¿Animales sin cerebro?
“Aunque pensemos que todos los animales necesitan un cerebro para vivir resulta que no es así, ya que muchas especies no tienen tal cosa y sin embargo, se las arreglan para sobrevivir muy bien siendo unos verdaderos “descerebrados”.
¿Animales sin cerebro? En lugar de tener un cerebro, algunos de ellos tienen grupos de células nerviosas especializadas llamadas ganglios, que les ayudan a realizar las funciones vitales tales como alimentarse, defenderse o reproducirse. Pero, sorprendentemente, la mayoría de los animales en esta lista ni siquiera tienen este tipo de células especializadas. Cuando se trata de hacer lo que tienen que hacer para sobrevivir, estos animales no se lo piensan ni un segundo, literalmente.
Pepinos de mar
Estos equinodermos, parientes de las estrellas de mar no tienen materia gris, pero sí unos ingeniosos mecanismos de defensa. Cuando se sienten en peligro, son capaces de eviscerarse o sea de eliminar gran parte de sus órganos internos, que vuelven a crecerle con rapidez. Además poseen una asombrosa capacidad para mimetizarse con el ámbito en el que se encuentran o a veces tienen colores brillantes que indican peligro, lo que les ayuda a protegerse sin necesitar un cerebro para ello.
Medusas
En lugar de un cerebro, estos increíbles animales tienen lo que se conoce como una red neuronal, que es un sistema de células nerviosas entrelazadas por todo el cuerpo del animal, que les permite “sentir” la presencia de alimentos, depredadores o posibles compañeros.
Esponjas de mar
No solo carecen de cerebro, sino que las esponjas ni siquiera tienen sistemas digestivos, nerviosos o circulatorios. En cambio, poseen un montón de células no especializadas que pueden migrar a través de su cuerpo y convertirse en cualquier tipo de célula específica que se necesite en el momento indicado. Un dato sorprendente es que sin ningún tipo de órganos internos, las esponjas pueden estornudar. Cuando algo las “irrita”, una esponja absorbe una gran cantidad de agua y luego contrae su cuerpo y rocía a quién las molesta con un chorro-estornudo que puede durar hasta 60 minutos.
Lirios del mar
Estas criaturas parecen una colonia de helechos que se hubiera criado bajo el agua, pero en realidad son animales que se “enraízan” al fondo oceánico y se dedican a “peinar” el agua para conseguir alimentos en suspensión. No tienen cerebro y además parecen unos seres muy delicados, pero en realidad son lo suficientemente resistentes como para soportar la presión de vivir a más de 6000 metros por debajo de la superficie del mar.
Erizos de mar
Los erizos se pasan la vida arrastrándose por el suelo del océano en busca de comida, pero como tampoco tienen un cerebro, no existe una planificación para ello, si encuentran algo nutritivo, se lo comen, sino siguen buscando. La defensa no es un problema para estos animales llenos de púas, que en algunos casos son ponzoñosas.
Corales
Los corales son muy conocidos por ser capaces de crear los llamados arrecifes, que no es otra cosa que la “cáscara” de un coral muerto, unido al de su vecino con lo que conforman enormes masas multicolores. Aunque parezcan inofensivos animalitos sin cerebro, los corales son en realidad pequeños guerreros feroces. Cuando un depredador se acerca u otro tipo de coral se asienta en el territorio de otra especie, los pequeños pólipos envían sus tentáculos para envenenar y picar a los intrusos.
Estrellas de mar
A pesar de que no tienen cerebro ni ganglios, las estrellas de mar tienen un cierto sentido del tacto, la vista y el olfato. Cada uno de los brazos de la estrella de mar puede percibir el mundo alrededor de sí misma. Cuando uno de los brazos “huele” algo bueno para comer, lo que hace es “cortar” el suministro de energía hacia el resto de los brazos y empieza a tirar del cuerpo hacia la fuente de alimento. Y tienen una asombrosa capacidad de regeneración de sus miembros, tanto que de un brazo cortado puede crecer una nueva estrella (partenogénesis).
Anémonas de mar
A falta de un cerebro y un sistema nervioso central, la anémona tiene una red neuronal similar a la de las medusas pero que se especializa en la búsqueda de alimentos, por lo que en cuanto algo comestible pasa entre sus tentáculos venenosos, es inmediatamente paralizado y consumido. Después de comer, la anémona arroja los residuos por la misma abertura por la que los ingirió, ya que su cámara digestiva sólo tiene un orificio que funciona como boca y ano. Luego mueve los tentáculos para limpiarse y prepararse para el próximo bocado.
Ascidias
Las ascidias son animales filtradores que se asemejan a tubos de cristal con dos orificios surgiendo del fondo marino. Extrañamente, una ascidia recién nacida se parece a un renacuajo y tiene un cerebro pequeñito y un ojo, pero carece de posibilidades de comer. Nada más nacer nada hacia el fondo del océano, donde se enrolla sobre sí misma, crece, se enraiza y se convierte en un adulto, absorbiendo su ojo, la cola y el cerebro en el proceso, que le sirven para nutrirse durante esa etapa.
