“Para los neoliberales la libertad es poder poner un precio a todo, cubrir más aspectos de la vida mediante el mercado”. Entrevista a Quinn Slobodian

El historiador canadiense Quinn Slobodian publica un recorrido por la historia del globalismo neoliberal y su uso de los Estados y las instituciones para proteger al libre mercado de la democracia. “Quien solo sepa de economía no puede ser un buen economista”, dijo Frederick Hayek en su libro Economía, ciencia y políticas de 1962. Lo expresó en el momento en el que la corriente neoliberal de la Escuela de Ginebra seducía a gran parte de la corriente económica ortodoxa con la idea de que se necesita abordar el libre comercio y las teorías liberales desde un punto de vista político y jurídico. Cuando los neoliberales comenzaron a poner cada vez más en funcionamiento un mundo partido entre Estados y mercados, donde los primeros servirían para salvaguardar el buen funcionamiento de los segundos. Donde la economía de mercado estaría por encima de la democracia. Y, viendo el panorama actual, no parece que les haya ido muy mal.

 
Por Yago Álvarez Barba

“Quien solo sepa de economía no puede ser un buen economista”, dijo Frederick Hayek en su libro Economía, ciencia y políticas de 1962. Lo expresó en el momento en el que la corriente neoliberal de la Escuela de Ginebra seducía a gran parte de la corriente económica ortodoxa con la idea de que se necesita abordar el libre comercio y las teorías liberales desde un punto de vista político y jurídico. Cuando los neoliberales comenzaron a poner cada vez más en funcionamiento un mundo partido entre Estados y mercados, donde los primeros servirían para salvaguardar el buen funcionamiento de los segundos. Donde la economía de mercado estaría por encima de la democracia. Y, viendo el panorama actual, no parece que les haya ido muy mal. 

La cita de Hayek es una de las muchas que recoge el extenso trabajo del historiador canadiense y profesor en la Wellesley College Quinn Slobodian y que se ha materializado en el libro Globalistas. El fin de los imperios y el nacimiento del neoliberalismo (Capitán Swing, 2021). Una historia que arranca hace 100 años, cuando caían los antiguos imperios y las guerras mundiales, los procesos de descolonización y los repliegues nacionales ponían en peligro el sueño de un libre comercio globalizado sin las ataduras de las barreras comerciales y las medidas proteccionistas. Con su particular visión histórica de la corriente intelectual más influyente en nuestra vida cotidiana, Slobodian analiza el desarrollo conceptual de las ideas neoliberales hoy en día, el cisma que está sufriendo dicha corriente, el aparente giro keynesiano de los gobiernos más importantes del planeta o el futuro de un neoliberalismo que parece perder la batalla en los niveles más altos de la estructura social y política, pero que se vuelve más violento con las capas bajas de la población.


No sé si en Canadá o los Estados Unidos ocurre, pero en España, cuando yo uso el concepto “neoliberal” en redes sociales no tarda mucho en aparecer un trol que me dice que ese concepto lo inventó la izquierda. Pero tu libro explica lo contrario. ¿Qué le dirías o cómo le resumirías eso a esa gente? ¿Cómo les explicarías lo que es el neoliberalismo?
Yo siempre empiezo diciendo que el término se ha utilizado de muchas maneras diferentes. Por lo que es comprensible y justificable estar confundido por una gran cantidad de definiciones que conflictúan entre sí. Para mí, hay tres formas principales en la que se utiliza el término. Se utiliza para describir una especie de época de la historia global, más o menos desde la década de 1970 hasta la actualidad. Se dice que estamos en la era neoliberal. Luego se utiliza para describir una especie de relación que la gente tiene con el resto, eso de ‘los empresarios hechos a sí mismos’, de la gestión de activos para ser maximizados en el mercado, etc. Pero en tercer lugar, también se utiliza para describir un tipo de movimiento intelectual bastante discreto con un número limitado de personas involucradas y que comenzó en la década de 1930, a través de un acto en el que buscaron su autodefinición y lo hicieron como ‘neoliberal’. Un movimiento que sigue hoy en día, 70 años después. Mi definición de neoliberal está limitada a esta tercera. Uso el término para describir una ideología desarrollada por un conjunto de pensadores dentro de contextos específicos, pero que son contextos importantes. Y creo que al señalar que, en 1938, este grupo de personas se reunió y se describió a sí mismo como neoliberales, puede que sea buen punto de partida para que la gente comience a pensar “de acuerdo, tal vez hay algo más de sustancia aquí”. El hecho de que dejaran de llamarse neoliberales en los años 50 confunde un poco las cosas, por supuesto. Pero luego, en los últimos años, ha habido una mayor disposición de este mismo grupo de personas para volver a utilizar el término neoliberal para describirse a sí mismos. Y en Alemania, de hecho, no es tan inusual que la gente que está involucrada en discusiones ordoliberales y de economía social de mercado se llamen a sí mismos neoliberales. No es tan tóxico ni se le coloca una bandera roja como lo es en otros contextos lingüísticos. Esa es mi forma de abordarlo normalmente, es decir, no es una teoría de todo, no es una afirmación sobre la historia del mundo o una supuesta nueva actitud que tenemos hacia nosotros mismos. El neoliberalismo se trata realmente de un número limitado de personas que tienen un número limitado de conversaciones, pero durante muchas décadas y con una fuerte consistencia en su argumentario.
