La destrucción del suelo pone en riesgo la soberanía alimentaria: La Unión Europea pierde miles de suelos fértiles

El cuidado del suelo que nos alimenta se ha echado a perder. El sistema neoliberal inunda de cemento los campos fértiles. Europa pierde centenares de kilómetros de tierras y las agresiones a los suelos repercuten en el sostenimiento de la vida. Por ello, más de 450 organizaciones piden una norma europea que los proteja.

María José Esteso Poves

Necesitamos conseguir un millón de firmas en Europa, 40.500 en España, para promover una ley europea que proteja el suelo. Hasta septiembre está en marcha la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) Salva el suelo, People4soil. La campaña está respaldada por más de 450 organizaciones europeas, agrarias, sociales y, sobre todo, ambientalistas. En el Estado español son varios los grupos ecologistas que también están promoviendo la campaña People4soil.
Aunque la directiva europea, inicialmente, no tendría carácter vinculante, sería un camino sin retorno. Cuando un suelo es inundado de cemento, la vida se acaba. Según el informe Los costes ocultos del sellado del suelo [1] , realizado por la UE con datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), la superficie de suelo sellado a 2006, es de 100.000 km², o lo que es lo mismo, el 2,3 % del territorio de la UE. Según la AEMA, el sellado del suelo es equivalente de media a 200 m² por ciudadano. Los Estados miembros donde el porcentaje de sellado del suelo es mayor del 5% de su territorio son Malta, Países Bajos, Bélgica, Alemania y Luxemburgo.
Por ello, en el Estado español son 40 organizaciones las que impulsan la iniciativa para proteger el suelo. Paula Tordesillas, responsable de la campaña Salva el suelo de Ecologistas en Acción, mantiene que cuidar el suelo es esencial, porque afecta a la vida, es transversal a la agroecología, el urbanismo, la minería, los residuos, el agua y el cambio climático, entre otros.
Los datos de ocupación (urbanización, infraestructuras, etc) en la Unión Europea también son alarmantes. Se calcula que la ocupación de suelo (se sella la mitad del suelo que se ocupa) entre los años 1990 y 2000 ha sido de 1.000 km² al año en la UE. Esto equivale a una pérdida de suelo de 275 hectáreas al día. En España la ocupación del suelo aumentó un 15 % durante ese decenio. Para Tordesillas “apoyando modelos de producción agroecológicos, donde suelo y fertilidad son piezas claves, podremos conseguir la resiliencia ecológica que la ICE People4soil solicita”.
La campaña People4soil
Pero ¿cómo surge People4soil? La campaña está impulsada, sobre todo, por el grupo ecologista italiano Legambiente [2] . Italia es un país que cuenta con una gran densidad de población y casi la mitad de extensión que el Estado español. Mientras que en todo el territorio español (505.990 km²) la población es de 46 millones y medio de personas, con una densidad media de población de 92 habitantes por km², en Italia, con 301.338 km² y 60 millones y medio de personas, la densidad de población es de 201 habitantes por km².
La presión sobre el suelo es muy grande. La organización ecologista Legambiente, nacida en 1980, lleva años denunciando la ocupación y el sellado del suelo en Italia. Donde cae el cemento, la vida se acaba. Por eso, ahora, este grupo ecologista es también el impulsor de la campaña en Europa. La revista Ecologista ha hablado con Marzio Marzorati, portavoz de Legambiente y uno de los responsables de People4soil [3] en Europa. Legambiente cuenta con 100.000 personas asociadas, un total de 800 grupos locales y 20 regionales.
La geografía italiana está repleta de ciudades, pueblos y viviendas diseminados por todos lados, y, especialmente en el norte, existe un auténtico descontrol. "Desde Legambiente tomamos la iniciativa, porque había que parar esto", dice Marzorati a esta revista. Explica que no es solo el uso de pesticidas en el campo, es el cemento puro y duro. Y eso ya no hay quien lo mueva.
"Es una campaña que iniciamos en Italia hace años, con propuestas concretas en la región de Lombardía (norte) donde existe una enorme presión sobre los suelos. Contamos entonces con un estudio realizado por la Universidad", dice Marzorati. A ese informe sumaron fotografías aéreas para demostrar cómo había cambiado el paisaje. También para poner en evidencia que mantener un suelo urbanizado es muchísimo más caro, explica el activista.
Y es que las cifras lo dicen todo: "En la región de Lombardía se ocupa suelo fértil todos los días, el equivalente a 13 campos de fútbol", dice el responsable de Legambiente.
En los últimos 25 años, según datos oficiales del Instituto para la Protección y la Investigación Ambiental (ISPRA) [4] , en Italia se ha producido una tasa de ocupación de suelo, por la urbanización, de 60 hectáreas al día (casi 22.000 hectáreas al año). En 2014 y 2015, la ocupación ha bajado a 35 hectáreas al día. La presión sobre los suelos ha sido muy fuerte. Esto ha ocurrido en toda Italia, pero es la región de Lombardía la que ostenta el ‘record’ de superficie urbanizada, estimada en el 12 % del territorio.
Italia, una historia común
El relato de Marzorati no es muy distinto a lo que ha pasado en el Estado español.
Dice que los bancos y la Administración han tenido mucho que ver porque “se ha dado dinero fácil a las empresas constructoras, sin exigir nada", afirma.
"Se apostó por la construcción como motor de desarrollo. Con un proceso de bajada de impuestos a las constructoras y beneficios fiscales y una penalización del suelo agrario", cuenta. Todo esto obligó a los agricultores a vender. "Por ejemplo, si el metro de suelo agrario valía cinco euros, las municipalidades (ayuntamientos) reclasificaban el terreno a urbanizable y los agricultores tenían que pagar impuestos muy altos por sus tierras aunque las siguieran cultivando. "De pronto las tierras valían entre 300 o 400 veces más. Y si aún así, no vendían, no podían pagar los impuestos altísimos”.
Esta pérdida de suelo va más allá. Marzorati explica a Ecologista que las ayuntamientos "usaban ese dinero para cultura, educación, sanidad..., con la crisis era un elemento de financiación". El resultado, concluye, es que "ahora tenemos miles de viviendas vacías y los precios no bajan, porque los pisos forman parte del balance de los bancos, no los sueltan".
 En la imagen Marzio Marzorati, portavoz de la organización italiana Legambiente.

