No son Bosques
Los monocultivos forestales de gran escala depredan y destruyen
Mapuexpress
El avance de los monocultivos se realiza en base al engaño promovido por grandes empresas en alianza con el gobierno (nacional y locales), que hacen falsas promesas a las comunidades y pequeños propietarios de tierras sobre la generación de empleo y desarrollo local. En otros casos, se convence a pequeños propietarios para que instalen monocultivos en sus propias tierras, dejándolos así atados a las grandes empresas, o promueven su plantación como una forma de “recuperación de tierras degradadas”, cuando en realidad tales tierras podrían ser de enorme utilidad para las poblaciones locales.
Estas falsas promesas se realizan de manera deliberada, ocultando la abundante evidencia documentada de los gravísimos impactos ambientales, sociales y económicos que sufren las poblaciones locales debido a los monocultivos. Hoy día, en las regiones y comunas con mayor desarrollo forestal (Maule, Bío Bío y Araucanía) encontramos los mayores índices de pobreza (según MIDEPLAN) y los peores Índices de Desarrollo Humano (según el PNUD).
Los monocultivos forestales de gran escala:
• Destruyen los ecosistemas naturales y los bienes que de allí se obtienen (leña, medicinas, alimento, etc.), afectando la agricultura de subsistencia y atentando contra la soberanía alimentaria de nuestro pueblo.
• Generan desempleo y provocan el despoblamiento rural, dañando las economías locales, extirpándoles su cultura y deteriorando la calidad de vida de las comunidades locales.
• Agotan los recursos hídricos, afectando la disponibilidad de agua para las comunidades humanas y ecosistemas.
• Contaminan el agua por el uso indiscriminado de plaguicidas altamente peligrosos.
• Empobrecen los suelos al utilizar el método de cosecha a tala rasa, dejándolo desnudo de vegetación y sujeto a erosión.
• Violan los derechos de los pueblos originarios y destruyen la cultura campesina.
• Destruyen la biodiversidad y deterioran el paisaje natural.
Por ello, rechazamos los intentos de las compañías CMPC y ARAUCO para ser certificadas por el sistema FSC y cuestionamos que este sistema de certificación no integre elementos claves, como es la consulta a los pueblos originarios, la relación de las empresas forestales con la contaminación costera a través de la industria de celulosa y la superficie máxima de cosecha de monocultivos a tala rasa.
Queremos bosques de verdad, y trabajar por ello implica, como sujetos sociales y comunidades, participar activamente para forjar un modelo alternativo de producción, comercio y consumo basados en la justicia, la solidaridad y los saberes de nuestros pueblos.
Por lo tanto exigimos a nuestro Estado:
• Detener la expansión de los monocultivos forestales en el centro sur de Chile.
• Rechazar cualquier nuevo subsidio o incentivo estatal para proyectos que destruyen el bosque nativo, sustituyen suelos agrícolas, agotan las fuentes de agua y degradan los suelos.
• Realizar estudios públicos sobre los impactos de las plantaciones y la industria forestal (plantas de celulosa y aserraderos).
• Poner fin al subsidio de los monocultivos de árboles (D.L. 701 de 1974) y generar un nuevo cuerpo legal que se enfoque en programas de recuperación real de suelos degradados, dirigido exclusivamente a pequeños y medianos propietarios de tierras, que fomente las economías locales y garantice la soberanía alimentaria
Llamamos a todas y todos a desenmascarar las falsas campañas y resistir el avance de los monocultivos forestales, que no hacen más que favorecer a los grandes capitales económicos.
Los monocultivos forestales no son bosques. Las funciones sociales, ambientales, económicas y culturales que nos entrega el bosque nativo, difieren enormemente de los monocultivos de árboles: árboles de una sola especie, alterada genéticamente y de rápido crecimiento, plantados en bloques homogéneos de la misma edad, donde se impide el desarrollo de la flora y fauna local, generando dramática pérdida de biodiversidad.
