Petróleo de BP envenena cadena alimentaria del Golfo de México





Por Dahr Jamail



NUEVA ORLEANS, Estados Unidos, jul (IPS/IFEJ) - Crustáceos del Golfo de México crecen con gotas de crudo en su interior, las aves empetroladas sirven de alimento a los coyotes y los tiburones se asfixian cuando el petróleo que tragan tapona sus branquias.
Dentro de las valvas de diminutos cangrejos azules que apenas están dejando de ser larvas se han hallado gotitas de petróleo, dice a este reportero Harriet Perry, directora del Laboratorio de Investigaciones de la Costa del Golfo en la Universidad de Mississippi del Sur, Estados Unidos. 

Esos cangrejos se trasladan de las aguas del Golfo a los pantanos de la costa de Mississippi. 

Muchas especies de peces y aves se alimentan de estos jóvenes cangrejos. Y éste es apenas uno de muchos ejemplos sobre cómo el petróleo que empezó a derramarse en abril tras al accidente de British Petroleum (BP) ya hace estragos en la cadena alimentaria. 

Jonathan Henderson, quien organiza campañas de resiliencia costera en la internacional Gulf Restoration Network (red de restauración del Golfo), explica que muchas aves cubiertas de crudo sirven de alimento a los coyotes, que a su vez son ingeridos por los lagartos. 

"¿Sabe cómo mata el petróleo a los pelícanos?", pregunta Dean Wilson, director ejecutivo de Atchafalaya Basinkeeper. 

"Abren las alas para secarlas al sol, pero en realidad se cocinan al sol. Miles de aves están muriendo así por culpa de la codicia de una empresa extranjera", explica. 

La organización que lidera se dedica a preservar los ecosistemas de la cuenca del río Atchafalaya, sobre la costa del sudoriental estado estadounidense de Louisiana. El petróleo comenzó a diseminarse por el Golfo de México el 20 de abril, cuando la plataforma de exploración Deepwater Horizon, que BP arrendaba a la firma suiza Transocean, sufrió una explosión y, dos días después, se hundió. Al cierre de esta edición, la empresa anunció que había logrado tapar la perforación y frenar el derrame. Wilson señala la falta de voluntad de BP para ejecutar las medidas necesarias para proteger la naturaleza. 

Por ejemplo, asegura, BP no rescata a los pichones cuyos padres están cubiertos de petróleo y no permite que ambientalistas como él socorran a los animales. 

"Para criar a los pichones se necesita a los dos progenitores. Si uno de queda cubierto de petróleo, el otro solo no puede hacerse cargo a la vez de las crías y la búsqueda de alimentos, y éstas mueren", describe Wilson. 

Según él, la cantidad de pichones muertos ya equivale a la de pelícanos rescatados, y estos últimos son "apenas la punta del iceberg". 

Según el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, hasta el 14 de julio, unos 890 kilómetros de la costa del Golfo están cubiertos de crudo, se recuperaron 2.930 aves (1.828 muertas y 1.102 cubiertas de combustible), y más de 500 tortugas marinas y mamíferos muertos. 

Más de 45.000 trabajadores están desplegados para mitigar el desastre de BP. Pero se estima que hasta el cierre de esta edición de derramaron 8,4 millones de barriles de petróleo en el Golfo y se utilizaron más de 6,8 millones de litros de productos químicos dispersantes Corexit 9500 y Corexit 9527, prohibidos en Gran Bretaña. 

Estos agentes son considerados causantes de dolores de cabeza, náuseas, vómitos, diarrea, irritación y daños del aparato respiratorio, depresión del sistema nervioso central, efectos neurotóxicos, mutaciones genéticas, arritmia cardiaca y fallas cardiovasculares. 

"Éste es el segundo delta más importante de América, y uno de los principales del planeta", dice a este reportero el activista Paul Orr, de la organización ambientalista Lower Mississippi Riverkeeper. 

"No tenemos idea de lo que puede ocasionar esta cantidad de petróleo tan cerca del delta. Los dispersantes se usan para hundir el crudo y así minimizar sus impactos costeros", explica. 

"Pero ahora parece que el motivo real fue hacerlo desaparecer de la vista, porque si se queda en la superficie al menos se puede recoger aunque afecte la costa en algún grado", plantea. 

"En cambio, ahora tenemos varios millones de barriles de petróleo hundiéndose en el agua y adhiriéndose al suelo marino. Es posible que nunca conozcamos algunos de los daños a largo plazo", agrega. 

Como otros ambientalistas y científicos, Orr critica que BP no haya realizado los esfuerzos adecuados para rescatar a los animales contaminados. "Tienen que hacer de cuenta que están haciendo algo", dice, aludiendo a la escasa cantidad de aves que la firma se encargó de limpiar. 

A Orr le preocupan todas las especies del Golfo, pero en particular las que estaban amenazadas antes del derrame. Por ejemplo, las tortugas marinas de Kemp (Lepidochelys kempii) y laúd (Dermochelys coriacea), el cachalote (Physeter macrocephalus), el esturión del Golfo (Acipenser oxyrinchus desotoi) y aves como el frailecillo silbador (Charadrius melodus). 

"Hay por lo menos 75.000 millas cuadradas (194. 249 kilómetros cuadrados) cubiertas de petróleo", asegura Henderson. 

Wilson está preocupado por los microorganismos que se alimentan del petróleo, particularmente en las zonas más profundas del Golfo, donde BP arrojó los dispersantes. 

"Hay una gran población de ballenas y tiburones ballena que migran justo al lugar donde está el petróleo. Hemos visto grupos de cientos navegando a través del Golfo. Abren sus bocas para filtrar el plancton y se tragan el crudo envenenando sus branquias, lo que conduce a la asfixia", señala. 

No es posible cruzarse de brazos y esperar a ver las consecuencias, opina Henderson. 

Además, añade, "siento que ésta no será la última explosión de un pozo petrolero". 

*

Este artículo es parte de una serie de reportajes sobre biodiversidad producida por IPS, CGIAR/Bioversity International, IFEJ y PNUMA/CDB, miembros de la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (http://www.complusalliance.org). Publicado originalmente el 17 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.
Sólo en algunas bahías y canales del sur de Louisiana se puede seguir pescando cangrejo azul no contaminado.

Foto Crédito: Erika Blumenfeld/IPS

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El derrame de petróleo de BP podría costar hasta 100.000 puestos de trabajo


Tras conocerse hoy el aumento del desempleo en el estado de Louisiana, hecho público por el Departamento de Trabajo de EE.UU., varios expertos han alertado de que el desastre ecológico del derrame de BP en el Golfo de México podría costar, en el peor de los casos, hasta 100.000 puestos de trabajo.
El mes pasado, la tasa de desempleo en Louisiana subió 0,2 puntos, colocando el porcentaje total del estado en el 7 por ciento (muy por debajo de la media nacional, del 9,5 por ciento). Louisiana es uno de los cinco estados del país que han visto aumentar el número de desempleados el último mes.
Los analistas de Moody’s Analytics, por su parte, han calculado que, dependiendo de si se logra detener definitivamente el flujo de crudo del derrame de BP, la región podría enfrentar miles de millones de dólares en pérdidas de crecimiento por culpa del desastre petrolero. Así lo explican en un informe:
Las estimaciones de Moody’s Analytics es que se perderán en la Costa del Golfo, hasta finales de este año, cerca de 1,2 millones de dólares en producción y 17.000 puestos de trabajo. En un escenario más pesimista, en el que el derrame de petróleo continúa hasta diciembre y en el que el presidente Obama extiende la moratoria sobre la perforación en aguas profundas, se perderían, hasta fin de año, 7,4 millones de dólares en producción y más de 100.000 empleos. (Traducción libre)

Mike Licht, NotionsCapital.com

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