Las hazañas de la orientación animal en tiempos del GPS
Mariposas que sobrevuelan océanos en la noche estrellada durante más de 1.000 kilómetros para reposar sobre cumbres nevadas, escarabajos orientados por la Vía Láctea que caminan del revés mientras hacen malabares con sus patas traseras o tortugas que regresan a su hogar guiadas por el olfato... Estas y otras fascinantes posibilidades de la orientación pueden encontrarse en "Los viajes más increíbles. Maravillas de la navegación animal", el nuevo libro del autor y aventurero inglés David Barrie.
Natalia Molina Íñigo
En una entrevista con Efe, Barrie confiesa haber estado interesado por “el arte y la ciencia de la navegación desde adolescente”, cuando surcaba el océano Atlántico “a bordo de un pequeño yate”. Si su tío bisabuelo, el escritor J. M. Barrie autor de la legendaria novela ‘Peter Pan’, señalaba “la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer” para llegar al fantástico mundo de Nunca Jamás, David orienta al lector hacia otras travesías igualmente maravillosas, pero más cercanas.
Así, el autor describe con detalle las innumerables formas que los animales y las personas emplean para guiarse sin utilizar tecnología.
Barrie afirma estar especialmente impresionado con “los animales navegadores” como una pequeña libélula de apenas cinco centímetros de longitud que “migra desde La India y atraviesa el océano hasta el este de África”, aunque nadie conoce aún “cómo es capaz de lograr esta hazaña”.
Hacia lo salvaje
Natalia Molina Íñigo
En una entrevista con Efe, Barrie confiesa haber estado interesado por “el arte y la ciencia de la navegación desde adolescente”, cuando surcaba el océano Atlántico “a bordo de un pequeño yate”. Si su tío bisabuelo, el escritor J. M. Barrie autor de la legendaria novela ‘Peter Pan’, señalaba “la segunda estrella a la derecha y todo recto hasta el amanecer” para llegar al fantástico mundo de Nunca Jamás, David orienta al lector hacia otras travesías igualmente maravillosas, pero más cercanas.
Así, el autor describe con detalle las innumerables formas que los animales y las personas emplean para guiarse sin utilizar tecnología.
Barrie afirma estar especialmente impresionado con “los animales navegadores” como una pequeña libélula de apenas cinco centímetros de longitud que “migra desde La India y atraviesa el océano hasta el este de África”, aunque nadie conoce aún “cómo es capaz de lograr esta hazaña”.
Hacia lo salvaje
La redacción de las 25 historias que componen este libro “fue realmente una experiencia maravillosa que me llevó por todo el mundo y me abrió los ojos hacia muchas preguntas y misterios asombrosos que todavía continúan existiendo”, ha recordado.
Esos viajes le han permitido tener “la extraña oportunidad de encontrar el mundo más salvaje de una manera cruda y directa”, un mundo con el que el ser humano “corre el riesgo de perder el contacto”.
En ese entorno natural “no hay distracciones, como las llamadas de teléfono o las reuniones” y se puede respirar “el aire más fresco” a la vez que en el cielo se produce “la noche más oscura, repleta de estrellas”.
Contacto con la naturaleza
Sin embargo, el lenguaje de la naturaleza “se encuentra en peligro de extinción si nuestros ojos están pegados a una pantalla pequeña y brillante, porque no vemos lo que nos está rodeando”, se lamenta el autor británico.
El ciudadano contemporáneo es incapaz de “observar la caída de las sombras, la posición del Sol o de la estrella Polar”, se queja Barrie, quien pronostica que a este paso “olvidaremos cómo hacer uso de las señales de la naturaleza” ya que “el circuito cerebral que sostiene nuestra habilidad para orientarnos sin instrumentos se reduce si no se usa”.
Aunque las consecuencias a largo plazo de este proceso “no son claras todavía, temo que nuestra salud física, psíquica e incluso espiritual vaya a resentirse”, ha añadido.
Esos viajes le han permitido tener “la extraña oportunidad de encontrar el mundo más salvaje de una manera cruda y directa”, un mundo con el que el ser humano “corre el riesgo de perder el contacto”.
En ese entorno natural “no hay distracciones, como las llamadas de teléfono o las reuniones” y se puede respirar “el aire más fresco” a la vez que en el cielo se produce “la noche más oscura, repleta de estrellas”.
Contacto con la naturaleza
Sin embargo, el lenguaje de la naturaleza “se encuentra en peligro de extinción si nuestros ojos están pegados a una pantalla pequeña y brillante, porque no vemos lo que nos está rodeando”, se lamenta el autor británico.
El ciudadano contemporáneo es incapaz de “observar la caída de las sombras, la posición del Sol o de la estrella Polar”, se queja Barrie, quien pronostica que a este paso “olvidaremos cómo hacer uso de las señales de la naturaleza” ya que “el circuito cerebral que sostiene nuestra habilidad para orientarnos sin instrumentos se reduce si no se usa”.
Aunque las consecuencias a largo plazo de este proceso “no son claras todavía, temo que nuestra salud física, psíquica e incluso espiritual vaya a resentirse”, ha añadido.
La mariposa gamma es una de las especies analizadas por Barrie. EFE/ J.C. Cardenas
Por ello considera que los seres humanos se están transformando en “navegadores idiotas”: seres incapaces de encontrar su rumbo sin ayuda, “sin un mapa, una brújula o el GPS”, habilidades “heredadas de los antepasados más lejanos” que acabarán desapareciendo.
Por ello, ha explicado que cuando visita una ciudad elige “vagar por los alrededores” y realizar sus “propios descubrimientos”, reduciendo el uso del GPS a sus salidas a un “sitio salvaje”, y sólo por precaución.
La orientación humana consiste en esencia en “observar el mundo más cercano” y “hacer inferencias” que se basen en “lo que vemos, escuchamos, olemos e, incluso, saboreamos”.
En realidad, “somos bastante animales, pero tendemos a olvidar este hecho”, ha concluido el escritor.
Fuente: EFEverde - Imagen de portada: ElPaís.es