En los bosques naturales todo vive. Un bosque contiene numerosas especies de árboles y arbustos de todas las edades y una cantidad aun mayor de otras especies vegetales, tanto en el suelo como sobre los propios árboles y arbustos (helechos, musgos, líquenes, hongos, trepadores, epífitas, etc.). Una enorme variedad de especies de micro y macro fauna (sobre y bajo el suelo) encuentran en el bosque abrigo, alimentos y posibilidades de reproducción. Las interacciones de todos estos elementos generan bienes (madera, alimento, medicinas) y servicios (agua, protección de suelos, paisaje, espiritualidad, recreación). Las comunidades humanas forman parte de los bosques, ya que muchos pueblos los habitan, interactúan con ellos y obtienen los bienes y servicios que aseguran su supervivencia.
Las comunidades humanas no habitan los monocultivos forestales y, normalmente, no tienen acceso a ellos. En general las plantaciones son precedidas por la expulsión de la población local y por la destrucción del bosque del que dependían. En el mejor de los casos, las comunidades locales pasan a constituir mano de obra barata y esporádica, para la plantación y cosecha de los árboles que se realizará años más tarde.
¿Quiénes controlan el sector forestal en Chile?
El Modelo Forestal en Chile está controlado principalmente por dos grupos económicos, CMPC (de la familia Matte) y ARAUCO (de la familia Angelini). Entre ambas poseen un 70% aproximado del total de suelo utilizado para plantaciones en Chile y se están expandiendo a diferentes países de la región, como Perú, Ecuador, Uruguay, Argentina y Brasil. Estos grupos económicos lograron un verdadero “imperio” ayudados por la dictadura militar, recibiendo tierras gratuitas, millonarios subsidios para plantar y empresas estatales a bajo precio, en un proceso fraudulento de privatizaciones. Pese a los cambios político-administrativos que ha vivido Chile en los últimos 40 años, hoy los subsidios continúan.
Estos grupos controlan todo el circuito forestal exportador y es el segundo en importancia después de la minería.
Algunas estrategias de validación de estas compañías:
a. Financian campañas a políticos de todos los partidos,
b. utilizan la Responsabilidad Social Empresarial para lavar su imagen e imponer la dependencia comunitaria (salud, educación, cultura, transporte, obras públicas) a actividades contaminantes,
c. realizan influencia personal o lobby sobre los actores políticos;
d. crean y manipulan instancias gremiales (CORMA) para satisfacer sus demandas y;
e. implementan campañas comunicacionales engañosas (Bosques para Chile), financian investigación e infraestructura universitaria y contratan figuras públicas para validar su discurso.
Numerosos estudios muestran que las comunas ocupadas por monocultivos forestales (Maule, Bío Bío y La Araucanía) registran una disminución en la disponibilidad de agua y los mayores índices de desempleo, emigración y pobreza del país.
Además de consumir el agua y los nutrientes del territorio, el proceso industrial de las plantaciones y de producción de celulosa contamina seriamente el suelo, el agua y el aire, por el uso y generación intensiva de elementos tóxicos, siendo los únicos beneficiados de estos procesos destructivos los grupos económicos que lucran con el saqueo de los recursos naturales y las malas prácticas forestales e industriales.
Este modelo ya consolidado se está expandiendo aún más de la mano de las falsas soluciones al Cambio Climático, tales como los agrocombustibles y los mal llamados sumideros de carbono, que son nuevas fuentes de negocios para las empresas transnacionales y no aportan a solucionar el problema.
