Así es el mundo en la sociedad líquida que define nuestro tiempo

La fragmentación de la identidad, la inestabilidad laboral, la sobredosis de información sin filtrar, la economía del exceso y los desechos, la falta de credibilidad de los modelos educativos, el fin del compromiso mutuo y las relaciones interpersonales fugaces configuran la sociedad líquida tal y como la definió el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

Por David Rubio

La fragmentación de la identidad, la inestabilidad laboral, la sobredosis de información sin filtrar, la economía del exceso y los desechos, la falta de credibilidad de los modelos educativos, el fin del compromiso mutuo y las relaciones interpersonales fugaces configuran la sociedad líquida tal y como la definió el sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925 – 2017), premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2010.

Modernidad e identidad líquida
Vivir en tiempos de una “fuerte ambigüedad moral” provoca un estado de “incertidumbre permanente y una angustia patológica” tal y como señala el filósofo, poeta y ensayista José Marmol en su tesis sobre Bauman.
Los protagonistas de este nuevo escenario se han convertido en una suerte de ‘turistas de la vida’, muchos de los cuales consideran el compromiso y la responsabilidad como obstáculo para su libertad más que como cimientos de la identidad.
El reverso tenebroso del nomadismo —más o menos digital— supone movimiento inquieto, casi histérico, siempre en permanente cambio, también de ideas y valores, sin ningún elemento sólido que sostenga la conciencia, que prepare para forjar una identidad permanente.
Pero si el ejercicio de la responsabilidad individual sostiene la identidad, en la modernidad líquida la identidad es “tentada por el relativismo y las ambivalencias de las normas éticas actuales, como también por las identidades de quita y pon, efímeras y superficiales con la que la vida de consumo nos seduce, atrapa, explota y deprime”.
Así las cosas, Bauman considera que la modernidad líquida define identidades semejantes a una costra volcánica que se endurece, vuelve a fundirse y cambia constantemente de forma: parecen estables desde un punto de vista externo, pero por dentro sufren la fragilidad y el desgarro constante. Ante el espejo del ¿quién soy yo?, el individuo de la sociedad líquida da respuestas altivas y tajantes que esconden los titubeos e incertidumbres propios de una identidad forjada a base de parches eventuales.
El trabajo en la sociedad líquida
¿Puede ser la Gran Renuncia un cambio de paradigma en la sociedad líquida de Bauman? ¿O es, por el contrario, la constatación de este concepto? Términos como flexibilidad y desvinculación emocional se asocian a esta suerte de movimiento reactivo que parece poner en duda la concepción tradicional de trabajo.
Tal y como indica Javier Pérez Weber en su estudio sobre Bauman, “el trabajo ha dejado ser una actividad colectiva para convertirse en una actividad individual en la que se espera que cada persona use, individualmente, sus propias fuerzas, recursos e industria para elevarse a sí mismo a una condición más satisfactoria y dejar atrás cualquier aspecto de su presente condición que puedan resentir”.
Así mismo, Bauman apunta que el trabajo pasa a ser un “medio antes que un valor en sí mismo, una forma de vida o una vocación: el medio para hacerse rico y, de este modo, más independiente”, una derivación del ‘sueño americano’ que conlleva “trabajar cuanto sea y donde sea, con tal de acumular suficiente dinero para no depender de nadie”, lo que ahora los gurús de la economía doméstica llaman ‘independencia económica’.  Esta transición conlleva que el prestigio de un trabajo ya no sea el tipo de trabajo sino lo que se gana con ese trabajo. ¿Por qué? Porque lo que importa es lo que se puede comprar y consumir.
Vida de consumo en la sociedad líquida

¿Qué es la sociedad líquida? Fuente: Unsplash

La obra de Zygmunt Bauman exalta el consumismo como la principal característica de la sociedad líquida hasta el punto de que el propio sujeto se convierte en objeto, en producto de consumo que debe venderse —y venderse bien— para seguir en el juego. Si no lo logra, se convierte en basura, en excedente.
Así pues, el consumismo no consiste en satisfacer deseos o en hacernos la vida más fácil —ese recurrente lema tecnológico— sino en provocar deseos, generando nuevas necesidades que serán cubiertas por un producto… hasta que surja un nuevo producto, un nuevo deseo, una nueva necesidad… y no al revés.
Es la paradoja del consumismo, el producto surge antes que el deseo y la necesidad, modelados estos últimos en los departamentos de marketing de grandes (y pequeñas) compañías. “iPhone 13: ahora en verde”. Parece una broma de un episodio de Dilbert, pero no, es un anuncio real.
Redes sociales e información líquida
Si las redes sociales “son una trampa”, tal y como afirma Bauman, la sociedad líquida está más que entrampada. Pese a la innegable oportunidad para la comunicación e información que ofrecen a la humanidad las nuevas tecnologías y las redes sociales, Bauman alerta también sobre indiscutibles peligros.
Y es que el sociólogo polaco diferenció la comunidad en su sentido tradicional, la “que tienes o no tienes” —de la que formas parte, o no formas parte— de la red que “te pertenece a ti”, porque la red, en opinión de Bauman, no fomenta las habilidades sociales que solo se enriquecen en contacto directo.
“Es estéril y peligroso creer que uno domina el mundo entero gracias a Internet cuando no se tiene la cultura suficiente que permite filtrar la información”. ¿Qué podemos esperar, entonces, del futuro de este “activismo de sofá”, de esta revolución digital de los nanocontenidos? Para ir abriendo boca, el hombre más rico del mundo compra la “mayor maquinaria de construcción de opinión pública del mundo digital”. ¿Qué podría salir mal?
Amar en tiempos líquidos
La enmarañada relación del individuo con la presión que ejerce el mundo digital sobre su identidad crea un escenario más incierto también en las relaciones interpersonales, una suerte de individualismo extraviado en la nebulosa de las comunidades digitales. ¿Se siente el individuo más solo que nunca a pesar de tener más ‘amigos’ que nunca?
Y es que estas alturas, el amor platónico parece una nota a pie de página de un libro polvoriento en una biblioteca del extrarradio, mientras lo fugaz define “esas relaciones virtuales que, provistas de las teclas suprimir y spam, protegen de las pesadas consecuencias (sobre todo, la pérdida de tiempo) de la interacción en profundidad”.
Críticas a la ‘liquidez baumaniana’

