Patagonia: Los Parques Nacionales de la región de los lagos en Argentina y Chile

Ante la firma a principios de agosto de este año de una acuerdo de cooperación para la gestión coordinada de Parques Nacionales Conjuntos entre La Administración de Parques Nacionales (APN) y la Corporación Nacional Forestal de Chile (CONAF) (1)  nos decidimos con Federico Silin a compartir un artículo sobre la historia de los Parques Nacionales en la región que escribiéramos en su momento para la revista Todo. Un plan de gestión coordinada es fundamental para toda la región transnacional que ya comparte profundos lazos de comunión desde los tiempos en que fuera un espacio indígena común y se fundara luego una misión a orillas del lago Nahuel Huapi por parte de misioneros jesuitas que llegaron desde la Misión de Casto en Chiloé.
CRÓNICAS / POR HANS SCHULZ

Ante el crecimiento poblacional y los efectos de la globalización que hoy nos depara el trágico espectáculo de los incendios amazónicos, no hay duda de que los desafíos actuales son decididamente mayores. Las fotografías ilustrativas que acompañan la nota corresponden al Archivo Visual Patagónico. Agradecemos a la Revista Todo por posibilitarnos la reproducción de la nota. 
  
Los primeros Parques Nacionales
 
A fines del siglo XIX la población mundial ascendía a 1500 millones, un 20% de la población actual. La revolución industrial junto a las pujas imperialistas de las naciones industriales llegaba hasta los más remotos lugares del globo trasformando al mundo a lo largo de un proceso sin retorno. Y fue en este contexto en el que se crearon los primeros Parques Nacionales. Sin tomar en cuenta la creación del área protegida de la región montañosa de BogdKahnUul en Mongolia que tuvo lugar en 1778 y la creación del área protegida de Yosemite, EEUU, en 1864, se considera al Parque Nacional Yellowstone, EEUU,fundado en el año 1872, como el primer parque nacional del mundo.
Recién en 1916 y bajo la presidencia de Wilson se fundaría en ese país el Servicio de Parques Nacionales, una agencia federal encargada de la gestión de los mismos cuya finalidad era la de “conservar el escenario y los objetos naturales e históricos así como la vida salvaje que contienen de tal manera que se mantengan en su estado natural para el disfrute de las generaciones futuras”. A Yellowstone lo seguirían el Royal National Park de Australia (1879), el Parque Nacional Banff en Canadá (1885), el Parque Nacional Tongariro en Nueva Zelanda (1887), y el Yosemite (1890) y Monte Rainer (1899) en los Estados Unidos.
En la Argentina todo comenzó en noviembre de 1903 cuando el Perito Moreno escribió su memorable carta al gobierno argentino en la que cedía a la Nación tres leguas cuadradas (7500 ha) de su propiedad ubicadas en cercanías de Puerto Blest y Laguna Frías estableciendo los cimientos del futuro Parque Nacional Nahuel Huapi.
En enero de 1907 la superficie original se amplía a 43.000 hectáreas – la mitad del Parque Nacional Yellowstone- por decreto del Presidente de la Nación José Figueroa Alcorta. Por Ley Nacional, en 1909,el gobierno también reservará para su conservación a las tierras que circundaban a las cataratas del Iguazú en el Territorio Nacional de Misiones.
En abril de 1922 y bajo el mandato presidencial de Hipólito Irigoyen se creará el Parque Nacional del Sur, luego Nahuel Huapí, con una superficie total de 785.000 hectáreas. Finalmente en 1934, bajo el gobierno del presidente Justo y por la ley N° 12.103, se creará la Administración General de Parques Nacionales y Turismo cuyo primer presidente será Exequiel. Bustillo. En aquella carta de 1903 Moreno, el incansable explorador, señalaba:
“Durante las excursiones que en aquellos años hice en el sur admiré lugares excepcionalmente hermosos y más de una vez enuncié la conveniencia de que la Nación conservara la propiedad de algunas de ellas, para mejor provecho de las generaciones presentes y venideras. Vengo por ello, invocando los  términos de la ley, a solicitar la ubicación de un área de tres leguas cuadradas con el fin de que sea conservada como parque público. Al hacer esta donación emito el deseo de que la fisonomía actual del perímetro que abarca no sea alterada y que no se hagan más obras que aquellas que faciliten comodidades para la vida del visitante.”

La región de los lagos a comienzos del siglo XX

Sin embargo y, al igual que lo sucedido con la fundación de los otros parques nacionales americanos del siglo XIX, la expresión de deseos y el acto concreto de la donación se dio en esta región en un contexto de grandes transformaciones económicas y sociales que ocurrían a ambos lados de la frontera y que hicieron necesario sortear ciertas dificultades en pos de la conservación de espacios naturales “para mejor provecho de generaciones presentes y venideras”.
En Chile la colonización alemana que empezó a mediados del siglo XIX y que avanzó desde la región de Valdivia, Puerto Montt y el lago Llanquihue hacía la Cordillera había creado un área de producción que junto a redes comerciales domesticas e internacionales con puertos en el Pacífico también abarcaba la región del Nahuel Huapi del otro lado de la Cordillera que, a principios del siglo XX, con su escaso desarrollo e insignificante demografía, dependía fuertemente del desarrollo chileno.
En ese sentido algunas cifras son elocuentes. Mientras que el departamento de Bariloche según el censo de 1895 arrojaba la cifra de 76 habitantes y el de 1914 1250, en 1910 ciudades chilenas como Puerto Montt u Osorno superaban los 7000 habitantes cada una y Valdivia los 15.000.
En cuanto a la comunicación con las áreas metropolitanas a través del ferrocarril, en Chile llegaba a Osorno en 1898 y a Puerto Montt en 1912 mientras que del lado argentino en 1917 recién llegaba a Jacobacci y en 1934 finalmente al lago Nahuel Huapi.
En este contexto regional de desarrollos dispares y fronteras porosas se creó en abril de 1902 y por decreto del Presidente Julio A. Roca la Colonia Agrícola Pastoril Nahuel Huapi que contaba con 133 lotes a repartir entre los colonos solicitantes que quisieran poblar la región del lago Nahuel Huapi hasta la frontera con Chile.
Los principales requisitos fueron la ocupación efectiva del terreno durante cinco años continuos y la obligación de aportar mejoras, introducir hacienda o labrar el terreno para plantaciones y cultivos. También existió la posibilidad de comprar y poder así obtener el título definitivo.Con el tiempo se dispuso la subdivisión de algunos lotes de la Colonia que quedó conformada en 53 lotes pastoriles de 625 Hectáreas y 77 lotes agrícolas de entre 50 a 100 Hectáreas. 

Muchos de los adjudicatarios desistieron de la concesión lo que redundó en beneficio del  futuro Parque Nacional ya que en 1908,procurando ampliar la superficie de la donación original,el gobierno nacional retiró de la oferta pública a 70 lotes abandonados de los 133 lotes originales que componían la Colonia. En esta etapa es difícil interpretar la sociedad y la economía de la región de los lagos bajo una perspectiva meramente nacional ya que los lazos familiares y los circuitos comerciales, tal cual lo describen y analizan investigadoras argentinas como Susana Bandieri (2005) y Laura Méndez (2010) y autores chilenos como Pablo Fábregas Zelada (2008), trascendían las fronteras.
Desde la estepa ovejera al oriente de la Cordillera hasta las fértiles llanuras del Valle Central chileno con sus terminales ferroviarias y sus puertos sobre el Pacífico la vida cotidiana y el comercio fluía ininterrumpidamente y sin fronteras visibles en ambas direcciones. Así lo relatan las crónicas testimoniales de los primeros pobladores de la Colonia Agrícola cuando hablan de regulares visitas a médicos y dentistas en Puerto Montt o cuando describen los interminables arreos de ganado en pie a los mercados de Osorno por el antiguo camino de la herradura, hoy paso Cardenal Samoré.
En esos primeros años del siglo XX  la vida de la región transcurrió entre el desplazamiento de los originarios, las intenciones de crear el Parque Nacional y la actividad pionera de los colonos agricultores y pastoriles y sobre todo madereros de la incipiente Colonia. A las visibles tensiones entre todos estos actores se le sumó la voz del geólogo norteamericano Bailey Willis que presidía la Comisión de Estudios Hidrológicos y que actuó en la región entre 1911 y 1914.
En su obra ya clásica El Norte de la Patagonia (1914) habla de la majestuosa grandiosidad de los paisajes andinos y advierte sobre la fragilidad de los recursos naturales como el suelo, el agua y los bosques cordilleranos. Según él había que preservar a estos últimos para impedir la erosión de las montañas, lo que por otro lado ayudaría a conservar el recurso hídrico. En el libro cita un texto de 1908 que habla sobre el futuro del parque nacional y que viene al caso: “¿Qué es un Parque Nacional? ¿Una región salvaje destinada al placer de cazadores o alpinistas ocasionales que tienen deseos de afrontar las dificultades de los cerros despoblados? Es una concepción que parece común pero que no tiene razón. Un Parque Nacional es una región reservada por el estado para el placer y el bienestar de toda la población. Se reserva para que ningún particular pueda impedir que otros la disfruten y para conservar en su estado natural todo lo que convenga a los usos humanos. (…)
La Argentina debe tener el Parque Nacional del Norte alrededor de las cascadas del Iguazú y el Parque Nacional del Sud sobre el lago Nahuel Huapi y el cerro Tronador.”El experimentado y práctico geólogo es también el iniciador de la perspectiva desarrollista en la región cuando propone la construcción de represas y la creación de una ciudad “industrial” en la boca del Limay junto a la futura construcción de un ferrocarril transcontinental que  uniría el Atlántico con el Pacífico a través de la Cordillera de los Andes.
A la futura ciudad el autor se la imaginaba como “principal centro de población y manufacturas de la Cordillera Andina al sur de Mendoza… que por su riqueza y hermosura ocuparía un lugar entre las primeras ciudades de la República Argentina”.

La región de los lagos Siglo XX
Este contrapunto entre conservacionismo y desarrollo que permaneció vigente a lo largo del siglo XX y sigue vigente aún hoy nació con la anexión definitiva de las tierras indígenas al estado nacional después de la conquista militar de ese espacio en los años 1879-1885 y tuvo sus puntos de inflexión de esta lado de la Cordillera con la fundación de la Colonia Agrícola Ganadera en 1902 y la donación del Perito Moreno en 1903, ampliada en 1908. 
A medida que pasaron las décadas del pasado siglo casi todos los países del mundo fueron incorporando ciertas áreas naturales de sus territorios soberanos en calidad de Parques Nacionales “para mejor provecho de las generaciones presentes y venideras” como expresara el Perito Moreno. Muchos de estos Parques Nacionales o áreas protegidas han sido declarados además Sitios de Patrimonio Mundial por la UNESCO, como es el caso de Talampaya o el Parque Nacional Los Alerces, en la provincia de Chubut. Por diversas razones a las que también se deben sumar las políticas de afianzamiento de soberanía en zonas de frontera, fueron los decretos de 1937 del  presidente A. Justo los que, declarando reservas nacionales con destino a parques nacionales a cuatro territorios de la Patagonia entre las cuales estaba la Reserva Nacional Lanín en el Neuquén, la de los Alerces en Chubut y las de Perito Francisco P. Moreno y Los Glaciares en el territorio de Santa Cruz, completaron la visión original de principios de siglo de la creación de un área de conservación y esparcimiento en la región oriental norte de los lagos andino patagónicos.

Del otro lado de la Cordillera y limitando con el Parque Nacional NahuelHuapi en 1926 el gobierno chileno creó el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, el más antiguo del país.  En el año 1940 creó el Parque Nacional Villarrica y en 1941 el Parque Nacional Puyehue. Para mediados del siglo XX quedó conformada entonces en esta región del sur de América una de las regiones protegidas transnacionales más extensas del planeta. En la segunda mitad del siglo se completa la integración cuando en la década del sesenta a la antigua ruta de los lagos por la que transitaron nativos, jesuitas, colonos y turistas se le agrega el camino carretero norte del lago que une las ciudades más importantes de ambos lados de la Cordillera.
Una rica historia social de culturas originarias e inmigradas de Europa y de otros países latinoamericanos complementa la riqueza natural de los diferentes ecosistemas a lo largo de toda la región. Sin embargo la presión demográfica y lo que Bailey Willis llamó “la explotación de los recursos como aprovechamiento destructor para el lucro inmediato” siguen manifestándose en la actualidad bajo otros rostros. Al igual que a principios de siglo XX los desafíos económicos y culturales a ambos lados de la frontera son los mismos y remiten a aquel viejo contrapunto entre las cuestiones ambientales y los intereses que promueven el desarrollo.

Los Parques NacionalesSiglo XXI

En la actualidad y a diferencia del año 1900 la cantidad de habitantes del mundo estará llegando a los ocho mil millones en los próximos años y la presión sobre las áreas naturales prístinas está en ascenso. La región del Nahuel Huapi que a principios del siglo XX no estaba habitada por más de dos mil personas hoy está habitada por más de doscientos mil.La presión demográfica junto al turismo y otras industrias presionan sobre el medio ambiente. Lo mismo sucede del otro lado de la Cordillera en el sur de Chile.


A ambos lados de la frontera a la creación tradicional de un Parque Nacional se le han sumado en este siglo nuevas modalidades entre las cuales se cuentan las donaciones de tierras a un estado soberano para su futura conversión por parte de millonarios eco filántropos globales o de organizaciones ambientalistas. Tanto en Chile como en la Argentina el siglo XXI asistió al nacimiento de varias áreas protegidas bajo esta modalidad. 

En Argentina sucedió con el Parque Nacional Monte León que se creó a partir de una donación de la Fundación Vida Silvestre Argentina con fondos provistos por The Patagonia Land Trust a través de la sanción de la Ley 25.945 que en 2004 creó el primer Parque Nacional Costero del país. Por otro lado al Parque Nacional Patagonia que protege una importante porción de la Meseta del Lago Buenos Aires en el noroeste de la provincia de Santa Cruz y fue creado por Ley Nº 27.081 del año 2014 se le han sumado importantes donaciones de tierras privadas que fueron adquiridas por organizaciones ambientalistas.
Las compras de bosques y tierras productivas para su conversión en Parque Nacional también suscitan controversias entre empresarios desarrollistas. En el caso de Santa Cruz las donaciones de grandes estancias al Parque Nacional Patagonia causó el rechazo de productores agropecuarios santacruceños pero también de grandes corporaciones mineras en la región del rio Pinturas. En la actualidad la superficie de los parques nacionales en la Argentina suma más de 4 millones de hectáreas, una superficie que representa casi el 2 % de la superficie total del país.
En Chile y para remitirnos solamente a este último año, en enero de 2018 la Presidenta Michelle Bachelet firmó en la ex estancia Valle Chacabuco los decretos que crearon la Red de Parques Nacionales de la Patagonia una iniciativa que se concretó en base a las donaciones del fallecido eco filántropo norteamericano Douglas Tompkins y que aumentó la superficie de los Parques Nacionales chilenos en más de un 38%. En el nuevo siglo los Parques Nacionales de la región de los lagos a ambos lados de la Cordillera también comenzaron a formar parte de la Red Mundial de Reservas de la Biósfera de la UNESCO, zonas en las que se fomentan soluciones para conciliar la conservación de la biodiversidad con su uso sostenible, el desarrollo económico, la investigación y la educación, verdaderos “sitios de apoyo a la ciencia al servicio de la sostenibilidad en los que se evalúan enfoques interdisciplinarios para comprender y gestionar los cambios e interacciones de los sistemas sociales y ecológicos, incluidas la prevención de conflictos y la gestión de la biodiversidad”.
En toda la región, incluyendo a las estancias patagónicas precordilleranas, conviven todavía las viejas formas heredadas de los tiempos de la temprana colonización junto a las nuevas modalidades propuestas por los conservacionistas y la irremediable puja de las propuestas desarrollistas. En la región del Nahuel Huapi la conservación y la administración de la belleza junto al turismo parecieran estar ganando la partida a la administración productiva del territorio. Sin embargo esto último sólo es cierto en un sentido porque probablemente ambas gestiones deberán lidiar cada una a su manera con un complejo futuro compartido.

(1) https://www.bariloche2000.com/noticias/leer/argentina-y-chile-firman-convenio-sobre-parques-nacionales-conjuntos/122327
Bibliografía
Bandieri Susana (2005) Historia de la Patagonia, Bs. As. Editorial Sudamericana
Méndez Laura (2010) Estado, frontera y turismo. Historia de San Carlos de Bariloche, Bs. As. Prometeo
Fábregas Zelada P. (2012) Puerto Montt. Capital del comercio de la Patagonia Sur Austral, Puerto Montt, Ediciones Kultrun
https://www.parquesnacionales.gob.ar/
http://www.conaf.cl/parques-nacionales/parques-de-chile/
http://www.unesco.org/new/es/natural-sciences/environment/ecological-sciences/biosphere-reserves/
http://www.theconservationlandtrust.org/
Fuente: Bariloche2000 - Imagen de portada:  Bailey Willis, E. Frey, Luginbühl navegando el Lago Nahuel Huapi a bordo del Vapor Cóndor,Año 1911 (Colección Frey en Museo de la Patagonia)
 Archivo Visual Patagónico
 



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