Colectivo VientoSur • Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA • CCAA Ing. Forestal, Universidad de Chile • Radio del Mar • Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, AIFBN • Marcha Mundial de las Mujeres, Chile • ECOCEANOS • Campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile • Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina, RAP-AL • Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI • AMAPACH
Fuente:
Este avance de los monocultivos se realiza en base al engaño promovido por grandes empresas en alianza con el gobierno (nacional y locales), que hacen falsas promesas a las comunidades y pequeños propietarios de tierras sobre la generación de empleo y desarrollo local. En otros casos, se convence a pequeños propietarios para que instalen monocultivos en sus propias tierras, dejándolos así atados a las grandes empresas, o promueven su plantación como una forma de “recuperación de tierras degradadas”, cuando en realidad tales tierras podrían ser de enorme utilidad para las poblaciones locales.
Estas falsas promesas se realizan de manera deliberada, ocultando la abundante evidencia documentada de los gravísimos impactos ambientales, sociales y económicos que sufren las poblaciones locales debido a los monocultivos. Hoy día, en las regiones y comunas con mayor desarrollo forestal (Maule, Bío Bío y Araucanía) encontramos los mayores índices de pobreza (según MIDEPLAN) y los peores Índices de Desarrollo Humano (según el PNUD).
Los monocultivos forestales de gran escala:
• Destruyen los ecosistemas naturales y los bienes que de allí se obtienen (leña, medicinas, alimento, etc.), afectando la agricultura de subsistencia y atentando contra la soberanía alimentaria de nuestro pueblo.
• Generan desempleo y provocan el despoblamiento rural, dañando las economías locales, extirpándoles su cultura y deteriorando la calidad de vida de las comunidades locales.
• Agotan los recursos hídricos, afectando la disponibilidad de agua para las comunidades humanas y ecosistemas.
• Contaminan el agua por el uso indiscriminado de plaguicidas altamente peligrosos.
• Empobrecen los suelos al utilizar el método de cosecha a tala rasa, dejándolo desnudo de vegetación y sujeto a erosión.
• Violan los derechos de los pueblos originarios y destruyen la cultura campesina.
• Destruyen la biodiversidad y deterioran el paisaje natural.
Por ello, rechazamos los intentos de las compañías CMPC y ARAUCO para ser certificadas por el sistema FSC y cuestionamos que este sistema de certificación no integre elementos claves, como es la consulta a los pueblos originarios, la relación de las empresas forestales con la contaminación costera a través de la industria de celulosa y la superficie máxima de cosecha de monocultivos a tala rasa.
Queremos bosques de verdad, y trabajar por ello implica, como sujetos sociales y comunidades, participar activamente para forjar un modelo alternativo de producción, comercio y consumo basados en la justicia, la solidaridad y los saberes de nuestros pueblos.
Por lo tanto exigimos a nuestro Estado:
• Detener la expansión de los monocultivos forestales en el centro sur de Chile.
• Rechazar cualquier nuevo subsidio o incentivo estatal para proyectos que destruyen el bosque nativo, sustituyen suelos agrícolas, agotan las fuentes de agua y degradan los suelos.
• Realizar estudios públicos sobre los impactos de las plantaciones y la industria forestal (plantas de celulosa y aserraderos).
• Poner fin al subsidio de los monocultivos de árboles (D.L. 701 de 1974) y generar un nuevo cuerpo legal que se enfoque en programas de recuperación real de suelos degradados, dirigido exclusivamente a pequeños y medianos propietarios de tierras, que fomente las economías locales y garantice la soberanía alimentaria
Llamamos a todas y todos a desenmascarar las falsas campañas y resistir el avance de los monocultivos forestales, que no hacen más que favorecer a los grandes capitales económicos.
Los monocultivos forestales no son bosques. Las funciones sociales, ambientales, económicas y culturales que nos entrega el bosque nativo, difieren enormemente de los monocultivos de árboles: árboles de una sola especie, alterada genéticamente y de rápido crecimiento, plantados en bloques homogéneos de la misma edad, donde se impide el desarrollo de la flora y fauna local, generando dramática pérdida de biodiversidad.
