Feminismo y decrecimiento: puntos en común, posibilidades de encuentro
El decrecimiento es una corriente de pensamiento crítica con el funcionamiento y el sustento ideológico del actual sistema capitalista mundial heredera de visiones críticas que se han ido consolidando desde hace años desde diferentes sectores. Estas críticas han estado centradas no sólo en los perversos efectos sociales y medioambientales del sistema capitalista, sino también en la dañina “alternativa” del desarrollo humano sostenible.
Marta Tudela Torres
Esta segunda versión de cara lavada del crecimiento capitalista, resulta una trampa semántica, al constituirse en un espacio conceptual en el que increíblemente confluyen empatías del Norte y del Sur, de propietarios de multinacionales y de comunidades locales donde se ubican, de Gobiernos y ONGs. Y es que en la práctica, décadas de políticas de desarrollo no sólo no han conseguido detener la pobreza económica sino que han ofrecido la excusa perfecta para el mantenimiento a gran escala de la desigualdad, la injusticia y los niveles de sobreexplotación del planeta. Y la respuesta de los organismos internacionales no ha sido otra que aumentar la dosis de las mismas políticas generadoras de estos problemas.
Marta Tudela Torres
Esta segunda versión de cara lavada del crecimiento capitalista, resulta una trampa semántica, al constituirse en un espacio conceptual en el que increíblemente confluyen empatías del Norte y del Sur, de propietarios de multinacionales y de comunidades locales donde se ubican, de Gobiernos y ONGs. Y es que en la práctica, décadas de políticas de desarrollo no sólo no han conseguido detener la pobreza económica sino que han ofrecido la excusa perfecta para el mantenimiento a gran escala de la desigualdad, la injusticia y los niveles de sobreexplotación del planeta. Y la respuesta de los organismos internacionales no ha sido otra que aumentar la dosis de las mismas políticas generadoras de estos problemas.
Ante este panorama, se alzan las voces que defienden que es imposible continuar manteniendo un sistema que necesita de un crecimiento constante basado en el agotamiento de los recursos naturales finitos del planeta. Un sistema que tiene como valor supremo el progreso, que prioriza todo aquello relacionado con la producción e invisibiliza y desconsidera lo que no está dentro de esta esfera. Una idea de progreso que es etnocentrista, porque parte de la experiencia de occidente y porque no es compartida(ni siquiera en muchas ocasiones entendida) desde otras culturas que están orientadas al pasado ya que es el único punto de partida realmente conocido.
Pero no sólo debemos romper con la idea del crecimiento ilimitado, sino que se hace necesario decrecer enlos niveles de producción y consumo innecesarios. Esta propuesta da el mayor protagonismo al Norte que está sobrecreciendo por encima de la capacidad de carga de la tierra.
Es decir, frente la propuesta desarrollista del paradigma de desarrollo sostenible que busca aplicar la receta de crecimiento de los países occidentales a los países del Sur, el decrecimiento propone, no sólo no hacerlo, sino aplicar todos los objetivos de transformación y cambio a nuestras sociedades ricas, las verdaderas responsables del agudo desequilibrio social y medioambiental que afecta el planeta. Este giro de la atención del Sur al Norte como lugar donde resolver los problemas de la globalización significa también la eliminación de los tintes neocolonizadores atribuibles a buena parte de la práctica de la cooperación al desarrollo actual. En realidad, desde este paradigma se dice que el Norte tiene una deuda ecológica con el Sur, por todo el gasto desorbitado que ha realizado y realiza y supera los niveles que debería tener para ser asumido por el planeta.
Frente a los supuestos de la globalización capitalista patriarcal se hace necesaria la descolonización del imaginario, romper con el consumo continuado como fuente de felicidad e inventar una nueva lógica social basada en la revalorización de los aspectos no económicos de la vida, dotar de protagonismo a las relaciones sociales, verdaderas generadoras de la felicidad humana, antes que la confianza en la maquinaria económica para tal finy aplicar las 6 R: reevaluar (reconsiderar los valores en los que creemos); reestructurar (adaptar el aparato de producción y las relaciones sociales en función del cambio de valores); redistribuir (reparto de riquezas y del acceso al patrimonio natural); reducir (disminuir el impacto sobre la biosfera de nuestros modos de producción y de consumo); reutilizar (en lugar de tirar los aparatosy bienes de consumo) y reciclar (los desechos incomprimibles de nuestra actividad).
Si nos situamos en la óptica del pensamiento feminista nos resultan familiares varios aspectos de la crítica y reivindicaciones decrecentistas.
