Los plaguicidas matan miles de millones de aves, alerta el experto Pierre Mineau




Si dependiera de Pierre Mineau, los plaguicidas no existirían. En una reciente entrevista, este afamado científico canadiense, dejó muy clara su opinión al respecto: “Vamos a deshacernos de los plaguicidas, que están matando a las aves”.
Mineau no desiste en su lucha contra los plaguicidas. Según él, “ya no tienen cabida en este nuevo milenio”. Pero su lucha no es nueva, ya la emprendió en el año 1962 Rachel Carson, en su libro Primavera silenciosa, donde mostraba informes de la mortalidad masiva de aves por el uso de plaguicidas. Y no hablamos de unos cuantos miles de bajas: son incontables los millones de aves que siguen muriendo en todo el mundo por los efectos de los plaguicidas.
Los ecologistas denuncian que la industria se resiste a una regulación y la política todavía no ha reaccionado ante este problemón. ¿Qué dice de todo esto Pierre Mineau?
En palabras de este experto en ecotoxicología de plaguicidas, que trabaja en el Centro Nacional de Investigación de Vida Silvestre en Ottawa:
Tras ser rociados con pesticidas los campos, las personas tienen muy claro que no han de volver por allí hasta 14 días después, y luego nos extrañamos cuando las aves que sobrevuelan estas áreas tienen problemas. Es de sentido común que estamos perjudicándolas. (Traducción libre)
Aunque el problema afecta a todo el mundo, Mineau hace distinciones pues, a diferencia de la UE, la mayoría de los países en desarrollo usan plaguicidas más tóxicos, que ya están fuera de patente. Pero lo que más le indigna es la falta de ética y sentido de la responsabilidad de algunas empresas:
Lo que me parece realmente escandaloso es cuando una empresa realiza estudios que muestran un impacto significativo y luego continúa en el mercado de los plaguicidas a nivel mundial. Por ejemplo, ocurre con el carbofurano granular. La primera vez que hicieron las pruebas de la EPA se encontraron 799 aves muertas de una sola especie en algunos campos. Otras especies también se vieron afectadas, pero no en tales números. Sin embargo, costó cerca de 15 años eliminar el producto en América del Norte, y sigue siendo utilizado en todo el mundo.
Cuando las ganancias de la venta de un pesticida son lo suficientemente altas, se esfuerzan en oponerse y retrasar cualquier cambio normativo. Cada año de demora están muriendo millones de animales. Mi cálculo es que cada año este producto estaba matando entre 17-91 millones de aves sólamente en los campos de maíz de EEUU. (Traducción libre)
¿Y cómo afecta a las aves el plaguicida? En el caso de las formulaciones de gránulos o tratamientos de semillas, el envenenamiento se da a través de la ingestión, y cuando se trata de los aerosoles, afecta la piel de los pies y el cuerpo.
¿Soluciones? Según este experto, el problema lo han de resolver los gobiernos: “Hay que sustituir los productos químicos existentes. Creo que es cuestión de decir: los productos químicos - principalmente los insecticidas organofosforados y carbamatos - no tienen cabida en este milenio. Y tomar decisiones a nivel global, porque país por país sería difícil (Traducción libre)”.
La solución concreta que propone Mineau no es, sin embargo, la agricultura orgánica. No, al menos, necesariamente. Él explica que la química no siempre significa veneno para las aves, lo que importa es la toxicidad del producto.
Así, propone alternativas con menor nivel de toxicidad. Para que éstas triunfen, hay que superar obstáculos importantes:
La economía es un obstáculo clave. En primer lugar, los plaguicidas muy eficaces contra una amplia variedad de plagas son económicamente deseables, incluso si son ecológicamente más dañinos.
Los nuevos pesticidas tienden a ser más complejos y caros de hacer. Los plaguicidas viejo estilo (como organofosforados) son más sencillos y baratos de hacer. Los gastos de investigación han sido pagados, por lo que el margen de beneficio es mucho mayor. De ahí el deseo de la industria de mantener estos productos en todo el tiempo posible. (Traducción libre)
Vía| www.theecologist.org
Fotografía | Dario Sanches

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51 millones de personas practican la observación de aves en EEUU

De acuerdo con el Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos, actualmente 51,3 millones de ciudadanos estadounidenses son observadores de aves. Para ellos, el Conteo Navideño de Aves de Audubon (Audubon Christmas Bird Count o CBC), que ha comenzado el 14 de diciembre y finalizará el 5 de enero, es uno de los eventos más importantes del año. Desde Alaska hasta la Antártica, decenas de miles de voluntarios recogen información sobre las aves que engrosará los registros que se crearon hace 110 años.
Estos datos, cuya recolección general lleva el nombre de Ciencia Ciudadana (Citizen Science), son utilizados por los científicos para entender mejor cómo las aves y el medio ambiente evolucionan en América del Norte. A través de la observación de las aves desde sus propios jardines, y de los registros que llevan de esta observación, los ciudadanos contribuyen a determinar las rutas de las especies y la salud de sus poblaciones.
En consecuencia, permite identificar qué aves necesitan mayor protección y cuáles han experimentado un crecimiento en su población. Uno de los casos ejemplares de la importancia del CBC es el del águila calva, símbolo de Estados Unidos, cuya reaparición fue documentada a través del conteo navideño.

La prestigiosa revista Nature publicó un editorial calificando al CBC como un “modelo” para la ciencia ciudadana. El año pasado, The Economist lo describió como una espléndida tradición de 109 años.
La precisión de las observaciones es garantizada con la integración de nuevos participantes a un grupo que incluye al menos un observador de aves con experiencia. Los voluntarios siguen rutas determinadas a través de 24 kilómetros a la redonda.
Vía | www.examiner.com
Fotografía | Eddie Callaway

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