Carabelas portuguesas
Esta criatura es en realidad una colonia de pólipos que al nacer se pegan unos a otros y siguen juntos de por vida; cada una de las criaturas que conforman a la carabela se especializan en una de las facetas de la supervivencia, como la defensa, la reproducción o la alimentación. A falta de cerebro, la unión hace a la fuerza.
Fuente: medio ambiente
¿Animales sin cerebro? En lugar de tener un cerebro, algunos de ellos tienen grupos de células nerviosas especializadas llamadas ganglios, que les ayudan a realizar las funciones vitales tales como alimentarse, defenderse o reproducirse. Pero, sorprendentemente, la mayoría de los animales en esta lista ni siquiera tienen este tipo de células especializadas. Cuando se trata de hacer lo que tienen que hacer para sobrevivir, estos animales no se lo piensan ni un segundo, literalmente.
Pepinos de mar
Estos equinodermos, parientes de las estrellas de mar no tienen materia gris, pero sí unos ingeniosos mecanismos de defensa. Cuando se sienten en peligro, son capaces de eviscerarse o sea de eliminar gran parte de sus órganos internos, que vuelven a crecerle con rapidez. Además poseen una asombrosa capacidad para mimetizarse con el ámbito en el que se encuentran o a veces tienen colores brillantes que indican peligro, lo que les ayuda a protegerse sin necesitar un cerebro para ello.
Medusas
Esponjas de mar
No solo carecen de cerebro, sino que las esponjas ni siquiera tienen sistemas digestivos, nerviosos o circulatorios. En cambio, poseen un montón de células no especializadas que pueden migrar a través de su cuerpo y convertirse en cualquier tipo de célula específica que se necesite en el momento indicado. Un dato sorprendente es que sin ningún tipo de órganos internos, las esponjas pueden estornudar. Cuando algo las “irrita”, una esponja absorbe una gran cantidad de agua y luego contrae su cuerpo y rocía a quién las molesta con un chorro-estornudo que puede durar hasta 60 minutos.
Lirios del mar
Estas criaturas parecen una colonia de helechos que se hubiera criado bajo el agua, pero en realidad son animales que se “enraízan” al fondo oceánico y se dedican a “peinar” el agua para conseguir alimentos en suspensión. No tienen cerebro y además parecen unos seres muy delicados, pero en realidad son lo suficientemente resistentes como para soportar la presión de vivir a más de 6000 metros por debajo de la superficie del mar.
Erizos de mar
Los erizos se pasan la vida arrastrándose por el suelo del océano en busca de comida, pero como tampoco tienen un cerebro, no existe una planificación para ello, si encuentran algo nutritivo, se lo comen, sino siguen buscando. La defensa no es un problema para estos animales llenos de púas, que en algunos casos son ponzoñosas.
Corales
Los corales son muy conocidos por ser capaces de crear los llamados arrecifes, que no es otra cosa que la “cáscara” de un coral muerto, unido al de su vecino con lo que conforman enormes masas multicolores. Aunque parezcan inofensivos animalitos sin cerebro, los corales son en realidad pequeños guerreros feroces. Cuando un depredador se acerca u otro tipo de coral se asienta en el territorio de otra especie, los pequeños pólipos envían sus tentáculos para envenenar y picar a los intrusos.
Estrellas de mar
A pesar de que no tienen cerebro ni ganglios, las estrellas de mar tienen un cierto sentido del tacto, la vista y el olfato. Cada uno de los brazos de la estrella de mar puede percibir el mundo alrededor de sí misma. Cuando uno de los brazos “huele” algo bueno para comer, lo que hace es “cortar” el suministro de energía hacia el resto de los brazos y empieza a tirar del cuerpo hacia la fuente de alimento. Y tienen una asombrosa capacidad de regeneración de sus miembros, tanto que de un brazo cortado puede crecer una nueva estrella (partenogénesis).
Anémonas de mar
A falta de un cerebro y un sistema nervioso central, la anémona tiene una red neuronal similar a la de las medusas pero que se especializa en la búsqueda de alimentos, por lo que en cuanto algo comestible pasa entre sus tentáculos venenosos, es inmediatamente paralizado y consumido. Después de comer, la anémona arroja los residuos por la misma abertura por la que los ingirió, ya que su cámara digestiva sólo tiene un orificio que funciona como boca y ano. Luego mueve los tentáculos para limpiarse y prepararse para el próximo bocado.
Ascidias
Carabelas portuguesas
Esta criatura es en realidad una colonia de pólipos que al nacer se pegan unos a otros y siguen juntos de por vida; cada una de las criaturas que conforman a la carabela se especializan en una de las facetas de la supervivencia, como la defensa, la reproducción o la alimentación. A falta de cerebro, la unión hace a la fuerza.
Fuente: medio ambiente