Argentina: Un equipo de investigadores del INTA cuestiona el agronegocio
Un informe contra corriente: Pese a que el INTA fue históricamente de posición pro-empresarial y favorable al agronegocio, un equipo de sus investigadores publicó el libro Plaguicidas en el ambiente. El INTA no promocionó el trabajo.
Por Darío Aranda
Los investigadores reafirmaron la necesidad de un modelo de agroecología.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es el máximo espacio técnico-científico del país dedicado al campo. Su consejo directivo está integrado por el sector privado (Mesa de Enlace) y durante décadas impulsó el modelo transgénico. A contra corriente, una reciente investigación del mismo instituto cuestiona duramente al agronegocio: afirma que el uso de transgénicos no produce mayores rendimientos, advierte que la aplicación masiva de agroquímicos llevó a una situación de “vulnerabilidad” y reafirmó la necesidad de otro modelo agropecuario (agroecología).
“Plaguicidas en el ambiente”, es el nombre del libro, de 156 páginas que lleva el sello del INTA y cuyos editores son los investigadores Virginia Aparicio, Eliana Gonzalo Mayoral y José Luis Costa.
Uno de los principales argumentos del agronegocio, con empresas como Bayer/Monsanto y grandes medios de comunicación, es que los transgénicos y la siembra directa (no arar la tierra) son necesarios para aumentar la producción. “La adopción masiva de la siembra directa no implica un aumento de rendimiento de los cultivos extensivos”, afirma en las consideraciones finales el trabajo.
Sobre el uso de agroquímicos, los científicos de INTA remarcan que “el bajo uso de plaguicidas raramente disminuye la productividad y la rentabilidad”. Detalla una investigación sobre 946 establecimientos agropecuarios que no utilizan agrotóxicos y mantienen “alta productividad y alta rentabilidad”.
También desmienten una de las banderas centrales de las multinacionales del agro, que prometían un modelo con menos agrotóxicos: “La rápida adopción de cultivos transgénicos (caso algodón) con la justificación de reducir el número de aplicaciones, produjo el resultado contrario. El actual uso de plaguicidas para la producción de materias primas nos ha conducido a una situación de vulnerabilidad”.
El INTA cuenta con espacios específicos de trabajo junto a campesinos, indígenas y agricultura familiar, pero su mayor porcentaje (de fondos y personal) está volcado al agronegocio. Su cúpula siempre apoyó el modelo transgénico y de agroquímicos.
En 2017, el director del Centro Regional Buenos Aires Norte del INTA, Hernán Trebino, prohibió utilizar la palabra agrotóxicos, en total sintonía con las empresas. El INTA también forma parte de una campaña para mejorar la imagen de las fumigaciones con agrotóxicos, la llaman “Red BPA (Buenas Prácticas Agrícolas)”, impulsada por los empresarios de la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid). Tiene convenios con todas las grandes multinacionales del agro.
En 2015, el mismo grupo de investigadores del INTA publicó el libro “Los plaguicidas agregados al suelo y su destino en el ambiente”. Allí confirmaron que los agroquímicos permanecen durante meses en el suelo y afectan cursos de agua, constataron que Argentina es el país con más uso de químicos y menos “eficiente” en la producción de granos, alertaron que el actual modelo agropecuario explota el suelo hasta “agotarlo” y favorece principalmente a las grandes empresas.
La Gerencia de Comunicación del INTA no difundió el trabajo crítico a los agroquímicos (como sí lo hace con los escritos favorables a los transgénicos).
El nuevo libro del INTA recuerda que en 2009 se creó la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos (decreto presidencial 21/2009, bajo supervisión del ministro de Ciencia, Lino Barañao) que había señalado la “escasa información generada en el país sobre glifosato”. Esa justificación fue repudiada por organizaciones sociales de pueblos fumigados y por científicos como Andrés Carrasco, que recordaron las decenas de trabajos académicos que cuestionaban los efectos sanitarios y ambientales de los agroquímicos.
La nueva investigación del INTA retoma aquella argumentación oficial: “Nueve años más tarde, podemos observar como el sistema de investigación respondió con múltiples publicaciones que reportan concentraciones de plaguicidas en agua subterránea, agua superficial y suelo. En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC-OMS) reclasificó al glifosato como probablemente carcinogénico para el ser humano”.