Otro de esos términos muy utilizado por los neoliberales es “libertad”. En las recientes elecciones de la Comunidad de Madrid, el partido de la derecha conservadora ha usado el eslogan “Comunismo o Libertad”. ¿A qué se refiere un neoliberal cuando hablan de libertad?
Buena pregunta… Creo que aquí es útil distinguir entre las principales escuelas de pensamiento dentro del neoliberalismo. Las escuelas de pensamiento reconocidas son la Escuela de Chicago, principalmente alrededor de Milton Friedman y Gary Becker, la escuela de Friburgo, alrededor de Walter Eucken, y luego también tienes la Escuela Austriaca alrededor de Friedrich Hayek y Ludwig von Mises. En mi libro introduzco la idea de una Escuela de Ginebra, que se interesa sobre todo por las ideas de orden internacional y economía mundial. Así que la respuesta a lo que significa la libertad para cada una de ellas puede ser un poco diferente. Creo que lo interesante de Hayek es lo explícito que es con lo que significa la libertad cuando dice que la libertad es una especie de libertad estructurada, en el sentido de que somos libres de responder a las fuerzas y señales del mercado. Y la libertad la define así: por responder correctamente a la forma en que se nos empuja a actuar dentro del mercado. Hayek utiliza el ejemplo de una hoja en la rama de un árbol que se mueve según el viento en una tormenta. Y ese espacio que tiene la hoja es su libertad. Tiene libertad de moverse con las fuerzas del viento que la está empujando. Así que la libertad siempre está supeditada a que un sistema más amplio se reproduzca de manera que aproveche partes de la vida humana que, previamente, son absorbidas por el mercado. Así que creo que, para todos los neoliberales, la libertad es el descubrimiento de partes desmercantilizadas de la vida humana, y luego mercantilizarlas y convertirlas en cosas que pueden ser intercambiadas en el mercado. Así que, para los neoliberales, libertad y la mercantilización no son opuestas, en realidad son una especie de sinónimos de la misma cosa. Para experimentar la libertad, tenemos que hacerlo dentro de un espacio de intercambio monetario. Y eso es muy diferente de la forma en que otras personas piensan en la libertad, en particular lo que defienden los socialistas. Para los neoliberales, la libertad es poder poner un precio a todo, que haya libertad para más intercambio, que se puedan cubrir más aspectos de la vida mediante transacciones del mercado. Y en cierto modo y visto desde su argumentación, tiene sentido. Porque para ellos, el mercado permite el anonimato, permite la equiparación, la entrada de cualquier en ese mercado. También dicen que ello permite romper con las jerarquías del patriarcado, la tradición o la opresión religiosa. Piensan que el mercado es el lugar donde escapamos de estas cosas que son parte de la vida tradicional. Y, al mismo tiempo, dicen que ese mercado en sí mismo no es algo que existe solo para el individuo, sino que siempre requiere de una especie de sistema más grande. Y, de hecho, creo que este es el punto clave para entender el neoliberalismo como una filosofía del individualismo. Porque el punto clave del neoliberalismo es que si quieres un sistema basado en el individualismo, entonces necesitas diseñar un sistema dentro del cual el individuo pueda ser libre. Así que el liberalismo se convierte en ese proyecto de diseñar leyes y diseñar Estados de tal manera que los individuos puedan actuar de manera mercantil pero con mínimas restricciones.

