Redes sociales, tecnología y comunicación climática

Hace unos días se presentaba el libro 'Ética de la comunicación ambiental y del cambio climático' (Tecnos), coordinado por Maite Mercado y Gemma Teso. Este artículo hace referencia a uno de los capítulos, centrado en la paradoja de que estar informados e informar (o desinformar) sobre las causas y consecuencias del cambio climático también requiere extraer materiales en zonas de conflicto y aumentar las emisiones.

Daniel,Rodrigo Cano

La irrupción de las redes sociales en los últimos 30 años ha favorecido el acceso a la información en general, y a la información ambiental y climática en particular. Programas de televisión como Espacio protegido, en Canal Sur —que se puede ver por Internet—, las secciones especializadas de medios de información generalistas o los medios especializados como Ballena Blanca y Climática tienen en las redes sociales un gran aliado para su difusión y alcance ante un número de internautas cada día mayor. Además, existen otras formas de comunicación a través de las redes sociales que permiten otras formas de información, como los podcasts, algunos convertidos en referencia como Estamos muy verdes, de Isabel Moreno e Irene Baños, o Greenflags, de Greenpeace.
Leer noticias, periódicos o revistas online y usar las redes sociales están entre los principales usos que realizan los internautas en España y los medios de comunicación. A través de las redes sociales difunden su información con un marco centrado en la educación ambiental y las condiciones ambientales dando voz a profesionales mediadores y mediadoras y activistas. Sin embargo, en los medios de comunicación se da voz a la clase política (especialmente hombres) y pocas veces a activistas, con el foco en las catástrofes ambientales o los aprovechamientos.
Gran parte del consumo de esta información ambiental y climática se realiza a través de teléfonos móviles. Una tecnología que desde los 15 años toda la población española (96%, según el INE, 2022) posee en sus bolsillos. Este consumo masivo está provocando gran cantidad de residuos tecnológicos, el aumento del consumo energético y de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Como indican las investigaciones, por cada 80 gramos de peso del teléfono se necesitan más de 44 kilos de materiales necesarios para la producción, uso, reciclaje y eliminación del producto.
Los materiales utilizados van desde plásticos y aluminio, zinc o cobre hasta cobalto, plata u oro. Materiales que también son utilizados para otros muchos electrodomésticos de los que disponemos en nuestros hogares como aires acondicionados, microondas, juguetes eléctricos, lámparas LED, calculadoras, impresoras, ordenadores… La extracción y comercialización de algunos de estos materiales se realizan en situaciones de pobreza, corrupción, explotación infantil, refugiados o genocidios, especialmente con los minerales denominado de sangre o en conflicto, como ocurre con el cobalto en el Congo.
La basura electrónica generada tras un uso moderado de estos elementos tecnológicos provoca 54 millones de toneladas métricas de e-waste, 7,3 kg por persona. A todo esto debemos sumarle el consumo energético y la necesidad de espacio para la electrificación así como la contribución creciente a las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático, del sector de las TIC hasta el 3% del total y en alza.
A su vez, estamos viviendo otra realidad en las redes sociales: las personas que divulgan y comunican las causas y consecuencias del cambio climático están siendo acosadas, insultadas y amenazadas. Por otra parte, desde las redes sociales y algunos medios de comunicación se reproducen y alimentan bulos y noticias falsas con interés económicos.
Vamos a necesitar la colaboración de todas y todos en esta tarea, así que las empresas tecnológicas deberán mostrarse más respetuosas con el medio ambiente, con las formas de extractivismo, con los lugares y en las condiciones que se extraen los recursos, qué materiales y qué energía se utiliza y qué residuos generan. Los medios de comunicación deben responsabilizarse de una comunicación que centre la cobertura en la salud de las personas y para ello deberá utilizar como fuentes a científicas de la salud y divulgadores como profesionales de la educación ambiental.
Ante esta realidad, también como ciudadanía tenemos una serie de obligaciones:•  Exigir compañías tecnológicas que se planteen un modelo más justo y respetuoso con el planeta.• Exigir legislación de acuerdo con estas realidades de consumo, de uso de los recursos y la generación de residuos, el derecho a reparar debe convertirse en obligación de reparar por parte de las empresas de todos los elementos.• Exigir productos pensados en el concepto “de la cuna a la cuna” a través de un diseño de ciclos de vida infinitos o lo más cercano posible • Exigir acabar con la obsolescencia programada.

