Crisis del oxígeno: la nueva amenaza del calentamiento global


¿Es realmente el oxígeno un bien infinito? No, nunca lo fue. Y pronto podríamos comprender que aquel ha sido, en realidad, un privilegio. Y lo estamos poniendo en riesgo.
Una de las primeras imágenes que se nos viene a la cabeza al pensar en los actuales problemas medioambientales es la de enormes ciudades bajo un denso y negruzco manto de smog. Recientemente, dichas imágenes han alcanzado un nivel de paroxismo grotesco en el caso de los altos grados de contaminación atmosférica registrada en algunos Nociones básicas en torno a la crisis del oxígeno
Antes de responder a qué nos estamos refiriendo cuando hablamos de “crisis del oxígeno”, es necesario indicar algunas cuestiones básicas.
Primero. El oxígeno no ha estado siempre aquí. De los casi 4.500 millones de años de antigüedad que posee la Tierra, el oxígeno no tiene más de tres mil millones. Es decir, aquel es un producto de condiciones geológicas y biológicas específicas.
Segundo. Desde la aparición y masificación del oxígeno en nuestro planeta, el cual representa hoy aproximadamente el 21 % de los gases que componen la atmósfera, la casi totalidad de las especies naturales necesitan de aquel para subsistir. Y aunque todos sabemos que sin suministro de oxígeno podemos fallecer en cosa de minutos, es importante entender que incluso las variaciones a mediano y largo plazo de los niveles de este gas en la atmósfera pueden alterar, muchas veces de modo dramático, la evolución de las especies naturales. Esto ya sea induciendo en aquellas distintos tipos de respuestas evolutivas, o bien precipitando su extinción. Un ejemplo de lo anterior fue la importante disminución de los niveles de oxígeno planetario al final del período Pérmico, gatillando con ello la desaparición de más del 95 % de la vida terrestre.
Tercero. El oxígeno está siendo constantemente renovado en la atmósfera por la actividad fotosintética, la cual aporta aproximadamente el 98 % del oxígeno terrestre. De este porcentaje, entre el 50 % y el 70 % es producido en los océanos por el fitoplancton, correspondiendo el restante al generado por la cubierta vegetal de los continentes, especialmente por las especies arbóreas.
Cuarto. De los responsables de la producción del oxígeno, el fitoplancton es altamente sensible a los cambios de temperatura. De hecho, aumentos sutiles pueden tener graves consecuencias en el desarrollo de estos microorganismos. Y en el caso de incrementos drásticos, relacionados por ejemplo con una mayor acidificación de los océanos, el fitoplancton puede experimentar reducciones significativas, o bien desaparecer completamente de vastas áreas.
Todo esto es necesario tenerlo en cuenta ya que, tal como veremos ahora, el impacto de la sociedad industrial sobre el medio ambiente estaría a punto de provocar una alteración fundamental de los niveles de oxígeno planetarios conocidos por el hombre.
¿Qué es la crisis del oxígeno?
Se entiende por “crisis del oxígeno” una posible reducción drástica de los niveles del mismo, los cuales podrían caer durante el presente siglo a tasas inéditas desde la aparición de la especie humana.
Lo anterior no es solo una posibilidad teórica. De hecho, podría estar ya sucediendo aquello si consideramos la serie de estudios científicos que apuntan al desarrollo de una importante caída de los niveles de oxígeno terrestre durante las últimas décadas.
Uno de los datos más alarmantes en este ámbito consistiría en el rápido declive de las tasas de oxígeno oceánico, registrándose durante el período 1990-2008 una caída de un 0.3 % anual en el Pacífico Norte. Esto último de acuerdo a un artículo de Paul Falkowski y colaboradores publicado durante el año 2011 en Transactions of the American Geophysical Union (EOS).
Existe acuerdo en plantear que una de las principales causas de este declive se relacionaría, fundamentalmente, con el avance del calentamiento global y el consecuente aumento de las temperaturas marinas. Esto debido a que dicho aumento se asociaría, a su vez, a una mayor acidificación de los mares que perjudicaría el desarrollo del fitoplancton, el cual como dijimos es el principal productor de oxígeno en el planeta.
Uno de los efectos más recientes de la caída de las tasas de oxígeno en los océanos ha sido la rápida multiplicación de las llamadas “zonas muertas”; es decir, áreas en las cuales los niveles de oxígeno son tan bajos o nulos (estado denominado como hipoxia) que la vida es imposible. De hecho, estas zonas ya sumarían más de 400 alrededor del mundo, abarcando de acuerdo a la investigadora Lee Bryant de la Universidad de Bath nada menos que el 10 % de los mares del globo.
Otros de los factores que estarían jugando un rol en el declive de los niveles de oxígeno oceánico serían la quema de hidrocarburos y combustibles fósiles, así como también los desechos industriales vertidos en los mares y las altas tasas de deforestación vistas en las últimas décadas.
Con todo, este problema ha estado lejos de reducirse meramente a los océanos. Por el contrario, uno de los ejemplos de la magnitud que estaría tomando aquél sería la importante reducción de los niveles de oxígeno atmosférico, registrándose una vertiginosa caída desde un 21 % en tiempos preindustriales a un 19 % en la actualidad. Lo anterior acompañado de caídas aún más dramáticas en algunas grandes urbes en las cuales se han llegado a registrar niveles de hasta un 15 %.
Ahora bien, ninguna de estas informaciones puede darnos una idea de la gravedad que podría tomar este problema en el futuro cercano, aquello si consideramos la velocidad y magnitud sin precedentes que estaría tomando el calentamiento global.

