Víctimas de los plásticos: Preocupantes efectos de los desechos sobre la vida marina

Crece el interés científico por los efectos de los plásticos sobre especies y ecosistemas. “Cada año vemos más plásticos en el mar. Esto se debe en parte a que no se degradan, sino que se fragmentan en partículas cada vez más pequeñas, pero sin desaparecer”, explica Jacob González- Solís, profesor de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales. Los plásticos han sido encontrados en los estómagos de más de 700 especies de vertebrados marinos. El problema ha alcanzado niveles dramáticos en el caso de los albatros de Laysan (Hawái), cuyos polluelos mueren por la ingestión de plásticos que les bloquean el sistema digestivo.

Antonio Cerrillo

Están demostrados los daños en algunos de los grandes mamíferos marinos. “Hemos comprobado casos en los que el plástico produce la obstrucción del tracto digestivo
del animal, ya sea a la altura del esófago o del píloro (la abertura que comunica el estómago con el intestino)”, dice Álex Aguilar, profesor de Biología Animal de la UB. Este problema es excepcional en el caso de los delfines listados, pero es frecuente en el de los cachalotes, ya que estos aran el fondo del mar (con su mandíbula levantan los peces y los calamares que se hallan sobre
 el sedimento), lo que les hace ingerir piedras, plásticos y objetos de todo tipo.
La investigadora Ethel Eljarrat (Idaea-CSIC) ha detectado la presencia de diversos productos bromados y organofosforados (sustancias que son utilizadas como retardantes de llama y como plasti-ficantes) en los tejidos de los delfines del mar de Alborán (concretamente, en tejido adiposo, músculo, hígado y cerebro). Lo preocupante es que estos productos tóxicos se bioacumulan en los organismos de estos animales.
Eljarrat se muestra especialmente alarmada por la mayor presencia de los contaminantes organofosforados, lo que atribuye a su uso como plastificantes. “Los plastificantes son aditivos químicos que se añaden a los plásticos para mejorar su flexibilidad y durabilidad. Cuando los plásticos van al mar, se produce el impacto de estos compuestos plastificantes sobre los mamíferos marinos”, dice. En sus trabajos ha llegado a encontrar 12 de los 16 compuestos organofosforados analizados. En concreto, los mayores niveles se dieron para el TBP (tributil fosfato) y el IPPP (isopropil fenil fosfato), sustancias que pueden producir efectos neurológicos, cáncer y problemas de fertilidad.
Tortugas que tragan toallitas húmedas, palitos...
“Más de las mitad de las tortugas que entran en nuestro centro excretan plásticos al cabo de unos días de ingresar”, nos explica Elsa Jiménez, directora de la Fundación para la Recuperación y Conservación de Animales Marinos (CRAM), en este recinto junto a la playa de El Prat. Las tortugas ingresan aquí por causas muy diversas (pesca accidental...), pero lo que más llama la atención a sus cuidadores es la cantidad y variedad de los plásticos que expulsan. “¡Mira, los hay de todo tipo!”, exclama Jiménez señalando una de sus bandejas con su muestrario: trozos de bolsa de plásticos, films o plástico rígidos, muchos de ellos de más de 5 milímetros. En diversos mares, se ha visto que los plásticos causan el bloqueo intestinal de las tortugas, aunque esto no se ha dado en los 20 años de funcionamiento de CRAM (donde ingresan unas 50 tortugas al año). “Los más frecuente son los enmallamientos. Las tortugas que quedan enganchadas con redes, cuerdas y cabos sueltos”, añade Jiménez. Y no faltan redes de nailon. Las tortugas quedan estranguladas en sus extremidades y sufren falta de riego sanguíneo y necropsias, por lo que en ocasiones no hay más remedio que amputar.
Los artículos plásticos de usar y tirar tienen también efectos muy dañinos. Han debido ser atendidas tortugas cuya boca quedó bloqueada por bastoncillos de las orejas o palitos de caramelo. Otros objetos también les impiden alimentarse. En general, “las interferencias con plásticos reducen la capacidad de natación de las tortugas, aumentan la probabilidad de que se ahoguen y las hacen que sean más vulnerable a los depredadores”, explica. Sí se han dado casos en que la tortuga ha sufrido la obstrucción de intestino por la ingestión de toallitas húmedas, lo que le ha obligado a emplearse a fondo para extraerla. “Se debería regular estos productos. No puede ser que se invite a seguir arrojándolos al lavabo”, se lamenta Jiménez.
Jacob González-Solís, experto de la UB, muestra un alcatraz pardo atrapado por una red de plástico (Laura Zango)