Los investigadores del INTA revalorizan el trabajo del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario, que estudiaron localidades de menos de 10.000 habitantes y hallaron entre las principales enfermedades problemas en glándula tiroides y dificultades respiratorias. “En algunos de esos pueblos, la tasa de cáncer es 713,7 cada 100.000 mientras para Argentina la tasa es 206 cada 100.000”, alerta la investigación del INTA.
“Es necesario reducir la carga de plaguicidas aplicadas en el ambiente. Es necesario que el sector agropecuario comience a ejecutar un cambio de paradigma productivo, revalorizando el manejo integrado de plagas y los sistemas de producción agroecológicos”, proponen los investigadores del INTA. Y afirman que un modelo sin transgénicos y agroquímicos ya fue probado, incluso por instituciones del estado: “Existen resultados que no sólo indican que es posible producir con una menor carga de plaguicidas, sino que ésto, además, beneficia económicamente al productor”.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/110060-un-informe-contra-corriente
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Fuente: Pagina 12 - Imagen: Imagen: El Entre Ríos
Por Darío Aranda
Los investigadores reafirmaron la necesidad de un modelo de agroecología.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es el máximo espacio técnico-científico del país dedicado al campo. Su consejo directivo está integrado por el sector privado (Mesa de Enlace) y durante décadas impulsó el modelo transgénico. A contra corriente, una reciente investigación del mismo instituto cuestiona duramente al agronegocio: afirma que el uso de transgénicos no produce mayores rendimientos, advierte que la aplicación masiva de agroquímicos llevó a una situación de “vulnerabilidad” y reafirmó la necesidad de otro modelo agropecuario (agroecología).
“Plaguicidas en el ambiente”, es el nombre del libro, de 156 páginas que lleva el sello del INTA y cuyos editores son los investigadores Virginia Aparicio, Eliana Gonzalo Mayoral y José Luis Costa.
Uno de los principales argumentos del agronegocio, con empresas como Bayer/Monsanto y grandes medios de comunicación, es que los transgénicos y la siembra directa (no arar la tierra) son necesarios para aumentar la producción. “La adopción masiva de la siembra directa no implica un aumento de rendimiento de los cultivos extensivos”, afirma en las consideraciones finales el trabajo.
Sobre el uso de agroquímicos, los científicos de INTA remarcan que “el bajo uso de plaguicidas raramente disminuye la productividad y la rentabilidad”. Detalla una investigación sobre 946 establecimientos agropecuarios que no utilizan agrotóxicos y mantienen “alta productividad y alta rentabilidad”.
También desmienten una de las banderas centrales de las multinacionales del agro, que prometían un modelo con menos agrotóxicos: “La rápida adopción de cultivos transgénicos (caso algodón) con la justificación de reducir el número de aplicaciones, produjo el resultado contrario. El actual uso de plaguicidas para la producción de materias primas nos ha conducido a una situación de vulnerabilidad”.
El INTA cuenta con espacios específicos de trabajo junto a campesinos, indígenas y agricultura familiar, pero su mayor porcentaje (de fondos y personal) está volcado al agronegocio. Su cúpula siempre apoyó el modelo transgénico y de agroquímicos.
En 2017, el director del Centro Regional Buenos Aires Norte del INTA, Hernán Trebino, prohibió utilizar la palabra agrotóxicos, en total sintonía con las empresas. El INTA también forma parte de una campaña para mejorar la imagen de las fumigaciones con agrotóxicos, la llaman “Red BPA (Buenas Prácticas Agrícolas)”, impulsada por los empresarios de la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid). Tiene convenios con todas las grandes multinacionales del agro.
En 2015, el mismo grupo de investigadores del INTA publicó el libro “Los plaguicidas agregados al suelo y su destino en el ambiente”. Allí confirmaron que los agroquímicos permanecen durante meses en el suelo y afectan cursos de agua, constataron que Argentina es el país con más uso de químicos y menos “eficiente” en la producción de granos, alertaron que el actual modelo agropecuario explota el suelo hasta “agotarlo” y favorece principalmente a las grandes empresas.
La Gerencia de Comunicación del INTA no difundió el trabajo crítico a los agroquímicos (como sí lo hace con los escritos favorables a los transgénicos).