En tu libro hablas mucho sobre ese diseño del Estado, sobre el equilibrio entre Estado y mercado que buscaron esos primeros ideólogos del neoliberalismo. ¿Cuál crees que es el equilibrio que buscan los neoliberales en la actualidad?
No sé si lo describiría como un equilibrio, porque eso implica que esas partes estén de alguna manera estructuralmente separadas, ambas iguales pero separadas o que tengan un estatus autónomo en sí mismas, pero yo no lo veo así, ni creo que lo hagan los neoliberales. La idea que defienden es que los mercados no están liberados de la supervisión del Estado, los mercados sólo son posibles a través de la regulación del Estado, la protección del Estado y la producción de ciertos resultados en lugar de otros. Así que creo que lo que puede parecer en su propia retórica como un equilibrio, una armonía o una especie de separación de esferas, es en realidad algo muy diferente. Es un Estado que está constantemente vigilando, supervisando y reproduciendo espacios de actividad de mercado y de intercambio de mercado. Y la ley trabaja para proteger los activos. Para protegerlos de la expropiación de otras partes del Estado a través de los impuestos. Así que el Estado es cómplice cotidiano de la racionalidad neoliberal y esto no es algo en lo que se haya dado ni un paso atrás. Así que creo que la actualidad es un momento fascinante para este movimiento intelectual neoliberal, porque están experimentando un verdadero cisma, están experimentando una verdadera división. Entienden que no son populares en este momento. Entienden que están bajo la amenaza de nuevas formas de utilizar el Estado de manera diferente a la forma en que quieren utilizarlo ellos. Están respondiendo básicamente de dos maneras diferentes. La primera forma de responder es decir que el Estado debe simplemente atenerse a las reglas que dice seguir. Por ejemplo vemos que ocurre esto con el Banco Central Europeo y la gestión del euro. Para la mayoría de nosotros, miramos la crisis de la eurozona y parece que el BCE actuó de forma demasiado disciplinada con respecto a Grecia especialmente, pero también con otros países, incluyendo España. Para los neoliberales, el BCE fue demasiado débil y demasiado pasivo en su tratamiento de los países del sur de Europa. Y al rescatar, entre comillas, a los prestamistas alemanes en lugares como Grecia, en realidad rompieron sus propias reglas, rompieron su propio mandato. Y se produce este nuevo mundo de tasas de interés cero, de la flexibilización cuantitativa, y siguen alarmando, contra toda evidencia, que inevitablemente conducirá a la inflación. Las campanas de alarma para los neoliberales es siempre ese ‘¡que viene la inflación!”, sin importarles lo más mínimo lo que realmente está sucediendo en los mercados.  Por lo que hay un lado de los liberales que su respuesta se centra en cómo el Estado solo necesita tomar más medidas y que los bancos necesitan seguir sus propias reglas. Quieren que haya un límite de déficit que se mantenga, incluso para Alemania y Francia. Y por eso se oponen a los fondos de estabilización y todo lo relacionado con la respuesta al coronavirus. Piensan que el Estado solo tiene que cumplir con sus propios principios y que el Tratado de Maastricht tiene que ser seguido al pie de la letra. Todo esto es lo que piensa una parte del movimiento liberal. La otra ala básicamente lo que dice es que este proyecto de crecimiento y escalabilidad, ese experimento de ampliación, ha fracasado. El movimiento hacía lo supranacional al que me refiero en el libro, la idea de que puedes encerrar a los Estados nacionales haciéndoles firmar tratados en Bruselas o Frankfurt, se ha demostrado que es un error, que los gobiernos nunca siguen realmente las reglas. Y estos gobiernos estatales supranacionales o entidades supranacionales se convertirán en otra cosa pasado un tiempo. Así que los neoliberales ahora están preocupados porque creen que la Unión Europea comenzó con una buena disciplina que favorecía el mercado, pero que ahora se está convirtiendo en esta entidad socialista verde suave y muy grande. Así que la opción más popular en este momento para algunos de los liberales es salir de estas instituciones supranacionales. La principal oposición en Alemania a los gastos de la UE es la gente que fundó el partido AfD. Son los que están presentando demandas ante el Tribunal Constitucional para evitar que Alemania participe en el gasto expansivo de Frankfurt y Bruselas, y además quieren volver al marco alemán. Quieren volver a controlar sus propias fronteras. Y esa es la solución más popular ahora mismo entre los intelectuales neoliberales, desconectar el movimiento supranacional, volver a la nación y usar eso como base para gestionar el capitalismo y fomentar la competencia. Hacer que se compita entre Estados para bajar los impuestos y salarios. Ven que esta opción es mejor que la ampliación supranacional, donde sólo produce más hinchazón burocrática y, tal vez, un cambio político hacia la izquierda.
Entonces crees que ese punto es en el que las élites nacionales se empiezan a convertir en nacionalistas. Yo creo que ese punto también es en el que ese nacionalismo de las élites se convierte o mezcla con las ideas de extrema derecha y empiezan a defender ideas y políticas racistas. ¿Estamos en ese punto?
Creo que esta es una historia bastante antigua. Si nos remontamos 30 años atrás, a la caída del Muro de Berlín, el final de la Guerra Fría, puedes ver muchas de esas cosas muy similares a las suceden en la actualidad. Con el Frente Nacional en Francia, el partido liberal austriaco o, como ya he comentado, en Alemania. Es la misma historia. La política económica era neoliberal: tenemos que cortar el Estado de bienestar y bajar los salarios, romper los sindicatos, etc. Y luego la política cultural era etnonacionalista y racista: El problema son los musulmanes, el problema son los no franceses que vienen a nuestro país. Eso se ha repetido por toda Europa. Lo mismo ocurrió en los años 90. Los nuevos partidos liberales hicieron alianzas con los etnonacionalistas. Y con el tiempo, el neoliberalismo se desvaneció y el etnonacionalismo dominó. Y así, estos partidos que empezaron como partidos defensores de la austeridad junto con la protección de los partidos raciales, se convirtieron en una especie de partidos raciales protectores. Y eso sucedió también en el caso del Brexit. Quiero decir que fue iniciada por personas que querían que el Reino Unido fuera más Singapur, pero al final trató de echar a los extranjeros del país. Es realmente lo que les hizo ganar el referéndum. Así que creo que lo primero que hay que tener en cuenta es que los politólogos e historiadores están de acuerdo en que la tendencia de estas protestas, de los partidos no establecidos, ha sido comenzar como coalición etnonacionalista neoliberal y luego el etnonacionalismo parece tomar el control empujándolo hacia lo que llamamos la extrema derecha. Pero lo que señalo en el libro y que creo que es importante ver es que muchas de estas facciones neoliberales que iniciaron estos partidos en realidad no necesitaban ser convencidas de que la cultura importa y la raza importa, porque esto, en realidad, ya era un compromiso que hicieron en esa alianza, ya era parte de su pensamiento. Así que una de las cosas que estoy leyendo ahora y sobre la que ya he escrito algo es que el tipo de ordoliberales que se llaman a sí mismos hayekianos, ya en la década de 1980, ya hablaban de cómo la cultura podría importar más de lo que habían pensado anteriormente, que los humanos no son todos iguales. La cáscara económica está en realidad marcada por los rasgos culturales y las diferencias culturales. Y en los principios de los 90 era realmente muy común, incluso en la corriente principal de la economía, decir que la historia, las instituciones o las evoluciones durante largos períodos de tiempo importan. Así que los neoliberales que han formado estos partidos de extrema derecha, desde Austria a Gran Bretaña, ya llevan años argumentando en este sentido, incluso antes de que hicieran alianzas con los neonazis. Ya decían que no se trata solo del mercado, sino que también se trata de la cultura. Y están usando el mismo argumento. El AfD en Alemania está compuesto por personas que se ven a sí mismos como buenos hayekianos y a la vez chauvinistas culturales, y no ven ninguna contradicción en ello. No es una especie de matrimonio de conveniencia que estén apretando los dientes… simplemente lo hacen porque es perfectamente coherente ideológicamente con sus ideas. Así que creo que actualmente estamos en un punto importante, ya que no es solo una especie de alianza incómoda entre la gente del mercado y la cultura, sino que en realidad es intelectualmente coherente. Es muy importante verlo, porque no hacerlo provoca que sea más difícil averiguar cómo se podría enfrentar este tipo de cosas. Porque creo que normalmente lo que ocurre es que la gente piensa que hay algunas personas buenas que solo se preocupan por el capitalismo, incluso si son un poco extremas. Y luego están los malvados, ya sabes, los racistas… pero claro, ¿cómo podemos hablar con los buenos capitalistas sin confrontar a estos malvados racistas? Porque no es tan fácil trazar una línea entre los dos.