En los bosques naturales todo vive. Un bosque contiene numerosas especies de árboles y arbustos de todas las edades y una cantidad aun mayor de otras especies vegetales, tanto en el suelo como sobre los propios árboles y arbustos (helechos, musgos, líquenes, hongos, trepadores, epífitas, etc.). Una enorme variedad de especies de micro y macro fauna (sobre y bajo el suelo) encuentran en el bosque abrigo, alimentos y posibilidades de reproducción. Las interacciones de todos estos elementos generan bienes (madera, alimento, medicinas) y servicios (agua, protección de suelos, paisaje, espiritualidad, recreación). Las comunidades humanas forman parte de los bosques, ya que muchos pueblos los habitan, interactúan con ellos y obtienen los bienes y servicios que aseguran su supervivencia.
Las comunidades humanas no habitan los monocultivos forestales y, normalmente, no tienen acceso a ellos. En general las plantaciones son precedidas por la expulsión de la población local y por la destrucción del bosque del que dependían. En el mejor de los casos, las comunidades locales pasan a constituir mano de obra barata y esporádica, para la plantación y cosecha de los árboles que se realizará años más tarde.
¿Quiénes controlan el sector forestal en Chile?
El Modelo Forestal en Chile está controlado principalmente por dos grupos económicos, CMPC (de la familia Matte) y ARAUCO (de la familia Angelini). Entre ambas poseen un 70% aproximado del total de suelo utilizado para plantaciones en Chile y se están expandiendo a diferentes países de la región, como Perú, Ecuador, Uruguay, Argentina y Brasil. Estos grupos económicos lograron un verdadero “imperio” ayudados por la dictadura militar, recibiendo tierras gratuitas, millonarios subsidios para plantar y empresas estatales a bajo precio, en un proceso fraudulento de privatizaciones. Pese a los cambios político-administrativos que ha vivido Chile en los últimos 40 años, hoy los subsidios continúan.
Estos grupos controlan todo el circuito forestal exportador y es el segundo en importancia después de la minería.
Algunas estrategias de validación de estas compañías:
a. Financian campañas a políticos de todos los partidos,
b. utilizan la Responsabilidad Social Empresarial para lavar su imagen e imponer la dependencia comunitaria (salud, educación, cultura, transporte, obras públicas) a actividades contaminantes,
c. realizan influencia personal o lobby sobre los actores políticos;
d. crean y manipulan instancias gremiales (CORMA) para satisfacer sus demandas y;
e. implementan campañas comunicacionales engañosas (Bosques para Chile), financian investigación e infraestructura universitaria y contratan figuras públicas para validar su discurso.
Numerosos estudios muestran que las comunas ocupadas por monocultivos forestales (Maule, Bío Bío y La Araucanía) registran una disminución en la disponibilidad de agua y los mayores índices de desempleo, emigración y pobreza del país.
Además de consumir el agua y los nutrientes del territorio, el proceso industrial de las plantaciones y de producción de celulosa contamina seriamente el suelo, el agua y el aire, por el uso y generación intensiva de elementos tóxicos, siendo los únicos beneficiados de estos procesos destructivos los grupos económicos que lucran con el saqueo de los recursos naturales y las malas prácticas forestales e industriales.
Este modelo ya consolidado se está expandiendo aún más de la mano de las falsas soluciones al Cambio Climático, tales como los agrocombustibles y los mal llamados sumideros de carbono, que son nuevas fuentes de negocios para las empresas transnacionales y no aportan a solucionar el problema.
Colectivo VientoSur • Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA • CCAA Ing. Forestal, Universidad de Chile • Radio del Mar • Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, AIFBN • Marcha Mundial de las Mujeres, Chile • ECOCEANOS • Campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile • Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina, RAP-AL • Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI • AMAPACH
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Radio Universidad de Chile. 22.09.11.
