¿Qué es la bóveda del Fin del Mundo?
“La Bóveda Global de Semillas de Svalbard también llamada la “Bóveda del Fin del Mundo” está situada a más de 150 metros de profundidad en el interior de una montaña de una isla remota entre Noruega y el Polo Norte y fue diseñada para ayudar a la humanidad en tiempos de extrema necesidad.”
Antecedentes Todos los países del mundo tienen sus propios bancos de alimentos, un sitio donde se guardan muestras de semillas en previsión de que por una u otra causa, en determinados lugares desaparezcan dichos cultivos y haya que reponerlos. Los bancos de semillas locales de todo el mundo sirven como una medida esencial de la seguridad alimentaria. Ofrecen variedades de plantas a los científicos y los agricultores de la región, en el caso de que por enfermedad o por problemas de otra índole se pierdan los cultivos locales. La Bóveda del Fin del Mundo Svalbard es el centro de un sistema de bancos de semillas a nivel mundial, que está diseñado para recoger y almacenar cientos de miles de variedades, que abarcan casi todas las plantas que alguna vez han sido cultivadas por los seres humanos y cuyos orígenes se remontan a los albores de la agricultura. Se trata de una instalación a prueba de fallas construida de tal forma que es capaz de resistir el paso del tiempo, las catástrofes de origen natural y las que provocan los seres humanos (contaminación, armas, etc.). La Bóveda del fin del Mundo representa la mayor colección de biodiversidad de cultivos del planeta. Conserva millones de semillas, más de 860.000 variedades de cultivos importantes de todo el mundo y representa algo así como una “copia de seguridad” que tiene por objetivo proteger a la humanidad del hambre en caso de desastres naturales, guerras y los problemas ocasionados por el cambio climático.
Primera apertura
El 21 de septiembre, el mundo se enteró que funcionarios del banco de semillas ICARDA en Aleppo que por el momento y a causa de la guerra ha tenido que ser trasladado a Beirut, solicitaron 116.000 muestras que debían ser sacadas de Svalbard. El motivo era que se debía restaurar una colección que había sido dañado por el conflicto, que ya ha matado a unas 250.000 personas y ha obligado a más de 11 millones a huir de sus hogares. Las crisis como es en este momento el conflicto sirio, son exactamente el tipo de eventos que este sistema de conservación está diseñado para respaldar. La protección de la biodiversidad del mundo es precisamente el propósito de la Bóveda de Semillas de Svalbard. Emociones encontradas Los funcionarios del Fideicomiso de cultivos responsables de Svalbard dicen que es de destacar lo lamentable que resulta que la primera retirada de esta bóveda sea en respuesta a un desastre hecho por el hombre, en lugar de algún tipo de evento climático catastrófico. Es bueno saber que ICARDA conseguirá de nuevo las variedades de cultivos que conservaba, lo cual puede llegar a ser particularmente importante para ayudar al mundo a sobrevivir a un clima cambiante que está poniendo cada día más en peligro el equilibrio del Medio Ambiente. Muchas de las variedades que fueron retiradas de Svalbard son particularmente adecuadas para ambientes muy cálidos, suelos áridos o son genéticamente resistentes a las enfermedades locales. Al mismo tiempo, es profundamente triste que ICARDA ya no pueda mantener su operación en Alepo, la ciudad más grande de Siria y uno de los asentamientos habitados más antiguas del mundo, por haber sido devastada por la guerra. Al mantener la historia de la agricultura, los bancos de semillas conservan algo esencial que nos ha permitido sobrevivir y prosperar como especie. Siria fue el hogar de algunos de los primeros indicios de agricultura de la historia humana, por lo que resulta penoso que sea justamente allí el sitio donde se haya tenido que proveer de semillas a su banco local.
Una reflexión final
La Bóveda del Fin del Mundo se ha construido para asegurar la preservación de la vida de los seres humanos sobre un planeta que ellos mismos se están encargando de destruir de las más diversas formas. Parece paradójico pero es la triste realidad: por un lado generamos contaminación, nos matamos entre nosotros, destruimos el Medio Ambiente y agredimos al resto de los seres con nuestras acciones y por otro nos aseguramos de sobrevivir en caso de catástrofes. Esa dualidad de criterios, tan característica del hombre, lo ha llevado a tomar decisiones que han costado ya miles de vidas (de todo tipo de seres), por el simple deseo de alcanzar el poder económico a costa de lo que sea. El Medio Ambiente ya no puede seguir soportando más golpes bajos. Es hora de pararnos a pensar si realmente nos merecemos sobrevivir, por que si seguimos en este mismo camino, las únicas semillas que seguiremos plantando, serán las del odio, la desidia y la insensatez.