El nuevo libro del INTA recuerda que en 2009 se creó la Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos (decreto presidencial 21/2009, bajo supervisión del ministro de Ciencia, Lino Barañao) que había señalado la “escasa información generada en el país sobre glifosato”. Esa justificación fue repudiada por organizaciones sociales de pueblos fumigados y por científicos como Andrés Carrasco, que recordaron las decenas de trabajos académicos que cuestionaban los efectos sanitarios y ambientales de los agroquímicos.
La nueva investigación del INTA retoma aquella argumentación oficial: “Nueve años más tarde, podemos observar como el sistema de investigación respondió con múltiples publicaciones que reportan concentraciones de plaguicidas en agua subterránea, agua superficial y suelo. En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC-OMS) reclasificó al glifosato como probablemente carcinogénico para el ser humano”.
Los investigadores del INTA revalorizan el trabajo del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Rosario, que estudiaron localidades de menos de 10.000 habitantes y hallaron entre las principales enfermedades problemas en glándula tiroides y dificultades respiratorias. “En algunos de esos pueblos, la tasa de cáncer es 713,7 cada 100.000 mientras para Argentina la tasa es 206 cada 100.000”, alerta la investigación del INTA.
“Es necesario reducir la carga de plaguicidas aplicadas en el ambiente. Es necesario que el sector agropecuario comience a ejecutar un cambio de paradigma productivo, revalorizando el manejo integrado de plagas y los sistemas de producción agroecológicos”, proponen los investigadores del INTA. Y afirman que un modelo sin transgénicos y agroquímicos ya fue probado, incluso por instituciones del estado: “Existen resultados que no sólo indican que es posible producir con una menor carga de plaguicidas, sino que ésto, además, beneficia económicamente al productor”.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/110060-un-informe-contra-corriente
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Prohíben en Gualeguaychú la fumigación con el agroquímico más usado: Un veto total al glifosato
La
prohibición también es para su venta, transporte y almacenamiento. La
iniciativa fue impulsada por el intendente del FpV. Contó con nueve
votos positivos del peronismo y tres votos negativos de Cambiemos.
Productores buscan anular la norma por “inconstitucional”.
La votación en el Concejo Deliberante de Gualeguaychú contó con una presencia nutrida de vecinos.
El Concejo Deliberante de Gualeguaychú prohibió la aplicación, transporte, almacenamiento y comercialización del glifosato en el municipio por considerarlo una sustancia cancerígena. La iniciativa contó con nueve votos positivos del peronismo y tres votos negativos de Cambiemos.
El Concejo Deliberante de Gualeguaychú prohibió la aplicación, transporte, almacenamiento y comercialización del glifosato en el municipio por considerarlo una sustancia cancerígena. La iniciativa contó con nueve votos positivos del peronismo y tres votos negativos de Cambiemos.
La ordenanza establece que “la prohibición (del uso del glifosato) no
admitirá ningún tipo de excepciones posteriores (a la promulgación de
la norma) y de ninguna índole” y estipula para los incumplimientos las
penas establecidas en el Código de Faltas Municipal a las que se le
sumarán decomisos y multas, que irán en aumento en casos de
reincidencia.
El concejal de Gualeguaychú Pablo Delmonte, del Frente para la Victoria, le contó a este diario: “Este es un proyecto del intendente, Esteban Martín Piaggio. En toda la provincia se está dando la pelea a favor del medio ambiente y de la producción de alimentos saludables para nosotros y amigables con la naturaleza. En algunos lugares la pelea va bien, como acá, en Gualeguaychú, y en otros va de distintas maneras. Concordia también sacó una ordenanza contra el uso del glifosato, pero sólo para la zona urbana. Y la capital, Paraná, sancionó una muy parecida a la nuestra pero el intendente (Sergio Fausto Varisco, de Cambiemos) la vetó. Acá estamos trabajando en la reglamentación, pero que haya surgido del intendente ya nos garantiza que no habrá veto”.
La ordenanza explicita varios considerandos para establecer la prohibición del uso del glifosato en el ejido de Gualeguaychú, entre los que se destacan que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), ámbito especializado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), confirmó la vinculación entre el herbicida glifosato y el cáncer, y lo incluyó en el Grupo “2A” de principios activos que se “clasifican como probables carcinógenos para los seres humanos”; que luego de un año de exhaustivo trabajo de 17 expertos científicos de 11 países, el máximo espacio para el estudio del cáncer de la OMS categorizó al glifosato, agroquímico más utilizado del mundo, pilar del modelo transgénico, en la segunda categoría más alta vinculada con esa enfermedad: “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenia en humanos”. La evidencia “limitada” significa que existe una “asociación positiva entre la exposición al producto químico y el cáncer”, pero que no se pueden descartar “otras explicaciones”.