Diversas organizaciones ambientalistas se dieron cita en el Paseo Bulnes para concientizar sobre el daño que producen los monocultivos de árboles a gran escala que se han expandido durante los últimos 30 años en nuestro país. Solicitan al Estado que fomente las economías locales, y que no le siga entregando las tierras a los grandes grupos económicos que controlan el sector forestal en Chile.
Bajo la consigna "las plantaciones no son bosques", las organizaciones ambientalistas, sociales y comunitarias decidieron iniciar una fuerte campaña de concientización en la comunidad sobre los efectos negativos de la expansión progresiva de los monocultivos en el país, como ha sucedido principalmente en las regiones del Maule, Biobío y Araucanía.
Los monocultivos actualmente cubren una superficie cercana a los 3 millones de hectáreas y más del 90% corresponde a especies de pino o eucalipto, las que son introducidas para abastecer a las plantas de celulosa y aserraderos.
Los argumentos de las agrupaciones para detener el crecimiento de las plantaciones son la destrucción de los ecosistemas naturales, el despoblamiento rural, el agotamiento del recurso hídrico, la contaminación de los plaguicidas, el empobrecimiento de la calidad de los suelos, la violación de derechos de los pueblos originarios y nuestra cultura.
Nicole Galindo, representante del Centro de Alumnos de Ingeniería Forestal de la Universidad de Chile, comenta que regalaron arboles nativos a la gente y les explicaron las diferencias con las plantaciones de monocultivos, una forma de crear conciencia en la gente sobre la producción forestal y sus costos negativos, y advirtió que "si esto sigue avanzando, nos quedaremos sin árboles nativos, con degradación de suelos y destrucción de la biodiversidad. Además del agua que sigue siendo mal ocupada, el eucalipto absorbe mucha agua que se resta a las comunidades de la zona en que se planta".
Comunidades afectadas han denunciado que las forestales y sus proyectos de desarrollo no ha mejorado la situación a nivel local, y precisamente son las regiones del centro sur de Chile las que presentan los más altos índices de pobreza.
Alicia Muñoz, representante de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri), señaló que el bosque nativo debe ser protegido por ser una herencia milenaria que afecta directamente nuestra calidad de vida, y apuntó que "cuando llegaron las plantaciones de pino con el engaño que esto daría fortuna al país, el trabajador dice que si, al empresario le va bien y vamos haciendo hoyos para dar espacio al pino. Eso se transformó en una peste para los campesinos, porque fue secando las aguas y erosionando las tierras".
Agrega que el cultivo de alimentos ha disminuido en cantidad y diversidad, ya que la alta sequía de los campos, la falta de agua y la contaminación de los plaguicidas ha disminuido el parque alimentario de los chilenos.
Por su parte, Eduardo Giesen, representante del Colectivo Viento Sur, señala que esto es producto del modelo socioeconómico que impera en muchos ámbitos de la vida de los chilenos, y enfatizó que "las plantaciones de pino son introducidos por la industria como modelo agroexportador, muy similar a lo que pasa en la gran minería y salmonicultura y la energía. Un modelo socioeconómico orientado a satisfacer los intereses de empresas transnacionales y grupos económicos".
"La producción alimenticia y forestal no están al servicio de la vida y el bienestar público y mucho menos de los ecosistemas y de la calidad ambiental de nuestro país, sino de favorecer a los grandes exportadores", agrega Giesen refiriéndose a las dos familias, Angelini y Matte, que controlan el 70% del suelo chileno utilizado para plantaciones de monocultivos y que actualmente expanden hacia países como Perú, Ecuador, Argentina, Uruguay y Brasil.
Los dirigentes de las distintas agrupaciones concuerdan en que el escenario político ha cambiado, y que existe una ciudadanía más despierta y abierta a comprender y asumir posturas frente al abuso del modelo neoliberal, por lo que presionarán al Estado para que ponga fin al subsidio de los monocultivos de árboles, decretado en 1974, y exigen que genere un nuevo cuerpo legal que fomente las economías locales y garantice la soberanía alimentaria del país.