Gabinete Nacional Argentino de Cambio Climático: fachada "verde" para la misma política de siempre
Como lo fue en su campaña, el uso de la agenda ambiental por parte del Ejecutivo aparece como una opción “saludable” para obtener apoyo y mostrar una política con buenas intenciones, conectada con el contexto mundial que reclama acciones, congraciándose a su vez con sectores que sinceramente abrazan esas causas. Y qué mejor que un Gabinete Nacional de Cambio Climático… El Jueves pasado ue la primera reunión… Usaron muchos verbos y no dijeron nada: los responsables de la crisis climática y del extractivismo en Argentina no tienen que preocuparse por esta "reunión cumbre" del Gobierno.
Valeria Foglia
Encabezada por el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, junto a ministros de distintas carteras que se comprometieron a hacer su aporte. Entre los participantes estaban el canciller Felipe Solá, Tristán Bauer de Cultura, Mario Meoni de Transporte, el ministro de Salud Ginés González García, Matías Kulfas de Desarrollo Productivo y Claudio Moroni de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, entre otros.
¿Anuncios respecto a una transición en la matriz energética? ¿Críticas a la dependencia de los combustibles fósiles? ¿Cuestionamientos al “modelo Vaca Muerta”? ¿Al agronegocio contaminante? ¿Rechazo al extractivismo que empeora las consecuencias cada vez más palpables de la crisis climática global? Nada de eso. La reunión resultó en un conjunto de naderías y generalidades sobre el “compromiso” para que “esa agenda” sea “una política de Estado y una prioridad”, como remarcó Cafiero al comienzo del encuentro. Y continuó: “El Gobierno nacional promueve esta ley [la 27.520, sancionada en 2019], promueve este Gabinete y, por sobre todo, promueve la discusión sobre el ambiente a su más alto nivel". Ajá. Nada.
Aunque se refirió a que los sectores populares son quienes se ven más afectados por las consecuencias de eventos climáticos extremos, y por tanto se comprometió a “trabajar en los que más sufren”, el jefe de Gabinete no expresó públicamente ni una palabra acerca del origen de las condiciones de esa desigualdad o sobre los responsables de empeorarlas, como los empresarios del agro, las petroleras y las mineras. ¿Se referirá a que, para paliar los efectos del cambio climático acelerado que vivimos bajo el capitalismo, los sectores que “sufren un poco menos” deberán ser “solidarios” con aquellos que están peor?
No nos aventuremos. Para Cafiero, es la juventud la que "tiene la responsabilidad histórica de afrontar el cambio climático" y "son las generaciones futuras" quienes "juzgarán el día de mañana por el modo en que hayamos abordado estos desafíos". Esta afirmación, de boca del jefe de Gabinete del Gobierno que promueve a Vaca Muerta como “la meca de los dólares” (un argumento insostenible aun en lo económico, digamos todo), no se sostendría ni veinte segundos en una marcha contra la crisis climática, una de cuyas manifestaciones más evidentes es el calentamiento global a causa de la emisión descontrolada y masiva de gases de efecto invernadero (en gran medida por extracción y quema de combustibles fósiles).
Según Télam, el Gabinete Nacional de Cambio Climático “trazó los objetivos a cumplir por la Argentina en esa materia y las acciones concretas a desarrollar para luchar contra un fenómeno que es percibido cada vez más a nivel global como muy importante por su impacto en la vida humana”. Ajá. Nos preguntamos cuáles serían esas acciones y por qué no las divulga la agencia pública.
El aporte de Cabandié no decepcionó: para el sucesor de Bergman, el encuentro fue "muy productivo y muy importante" y en él se abordó "el tema del cambio climático y los desafíos" para la Argentina. Repitiendo (mal) la consigna que promueve el movimiento climático, el ministro aseguró que "este planeta es el único que tenemos, no hay plan B". También declaró que "la sociedad tiene a la agenda ambiental al tope de las preocupaciones" y que el Estado tiene que "dar respuesta a eso". Definiciones contundentes que seguramente dan cuenta del contenido sustantivo de esas discusiones.
Cabandié apuntó al “desafío” de aprobar el decreto reglamentario de la ley 27.520, a la vez que a la misión de elaborar y consensuar el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático. A largo plazo, dicen, se trata de “generar una estrategia” para bajar emisiones hacia el 2050 y alcanzar el “carbono neutro” para presentar a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. ¿Vaca Muerta y reducir emisiones? Imposible.