Crisis del oxígeno, calentamiento global… y apocalipsis
Repasemos algunos datos: caída de un 0.3 % anual de los niveles de oxígeno oceánico en el Pacífico Norte, proliferación de las “zonas muertas” en los mares, reducción significativa de los niveles de oxígeno atmosférico.
¿Grave? Sin duda. ¿Puede ser peor? Sí, mucho peor, sobre todo si pensamos que todos estos fenómenos se están produciendo cuando recién hemos alcanzado el primer grado centígrado de calentamiento global, pudiendo aquel dispararse (de acuerdo a estimaciones de la ONU) a 2, 4 o 6 grados durante este siglo.
¿Y qué efectos podría tener, por ejemplo, un aumento de 6 grados de la temperatura mundial en este ámbito? Nada menos que el colapso casi total de la producción de oxígeno en los océanos a cargo del fitoplancton, responsable como dijimos de suministrar más del 50 % del volumen total de dicho gas en la atmósfera. Todo esto de acuerdo a un reciente artículo de los investigadores Yadigar Sekerci y Sergei Petrovskii en Bulletin of Mathematical Biology.
En otras palabras, una reducción de los niveles de oxígeno terrestre comparable a las ocurridas en algunos de los eventos de extinción masiva más importantes del pasado geológico, constituyendo así una amenaza inminente para la propia supervivencia de la especie humana.
Ahora bien, incluso en el caso de que consideráramos un aumento de la temperatura mundial menos catastrófico, por ejemplo uno que alcance los 3 o 4 grados centígrados (escenario altamente probable durante las próximas décadas), estaríamos hablando de situaciones asociadas también a drásticas reducciones del oxígeno terrestre. Y cabe recordar aquí que todo nivel por debajo de un 14 % de oxígeno en la atmósfera es inviable para la vida humana, ya que dicha cifra implicaría porcentajes iguales o menores al 10 % (límite biológico que puede soportar un individuo) en amplias regiones del globo.
¡El fin del oxígeno! Este podría ser uno de los regalos póstumos de esta banda de maniáticos que hoy controlan los destinos del mundo: los capitalistas.
¿Puede entonces alguien dudar de que, en su furia destructiva, el sistema capitalista ha abierto de par en par los portales del mismo infierno? ¡Bestias enloquecidas! Luego de intentarlo durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría con esa verdadera espada de Damocles que significó la amenaza nuclear, hoy la burguesía lo ha logrado. Ha convocado nada menos que al Apocalipsis: el enemigo principal, al fin descubierto, de la revolución socialista.
El capitalismo y el armagedón son ya uno en la dialéctica histórica, asumiendo la burguesía su último papel en la tragedia final de la lucha de clases: el de discípulo siniestro del fin del mundo. Trinidad maligna, oscura, cuyo objetivo es la aniquilación total de nuestra especie

Gráfico: Zonas muertas oceánicas indicadas en rojo (Imagen World Resources Institute)- Foto: Beijing es una de las ciudades más contaminadas del mundo (Foto CTV News)

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