¿Qué es la sociedad líquida? Fuente: Unsplash

Estas y otras controvertidas reflexiones sobre el amor líquido que aparecen recogidas esencialmente en Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos han abierto la puerta a una revisión crítica del pensamiento global de Zygmunt Bauman poniendo el énfasis en su estilo y retórica pesimista, tal vez nostálgica, o su “pensamiento derrotista” en palabras de Gilson Dantas, siempre poniendo el foco en los aspectos negativos de nuestra sociedad y los peligros subyacentes a la misma.
En este sentido, también se critica con contundencia el “ensayismo líquido” de Bauman desde una perspectiva de género en relación a sus reflexiones sobre las relaciones interpersonales que responderían al “sistema patriarcal”, según el cual el hombre siempre habría amado líquido, por lo que la pregunta a hacernos sería, siguiendo este enfoque: ¿por qué ahora es también la mujer la que ama líquido?
Así mismo, de nuevo Dantas acusa a Bauman de que su propia doctrina es líquida, como “colgada del aire”, adoleciendo de una suerte de psicologismo indeterminado que no se pregunta por qué el mundo es como es, sino que se entretiene criticando aquí y allá. Incluso se censura la “fobia al poder del Estado” de Bauman que lo posiciona, según Dantas, cercano a las teorías liberales, a pesar de descripciones como esta:  
“Vivimos en una sociedad capitalista y accionada por el mercado, uno de cuyos atributos es el ir dando trompicones de una depresión/recesión a otra. Como es una sociedad de clases, reparte los costes de la recesión y los beneficios de la recuperación de forma desigual, aprovechando cualquier ocasión para dotar de mayor firmeza a su columna vertebral: la jerarquía de clases”.
Desde el punto de vista digital, también existen diversos críticos que ponen en la picota de nuevo ese “activismo de sofá” del que hablaba Bauman negando que las redes sociales nos hayan cambiado, sino que siempre hemos sido así, tal y como afirma el vaso medio lleno del célebre sociólogo Manuel Castells: “Las élites y las estructuras dominantes se verán sobrepasadas por los nuevos movimientos sociales, que basan su legitimidad en la autenticidad y la transparencia”.
Por último, Bauman es objeto de crítica por su capacidad para reciclar teorías ajenas con objetivo comercial. No cabe duda, en este sentido, de que Bauman exprimió hasta el extremo su teoría de la modernidad y la sociedad líquida en las últimas dos décadas de su producción ensayística publicando numerosos libros reiterando las mismas ideas aplicadas a diferentes ámbitos: trabajo, consumo, amor, cultura, educación, etc.
¿De la sociedad líquida a la sociedad gaseosa?

¿Qué es la sociedad líquida? Fuente: Pxhere

Partiendo de las ideas, pero también del enfoque crítico de las reflexiones baumanianas acerca de la sociedad líquida, van surgiendo nuevos modelos que tratan de definir de forma más precisa el mundo de incertidumbres, angustias y revoluciones sociales (y de sofá) que vivimos en las últimas décadas.  
Entre ellos, el catedrático de Teoría y Análisis de la Comunicación Digital de la Pompeu Fabra Carlos A. Scolari, propone el término gaseoso para definir esta “cultura del snack” en la que el flujo líquido parecía indicar “ir hacia un lugar” mientras que la sociedad gaseosa se expande en todas direcciones sin ningún patrón, modelo ni control: “los nanocontenidos (y nosotros con ellos) salen disparados como moléculas en estado gaseoso y chocan entre sí formando una interminable carambola textual”. Y es que, como decía Bauman, este “culto a la satisfacción inmediata” con la que “hemos perdido la capacidad de esperar”, también absorbe nuestro entendimiento, olvidando que la reflexión sobre los cambios sociales requieren perspectiva, perspectiva cada vez más difícil de adoptar en una sociedad que cambia permanentemente… para seguir igual. Al fin y al cabo, “la verdad que nos libera suele ser, en su mayor parte, la verdad que preferimos no escuchar”.

Fuente: https://www.publico.es/psicologia-y-mente/asi-es-el-mundo-en-la-sociedad-liquida-que-define-nuestro-tiempo/#analytics-sidebar:en-las-redes - Imagen de portada: ¿Qué es la sociedad líquida? Fuente: Pexels

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