Tras un 2019 marcado por inmensas movilizaciones contra la crisis climática a nivel mundial y ante la agudización de las condiciones sobre las que alertan los científicos, el Gobierno se aferra con todas sus fuerzas a una ley de “presupuestos mínimos de mitigación y adaptación al cambio climático global” que, si bien significó un paso adelante, fue votada dentro de un paquetazo, sin discusión ni posibilidad de objeción. Uno de los puntos críticos es que, en el Consejo Asesor que establece, las “multinacionales responsables de la crisis climática y ecológica global podrían tener el mismo derecho a voz que las organizaciones populares afectadas y que vienen denunciando esta situación”. ¿Y los más vulnerables?
Verde dólar (y ni tanto)
Los funcionarios del Gabinete nacional ya comenzaron a ensayar su discurso “verde” ante los medios. A la salida, Mario Meoni, de Transporte, salió envalentonado y, además de reclamar que los extranjeros dejen de usar las SUBE subsidiadas y anunciar nuevos tarifazos, expresó que en la reunión hablaron “del tema de transporte, que es el tercer generador de gases", agregando que esto se debe a “la contaminación que genera el uso de combustibles fósiles, eso hay que cambiarlo. Pensamos en biocombustibles y también en GNC". Más allá de la afirmación del ministro, hoy los biocombustibles y el GNC generan igual e incluso más emisiones que los fósiles. Si se avanzara en una transición hacia otro modelo de transporte: ¿quién pagaría los costos? No lo sabemos.
Valeria Foglia
Encabezada por el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, junto a ministros de distintas carteras que se comprometieron a hacer su aporte. Entre los participantes estaban el canciller Felipe Solá, Tristán Bauer de Cultura, Mario Meoni de Transporte, el ministro de Salud Ginés González García, Matías Kulfas de Desarrollo Productivo y Claudio Moroni de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, entre otros.
¿Anuncios respecto a una transición en la matriz energética? ¿Críticas a la dependencia de los combustibles fósiles? ¿Cuestionamientos al “modelo Vaca Muerta”? ¿Al agronegocio contaminante? ¿Rechazo al extractivismo que empeora las consecuencias cada vez más palpables de la crisis climática global? Nada de eso. La reunión resultó en un conjunto de naderías y generalidades sobre el “compromiso” para que “esa agenda” sea “una política de Estado y una prioridad”, como remarcó Cafiero al comienzo del encuentro. Y continuó: “El Gobierno nacional promueve esta ley [la 27.520, sancionada en 2019], promueve este Gabinete y, por sobre todo, promueve la discusión sobre el ambiente a su más alto nivel". Ajá. Nada.
Aunque se refirió a que los sectores populares son quienes se ven más afectados por las consecuencias de eventos climáticos extremos, y por tanto se comprometió a “trabajar en los que más sufren”, el jefe de Gabinete no expresó públicamente ni una palabra acerca del origen de las condiciones de esa desigualdad o sobre los responsables de empeorarlas, como los empresarios del agro, las petroleras y las mineras. ¿Se referirá a que, para paliar los efectos del cambio climático acelerado que vivimos bajo el capitalismo, los sectores que “sufren un poco menos” deberán ser “solidarios” con aquellos que están peor?
No nos aventuremos. Para Cafiero, es la juventud la que "tiene la responsabilidad histórica de afrontar el cambio climático" y "son las generaciones futuras" quienes "juzgarán el día de mañana por el modo en que hayamos abordado estos desafíos". Esta afirmación, de boca del jefe de Gabinete del Gobierno que promueve a Vaca Muerta como “la meca de los dólares” (un argumento insostenible aun en lo económico, digamos todo), no se sostendría ni veinte segundos en una marcha contra la crisis climática, una de cuyas manifestaciones más evidentes es el calentamiento global a causa de la emisión descontrolada y masiva de gases de efecto invernadero (en gran medida por extracción y quema de combustibles fósiles).
Según Télam, el Gabinete Nacional de Cambio Climático “trazó los objetivos a cumplir por la Argentina en esa materia y las acciones concretas a desarrollar para luchar contra un fenómeno que es percibido cada vez más a nivel global como muy importante por su impacto en la vida humana”. Ajá. Nos preguntamos cuáles serían esas acciones y por qué no las divulga la agencia pública.