Hasta el 80% de las pardelas afectadas
El equipo de Jacob González-Solís, profesor del departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB, ha sido el primero en estudiar la presencia de fragmentos de plásticos en los estómagos de las aves marinas del Mediterráneo. Con este fin ha diseccionado los cadáveres de 400 animales de 10 especies procedentes de las capturas accidentales en actividades de la pesca del palangre. Sus estudios han demostrado que en casi todas las especies se encuentran algunos individuos con algún fragmento en su estómago.
Normalmente se encuentran entre 1 y 15 fragmentos de 1 a 5 milímetros. El problema es especialmente grave en el caso de tres especies de aves marinas endémicas de la cuenca mediterránea, las pardelas cenicienta, mediterránea y balear, esta última catalogada en peligro crítico de extinción. Entre el 50% y el 80% de las pardelas tenían al menos un fragmento de plástico en su estómago. “Estos altos porcentajes son muy preocupantes, al ser todas ellas especies amenazadas. Hoy por hoy, no sabemos el impacto que están teniendo los plásticos en estas especies; podrían estar transfiriendo sustancias tóxicas pero se requerirían estudios específicos para corroborarlo”, añade. El impacto de los plásticos puede ser especialmente grave en las pardelas porque tienen una menor capacidad de regurgitar su alimento que otras aves marinas, como por ejemplo las gaviotas. Estas últimas o los alcatraces presentan plásticos en menor abundancia, en torno a un 5% de los casos.
Lluís Tort y Mariana Teles investigan los efectos de los nanoplásticos en los mejillones (Llibert Teixidó)

Los mejillones tampoco se libran
Una investigación promovida por la Universitat Autònoma de Barcelona ha comprobado que los nanoplásticos (partículas microscópicas fruto de la degradación de los elementos plásticos) provocan daños genéticos en los moluscos; concretamente en su aparato respiratorio, digestivo e inmunológico.
Los plásticos provocan cambios en las membranas celulares de las branquias y la glándula digestiva tras ser ingeridos. Para observar estos cambios, los mejillones fueron sumergidos en aguas con diferentes concentraciones de nanoplásticos hasta determinar qué cantidad de estos les producen alteraciones en el ADN. “No se han encontrado casos de mortalidad en los mejillones por la ingesta de estas partículas en un periodo de cuatro días. Pero todavía desconocemos las alteraciones que se puedan producir en un tiempo de exposición más elevado”, indica Mariana Teles, investigadora del proyecto. Además, añade, el consumo de estos mejillones no tiene implicaciones para la salud humana. “No existen evidencias de que estas respuestas moleculares de los moluscos puedan pasar a los humanos a través de la cadena trófica”, aclara Teles. No obstante esta investigación todavía está en marcha.
El investigador Luis F. Ruiz-Orejón, en Blanes, enseña el tipo de materiales hallados (Pere Duran / NORD MEDIA)

En la costa de Eivissa y Mallorca
El proyecto Nixe3, denominación en homenaje a la histórica travesía del archiduque Ludwig Salvador de Austria (18471915) por el Mediterraneo, ha detectado una elevada cantidad de plásticos flotantes en el oeste de Eivissa, frente a la bahía de Sant Antoni, cifrada en 4,57 millones de fragmentos de plásticos por km2. Esa cantidad es 30 veces la media en el Mediterráneo establecida por los investigadores de este proyecto (Esade y CSIC), que encontraron 2,7 millones de fragmentos de plásticos al oeste de Mallorca (frente a la costa de la sierra de Tramuntana).
Luis F. Ruiz-Orejón, uno de los investigadores del proyecto, apunta que una de las causas de estas manchas de contaminación es la acción de las corrientes, que podrían arrastrar residuos procedentes de Francia, Catalunya y de la desembocadura del río Ebro. En el caso de la mancha en el oeste de Eivissa, “puede relacionarse con la proximidad de las fuentes de contaminación de origen terrestre y la cercanía de núcleos urbanos muy poblados y turísticos”. Sin embargo, la situación en la costa de la sierra de Tramuntana (Mallorca) no tiene esa explicación, pues se trata de un litoral poco poblado.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/natural/20180820/451381638571/victimas-plasticos.html - Imagen de portada: Elsa Jiménez, directora del CRAM de El Prat, y la técnica Marta González enseñan una tortuga boba afectada por la ingestión de plásticos (Llibert Teixidó)

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