Argentina: “Las tormentas ‘excepcionales’ abren brechas, zanjas y otras respuestas”

“Entre las fuerzas naturales, la arrogancia tecnocrática, los desastres ambientales y la complejidad de la (in) justicia socioambiental”

Por Silvia Leanza (Fundación EcoSur –Patagonia Norte-) para Cartago Web

En estos cuatro primero meses del 2014 diversos fenómenos meterológicos se desplegaron a lo largo de la Diagonal Árida del país, en una secuencia desde Noroeste, al pie de los Andes (Catarmarca) al Sudeste del país, en la Patagonia Extraandina.
Rayos, truenos, tormentas, viento, granizo, lluvias torrenciales afectaron el área más árida de Argentina y Latinoamérica. A estas tierras secas pertenecen las tres cuartas partes de la superficie del país, pero allí vive sólo el 30% de la población, que está instalada en los oasis de riego, formados a partir de los cursos de ríos y arroyos que descienden de los glaciares andinos.
Según los reportes periodísticos desde el 13/2/14 al 24/2/14, la inestabiliad, las alertas meteorológicas y las tormentas en Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, San Luis provocaron lluvias torrenciales, aludes, deslaves e inundaciones. Si bien es por el tipo clima en esta región, las lluvias y tormentas son en verano, la excepción fue la cantidad de agua caída en muy pocos días. Llovió torrencialmente durante más de 24 horas[1], la cantidad de agua caída, en varios lugares, alcanzó la media anual, con los consecuentes aluviones de agua y barro que arrasaron viviendas, infraestructuras, plantíos. Neuquén y el Alto Valle no fueron ajenos a aquellas tormentas del mes de febrero, las precipitaciones de piedras –granizo- y lluvia hicieron los suyo.
Pero la primera semana de abril pasará a la historia, nuevamente las lluvias torrenciales y los fuertes vientos afectaron la región y fueron más allá: a montañas, mesetas, valles desde el sur de Mendoza y La Pampa, al centroeste de Neuquén, Río Negro y Chubut, hasta el norte de Santa Cruz. Toda el área es el sudeste de la Diagonal Árida. Por las características climáticas, las precipitaciones -pluviales y níveas- son de otoño e invierno debido a la influencia de los vientos del Anticiclón del Pacífico Sur. En los últimos 10 años la zona padece una prolongada sequía, una importante crisis hídrica, que se suman al grave proceso de desertificación. Hechos que favorecen los desastres ambientales que padecen los pobladores rurales, los habitantes de las ciudades, los sistemas ecológicos.
El centro-este y norte de Neuquén, la Línea Sur de Río Negro, y la Meseta en Chubut fueron las áreas más castigadas por el temporal de lluvia y viento. El total de agua caída desde el 2 al 8 de abril, osciló, según los lugares, entre los 230 y 195mm, cuando lo normal para la región son entre 140-160mm anuales.-
Aludes de agua y barro profundizaron zanjones, borraron calles, arroyaron construcciones, infraestructuras; derrumbaron puentes, postes de luz, ductos; ciudades y pobladores rurales aislados, viviendas arrasadas. Servicios y canales y desagües colapsados, derrames de hidrocarburos y de cloacas, cortes de luz y agua, de comunicaciones y rutas. Evacuados, infraestructuras y mercaderías destruidas.
Las secuelas de damnificados: los que perdieron todo y les será difícil poder recuperar y recuperarse de los daños sufridos. Aquellos que perdieron pero por sus condiciones (previas) podrán salir adelante. En todos el “daño emocional” ¿cómo se mitiga? La solidaridad hace lo suyo, pero no alcanza.
Desde la destrucción y anegamiento de la casa de algún amigo en un barrio castigado por el temporal -en: Neuquén, Cipolletti, Plottier, Centenario, Madryn, Trelew, Comodoro-; o la evacuación de los que quedaron inundados por el taponamiento de drenajes, endicamiento de aguas por falta de alcantarillas–puentes, o escasés de conductos pluviales en el Bajo de la Ciudad de Neuquén: negocios, viviendas, hospitales (Bouquet Roldan), ¡la Multitrocha en su tramo urbano más de 5km) carece de alcantarillas!
Los aluviones que arrasaron calles, rutas y puentes en: las Rutas Nacionales 3 –A° Verde-, 22 –Challacó- o cortaron las rutas provinciales de Río Negro y Neuquén, las “rutas petroleras” dejaron aisladas las localidades de la Línea Sur, Rincón de los Sauces, Catriel.
Rotura de ductos: el acueducto que dejó sin agua a Sierra Grande; o el oleoducto en Puesto Hernández provocó un derrame de petróleo que afectó más o menos 10 hectáreas en la Cuenca del Río Colorado.
Todo producto del intenso proceso de densificación urbana, donde el suelo es nivelado, construido e impermeabilizado. Obras proyectadas y planificadas con escaso respeto por las condiciones edáficas, topográficas, ecológicas a las que se suman las incorrectas prácticas constructivas y los procesos de especulación en el uso y tenencia de la tierra.
Grandes movimientos de tierra para mega emprendimientos (extractivos y obras de infraestructura) que cierran cauces, rellenan cárcavas, avanzan sobre las márgenes de ríos y arroyos; desmontan y nivelan hectáreas de vegetación natural, o de las mismas chacras. Luego, las lluvias y el viento, normales o excepcionales, reactivarán los procesos erosivos, producirán voladuras de las fundaciones y plataformas de las construcciones, roturas de cañerías, zanjas en las calles, nuevos carcavamientos, taponamientos de cauces, deslaves de barro, entre otras cuestiones.
