¿Aysén Reserva de Vida o Patagonia sin Represas?
Patricio Segura
En el marco de las movilizaciones por Patagonia sin Represas, muchos estuvieron convencidos de que el sur de una mayoría de quienes nos oponíamos (y nos oponemos) a los grandes proyectos hidroeléctricos de embalse, simplemente es este lema. Una Patagonia sin Represas. Que el leit motiv uniforme era el rechazo a mega infraestructuras de alto impacto, sin mayor propuesta de futuro.
Ante tal enjuiciamiento (porque en el fondo lo es) fue necesario recurrir a la simplificación que aclarara. A hacer entendible lo complejo, dilucidando las dudas que nacen del desconocimiento de lo que inspira a muchos de quienes viven en Aysén.
Lo primero a declarar es que nadie aspira a enfrentarse toda una vida contra proyectos de inversión. No solo porque tal acción no es particularmente gratificante sino también por el desgaste que genera la permanente oposición a lo que algunos proponen.
Fue en este punto donde se explicitó que la causa mayor nunca ha sido Patagonia sin Represas. El camino principal, el paraguas si se quiere, es Aysén Reserva de Vida. O ARV, como le conocen muchos.
Para ir revelando, ARV no es solo ecosistemas. Aunque, claro está, nace del reconocimiento de las cualidades ambientales de excepción de este trozo de Patagonia. En términos de calidad y volumen, por cierto. El movimiento presente en Aysén se sustenta en la necesidad de vivir en armonía con mundo natural. Pero no se agota en ello.
Como consensuáramos hace ya casi una década, Aysén Reserva de Vida “es la base para el pleno desarrollo del ser humano, promoviendo la dignidad, la equidad social, la identidad cultural y la participación ciudadana en la construcción de políticas públicas que favorezcan procesos educativos, estrategias y planes para alcanzar el desarrollo sustentable”. También “es la mejor inversión y un buen negocio para todos, es un proyecto país de y para Chile que busca un desarrollo basado en el uso armónico y responsable de los recursos naturales, a través de actividades económicas a escala humana que generan trabajo digno, empresas rentables en todas las áreas productivas y un consumo consciente como base de la sustentabilidad”. Y para ello “promueve la relación integral de las personas con la naturaleza conservando, protegiendo y restaurando la biodiversidad, la calidad del suelo, del aire, del agua y del paisaje, y reconociendo nuestras excepcionales y frágiles cualidades ambientales”.
Tales son los conceptos asociados, cuyo conocimiento incluso ha cruzado las fronteras. Y para ello se plantea que “son necesarias conductas y decisiones ciudadanas, empresariales y políticas, basadas en la ética, la consecuencia, la coherencia, la solidaridad y la cooperación universal, donde los aportes, acciones y trabajos, personales y colectivos, contribuyan a defender y valorar aún más el actual e irrepetible patrimonio natural de este territorio, para el provecho de sus habitantes como también de sus visitantes, y como una fuente irrenunciable para el desarrollo sustentable de todos y por siempre“.
Este es un simple esbozo de lo que es Aysén Reserva de Vida. Una idea en permanente construcción, que no ha terminado de elaborarse, que nunca lo hará y que permea el sentir y la acción de muchos habitantes de este territorio, inspirados por las imágenes que le alcanzan en cada rincón de este suelo.
Es así que ARV tiene dos grandes ejes de acción. Avanzar en todo lo que permite construir ese Aysén Reserva de Vida y defenderle de todo lo que le amenaza.
Los encuentros costumbristas, la permacultura, las cooperativas energéticas, las actividades económicas sustentables, la producción local, iniciativas como Sabores de Aysén, la Escuela de Guías de la Patagonia, los productos forestales no maderables, el impulso a la participación ciudadana vinculante, la descentralización en la toma de decisiones, son medios para fortalecer lo que construye ARV.
Pero también está lo que atenta. La desigualdad causada por un sistema productivista inequitativo sin derechos garantizados, la salmonicultura (en especial en áreas silvestres protegidas), las plantas de aluminio, la minería con sus relaves, la contaminación atmosférica por material particulado, las grandes represas y sus gigantescas torres integran las amenazas de las cuales es preciso proteger Aysén Reserva de Vida.
Es así que Patagonia sin Represas solo ha sido una parte, nunca el todo. La parte de la defensa de una causa superior. La que siempre tendrá justificación.
Esto queda claro a la luz de los proyectos de este gobierno en materia de glaciares, transmisión eléctrica, generación energética y fomento forestal que replican un modelo extractivista que ha generado conflictos, degradación ambiental e inequidad.
La tarea no ha terminado. Es más, nunca lo hará.
Porque Aysén Reserva de Vida es una causa intergeneracional. Así como lo es recuperar Chile de las manos de quienes lo ven solo como el botín del asalto en que se convirtió el modelo de desarrollo nacional.
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Fuente: El Divisadero.