Galeano y un texto que anticipaba el negacionismo del cambio climático
Este texto de Galeano puede servir para ilustrar la actual coyuntura planetaria: peligro mortal, incomunicación, censura, "seguimiento a iluminados", lentitud, todos obstáculos para que la humanidad sepa la verdad de su real situación. Somos las tortugas del siglo XXI!!!
Medios animales de comunicación
Una noche de la primavera de 1986, reventó la central nuclear de Chernóbil. El gobierno soviético dictó orden de silencio. Muchas personas, inmensa multitud, murieron o sobrevivieron convertidas en bombas ambulantes, pero la televisión, la radio y los diarios no se enteraron. Y al cabo de tres días, no violaron el secreto para advertir que ese estallido de radiactividad era una nueva Hiroshima, sino que aseguraron que se trataba de un accidente menor, cosa de nada, todo bajo control, que nadie se alarme. Los campesinos y los pescadores de tierras y aguas cercanas y lejanas sí supieron que algo muy pero muy grave había ocurrido. Quienes les trasmitieron la mala noticia fueron las abejas, las avispas y las aves que alzaron vuelo y se perdieron de vista en el horizonte, y las lombrices que se hundieron un metro bajo tierra y dejaron a los pescadores sin carnada y a las gallinas sin comida. Un par de décadas después, estalló el tsunami en el sudeste del Asia y las olas gigantes engulleron a otro gentío. Cuando la tragedia estaba incubándose, y la tierra recién empezaba a crujir en las profundidades de la mar, los elefantes hicieron sonar sus trompas, en desesperados lamentos que nadie entendió, y rompieron las cadenas que los ataban y se lanzaron, en estampida, selva adentro. También los flamencos, los leopardos, los tigres, los jabalíes, los ciervos, los búfalos, los monos y las serpientes huyeron antes del desastre... Sólo sucumbieron los humanos y las tortugas.
Fuente: chernovillemusic.bandcamp.com - Grupo Ruanel - blogger
Medios animales de comunicación
Una noche de la primavera de 1986, reventó la central nuclear de Chernóbil. El gobierno soviético dictó orden de silencio. Muchas personas, inmensa multitud, murieron o sobrevivieron convertidas en bombas ambulantes, pero la televisión, la radio y los diarios no se enteraron. Y al cabo de tres días, no violaron el secreto para advertir que ese estallido de radiactividad era una nueva Hiroshima, sino que aseguraron que se trataba de un accidente menor, cosa de nada, todo bajo control, que nadie se alarme. Los campesinos y los pescadores de tierras y aguas cercanas y lejanas sí supieron que algo muy pero muy grave había ocurrido. Quienes les trasmitieron la mala noticia fueron las abejas, las avispas y las aves que alzaron vuelo y se perdieron de vista en el horizonte, y las lombrices que se hundieron un metro bajo tierra y dejaron a los pescadores sin carnada y a las gallinas sin comida. Un par de décadas después, estalló el tsunami en el sudeste del Asia y las olas gigantes engulleron a otro gentío. Cuando la tragedia estaba incubándose, y la tierra recién empezaba a crujir en las profundidades de la mar, los elefantes hicieron sonar sus trompas, en desesperados lamentos que nadie entendió, y rompieron las cadenas que los ataban y se lanzaron, en estampida, selva adentro. También los flamencos, los leopardos, los tigres, los jabalíes, los ciervos, los búfalos, los monos y las serpientes huyeron antes del desastre... Sólo sucumbieron los humanos y las tortugas.
Fuente: chernovillemusic.bandcamp.com - Grupo Ruanel - blogger