Desvalijando lo local





El capital internacional continúa expandiendo su producción y sus mercados, insiste en imponer el libre acceso a todos los recursos naturales, y a todas las formas de vida, y también a las culturas y tradiciones localizadas y a su mercantilización.

Sólo se reconoce un ‘valor’ a las culturas locales una vez que han sido fragmentadas y los fragmentos se transforman en bienes comercializables destinados a un mercado mundial. El proceso de acumulación de capital sólo puede obtener un beneficio de estas culturas locales después de transformar sus alimentos en ‘cocina étnica’, su música en ‘música étnica’ y sus cuentos tradicionales en ‘folklore’, y cuando aplica sus habilidades a la producción de objetos ‘típicos’ destinados a la industria turística.

A la vez que se diseccionan de este modo las culturas locales y sus fragmentos se transforman en mercancías, estas partes atomizadas se ‘reunifican’ por otro lado en el supermercado global, con la consiguiente estandarización y homogeneización de toda la diversidad cultural.

En el Norte, el objetivo de la supervivencia, el valor del trabajo cotidiano se transforma en una banalidad, un hecho que se da por sentado; pero la Cultura (la forma de vida) es parte de la lucha por la subsistencia y la vida, sólo es posible satisfacer las necesidades humanas (alimento, cobijo, afecto, cuidados, amor, dignidad, saber, diversión, alegría...) si se mantienen intactas las redes y los procesos que sostienen la vida, tanto en el seno de la Naturaleza como en la sociedad humana.

Fuente: decrecimiento.info

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