Actualmente, Indonesia y Malasia han adoptado una postura más firme y han prohibido toda venta de arena a Singapur. Sin embargo, la ciudad-estado ha encontrado un nuevo suministrador: Birmania.
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En Dubái, el proyecto Palm Islands, un archipiélago artificial, necesitó 100 millones de metros cúbicos de arena sólo para construir las dos principales islas.
A Singapur se suma, precisamente, Dubái, que en 2001 comenzó el ambicioso proyecto de Palm Islands, el archipiélago artificial formado por siete islas distribuidas que necesitaron 100 millones de metros cúbicos de arena sólo para construir las dos mayores. En un principio podría pensarse que a una ciudad rodeada por un insondable desierto no le faltaría esta materia prima.
Paradójicamente, los granos de arena que forman las dunas del desierto arábigo son de una variedad que no sedimenta bien; en cambio, la de las playas y los fondos marinos es idónea para este proyecto.
Dubái es un gran importador de arena, principalmente, de dos sitios. El primero es Australia. Este país se lanzó al negocio de la venta de este recurso a finales de la Segunda Guerra Mundial. Inicialmente, los yacimientos en los que se realizaban las extracciones estaban en la península de Kurnell, pero en 1990 esta área costera ya estaba totalmente arrasada, y sus playas espectaculares habían quedado reducidas a un puñado de dunas.
Desde 1998, los nuevos yacimientos se han instalado en la isla Strandbroke, y desde ahí, las empresas australianas abastecen de la valiosa arena no solo a Dubái, sino también a Reino Unido y a Dinamarca.
Sobran distribuidores
El otro país que provee a Dubái es India. De acuerdo con un estudio realizado por la Bombay Natural History Society, la minería ilegal de arena se ha convertido en la mayor amenaza medioambiental de esta nación, por encima, incluso, de la contaminación.
Dubi Goenka, quien funge como portavoz de la organización hindú Conservation Action Trust, asegura que "la imparable demanda de arena tanto para la industria local de la construcción como para la exportación ha generado una auténtica mafia. En la provincia de Kerala hay cientos de personas cuyo medio de vida es extraer la arena de los cauces de los ríos con sus palas y cubos".
En esa región india esta actividad es ilegal; no obstante, la connivencia de ciertas autoridades corruptas la favorece. "En febrero de 2012, la Corte Suprema sentenció a una red de altos funcionarios locales que se enriquecían con los sobornos que los traficantes de arena les pagaban para extraer a sus espaldas", acusa Goenka, y profundiza en la situación: "Sólo es la punta del iceberg. Los mafiosos locales han descubierto que el contrabando de arena es un negocio tan rentable como la prostitución y la droga".
Fuente: Redacción Quo
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En México también hay tráfico de arena
La demanda mundial de arena está multiplicando la extracción ilegal en todo el planeta. Otro de los lugares afectados es Jamaica. Allí, entre 2008 y 2012 desapareció casi por completo la playa Coral Spring, que medía 400 metros.
"Quinientos camiones cargados llegaron a salir en una sola semana", informa Mark Shields, comisionado para el Crimen de la isla y responsable de la investigación de este suceso, que ha obligado al gobierno a endurecer las penas contra este tráfico.
Ni México ni Estados Unidos se libran. Un informe de la Geological Society of America, reporta que los empresarios turísticos de Baja California han estado extrayendo arena de las playas situadas al norte para rellenar las suyas.
"El mar ha ganado terreno en las áreas afectadas", explica Walter Álvarez, profesor de Geología de Costas de la Universidad de Berkeley y uno de los autores de la investigación. "Casas que estaban situadas a muchos metros del mar ahora se encuentran apenas a cinco".
Alrededor de 2009, Alberto Tapia, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California, levantó la mano para denunciar esta situación en esa región del país. Lo hizo, asegura, "porque veía la extracción en lugares muy visibles como el arroyo El Barbón de Ojos Negros y el de Guadalupe, así como en el arroyo Las Calabazas y en el Rancho San Faustino".
La arena, dice, es un recurso no renovable. "Ha tardado millones de años en acumularse en los bancos y arroyos, y es extraída en unas cuantas horas. Tengo entendido que en Baja California los permisos se otorgaron durante la gestión de un tal delegado de apellido Oyarsábal".
La arena sirve para detener la humedad y que crezca vegetación en los márgenes de los arroyos y preservar la vida silvestre. "Los arroyos sobreexplotados de arena, cuando vuelven a correr, no captan ni filtran el agua al acuífero", explica, y asegura que no hay quien vigile qué lleva la arena que cada día sale de Ensenada, por ejemplo.
Según un estudio de la Universidad de Carolina, en EU, 36 países ya exhiben las consecuencias de la explotación indiscriminada de este recurso: playas arrasadas, barreras de coral destruidas...
"De momento, ningún país ha ido a la guerra por la arena", asegura el investigador Denis Delestrac, autor de un aclamado documental sobre el tema: 'Sand Wars'. "Si la voracidad de ciertos lugares como Singapur continúa, ¿llegaremos a ver, por ejemplo, a los indonesios defendiendo sus playas a tiros?". El tiempo lo dirá.
Por: Vicente Fernández y Redacción Quo
Imagenes: elimpulso.com