CELAC, G20, capitalismo y el planeticidio en marcha
CELAC –la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños– ha sido presentada como una herramienta de liberación de los pueblos. Y no es para menos, puesto que al parecer se trata de confeccionar una suerte de OEA… sin EE.UU. Así dicho, suena hasta revolucionario, puesto que hasta hace no muchos años se caracterizaba y con razón a la OEA como Ministerio de Colonias de EE.UU.
Y en verdad, a la luz de ese peso abrumador del Hermano Mayor en el concierto americano, parecería sensato erigir una red, una coordinación entre tantos actores antiimperialistas, como es el caso de la Venezuela de Chávez, del Ecuador con Correa, que no cuente en su seno al desequilibrante permanente de cuanta política autónoma procure establecerse, como es el caso del Dpto. de Estado de EE.UU., precisamente.
Porque los dirigentes que han estado fogoneando la CELAC –al menos los progresistas como Cristina Fernández de Kirchner desde Argentina, Dilma Rouseff desde Brasil, los ya nombrados, pioneros de la UNASUR, amén de las presidencias o las dirigencias de Paraguay, Uruguay, Nicaragua, han fundado la CELAC bajo el supuesto de emprenderla con un capitalismo sano, un capitalismo verdadero, pero sin USA. Y el proyecto ha alcanzado un largo etcétera que ha totalizado a 33 estados americanos no anglófonos. Junto a tales dirigencias políticas, un frente sindical, el de la CSA, Confederación Sindical de los Trabajadores de las Américas (es decir una reedición con cambio de nombre de la ORIT), todo en ensamble de dirigentes sindicales, acompañan el proyecto. De la CSA son miembros plenos organizaciones como la CGT argentina o la CTV venezolana. Y el gran financiador de sus actividades: AFL-CIO, de EE.UU.
Como pasa tan a menudo, las cosas no son tan simples como en una película de cowboys hollywoodenses de las clásicas, donde los blancos eran los buenos y los indios los malos y resultaba por tanto fácil “tomar partido”.
Tendríamos que analizar prestamente el sentido o sinsentido de semejante planteo, el de un capitalismo sano o bueno. Y examinar también las alianzas o coincidencias de los dirigentes políticos y los dirigentes sindicales mencionados en tal proyecto, unos sin USA, otros con.
1. Todos contra el neoliberalismo
¿Puede haber un capitalismo sano, no distorsionado, no financierizado? Es lo que pretenden muchas dirigencias. En la CELAC aflora esta cuestión con cierta complejidad, porque en la misma tesitura están algunos reaccionarismos contumaces como los de los actuales gobiernos de México o Colombia y los progresismos actuales en América Lapobre, incluso uno que pregona un “socialismo del s. XXI”, como es el caso de la Venezuela bolivariana, o quien presenta esto con suma claridad ideológica, como es el caso de una Cristina Fernández de Kirchner que postula la defensa del capitalismo como nuestro sistema de vida.
Asimismo confluyen en esta cuestión los dirigentes sindicales de la CSA, que restringen su crítica al “neoliberalismo” (que con acierto tipifican como “capitalismo manchesteriano”). [1] Un dirigente como Báez focaliza toda su crítica en dicho capitalismo. Más allá de ese aspecto, esa variante, el capitalismo no le ofrece objeción. Lo cual se explica, puesto que Báez ha sido funcionario rentado estable del Dpto. de Estado norteamericano a través de los cargos y los vínculos que durante décadas ha tenido con la AFL-CIO y la CIOSL (antecedente de la CSI, la actual red mundial de sindicatos “democráticos” y “occidentales”).