El aporte de Cabandié no decepcionó: para el sucesor de Bergman, el encuentro fue "muy productivo y muy importante" y en él se abordó "el tema del cambio climático y los desafíos" para la Argentina. Repitiendo (mal) la consigna que promueve el movimiento climático, el ministro aseguró que "este planeta es el único que tenemos, no hay plan B". También declaró que "la sociedad tiene a la agenda ambiental al tope de las preocupaciones" y que el Estado tiene que "dar respuesta a eso". Definiciones contundentes que seguramente dan cuenta del contenido sustantivo de esas discusiones.
Cabandié apuntó al “desafío” de aprobar el decreto reglamentario de la ley 27.520, a la vez que a la misión de elaborar y consensuar el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático. A largo plazo, dicen, se trata de “generar una estrategia” para bajar emisiones hacia el 2050 y alcanzar el “carbono neutro” para presentar a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. ¿Vaca Muerta y reducir emisiones? Imposible.
Tras un 2019 marcado por inmensas movilizaciones contra la crisis climática a nivel mundial y ante la agudización de las condiciones sobre las que alertan los científicos, el Gobierno se aferra con todas sus fuerzas a una ley de “presupuestos mínimos de mitigación y adaptación al cambio climático global” que, si bien significó un paso adelante, fue votada dentro de un paquetazo, sin discusión ni posibilidad de objeción. Uno de los puntos críticos es que, en el Consejo Asesor que establece, las “multinacionales responsables de la crisis climática y ecológica global podrían tener el mismo derecho a voz que las organizaciones populares afectadas y que vienen denunciando esta situación”. ¿Y los más vulnerables?
Verde dólar (y ni tanto)
Los funcionarios del Gabinete nacional ya comenzaron a ensayar su discurso “verde” ante los medios. A la salida, Mario Meoni, de Transporte, salió envalentonado y, además de reclamar que los extranjeros dejen de usar las SUBE subsidiadas y anunciar nuevos tarifazos, expresó que en la reunión hablaron “del tema de transporte, que es el tercer generador de gases", agregando que esto se debe a “la contaminación que genera el uso de combustibles fósiles, eso hay que cambiarlo. Pensamos en biocombustibles y también en GNC". Más allá de la afirmación del ministro, hoy los biocombustibles y el GNC generan igual e incluso más emisiones que los fósiles. Si se avanzara en una transición hacia otro modelo de transporte: ¿quién pagaría los costos? No lo sabemos.
La incontenible felicidad de Felipe Solá junto a Jair Bolsonaro.
Otro preocupado por hacer de las políticas contra el cambio climático un "leitmotiv del Gobierno" fue Felipe Solá. Su enfoque es esperable: opina que la responsabilidad es individual, por lo que se trata de fomentar la "concientización" y el "cambio de conductas" para evitar "desastres" naturales, que fundamentalmente "impactan en los más pobres". ¿Se referirá a conductas como la del agronegocio brasileño, que con la venia de Bolsonaro, un negacionista climático, arrasa con deforestación y quemas intencionales el Amazonas? No sabemos exactamente por qué el ministro sonreía tan desaforadamente junto al ultraderechista Bolsonaro, enemigo de “los más pobres”, en su viaje a Brasil, pero, en este marco, esperamos que no sea en felicitación de su “conducta” ambiental.
Semanas atrás, Kulfas se animó a hablar de un “Green New Deal” a la Argentina, uno que, a diferencia de su limitado homónimo norteamericano, ni siquiera hablaba de descarbonizar la economía y más bien se reduce a una nueva ofensiva para el “desarrollo” de Vaca Muerta, potenciar la minería y la “economía verde”.
Mientras impulsan una “agenda verde” en los papeles, en los hechos el control lo sigue teniendo el extractivismo que saquea y contamina recursos y bienes naturales de Argentina. No por nada la propia Casa Rosada fue sede reciente de la reunión del presidente con la minera canadiense Lundin Gold, que se propone seguir explotando los cerros y el agua de San Juan con el mismo método de Barrick Gold. O el propio Gioja encabeza junto a Cabandié una reunión con la comisión ambiental del PJ. Sin embargo, las manifestaciones y el triunfo en Mendoza en defensa del agua mostraron la potencialidad para hacer frente al verdadero consenso que promueve el Gobierno nacional, que es con las corporaciones extractivistas y la oposición patronal. El “consenso social” del que habla el Frente de Todos para avanzar con el saqueo y la destrucción ya les fracasó en Mendoza. El objetivo más modesto, entonces, sería encontrar un manto de alianzas con sectores vinculados al ambientalismo para avanzar con el "extractivismo con rostro humano", la fachada amigable de la misma política de siempre.
Fuente: Laizquierdadiario.com.ar