El texto legal también sostiene que en el mismo informe, la IARC-OMS afirmó que el herbicida “causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”, lo que guarda relación directa con el cáncer y las malformaciones, y detalló que se detectó glifosato en agua, en alimentos, en sangre y orina de humanos y que “la reciente clasificación de la IARC-OMS es consecuencia de la creciente evidencia científica generada por diversos investigadores independientes”.
Delmonte explicó que la pelea ahora es contra los que pretenden derogar la norma por inconstitucional y argumentó: “Esto no debe considerarse sólo como un problema económico, ni siquiera como uno predominantemente económico. Cuando presentó el proyecto, Piaggio explicó que es un tema de derechos humanos, de salud y de defensa del medio ambiente. No hay que permitir que los poderosos impongan la oposición entre la ciudad y el campo y que se pretenda que uno prospere a costa del otro”.
“Ahora, los grandes productores nos acusan de sancionar la ordenanza como una revancha por la 125, que acá sigue siendo un tema. Hace poco, De Angeli se mostró orgulloso, por televisión, de haber traído la soja y el glifosato a Entre Ríos”, siguió enmarcando Delmonte.
El concejal de Gualeguaychú Pablo Delmonte, del Frente para la Victoria, le contó a este diario: “Este es un proyecto del intendente, Esteban Martín Piaggio. En toda la provincia se está dando la pelea a favor del medio ambiente y de la producción de alimentos saludables para nosotros y amigables con la naturaleza. En algunos lugares la pelea va bien, como acá, en Gualeguaychú, y en otros va de distintas maneras. Concordia también sacó una ordenanza contra el uso del glifosato, pero sólo para la zona urbana. Y la capital, Paraná, sancionó una muy parecida a la nuestra pero el intendente (Sergio Fausto Varisco, de Cambiemos) la vetó. Acá estamos trabajando en la reglamentación, pero que haya surgido del intendente ya nos garantiza que no habrá veto”.
La ordenanza explicita varios considerandos para establecer la prohibición del uso del glifosato en el ejido de Gualeguaychú, entre los que se destacan que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), ámbito especializado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), confirmó la vinculación entre el herbicida glifosato y el cáncer, y lo incluyó en el Grupo “2A” de principios activos que se “clasifican como probables carcinógenos para los seres humanos”; que luego de un año de exhaustivo trabajo de 17 expertos científicos de 11 países, el máximo espacio para el estudio del cáncer de la OMS categorizó al glifosato, agroquímico más utilizado del mundo, pilar del modelo transgénico, en la segunda categoría más alta vinculada con esa enfermedad: “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenia en humanos”. La evidencia “limitada” significa que existe una “asociación positiva entre la exposición al producto químico y el cáncer”, pero que no se pueden descartar “otras explicaciones”.
El texto legal también sostiene que en el mismo informe, la IARC-OMS afirmó que el herbicida “causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”, lo que guarda relación directa con el cáncer y las malformaciones, y detalló que se detectó glifosato en agua, en alimentos, en sangre y orina de humanos y que “la reciente clasificación de la IARC-OMS es consecuencia de la creciente evidencia científica generada por diversos investigadores independientes”.
Delmonte explicó que la pelea ahora es contra los que pretenden derogar la norma por inconstitucional y argumentó: “Esto no debe considerarse sólo como un problema económico, ni siquiera como uno predominantemente económico. Cuando presentó el proyecto, Piaggio explicó que es un tema de derechos humanos, de salud y de defensa del medio ambiente. No hay que permitir que los poderosos impongan la oposición entre la ciudad y el campo y que se pretenda que uno prospere a costa del otro”.
“Ahora, los grandes productores nos acusan de sancionar la ordenanza como una revancha por la 125, que acá sigue siendo un tema. Hace poco, De Angeli se mostró orgulloso, por televisión, de haber traído la soja y el glifosato a Entre Ríos”, siguió enmarcando Delmonte.
Fuente: Pagina 12 - Imagen: Imagen: El Entre Ríos