Es una coincidencia llamativa. Y curiosa. Pensemos que por ejemplo en el 2002, la CTV venezolana acompañó al golpismo de la derecha más troglodita (y proestadounidense que pensar se pueda). Es decir, a veces, este sindicalismo satelizado a las estrategias de la american democracy se declara enemigo del neoliberalismo, pero a veces…
Lo mismo podríamos decir en el caso argentino. Un puntal de la CSA en Argentina, dentro de la CGT, es Gerardo Martínez, un reputadísimo servis que ha estado conchabado por décadas en el Batallón 601, de peculiar, siniestra y sin par actuación durante la dictadura de 1976. Ese mismo “dirigente sindical”, eternamente pegado a la silla presidencial de la UOCRA, es defensor ahora del sindicalismo democrático y, al decir de Báez, defensor “de los derechos de los trabajadores de todo el mundo”, [2] consumado soldado contra el neoliberalismo (al cual el mismísimo Martínez sirvió durante muchos de los años anteriores, como represor y como sindicalista, mejor dicho, dirigente sindical).
En Argentina, ¿cómo unir a intelectuales progresistas, tan orgánicos del campo popular y la igualdad con esta capa o cepa sindical?
¿Cómo compaginar a los izquierdosos y bien hablados kirchneristas y neokirchneristas de Carta Abierta con estas redes de intereses tan de cofradía en el mismo proyecto, para el caso, CELAC?
Similar y más patética comedia de enredos podríamos visualizar entre el chavismo y el sindicato CTV, al menos en el crucial 2002.
Muchos aspectos los separan, hasta con sangre, como pasó recientemente en una masacre de la extrema derecha violenta de siempre que se descargó sobre jóvenes rosarinos inocentes y desarmados, alguno al menos activista K. [3]
Algo sí, los une: su condición de dirigentes estables. Eternos, al menos virtualmente eternos. [4] Báez al respecto se ha sincerado. No habla de que es militante; siempre nos recuerda que es dirigente. Suponemos que se trata de una subespecie dentro del homo sapiens sapiens, la de homo dirigentiis. No son necesariamente una casta, aunque es significativo el ingreso de hijos a los circuitos dirigentes, pero también registran sangre nueva. Pero lo que ya es dato histórico, antediluviano, es aquello de que quien ocupaba un cargo de responsabilidad o dirección, terminado el mandato, vuelva a la base, al trabajo en planta, al comité de barrio o de fábrica…
Pero no sólo la profesionalidad los uniría. Al parecer, también el proyecto. El de un capitalismo propio. Al menos es lo que predican cuando levantan el programa del IIRSA (o IIIRSA). Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Suramericana.
Claro que para inteligir qué es lo que defienden es necesario desbrozar un poco el lenguaje. La CSA, por ejemplo, postula un “desarrollo de nuevo tipo”.
¡Epa! ¿Nuevo tipo? Lo de nuevo tipo es por el estilo de la invocación a “el cambio” al que aluden prácticamente los políticos antes de toda votación…
Nuevo tipo… ¿Acaso alude a actividades de cuidado y respeto de la naturaleza?, ¿acaso una actividad económica no contaminante?, ¿acaso un cambio cultural de las pautas de consumo?
¡No! Nada de ideas “raras”. “Reafirman la importancia trascendental de la energía como recurso fundamental del desarrollo sustentable”. [5] Los empresarios sonreirán piadosamente por este renovado hallazgo del agujero del mate. Reclaman “transferencia de tecnologías”. Es decir, en criollo, reafirmación de la dependencia, legitimación del neocolonialismo. El documento glosado es además y apenas –como su título indica–, una lastimosa defensa de los biocombustibles que es un muy buen ejemplo y fruto cabal del neoliberalismo, capitalismo puro y duro, que está proyectando aplicar la tierra para alimentar autos en lugar de humanos (porque muchos consideramos que las limitaciones planetarias no dan cabida a ambos alimentos de modo amplio).
Pero dejemos por un momento de lado a tan impresentables personeros de la nomenklatura sindical y analicemos a los políticos progresistas, con considerable anclaje social además, como son los casos de Chávez, Roussef y Fernández de Kirchner.
2. El progresismo ante la globalización capitalista
Tratemos de pensar con la lógica de estos progresismos que acabamos de ver tan entrelazados con los proyectos del imperialismo más ortodoxo.