¿Qué opinas de los paquetes de medidas de gasto y monetarias que se están empezando a aplicar tras el covid, como los Next  Generation UE o el Plan Biden? ¿Hay un cambio de paradigma y los Estados se están volviendo keynesianos? ¿Está el libre mercado en peligro?
Lo que creo es que no todos los partidos de extrema derecha en la UE en este momento se puedan catalogar en la misma categoría, ni que tengan esas hojas de ruta neoliberales culturales. Partidos como La Liga italiana no tienen ningún problema con el BCE y su inyección de dinero, en realidad lo que quieren es que les den más dinero a ellos. Así que lo que quiero decir es que no toda la extrema derecha europea actual tiene el mismo perfil cultural neoliberal. La mitad lo tiene, pero la otra tiene ideas más abiertas a la política monetaria europea. Creo que, de todas maneras, quien tiene la voz cantante es la Reserva Federal Estadounidense, ya que es el prestamista de última instancia, ya no solo de Estados Unidos sino de todo el planeta, como pudimos ver tras la crisis financiera mundial de hace una década. Por lo que si algo tiene que cambiar, está claro que esos cambios tienen que venir de los Estados Unidos. La UE siempre ha respondido más o menos reactivamente a lo que sucede en los Estados Unidos, siempre con un poco de retraso pero aún más neoliberal, en mi opinión, como pudimos ver en la respuesta a la crisis del 2008. Por lo que aquí podemos ver dos factores clave. El primero es la erosión de las normas neoliberales de las políticas comerciales. Bajo la administración Trump, la única desviación del neoliberalismo fue esa ruptura de la globalización económica en la confrontación con China. Una guerra comercial enorme, la mayor desde los años 30. Fue denunciada rotundamente por todos en el Partido Demócrata e incluso dentro del Partido Republicano cuando empezó en 2017. Pero para 2020 ya todo el mundo lo veía normal. Y eso es ahora la nueva normalidad. La nueva normalidad es que protejas tus propios productos, que intentes romper las cadenas de suministro internacionales para traerlos a tu propia casa, se espera que se desarrolle algún nivel de autosuficiencia y desacoplamiento, etc. Estados Unidos está en ello y Canadá se ha sumado. Así que ese es el primer gran cambio. Creo que esto señala el fin del estilo de globalización mundial de los años 90. El desafío chino como principal fuerza productora del resto del mundo, o mejor dicho del mundo atlántico, ha hecho que los Estados Unidos y la UE se unan para contener a China y su actividad económica. Y eso es muy diferente a todo lo que le precedió. Puede seguir siendo agresivamente capitalista, pero es diferente del tipo de globalismo que he descrito en mi libro. Así que ese es el gran cambio. Aun más grande que eso, el otro factor importante es el fin del miedo a la inflación. Quiero decir, después de 2008, la suposición de la izquierda y la derecha en los Estados Unidos seguía siendo que si el Estado gasta demasiado, la gente lo pagaría a través de la inflación. Es la ortodoxia económica. Pero, obviamente, no sucedió. Llevamos más de una década sin inflación, es más, hay más movimientos hacia la deflación y parece que es imposible hacer que la inflación suceda. Y ahora que sabemos que no sucedió, significa que cualquier cosa es posible. Y me refiero a los paquetes de medidas de los 100 primeros días de Biden. Las medidas de gasto de Biden solo son posibles tras la ruptura del hechizo de la fobia a la inflación. La viejas ortodoxias económicas ya no tienen evidencia empírica de esa temida inflación, nadie les cree ya en Washington, al menos por el momento. Por lo que creo que ha habido una fuerte ruptura a la racionalidad neoliberal en un nivel superior.  Pero aquí hay que matizar algo. Sí que puede que haya ese cambio a un nivel superior. Lo vemos cuando Biden, Ursula von Der Leyen e incluso las élites corporativas hablan sobre el cambio climático y la necesidad de respuesta, que hay que hacer algo con la desigualdad creciente o que los ricos tienen que pagar más impuestos. Ves eso y puedes pensar que el neoliberalismo está medio muerto o luchando para no terminar de morir. Pero cuanto más bajas en la escalera socioeconómica, menos parece que el neoliberalismo esté muriendo. Cuando ves a la gente que necesita varios empleos para vivir, tiene que estar pagando facturas médicas, necesita que su suegra cuide de sus hijos que no tienen escuela por el covid y está vigilado por cuatro jefes diferentes, pues da la impresión de que todavía queda mucho neoliberalismo. El lugar de trabajo es el lugar donde se pueden observar muchas de las cosas que justificadamente hemos criticado en las últimas décadas y es ahí donde tiene que ser impugnada. Por lo que creo que este es el momento de la verdadera lucha de clases y que no necesariamente se tiene que dar en los niveles superiores, sino en la parte inferior. Porque ahí es donde hay una disminución de la autonomía y de la libertad para la gente común. El único tipo de libertad que se está ganando es la de tener cuatro trabajos y apenas dormir o ver a tu familia. Pero no es el tipo de libertad que la mayoría de gente quiere. Así que, por resumir, a un nivel superior sí que el neoliberalismo está luchando por continuar, pero en la parte inferior sigue formando parte de nuestra vida diaria.