 Fuente: https://climatica.coop/redes-sociales-tecnologia-y-comunicacion-climatica/ - Imagen - Foto: por cada 80 gramos de peso de un móvil se necesitan más de 44 kilos de materiales para la producción, uso, reciclaje y eliminación del producto.

-----------------------

La IA consume tanta electricidad como lo hace Argentina


Desde el lanzamiento de GPT de la mano de OpenAI estos algoritmos parecen haber cooptado el mundo tecnológico siendo lo único relevante de la época. El tema es que hay algo de lo que no se habla tanto relacionado a la inteligencia artificial que empieza a ser un problema: la energía que usa.

Si bien los números exactos pueden variar porque depende de muchos factores cuánta energía consuma un algoritmo, se puede desglosar un poco la información y darnos una idea de cómo se consume electricidad en este mundo en promedio. Esta especie de “caja negra” en la actualidad se debe a que las grandes empresas trabajando en estas tecnologías, como OpenAI, Meta o Microsoft, no revelan ese tipo de información, mientras que antes sí lo hacían.
El motivo parece ser claro: a medida que la sociedad y expertos se fueron dando cuenta que esta tecnología afecta notablemente el medio ambiente, las compañías empezaron a quedarse con esa información que los afectaba negativamente.
En el 2022 las especialistas Sasha Luccioni, Sylvain Viguier y Anne-Laure Ligozat publicaron un paper donde estudiaron el consumo de estas tecnologías y ya identificaban el problema que hoy se profundizó: “Entrenar estos modelos requiere importantes recursos computacionales, energía y materiales”, explicaban. Y agregaron: “El progreso en el machine learning tiene un enorme costo para el medio ambiente”.
Entrenarlos gasta una cantidad inmensa de energía.
El gasto de energía y la Inteligencia Artificial: un grave problema: Entrenar un modelo de lenguaje como GPT-3 gasta por hora la misma energía 130 casas en Estados Unidos por año… Desde que se lanzó el el aumento del consumo de energía a nivel global se disparó a la alucinante cifra del gasto total de energía de un país como Colombia.
Lo problemático es que estos números son del gasto que generó GPT-3, que es una versión anterior al modelo que está funcionando actualmente y, se sabe, OpenAI ya está trabajando en una nueva actualización. Pero después de entrenar a estos modelos viene el uso. Es decir, usuarios que constantemente les están haciendo consultas o pidiéndoles fotos. Eso, si bien tiene un gasto menor, no significa que sea nulo. Luccioni y un grupo de colegas hizo un nuevo estudio para determinar este gasto. Para eso hicieron tests en decenas de modelos pidiéndoles diferentes cosas y llegaron a la conclusión de que, en promedio, la generación de texto en promedio equivale a 0.047 kWh cada 1.000 consultas. Siguiendo la comparación de Netflix, eso serían unos 3 minutos y medio de streaming. Para los modelos que generan imágenes ese número es mucho mayor. En promedio cada 1.000 pedidos estos modelos gastan 2.907 kWh. Cargar un smartphone usa 0.012 kWh. ¿Qué significa esto? Que generar una imagen equivale a casi la misma cantidad de energía que se usa para cargar tu smartphone. Un nuevo informe publicado en la revista Joules asegura que la electricidad mundial consumida por la inteligencia artificial (IA) podría aumentar entre 85 y 134 teravatios-hora (TWh) anualmente para 2027, a medida que ChatGPT se vuelva más popular. El medio anglosajón afirma que esta cantidad es comparable al consumo anual de energía en territorios como los Países Bajos, Argentina y Suecia.

Fuente: https://www.mercadonegro.pe/medios/digital/tecnologia/la-ia-consume-tanta-electricidad-como-lo-hace-argentina/

 

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué