Nuevos descubrimientos científicos alertan sobre el peligro de los organismos transgénicos
Los investigadores del proyecto ENCODE (Enciclopedia de los elementos del ADN) encontraron que el genoma humano no es una colección de genes independientes, sino que:
los genes actúan en una red compleja interactúan con otros genes se superponen con otros genes interactúan con otros componentes
de una manera que no ha podido ser aun entendida.
El Instituto de Investigaciones del Genoma Humano dice que estos hallazgos constituyen un reto a los científicos cuyos puntos de vista sobre la genética se ha basado en el llamado dogma central: un gen sintetiza de manera lineal siempre una proteína. El problema es que la industria biotecnológica se ha sustentado también en este dogma. La aplicación del dogma central ha permitido patentar genes, introducir genes de una especie en otra, aun cuando estas dos especies pertenezcan a otros reinos (por ejemplo genes de animales, bacterias y virus en plantas), bajo la premisa que el gen introducido a dar como resultado casi matemático, la síntesis de una proteína deseada, sin que exista ningún impacto colateral. Es por eso que a pesar de muchísimos años de investigación biotecnológica, la industria ha podido lanzar al mercado únicamente cultivos transgénicos que contienen dos características genéticas: la resistencia a herbicidas, y la resistencia a insectos. Todo lo demás han sido apenas promesas de esta industria de $73,5 mil millones de dólares. No existe ningún cultivo transgénico sembrado comercialmente a gran escala capaz de tolerar sequías, de crecer en suelo salinos ni siquiera que sean resistentes a virus o a hongos. Y es que las mencionadas características no dependen de genes que actúan independientemente, como lo ha predicado la industria biotecnológica y sus defensores. Es más, muchas de estas características no dependen siquiera de los genes, sino de otros agentes de tipo ambiental. El informe del proyecto ENCODE tiene también repercusiones en el campo regulatorio, pues todas las normas de bioseguridad (que han permitido la masiva expansión de los cultivos transgénicos), se han basado en el dogma central, pasando por alto todos los potenciales impactos que tiene insertan un paquete de genes extraños en un genoma dinámico en el que sus genes están interactuando continuamente unos con otros y con el medio ambiente.
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