La Tierra no es muda
Que la tierra no es muda
lo hemos ido aprendiendo poco a poco. Mientras, muchos pueblos
originarios han sabido respetar los ciclos de la tierra y avanzar sin
amenazarla. El crecimiento de nuestra sociedad está basado en un consumo
avasallador con nuestros Bienes Naturales. Estos son algunos de los
planteamientos de partida del libro La tierra no es muda.
Según los editores de “La tierra no es muda. Diálogos entre el desarrollo sostenible y el postdesarrollo”, “en el verano de 1930, J. M. Keynes, uno de los economistas más influyentes del pasado siglo, dictaba una conferencia de significativo título: El futuro económico de nuestros nietos. A lo largo de su discurso, el economista británico mostraba su confianza en que la abundancia creada por el crecimiento iba a permitirles cultivar el arte de vivir y que su auténtico problema sería el de cómo ocupar el tiempo de ocio conseguido mediante la ciencia y el interés compuesto”. Así, durante unas décadas pareció que este anhelo iba a lograrse, pero la crisis de los 70 tornó la certidumbre en miedo y la abundancia en escasez.
De la abundancia a la escasez
La globalización era el nuevo “simulacro” del desarrollo y el Consenso de Washington su fetiche. En paralelo a las propuestas del Consenso surgieron nuevos planteamientos que venían a considerar otra vez la idea del progreso y a revisar los fines y medios del desarrollo. El Informe sobre el Desarrollo Humano del PNUD, de 1990, recogería estas ideas y las plasmaría en el índice de desarrollo humano (IDH).
Del lado ambiental surgió el concepto de desarrollo sostenible para manifestar que la naturaleza no permitía cualquier modalidad de desarrollo. El análisis postdesarrollista niega el propio concepto de desarrollo argumentando que el problema no es la falta de desarrollo sino la propia naturaleza, capitalista y depredadora, del desarrollo. La apuesta por el decrecimiento, “sangre de la tierra”, en póetica expresión de Georgescu-Roegen, implica que éste ha de ser sostenible, que no debe generar una crisis social que cuestione la democracia y el humanismo.
Los editores afirman que “ha pasado casi un siglo y los nietos de la generación de Keynes siguen lejos de superar el problema económico, de cultivar el arte de vivir y de resolver el dilema de cómo ocupar el tiempo de ocio. ¿Cuál será el futuro de los nuestros? Para asegurarlo habría que sustituir el concepto convencional de bienestar, basado en el acceso al consumo, por el de buen vivir”, que incorpora una dimensión ecológica, e implica un cambio cultural; y seguir clamando, con Max-Neef, para que al mundo distinto de lo humano se le reconozcan sus derechos”.
De la abundancia a la escasez
La globalización era el nuevo “simulacro” del desarrollo y el Consenso de Washington su fetiche. En paralelo a las propuestas del Consenso surgieron nuevos planteamientos que venían a considerar otra vez la idea del progreso y a revisar los fines y medios del desarrollo. El Informe sobre el Desarrollo Humano del PNUD, de 1990, recogería estas ideas y las plasmaría en el índice de desarrollo humano (IDH).
Del lado ambiental surgió el concepto de desarrollo sostenible para manifestar que la naturaleza no permitía cualquier modalidad de desarrollo. El análisis postdesarrollista niega el propio concepto de desarrollo argumentando que el problema no es la falta de desarrollo sino la propia naturaleza, capitalista y depredadora, del desarrollo. La apuesta por el decrecimiento, “sangre de la tierra”, en póetica expresión de Georgescu-Roegen, implica que éste ha de ser sostenible, que no debe generar una crisis social que cuestione la democracia y el humanismo.
Los editores afirman que “ha pasado casi un siglo y los nietos de la generación de Keynes siguen lejos de superar el problema económico, de cultivar el arte de vivir y de resolver el dilema de cómo ocupar el tiempo de ocio. ¿Cuál será el futuro de los nuestros? Para asegurarlo habría que sustituir el concepto convencional de bienestar, basado en el acceso al consumo, por el de buen vivir”, que incorpora una dimensión ecológica, e implica un cambio cultural; y seguir clamando, con Max-Neef, para que al mundo distinto de lo humano se le reconozcan sus derechos”.
Este libro trae al lector una selección de textos que le ayudarán en esa tarea. La obra reúne, así, las reflexiones y contribuciones sobre alternativas para la sostenibilidad de un conjunto de autores, tales como Koldo Unceta, Wolfgang Sachs, Jorge Riechmann, Federico Aguilera, Serge Latouche, Eduardo Gudynas, M. Max-Neef, Enrique Leff, Raffaele Paloscia, José Fariña, Esther Vivas, Luis González y Ernest García.Diálogos entre el desarrollo sostenible y el posdesarrollo, ha sido publicado por la Universidad de Granada.
Fuente: decrecimiento.info - Imagen de portada: Michelduchaine