Quiero suponer que postularán un desarrollo propio sin la interferencia de los avasallantes poderes económicos del mundo enriquecido, fundamentalmente el eje EE.UU.-Israel, pero también al margen del tejido europeo que asimismo pertenece al Primo Mondo.
Eso significaría postular un principio de regionalización de la actividad del capital, sus inversiones, preservando para el sur territorios propios, habría que poner el acento en desarrollos con bases propias, rendimiento endógeno, con una tasa de ganancia que provenga de la producción propia de la cual una parte será para la reproducción sistémica y otra para la rentabilidad, lo propio del capital(ismo).
¿Una IIIRSA para el Tercer Mundo? No es lo que vemos ni con el petróleo, ni con los transgénicos (que incluyen a los ya mencionados y mal llamados biocombustibles), no es lo que se ve con el oro, el cobre, la celulosa. Lo más preocupante, que no es tampoco lo que vemos venir, salvo algunos intentos bolivarianos y cubanos. Por el contrario, vemos en general la reafirmación del mercado mundial (y los consiguientes costos energéticos, en fletes, seguros, y sobre todo, el sistema de derroche entronizado, ahondando el abismo entre enriquecidos y empobrecidos).
Entonces, las dirigencias progresistas del sur americano enarbolan dos banderas: una desplegada al viento, que sería la CELAC puramente “latina”, y otra bandera, menos enarbolada, más barriendo los suelos, bajo los impulsos de estas otras dirigencias políticas y sindicales que no son ni quieren ser precisamente progresistas, como los gobiernos actuales de Perú, Chile, Colombia, México, Honduras, que bregan por el mantenimiento de un mercado mundializado, es decir, el lugar en que los enriquecidos sí participan…
¿Participan de qué? De la rentabilidad extraída de nuestra región (y de la de África, y de la de Asia…).
En 1. vimos la llamativa composición de la CELAC que tiene, empero, el buen fundamento de sustraerse al “Hermano Mayor”. Vimos que lo expulsado por la puerta ha reingresado por la ventana...
En 2. procuramos entender “la alternativa” de que hablan, “las economías de nuevo tipo”, que no encontramos.
3. El capital está tocando el cielo con las manos, pero ¡ay! el cielo era apenas el techo y se viene abajo
Hay un tercer aspecto, más visceral, más estructural en esto de postular un capitalismo propio, sano, endógeno. Más allá de la inanidad de semejante proyecto.
Si algo ha ido cometiendo el capitalismo, que cada vez se ve más claramente y que cada vez lo advierte más gente, es un planeticidio.
Por lo tanto, la receta capitalista ha resultado una receta biocida, asesina. Y si hablamos de nosotros mismos, suicida.
Frente a esta situación, los capitalistas contumaces, que festonan las direcciones políticas de la América al sur del río Bravo, así como los amanuenses sindicales del american way of life no ven problema alguno. Tienen naturalizado el régimen no sólo como lo que existe, sino como lo único que puede existir. Es su medio de vida, literalmente.
El progresismo, en cambio, con ciertos arrebatos de “hombres nuevos”, sueños de igualdad, etcétera, está en problemas. Filosóficos. Cuesta atar estas moscas por el rabo.
Por eso un ensayo ideológico de fondo, estratégico, del gobierno K en Argentina, como ha sido el show de Tecnópolis, resulta tan contradictorio, anómalo.
Por un lado, todo el diseño de Tecnópolis se apoya, como el propio diseño económico del país, en apuestas a la biotecnología, a la energía nuclear, por ejemplo, que son precisamente dos puntales del economicismo capitalista duro, optimista, despiadado con la naturaleza y el planeta. Que pasa por alto o desprecia los riesgos de la contaminación.
Que en rigor, está enamorado del juego del aprendiz de brujo.
El optimismo tecnológico tranquiliza a sus personeros: –si sobreviene una dificultad, un imprevisto, ya tendremos la tecnología que nos brindará la solución al problema planteado.