Con esta confrontación entre Estados Unidos y China, donde Europa es solo un campo de batalla pero no parece ser un jugador decisivo, con una crisis que está afectando, como bien acabas de comentar, a las clases bajas y una extrema derecha ganando popularidad, ¿qué crees que puede ocurrir en la próxima década?
Creo que esa idea que había antes de 2020 de producir donde fuera más barato y no preocuparse por dejar de tener acceso a esos productos ha cambiado. Crecerá la tendencia de traer esas cadenas de producción y suministros a casa porque la pandemia demostró que eso no es cierto. Los países buscarán su propio interés y detendrán la exportación de todo, desde las mascarillas hasta las vacunas y se molestarán por producir esas cosas en casa. Y no solo productos relacionados con la sanidad y las futuras pandemias, también los semiconductores, chips, etc. Esa guerra está ocurriendo ahora mismo y Europa, India o Estados Unidos están en proceso de producir chips en sus propios países, cuando antes solo se producían en Asia. Todo esto hará que se empiece a relocalizar la industria en países que antiguamente eran industriales, como Estados Unidos, y puede que se cree algo de empleo. Aunque lo más probable es que sean grandes fábricas automatizadas y robotizadas controladas solo por unas pocas personas. Otra cosa a tener en cuenta es la cuestión del carbono y el clima. si la gente se empieza a preocupar de verdad por el clima, se necesitará mucha cooperación internacional. Pero no tiene por qué ser así. La preocupación por el clima puede tener tanto un efecto nacionalista como internacionalista. Las propuestas que hay ahora mismo sobre la mesa son medidas como los ajustes fronterizos del carbono, que básicamente significa que se graven los productos de países que no estén cumpliendo con las exigencias climáticas. Esto puede fomentar la producción doméstica, algo que en realidad puede perjudicar específicamente a los países pobres que tal vez no pueden adaptarse a estas medidas de emisiones cero a la misma velocidad que los países ricos. Por lo que este momento postliberal creo que puede producir una mayor brecha entre países ricos y pobres en términos de producción, lo que provocará otras brechas como la del acceso a vacunas. Así que ese supuesto de que después del neoliberalismo la desigualdad mejorará de alguna manera, no sé si es cierto. Creo que se puede conseguir cosas mejores tras la dominación neoliberal, pero porque la gente se toma ahora más en serio la resiliencia, la política climática, etc. También creo que es bastante probable que la contención de China se desborde hacia una militarización más belicosa. De hecho, creo que ya está ocurriendo cuando vemos que la Comisión Europea y los Estados Unidos empiezan a preocuparse por los derechos humanos en China. Antes nunca se hablaba de esto, pero ahora que China es un competidor económico, de repente todos se preocupan mucho por las violaciones de derechos humanos allí. Este hecho ya está socavando los intentos de la UE de firmar un acuerdo bilateral con China, tal y como han estado haciendo antes de que llegara Biden firmando un gran acuerdo entre sus bancos de inversión que ahora está en peligro. Lo que creo que vamos a presenciar es la división de ese mundo globalizado hacia uno de grandes bloques económicos, con libertad de inversión y comercial dentro de ellos. China está haciendo lo mismo con la promoción de la Ruta de la Seda. Y creo que este tipo de bloques económicos podrían tener éxito a la hora de contener el desafío populista de la derecha. Lo creo porque si los centristas se van un poco más a la izquierda, como parece que está ocurriendo ahora, y desarrollan una especie de chovinismo cultural del bienestar, en el sentido de ofrecer servicios sociales a las personas que están cabreadas por haber sido jodidas por la globalización, entonces, tal vez, puedan ganar algo más de simpatía de nuevo. Creo que se les ocurrirán soluciones tecnocráticas para ello. Creo que en Estados Unidos ya se pueden ver cosas así y se ve la posibilidad que haya algo así como una renta básica universal combinado con el trabajo precarizado que ya existe. Pones un suelo por debajo pagado por el Estado para el nivel más bajo de subsistencia. Aunque la gente sigue teniendo que buscar múltiples trabajos de mierda, pero esa combinación de la intervención del Estado mantiene a las grandes empresas felices, porque no tienen que lidiar con la fuerza de trabajo organizada. Así parece que tenemos una combinación de un Estado más generoso, más punitivo con los empresarios… creo que esos dos factores podrían combinarse bien juntos.