Según el activista no son sólo las viviendas "son miles los edificios para empresas vacíos e infraestructuras ruinosas de mantener, construidos bajo el discurso de la creación de empleo". Explica que uno de los ejemplos visibles es la zona que rodea el aeropuerto de Bérgamo, Milán, con decenas de edificios empresariales vacíos.
Directiva del suelo
Esa conciencia de Legambiente sobre la importancia del suelo agrario, ahora está ya esperando una normativa para Europa. "El suelo mantiene la biodiversidad y nos proporciona alimento, entre otras funciones. Además, los suelos fértiles son muy pocos en el mundo", dice Marzorati. Y lamenta que la UE nunca se haya preocupado de los suelos, cuando una de las cuestiones que propiciaron su creación es la seguridad alimentaria de sus ciudadanos.
Pero este no es el primer intento para conseguir una norma comunitaria que proteja el suelo, ya se puso en marcha 2006, pero al parecer, grandes asociaciones de agricultores de Francia y Alemania la rechazaron. "Pensaban que con la Política Agraria Común (PAC) había suficiente burocracia y argumentaron que la normativa del suelo era una competencia nacional. No lo entendieron entonces", cree el activista italiano.
Marzorati señala que un buen precedente es la ley de suelo de Alemania, porque es una normativa para evitar “el mismo proceso de ocupación del suelo que hemos sufrido en Italia y España y apuesta por el urbanismo compacto. En Italia, cada uno se hace la casa donde quiere”.
El portavoz de Legambiente se muestra optimista porque además este año coinciden dos campañas más: contra el uso del glifosato y sobre la (PAC), para pedir que se desarrolle la otra parte de esta política, la de protección del paisaje. Ahora solo se aplica la compensación económica.
Zonas rurales
Aunque más del 77 % del territorio de la Unión Europea se considera zona rural, con un 47 % de tierras agrícolas y un 30 % de tierras forestales, la gran mayoría de la población reside en las ciudades, un 75 % de la ciudadanía y se calcula que en 2020 esa cifra alcanzará el 80 %. De hecho, en siete Estados miembros la proporción podría superar el 90%, según datos de la AEMA. Estas cifras tienen que ver también con la protección del suelo.
La responsable de la campaña Salva el suelo de Ecologistas en Acción recuerda que “el urbanismo debe establecer ciudades sanas, con espacios naturales, de producción alimentaria, disfrute y esparcimiento”. También esas ciudades deben tener “planes de movilidad sostenibles, en lugar de optar por la expansión indiscriminada del cemento, aumentando las infraestructuras dirigidas al transporte" afirma Tordesillas.
En esta línea, varias ciudades europeas han firmado recientemente el Pacto de Milán para sumar esfuerzos en políticas alimentarias que desarrollen herramientas para producir alimentos sanos, accesibles y de sistemas que mitiguen el cambio climático y garantizar la soberanía alimentaria.
Paula Tordesillas insiste en la dimensión ecofeminista de la protección del suelo: "El deterioro de los cuidados tiene que ver con el éxodo de la mujer al medio urbano. La agricultura se ha masculinizado y el actual modelo de producción agrícola está en manos del capitalismo heteropatriarcal", dice. Y concluye que estamos ante “un sistema que genera bienes de consumo, en lugar de producir alimentos para cuidar y alimentar a nuestras sociedades".

Notas
[1] Los costes ocultos del sellado del suelo http://ec.europa.eu/environment/soil/pdf/SoilSealing-Brochure_es.pdf
[2] Legambiente https://www.legambiente.it/
[3] People4soil https://www.people4soil.eu/es
[4] ISPRA http://www.isprambiente.gov.it/it
Fuente: http://www.ecologistasenaccion.org/article34725.html

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué