¿Qué está pasando hoy en Fukushima?
Los mayores problemas se plantean ahora en el reactor número 2, el cual está emitiendo altos niveles de radiación situados en más de 1.000 milisievert y la hora y en el que el Gobierno cree que se ha producido una fusión parcial de su núcleo al derretirse parte de sus barras de combustible.
Además, la compañía ha informado de que se ha detectado agua con altos niveles de radiación en el exterior de este reactor. El portavoz del Gobierno japonés, Yukio Edano, dijo que ese alto nivel de radiación en la unidad 2 podría provenir del contacto de agua con material de las barras de combustible nuclear parcialmente fundido.
Mientras tanto, en el reactor número 1 se ha conseguido hacer llegar la corriente eléctrica para evacuar el agua radiactiva, aunque después de cuatro días los avances son ínfimos. Lo mismo ocurre en el resto de reactores y la empresa ya empieza a plantearse nuevas estrategias para atajar la crisis nuclear.
¿Cuánto tiempo podría durar
Nadie lo sabe. El escenario más probable es una batalla larga, incansable e interminable con pequeños avances en la refrigeración y graves problemas con la radiación.
Una vez que las bombas y los sistemas de extracción de calor residual estén en funcionamiento, sólo llevaría un par de días para que los reactores entrarán en parada fría. Sin embargo, los ingenieros están trabajando completamente a oscuras lo que dificulta las tareas, y sólo se ha conseguido algo de luz en la sala de control del reactor 3. Además, las mediciones de radiación se siguen haciendo manualmente porque los puestos de control no funcionan.
A esto hay que sumarle que los trabajadores se encuentran además con tuberías rotas, escombros, equipos inundados y la falta de bombas de oxígeno de repuesto.
Algunos expertos sospechan de graves daños en la estructura de contención alrededor del reactor 2, y se cree que podría tomar hasta meses para que ese reactor entre en parada fría.
¿Cuáles son los riesgos?
El principal riesgo proviene de la radiación que se filtre o que llegue a explotar si se producen fugas en las tuberías o un aumento de la presión que los trabajadores no puedan liberar.
Un portavoz de la Agencia de Seguridad Nuclear e Industrial japonesa, Hidehiko Nishiyama, ha informado de que los niveles de yodo radiactivo en el agua de mar recogida en las inmediaciones supera ya en 1.250 veces el límite legal.
Beber medio litro de este agua supondría exponerse a un milisievert de radiación, el límite anual recogido en las leyes japonesas, ha señalado Nishiyama, según declaraciones recogidas por la agencia de noticias japonesa Jiji.
Las fugas de agua radiactiva podrían entrar en contacto directo con la tierra y el mar, mientras que los picos de radiactividad podrían contaminar cultivos en un radio más amplio que el de hasta ahora.
¿Se convertirá en un lugar 'en tierra de nadie?
Lo más probable es que así sea. Incluso después de una parada fría quedarán toneladas de deshechos nucleares bajo los reactores. Inyectando plomo como se hizo en Chernóbil para tapar esos residuos se podría contener la radiación y vivir relativamente cerca de la planta, aunque sólo por un periodo de tiempo porque a lo largo del tiempo acabarán expulsando partículas radiactivas.
El combustible nuclear gastado en Fukushima ha sido dañado por el agua de mar, por lo que el reciclado no es una opción, mientras que transportarlo a otra parte es improbable dada la oposición que la propuesta traería.
La otra opción, que algunos barajan, es crear un sarcófago similar al que ahora mismo se encuentra en Chernóbil, el problema es que a los 30 años, el sarcófago deja de contener la radiación.
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Fukushima: Reflexiones sobre la energía nuclear
Óscar Simón
En lucha
Hace menos de dos semana, la costa este de Japón fue afectada por un terremoto de 8,9 en la escala Richter y un tsunami (hola marina que alcanzó los 10m de alto) posterior. Cerca de 20.000 personas desaparecidas, decenas de viviendas arrasadas y cientos de miles de desplazados. Todo eso en un país como Japón, de los más avanzados del mundo en la prevención antisísmica. Ciudades como Sendai, con una población superior al millón de personas, aislada, sin electricidad ni agua potable.
Sin embargo, la atención global no se centra en el rescate de supervivientes, ni en la caída de la bolsa o en la paralización de la industria, sino en lo que está pasando en la central nuclear de Fukushima (o mejor dicho, complejo nuclear), en el que se localizan seis reactores, de los cuales tres (el Fukushima 1 (1971), el Fukushima 3 (1976) y el Fukushima 4 (1976)) se encuentran en estado subcrítico (es decir, han enviado radiación al exterior) y el Fukushima 2 (1974) en estado crítico, donde ha habido una fusión parcial del núcleo.
Sobrevuela en el ambiente el fantasma de Chernobil 1986. De hecho, el radiobiólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Eduard Rodríguez-Farré ha asegurado hoy martes que el accidente en la central de Fukushima está siendo como "un Chernobil a cámara lenta", ya que cada día están habiendo explosiones en la estructura externa de los reactores. La situación es desesperada; los técnicos intentan evitar la fusión de los núcleos bombeando agua marina, hecho que, pase lo que pase, ya ha dejado irrecuperables las centrales.
La situación se ha ido agravando a lo largo de los días. El viernes, el primer ministro decía que la situación estaba controlada y que no habría fugas. Hoy se han evacuado a más de 200.000 personas, a las que se les están repartiendo tabletas de yodo para protegerlas de yodo radiactivo que provoca cáncer de tiroides y que ya se ha detectado en la central. Los EEUU han alejado a más de 180km los portaaviones; Tokio se halla a 250 km de la central. La radiación es unas 50 veces superior a la habitual, es decir 5 microsievert/h según los expertos –en una radiografía se reciben 50 microsievert.
En estos momentos es difícil conocer la situación exacta, ya que la información aparece con cuentagotas. Ojalá se pueda evitar que la situación se agrave. No obstante, lo acaecido en Japón sitúa de nuevo a la energía nuclear en el centro del debate energético.
El lobby nuclear ha ido aportando en los últimos años argumentos en forma de lluvia fina, sin estridencias, hablando del incremento de la seguridad, de la necesidad de la energía nuclear para reducir la dependencia del petróleo e incluso para evitar el cambio climático.
Primer Mito: la nuclear es segura
Incluso hoy, cuando millones de japoneses tienen el corazón en un puño, los pro-nucleares argumentan que el accidente demuestra que las centrales son seguras –claro está, si al final la situación no empeora. Supongo que si ellos estuvieran evacuados viviendo en un polideportivo y tomando yodo de manera preventiva para tratar de evitar el cáncer de tiroides pensarían de manera diferente. Incluso en Japón, la tercera potencia económica mundial y el país más avanzado en prevención antisísmica, la energía nuclear se ha demostrado insegura.
Se argumenta que en el Estado español no puede haber terremotos ni tsunamis, y hasta cierto punto es cierto. Sin embargo, en el Mediterráneo ha habido terremotos y tsunamis en el período de la Grecia clásica que comportaron la desaparición de ciudades. Y, hace tres años, en Italia tuvo lugar un gran terremoto que acabó destruyendo la ciudad de l’Aquila.
Segundo Mito: Las nucleares reducen la dependencia
Es falso, el combustible nuclear es mucho más escaso que el petróleo, localizado en menos países. Por lo tanto, el suministro depende de los avatares geopolíticos.
Tercer mito: La nuclear no es contaminante
Se argumenta que la nuclear es no contaminante, siempre y cuando no se hable de los residuos que duran miles de años y tampoco de la extracción y purificación del combustible. Las minas de uranio a cielo abierto destruyen hectáreas de territorio, emiten toneladas de partículas en suspensión a la atmósfera y consumen enormes cantidades de petróleo. Además, para purificar el uranio se debe utilizar ácido sulfúrico en enormes cantidades y producen cantidades igualmente enormes de residuos tóxicos. Por lo tanto, este argumento también es falso. Además, la emisión de CO2 es muy importante en la construcción de las centrales, en la extracción y en el almacenamiento de los residuos.
Cuarto mito: La nuclear es rentable
Cuando se dice que la nuclear es rentable se miente igualmente, ya que el coste de la energía nuclear oscila entre 2800€/ KW y unos 5000€/ KW si se tienen en cuenta los costes de construcción, el 55% del total; de ahí el interés de alargar la vida útil de las centrales nucleares ya en marcha, a pesar de su deterioro y del incremento del riesgo de accidentes. En resumen, las nucleares sólo son rentables si se subvencionan con dinero público o bien si se hacen durar más tiempo de lo recomendable.
En conclusión, la política energética debe enfocarse hacia incrementar la eficiencia, a realizar grandes inversiones para sustituir las fuentes no renovables y a cerrar las nucleares cuanto antes mejor.
* Óscar Simón es militante de En lluita / En lucha.
Fuente: http://enlucha.org/site/?q=node/15862
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Una multitud pidió en Alemania y en Italia el fin de la era atómica
PorBERLIN Y ROMA. AP Y ANSA
La crisis desatada en la central nuclear de Fukushima, Japón, repercutió fuerte en Alemania –donde hay 17 reactores atómicos–y cerca de 200.000 personas salieron a protestar en cuatro grandes ciudades para exigirle al gobierno de Angela Merkel que elimine definitivamente del país la energía nuclear. La misma consigna gritaron manifestantes italianos en Roma. También marcharon para pedir el fin de la era atómica.
Las banderas amarillas con un sol rojo, donde el lema era “Energía nuclear- No, gracias”, desfilaron por las calles de Berlín, Hamburgo, Colonia y Múnich . Las protestas fueron convocadas por partidos ecologistas, sindicatos, organizaciones religiosas y ONGs.
Llamó la atención lo heterogénea que fue la manifestación, con gente de distintos niveles sociales. Había muchos chicos y adolescentes. Todos unidos en reclamo del fin de la era atómica.
La consigna simultánea en las cuatro ciudades fue “Fukushima dio el alerta - ¡Cierre inmediato de todas las centrales!” . En las distintas marchas, las pancartas tenían todo tipo leyendas y algunas fuertes. “La energía atómica destruye la vida” o “Nuestro cáncer proviene de su reactor”, rezaban algunas.
En un principio el gobierno de Merkel había decidido prolongar entre 8 y 14 años la vida de las centrales, pese a que había un plan de la administración anterior para abandonar este tipo de energía. Sin embargo, tras lo ocurrido en Japón, la canciller ordenó la desconexión de 7 reactores. La oposición la acusó de tomar una medida electoralista para evitar un triunfo de los ecologistas en los comicios regionales próximos.
“Con o sin campaña electoral: ningún ser sensato ignoraría lo ocurrido en Japón”, afirmó Merkel, para ratificar su propósito de someter a revisión la seguridad de todas las plantas alemanas e invitar a que ello se extienda a todo el ámbito de la UE. En Roma, la protesta convocó a 100 mil personas, según los organizadores. La marcha fue en el centro romano y la consigna: “Contra el átomo”. El gobierno de Silvio Berlusconi ya había anunció desarrollar aún más su plan nuclear.
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El escape radiactivo en Japón reaviva el debate sobre la energía nuclear
En el mundo hay 442 reactores y generan el 13,5% de la electricidad consumida.
PorSILVINA HEGUY
Las banderas amarillas con el sol rojo y el lema “Atomkraft-Nein Danke” –“Energía nuclear-No gracias”– volvieron a venderse en estos días en Alemania como en la década del setenta. El gobierno de Angela Merkel, como también el de Francia y España, revisarán sus centrales atómicas y cerrarán las que no pasen la prueba. Algunas televisoras europeas ya anunciaron que censurarán los capítulos de los Simpson en los que Homero –finalmente un poco preparado empleado de seguridad de una planta atómica– protagonice un accidente laboral. Ya no habrá peces de tres ojos ni ratas radiactivas en algunas versiones de la serie. Fukushima despertó hasta ese extremo el temor al desastre nuclear y reavivó el debate sobre el uso de esta tecnología.
El mundo se mueve y el 13,5% de la energía que usa para hacerlo es de origen nuclear , aunque hay países en que esa proporción se eleva hasta el 40%. Lo cierto es que sobre el planeta hay instalados 442 reactores nucleares repartidos en 29 países y hay otros 65 en construcción. EE.UU. es el que más tiene (104), pero no es el país que más depende de ella. El puesto en el ránking de la “nucleardependencia” lo encabeza Francia. Sus 58 reactores generaron el 76,2% de la energía que consumió en 2008.
Hasta la ola de diez metros que arrasó el noroeste de Japón el 11 de marzo, la energía atómica con fines pacíficos vivía días de pocas críticas masivas. En el debate que cuestionaba –por contaminar y provocar el calentamiento global– a la energía proveniente de fuentes no renovables como el petróleo, el gas y el carbón, lo atómico había logrado posicionarse como una alternativa limpia, explicó a Clarín Gustavo Lahoud, especialista en temas energéticos del grupo de investigación CLICET. Atrás habían quedado los dos incidentes que provocaron el terror de un escape radiactivo que afectara a la población de las zonas vecinas a las plantas nucleares. Pero Fukushima mostró que lo seguro no lo era tanto. Tras la ola sobre la central japonesa, la dependencia actual de la energía nuclear quedó cuestionada. El director del Centro de Estudios Estratégicos de Washington, Walter Laqueur, advirtió esta semana: “La energía nuclear se lleva un porcentaje que no puede ser sustituido rápidamente. La humanidad habrá de acostumbrarse a vivir con menos energía más eficiente aunque ello comporte costos más elevados y quizás un descenso del nivel de vida”.
En el fondo del debate sobre el uso nuclear con fines pacíficos está la discusión sobre la forma de crecimiento. “Lo económico y lo ambiental no se pueden separar. Porque si se lo hace se entra en una discusión sin salida. Es erróneo plantear que, para que un país sea competitivo, se necesita energía a cualquier costo –incluso con determinado riesgo ambiental y a la seguridad de la población– porque si no se debe dejar de crecer o se generará pobreza,” advirtió a Clarín Diego Hurtado, especialista de la Universidad Nacional de San Martín e investigador del CONICET. Para el científico pensar en el debate sobre lo nuclear también será pensar cómo crecer, para qué y a qué precio. Ante este panorama, la pregunta es si se puede reemplazar la energía nuclear. En el “sí” rotundo están los ambientalistas. “Mantenemos una posición muy crítica”, sostuvo ante Clarín Juan Carlos Villalonga de Greenpeace. “Por sus altísimos costos y por ser muy riesgosa. Para mitigar su peligro hay que gastar más”. Desde el punto de vista estratégico, Lahoud sostiene que una matriz equilibrada debería tener lugar para las centrales hidroeléctricas, eólicas y solares y los biocombustibles –que implican el desarrollo de combustible a partir de los granos y hasta incluso de las algas–. En ese esquema lo nuclear podría tener una proporción del 15 %. Pero nunca crear una dependencia de esta fuente como lo hizo Japón y Francia, advirtió. Porque tras el colapso “indominable” de Fukushima, los países que ataban su crecimiento a la energía nuclear quedaron cuestionados. Si el crecimiento tiene riesgo radiactivo, valdría la pena debatirlo.
Antecedentes peligrosos
Chernobyl. Hasta ahora, el único accidente de “máximo nivel” de una central atómica ocurrió el 26 de abril de 1996 en la planta de Chernobyl, en Ucrania, todavía en tiempos soviéticos. Por un error humano, hubo una explosión del hidrógeno acumulado en su interior y saltaron al aire una cantidad inédita de elementos radioactivos. En forma directa, murieron algunas decenas de personas. Pero las cifras de víctimas fatales fueron miles luego debido al consumo de leche contaminada, por la falta de atención y precaución de las autoridades y de información de los lugares afectados alrededor.
Three Mile. En su momento, el mayor accidente –en un nivel 5– había sucedido el 28 de marzo de 1979 en Three Mile Island, EE.UU. En la foto, tomada antes de ese hecho, un vecino corta el césped en el jardín de su casa. Tras el incidente, aunque no hubo víctimas fatales, la población circundante debió ser trasladada.
Cuál es la situación en la Argentina
El mapa energético argentino, según explican los especialistas, se ubica entre los menos diversos del continente, junto al mexicano y por debajo de países como Uruguay o Chile, sólo por hacer el ejercicio de mirar hacia el este y al oeste. Cerca del 90% de la energía bruta se produce a base de hidrocarburos, básicamente gas y petróleo. Esta dependencia tan alta a las dos principales fuentes no renovables plantea un problema. En la foto actual instalada en ese arraigo a energías fósiles, con un desarrollo de la energía nuclear que abastece al 3% de la producción nacional -el 7% en el consumo eléctrico- y con desarrollo casi testimonial de las eólicas y solares, se impone un debate sobre el tipo de energía que se va a usar en el país en los próximos años, atendiendo los costos, las inversiones de proyectos y la contaminación ambiental. En esa discusión también es preciso pensar el rol de la energía nuclear. El programa atómico nacional no se circunscribe a las dos centrales en marcha (Atucha I y Embalse). En poco tiempo se inaugurará Atucha II y en un par de años Carem, un reactor de baja potencia, proyectado para 2014, construido al lado de Atucha I y II, a 100 kilómetros de la Capital Federal. La polémica sobre este tipo de tecnología no sólo gira en torno a cuestiones ambientalistas referidas a los residuos que generan y a la seguridad de las plantas sino también a una cuestión económica.
“Coincido con que la opción nuclear tiene costos altos y plazos largos”, dijo a Clarín el ex secretario de Energía, Jorge Lapeña “Argentina tiene que ver cómo amplia el modo de su oferta y cómo se financia”.
ALEJANDRO MARINELLI