Patagonia Argentina: La culpa no es de la lluvia

Soledad Arrieta (CARTAGO WEB)

Gran parte de las provincias de Neuquén y Río Negro están bajo el agua. Literal. Llueve hace seis días y hoy llegó la temida “Lucrecia”, tormenta a la que parece más fácil responsabilizar si tiene nombre propio. Hay más de mil personas evacuadas. Hay barrios bajo el agua. Hay bronca. Pero las autoridades siguen culpando a la lluvia.
El fenómeno climático durará hasta el mediodía, dicen los que saben. Las consecuencias van a permanecer un buen rato. Emergencia, le llaman. Pero emergencia, sabemos las y los que no sabemos, es el déficit habitacional y, de su mano, el negocio inmobiliario avalado e impulsado –y, ya que estamos, protagonizado- por el poder político.
Las poblaciones afectadas son, precisamente, aquellas que los municipios y gobiernos provinciales ignoran a diario. Al resto le pidieron que no salga de sus casas. Cuando “Lucrecia” se vaya, van a volver a olvidarse. Darán algunas conferencias de prensa y pedirán ayuda. Pero sabemos, las y los que no sabemos, que el interés genuino es nulo.
El intendente Horacio Quiroga, ejecutivo del municipio con más personas evacuadas hasta el momento, habló de la situación como si se refiriera a una competencia electoral. “Hasta ahora le ganamos a la tormenta”, dijo. Él, seguramente. El centro de la ciudad, con sus pequeños ríos bajantes por la avenida, también le ganará. La familia cuya precaria casa está instalada en un barrio, saldrá perdiendo una vez más. La culpa no es de la lluvia.
Es política de Estado ignorar a quienes hoy están bajo el agua. En Neuquén, en Plottier, en Cipolletti, en Fiske Menuko, en todas las localidades de estas dos provincias donde dicen que hoy ataca la feroz y despiadada “Lucrecia”. No es ella, aunque le hayan puesto nombre. Es la discriminación. Es el desinterés. Es la avaricia. Es el capitalismo.

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