La lucha ecológica venció al cobre en Puerto Rico
Por Carmelo Ruiz-Marrero
En el corazón de la cordillera central de Puerto Rico se encuentra una extraordinaria historia de lucha y, también, de triunfo.
Desde los años 60, el gobierno de este estado libre asociado a Estados Unidos tenía la intención de autorizar la minería de cobre a cielo abierto en los municipios montañosos de Lares, Adjuntas y Utuado. Pero una campaña ecologista de arraigo popular obligó al gobierno, tras décadas de lucha, a renunciar al proyecto. En 1996, el entonces gobernador Pedro Rosselló prohibió la minería a cielo abierto en la isla y designó por ley a la parcela de tierra donde se realizaría la excavación como el “Bosque del Pueblo”.
La oposición a la minería la encabezó Casa Pueblo, una organización no gubernamental con sede en el centro-occidental municipio de Adjuntas. El grupo fue fundado en 1980 por artistas, intelectuales y ecologistas asociados a Juan Antonio Corretjer, poeta de renombre internacional y una de las principales figuras del movimiento de la independencia hasta su muerte en 1985.
De 1937 a 1942, Corretjer estuvo en prisión en Estados Unidos por su asociación con el Partido Nacionalista, que participó en la lucha armada por la independencia.
En 1982, una fuente secreta dentro de La Fortaleza, la residencia del gobernador que alberga al Poder Ejecutivo, filtró al grupo de Corretjer un misterioso mapa de Puerto Rico, que mostraba a la isla surcada por proyectos de infraestructura, autopistas, fábricas petroquímicas, minas a cielo abierto y bases militares.
Corretjer encargó a Casa Pueblo, en ese entonces llamado Taller de Arte y Cultura, la investigación de lo que significaba el mapa. Después de consultar varias fuentes, incluido el Cuerpo de Ingenieros del ejército de Estados Unidos, el grupo descubrió el Plan 2020, un proyecto secreto de extracción de recursos naturales y desarrollo económico militarizado que tenía como base a la minería a cielo abierto.
Más de 30 años después de la exposición del Plan 2020, la minería a cielo abierto se detuvo antes de que comenzara, pero otros elementos del proyecto, como la construcción de autopistas, continúan a buen ritmo a pesar de las protestas de las organizaciones ambientalistas.
Casa Pueblo se mantiene vigilante en la protección del ambiente de Puerto Rico y activa en la promoción del desarrollo sostenible. De 1999 a 2003, la organización ayudó a los manifestantes que recurrieron a la desobediencia civil para clausurar un campo de tiro de la Marina estadounidense en la isla-municipio de Vieques.
Voluntarios de Casa Pueblo realizaron estudios científicos de la contaminación militar en el campo de tiro.
Por su labor a favor de la paz y el desarrollo, Casa Pueblo ganó el prestigioso Premio Ambiental Goldman en 2002.
“Este es un proyecto de evolución y reevolución”, dijo el fundador y director de la organización, Alexis Massol. “Es una respuesta al proyecto colonial capitalista que el imperio norteamericano pretende imponernos.
Nuestro proyecto es dinámico. No tiene miedo de enfrentarse a los errores o las contradicciones. Y combina la educación y la acción”, añadió. Casa Pueblo lleva el nombre de su hogar físico, una casa antigua que la organización ocupó y restauró a mediados de los años 80. La misma cuenta con una biblioteca comunitaria y una sala grande que a menudo se usa para celebrar reuniones y actividades culturales y artísticas.
El segundo piso se usa para un programa de artistas residentes. En la parte posterior hay un santuario de mariposas y otra estructura que alberga a Radio Casa Pueblo, la primera radio comunitaria de Puerto Rico, fundada en 2007.
La autogestión es muy importante para Casa Pueblo. Desde 1989 se financia con la venta de su propia marca de café artesanal, Madre Isla. Gran parte se cultiva en una finca propiedad de la organización, que también ofrece turismo ecológico.
En 1999, el edificio de Casa Pueblo se independizó de la red eléctrica y cambió a un sistema de energía solar. “Somos autosuficientes económicamente, y es por eso que cuando hablamos de libertad no es un mero discurso”, señaló Massol a IPS. “Hablamos con nuestra propia voz independiente y no hacemos alianzas con los partidos políticos”, precisó.
El proyecto más ambicioso de la organización es el Bosque Modelo de las Tierras Adjuntas. Este proyecto, que el gobernador Alejandro García Padilla convirtió en ley pero que está en proceso de modificación por el parlamento puertorriqueño, abarcará más de 153.000 hectáreas y vinculará a 20 áreas naturales protegidas ya existentes a través de corredores ecológicos.
“El Bosque Modelo es un proyecto de desarrollo económico sostenible, preservación ecológica y participación ciudadana”, explicó el economista Mike Soto Class, presidente del Centro para una Nueva Economía, un centro de investigación con sede en San Juan.
El bosque “fomenta la conservación, a la vez que genera negocios y empleos, y contribuye a la seguridad alimentaria del país. Es un proyecto que ejemplifica un cambio de paradigma en el uso de los recursos, y en la forma que se conciben los modelos de desarrollo y de gobernabilidad”, describió.
“Los Bosques Modelo son procesos de base social en los que grupos que representan a una diversidad de actores y sectores trabajan juntos hacia una visión común del desarrollo sostenible de su territorio”, según la Red Iberoamericana de Bosques Modelo.
“Contribuyen a objetivos mundiales de reducción de la pobreza, de cambio climático y de lucha contra la desertificación, y a las metas globales de desarrollo sostenible”, añade.
En la actualidad hay 28 bosques modelo en América Latina. “Este bosque tendrá participación popular y gobierno compartido. Va a ser un proyecto ecológico, pero también incluirá el desarrollo económico, especialmente de la agricultura”, explicó Massol. Casa Pueblo propuso que el Bosque Modelo de las Tierras Adjuntas sea una zona de agricultura sostenible, sin cultivos modificados genéticamente.
Editado por Kitty Stapp / Traducido por Álvaro Queiruga
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