No es nada nuevo, como explicas en tu libro, pero ahora parece que uno de los principales mantras neoliberales es la protección de las inversiones. Eso que la economista Daniela Gabor llama el consenso de Wall Street. Salvaguardar las inversiones, protegerlas, que la democracia no se interponga en lo económico mediante legislaciones internacionales que escapan a su poder. ¿Es este el nuevo mantra neoliberal dominante?
Creo que hay una especie de rotura de la clase capitalista y sus componentes. Quiero decir que antes había un dominio tradicional del sector de los combustibles fósiles, pero ahora están recibiendo un duro golpe. Además, una de las cosas más extrañas de ese supuesto final del neoliberalismo es que la riqueza se está concentrando cada vez más en un pequeño número de personas muy ricas. Así que todo ese activo que han creado la Reserva Federal y otros bancos centrales tras el estallido de la crisis del covid ha sido capturado por una parte muy pequeña de personas que se encuentra en la cima. Lo que ha producido que haya inflación en el valor de las acciones de un pequeño número de empresas tecnológicas que están muy por encima del valor que probablemente deberían tener. Por lo que, como tú has dicho, no es nada nuevo que el Estado actúe como una especie de respaldo o una salvaguarda para las acciones especulativas y de riesgo en Wall Street. Y no creo que eso vaya a cambiar. Pero creo que lo que se considera una apuesta segura y lo que se considera una apuesta arriesgada sí que se encuentra en un proceso de cambio. Lo que parece que va a suceder es que habrá un gran impulso para realizar una transición energética en los Estados Unidos, cosas como los vehículos eléctricos y así sucesivamente. Por lo que los productores de litio se van a convertir en entidades extremadamente importantes e invaluables. Al Estado y la FED les convendrá proteger y supervisar estos sectores de la economía, mientras que puede que descuiden otras que antes priorizaban, como por ejemplo la industria del petróleo.  Por lo que creo que va a ser más de lo mismo. Lo mismo que lleva ocurriendo desde el fin de la era de Bretton Woods en la década de los 70. El papel de la FED ha sido el de rescatar al sistema financiero de su propio colapso y esas crisis periódicas que llevan ocurriendo cada diez años desde el comienzo de la década de los 70. Y creo que va a seguir haciéndolo porque no parece que este post neoliberalismo tenga mucha intención de regular la especulación financiera. Además vemos cosas como el caso de GameStop o las de otras acciones de empresas subiendo por la nubes, que sugieren que hay una atmósfera parecida al salvaje oeste en Wall Street. Por lo que parece que desde Wall Street sí que estén interesados en llegar a un consenso al estilo de Biden en esta transición neoliberal. Es curioso que este tipo de postneoliberalismo todavía se basa en un mercado de valores masivamente sobrevalorado, bienes raíces masivamente sobrevalorados, unos pocos mercados inmobiliarios en el país y un auge insostenible de construcción de viviendas. Se parece mucho a todo lo que lo ha precedido. De hecho, la única idea que está cambiando parece ser la de una política fiscal unificada para tratar de frenar la evasión de impuestos, lo cual es bastante importante. Creo que si hay una política fiscal para redistribuir algunas de esas ganancias a la gente trabajadora a través de cosas cotidianas, como el cuidado de los niños, el preescolar, la universidad… ahí puede que presenciemos algo diferente.

Fuentes: El salto [Foto: Quinn Slobodian, historiador canadiense. © Tony Luong 2021] @EconoCabreado- https://www.elsaltodiario.com/neoliberalismo/quinn-slobodian-globalistas-para-neoliberales-libertad-poner-precio-todo-cubrir-vida-mercado

 

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