En primer lugar, ambos paradigmas parten del esfuerzo de construir un nuevo modelo de análisis de la realidad a partir del cuestionamiento de los supuestos establecidos por la lógica capitalista patriarcal. Y así como las feministas echaron mano de la deconstrucción como técnica para desmontar esos supuestos, desde el decrecimiento se habla de la descolonización del imaginario en un sentido similar.
Esta descolonización implica la asunción de nuevos valores alternativos a los dominantes, que implicarían una revolución cultural: altruismo Vs. egoismo, cooperación Vs. competición, vida social Vs. consumismo, local Vs. global, calidad Vs. cantidad y productivismo, solidaridad y responsabilidad Vs. individualismo, etc.
Así mismo,feminismo y decrecimiento han sabido vincular el análisis y la crítica sistémica a la acción personal, de manera que “lo personal es político” bien podría ser un slogan asumido dentro del análisis decrecentista.
De esta manera, ambos paradigmas comparten el ser un pensamiento, una práctica y una ética. Ello les da una potencialidad de desenmascaramiento de opciones enajenadoras o imperialistas que eluden la responsabilidad personal o buscan el adoctrinamiento de terceros/as.
Relacionado con lo anterior, feminismo y decrecimiento también comparten el tener carácter de movimiento social.Desde el compromiso individual a la acción política enforma de protestas o acciones, pasando por modelos de autogestión como las cooperativas de consumidores/as.
Ahora bien, es necesario destacar aquí que el decrecimiento “no consiste en un concepto o un programa definido para la construcción de alternativas a las sociedades de crecimiento. Se trata más bien de un lema aglutinador frente a la imposibilidad del crecimiento y a la insostenibilidad denuestro modelo de desarrollo”. En este sentido, la agenda feminista históricamente ha sido mucho más dirigista hacia reivindicaciones concretas y promovidas ampliamente por todo el movimiento (desde el voto hasta el aborto, pasando por la reivindicación del trabajo doméstico, etc.).
En definitiva, feminismo y decrecimiento, son paradigmas que realizan una crítica de raíz de la lógica capitalista androcéntrica imperante y proponen una alternativa más justa,organizada a partir de un nuevo centro más adaptado a las necesidades reales de todas las personasque conforman la sociedad. El decrecimiento aboga porque este centro lo ocupen las relaciones sociales,es decir, las personas,cosa que está en clara sintonía con las históricas demandas feministas de visibilizar las contribuciones de las mujeres a la reproducción y el cuidado de la vida y en la crítica de que todo el protagonismo lo adquiera exclusivamentela esfera de la producción.En esta misma línea además, desde la visión decrecentista se propone el replanteamiento del lugar central del trabajo en nuestras vidas, dando el tiempo necesario a la vida contemplativa y la actividad desinteresada y lúdica.
Más allá de los puntos en común que han sido señalados entre ambas corrientes de pensamiento, cabe hacer un último alegato que condense las bondades de una influencia mutua de ambos pensamientos.
En primer lugar, el decrecimiento abre un espacio teórico de profundización de las contradicciones del sistema capitalista patriarcal interesantes de completar a la luz de la teoría feminista, de manera que la premisa decrecentista de poner las relaciones sociales en el centro del análisis podría verse beneficiada del aporte feminista y a su vez, la teoría feminista, podría enriquecerse con unos planteamientos novedosos y más sensibles a priori a las necesidades de lateoría de género. Igualmente,la búsqueda de acciones conjuntas de ambos movimientos sociales o en su defecto, la suma de las actuaciones conobjetivos comunes que ya se están haciendo desde ambos frentes, supondría un mayor impacto en la construcción de una alternativa al sistema capitalista patriarcal,que en definitiva es lo que se pretende desde ambas corrientes.
Bibliografía:
Latouche, Serge: “Sobrevivir al desarrollo”, Ed. Icaria, Barcelona, 2004.
Bosch. A, Carrasco, C., Grau, E.: “Verde que te quiero violeta”, 2005.-Ecologistas en acción: “Tejer la vida en verde y violeta. Vínculos entreecologismo y feminismo”, 2008.
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Mellor, M.: “Feminismo y ecología”, Siglo XXI editores, México DF, 2000.
Mosangini, G: “Decrecimiento y cooperación internacional”, publicado enwww.rebelion.org, 2007.
Fuente: - El Col·lectiu d’Estudis sobre Cooperació i Desenvolupament