¿QUÉ PASARÍA SI…?






Por: Carlos Pérez Alvarado

Nadie puede desconocer el inexplicable y evidente aumento de los fenómenos climáticos, inusuales y catastróficos muchos de ellos, que está experimentado en los últimos años el planeta entero. Aunque algunos todavía se empeñan en negarlo, las pruebas de la existencia de un cambio climático empiezan a ser contundentes. Nos estamos acostumbrando a escuchar frases como "las peores inundaciones en 50 años", "las más grandes sequías en décadas", "el 3er. sismo, con tsunami incluido, más violento registrado en el mundo (en el caso del terremoto del 27F)", o "las mayores nevadas en 30 años, o quizás más (como esta última en Aysén)". Es como si todo arreciara en exceso; vientos que nunca se habían visto, huracanes, heladas, calores que si bien tienen antecedentes en la historia reciente, parecen concentrarse -todos- para detonar sin piedad en un breve lapso de tiempo. Por ejemplo, antes de 2009, en Haití el último terremoto había ocurrido en 1842; es como si alguien se ganara el Loto, el Kino, la Lotería, la rifa del curso y apostando a los caballos, en unas pocas semanas.
En China, donde se encuentra el proyecto hidroeléctrico más grande del mundo, la represa de las Tres Gargantas, están en estado de alerta tras enfrentar lluvias extremas y el aumento del caudal del embalsado río Yang Tsé, como no había sucedido desde el inicio de su construcción, y que podría llegar a los 70.000 m3/m2. Hasta la fecha el record era de 50.000 m3/m2 en 1998 cuando la temporada de lluvias terminó con la vida de más de 4 mil personas y obligó a evacuar a unos 18 millones de chinos. El agua acumulada el fin de semana pasado alcanzó los 147,3 metros de altura por lo que se hizo necesario abrir al máximo las compuertas, y evacuarlas a un ritmo de 34 mil m3/seg y así hacer espacio a las nuevas aguas que llegaban. En estos mismos momentos la preocupación y la tensión allí son enormes.
Más cerca de nosotros, no se conocían registros de anteriores erupciones del volcán Chaitén, ni tampoco del terremoto en el fiordo de Aysén el año 2007, sin embargo ocurrieron. Por lo mismo tampoco sabemos qué tipo de acontecimiento "nuevo" podría registrarse en el futuro próximo y es aquí donde responsablemente nos tenemos que preguntar si estamos preparados para estas eventualidades y, sobretodo, si los mega emprendimientos energéticos que se anuncian y promueven en nuestra región los han anticipado en sus estudios de impacto ambiental (EIA).
De partida se sabe que Hidroaysén ni siquiera consideró en su proyecto los reiterados vaciamientos del Lago Cachet 2 y es tan difícil convencerse que Energía Austral (Xstrata) obstinadamente pretenda construir una represa en el río Cuervo, justamente en donde se situó el epicentro del terremoto en el fiordo. He escuchado a funcionarios de la transnacional Endesa-Colbún afirmar que la central hidroeléctrica de Ralko resistió perfectamente el último sismo omitiendo mañosamente que ésta represa en realidad se encuentra a cientos de Kms. del epicentro frente a Cobquecura en el mar.
A raíz de las últimas nevadas, cabe preguntarse qué tan anticipadas y prevenidas tienen estas inusuales condiciones climáticas y fenómenos diversos de la naturaleza; me refiero a potenciales deshielos sin precedentes, temperaturas tan gélidas que podrían congelar una gruesa capa de las aguas detenidas en los proyectados embalses, como pasa cada año en la laguna Foitzick o en la desembocadura del Baker, en Caleta Tortel.
¿Podría el peso y la presión del agua congelada ser resistido por estos muros de cemento sin que haya peligro de un colapso? ¿Y qué pasaría con el tendido eléctrico?, ¿Los cables serían capaces de soportar el peso de la nieve en los numerosos tramos en los que quedan expuestos a estas rigurosidades o, incluso, donde nunca ha nevado?, ¿Cuánto tiempo se demorarían las cuadrillas de contratistas en acceder a los sitios siniestrados?, ¿Cuántas horas podría estar suspendida la conexión con el SIC que llevaría esa energía principalmente a las mineras del norte, sedientas de ganancias al menor costo? ¿Y si hace erupción nuevamente el Volcán Hudson? ¿O si despierta el Melimoyu o el Macá? ¿De qué les serviría la cacareada "conectividad" con Puerto Montt, si por estos días ni siquiera fue posible ir de Coyhaique a Villa Ortega o, como casi nunca antes había sucedido, quedó interrumpido el tránsito con Puerto Aysén?
Naturalmente el ánimo no es ser catastrofista pero bien vale la pena recordar aquí un viejo y sabio refrán que dice; "Dios perdona siempre, el hombre perdona a veces, pero la Naturaleza no perdona nunca". Lo estamos viendo, ¿no le parece?


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