Sucedió, también porque se ignoraron informes técnicos, los estudios de impacto ambiental muchas veces dibujados adecuan los lugares a los intereses de las megaproyectos mineros, petroleros, forestales, agropecuarios o de infraestructura que responden más a los intereses y necesidades de los grandes inversores que a las necesidades reales de los habitantes de las comunidades locales y regionales. Aplicación de normas ambientales inadecuadas a las características propias de la región.
Lo ocurrido no fue “por el poder de la naturaleza” como dicen en algunos. La naturaleza no tiene poder, esta “es una capacidad humana”, por la cual unos hombres/mujeres (o grupos) imponen sus intereses y necesidades a otros/as. (J.E.Sanchez 1995).
Ocurrió porque las soluciones tecnológicas fallan más de lo creíble; las obras faraónicas no son seguras, no son adecuadas a las condiciones geográficas de la región; las infraestructuras, aún obsoletas, requieren mantenimiento permanente; pasó las prácticas especulativas, cortoplacistas que rigen el mercado, por las violaciones sistemáticas –bajo el paraguas de la actualización- de la “planificación urbana ambiental”. Porque eluden e ignoran los criterios de prevención y precaución impuestos por las normas ambientales.
Todo esto y más, sobrevino en poco más de una semana, del 2 a 11 de abril, en Patagonia, de norte a sur y del centro al este, en la meseta central y en la costa; en las cuencas de los ríos: Neuquén, Limay y Negro; del Colorado, Chubut y en la Cuenca (petrolera del G San Jorge), y allí también lo excepcional.
DesertificaciónSin lugar a dudas, estas situaciones de riesgo y la vulnerabilidad tienen más que ver con las acciones antrópicas, donde los distintos actores intervienen con sus diferenciales intereses, necesidades, con lógicas de actuación que debemos reconocer y distinguir para atribuir responsabilidades que en tanto concepto que contiene el sentido del deber moral “el más alto de cualquier serie de deberes”(Ferrater-Mora: 1992) que desde lo ético está referenciado en el Estado, en la cosa pública, en la familia. (Leanza,S. 2002)
Patagonia, reino de las grandes maquinarias: topadoras, retroexcavadoras, hierro, acero, aluminio y cemento que al ritmo de las planificaciones estratégicas y sectoriales contribuyen a la profundización de los problemas sociambientales donde se articulan y relacionan sinérgicamente lo local, regional y global en los sistemas complejos, y abiertos que incluyen a todo lo vivo y no vivo; todas y todos los humanos ¡somos parte también! Nuevos enfoques para analizar las múltiples razones de un conjunto de eventos interrelacionados mutuamente reforzados (sinergia) que provocaron el “desastre ambiental”.
Donde las múltiples crisis: energética, climática, hídrica, alimentaria, social, financiera globales, también se relacionan y manifiestan a escala regional y local en la degradación socioambiental, en escasés de agua potable, en la contaminación, en la pobreza e indigencia, de unos barrios y la opulencia de otros, segregación espacial; en una brecha de desigualdad cada vez más amplia y evidente en los diferentes niveles de vulnerabilidad.
Brechas que en los territorios crean zanjas y muros llenos de la prepotencia tecnocrática y de negocios espurios de unos, y la indiferencia de otros. Brechas que habilitan la memoria, el recuerdo de los sucesos de la Plata –Pcia de Buenos Aires-, los aluviones en el norte neuquino: Rincón, Huinganco, Andacollo, hace justo un año. Y más allá, hace varios años, para no olvidar en Santa Fé, Tartagal en Salta, Comodoro Rivadavia.
Pero esas brechas, zanjas y memoria, también, abren las puertas al análisis de nuevos problemas ambientales y nuevas preguntas que estamos obligados a advertir para precavernos y prevenir en pos de mayor justicia ambiental, territorial, climática, hídrica, energética.
El año pasado decíamos en la Hoja Abierta N° 63: “fenómenos naturales transformados en desastres para quienes los padecen. Los miedos, la incertidumbre, desoladoras para todos, y la solidaridad es la esperanza..(…) Avatares del cambio climático…que no es fenómeno natural”.
Nos preguntábamos: “¿por qué vivimos en mega ciudades? ¿Quién ocupa nuestro extenso y rico territorio? ¿Hay que estar preparado para las catástrofes que siguen? ¿Hay que exigir más obras, mayores modificaciones del terreno? (…) ¿Pedir préstamos y créditos internacionales?”
“Mientras no podamos forjar una economía a escala de las necesidades humanas, respetando la Tierra y las leyes naturales, al menos pongamos en duda las respuestas acostumbradas.” 
(F.Ecosur. abril 2013) [1] http://met-ba.blogspot.com.ar/2013/09/26-9-2013-t-odo-parece-indicar-que-en.htmlEn la pcia de San Juan llovieron 90mm cantidad que llueve en un año (media anual)

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