Para los tecnooptimistas, de derecha o de izquierda –un gerente de Macri o el recientemente defenestrado ingeniero Enrique Martínez–, la tecnología siempre es parte de la solución, nunca del problema. [6]
Mirada desde allí, desde el tecnodesarrollo, Tecnópolis y el gobierno K se nos aparecen con una mirada hipermoderna, “de última generación”, para decirlo con vocabulario actual.
Sin embargo, cuando reparamos en los acentos, en la perspectiva estratégica, Tecnópolis y los reiterados discursos de la presidenta argentina participan de un optimismo que en el Primer Mundo hoy sólo está reservado a los negacionistas del cambio climático dentro del Tea Party y a otros búnkeres del hiperconservadurismo, norteamericano, australiano o europeo.
El resto del mundo intelectual, académico, en cambio, es mucho más cauto, y se están ensayando permanentemente tímidos frenos a un “desarrollo” que cada vez más filósofos, analistas, economistas, e incluso técnicos no atados a ni rentados por las instituciones oficiales o los grandes consorcios transnacionales, entreven como una marcha cada vez más desbocada al abismo de la insustentabilidad.
Hasta la OMS, cómplice cada vez más sistemática y estructural del capitalismo transnacionalizado, cada vez más en consonancia con el poder de los laboratorios, ha tenido que poner su freno, por ejemplo, ante los aumentos de casos de gliomas, que durante casi década y media se negó a considerar, primero de plano y luego, cediendo, abriendo una rendija de duda, pero sin enfrentar a las compañías telefónicas que inundaron el planeta con inalámbricos y celulares, bien que con total receptividad de los consumidores, bueno es tenerlo en cuenta para dimensionar las verdaderas dificultades, psicológicas y culturales, que tenemos que afrontar. A mediados de 2011 ha presentado un informe, finalmente, categórico: el aumento de cáncer cerebral, [7] del lado del que precisamente se habla con los teléfonos sin cable, con antena, no puede sino tener su origen en las ondas electromagnéticas correspondientes.
Volviendo al discurso, a la estrategia del progresismo sudamericano y particularmente al gobierno K argentino: parece mezclar un tecnologismo de vanguardia, tipo s. XXI, y un optimismo cientificista más propio de la Belle Epoque, antes de 1914, cuando el ombliguismo de Europa le permitía albergar en adelantos tecnológicos la emancipación humana. Los años inmediatamente posteriores revelarían la ñoñez de semejantes expectativas.
Por eso, cuando sobreviene el año pasado la inenarrable tragedia de Fukushima sólo algunos estados se atreven a reafirmar su programa nuclear. O a ampliarlo, como Argentina. [8]
Esta penosa ambivalencia de progresismo que proclama enfrentar al capital monopólico y transnacional y a la vez defiende el mercado mundial, es decir el capitalismo-tal-cual-es, genera situaciones francamente esquizoides.
El MOCASE-VC, el MNCI, que agrupan a militantes tan esforzados y valiosos, ante los avances sojeros en el norte argentino, que resisten tan admirablemente la contrarreforma agraria que llevan adelante capitalistas, dueños (generalmente truchos) de tierras, interpreta, sin embargo, que “el G20 conspira contra la CELAC”. [9]
¡Pero si el G20 no es sino una forma táctica del G8 de ampliar y afianzar la “gobernanza” del planeta, y la CELAC no es sino la forma americana de ejecutar esa política!
Vale la pena repasar lo que el CSA llama “desarrollo de nuevo tipo”: son todos proyectos de comunicación y, en realidad, de transporte: −IIIRSA−. ¿Transporte de qué?
De las “materias primas” y los “recursos naturales”; los “bienes comunes” de que nos habla Javier Rodríguez Pardo [10] , extraídos y a extraer del territorio al sur del río Bravo y en particular sudamericano. Los cinco proyectos en danza [11] son cuatro de vías de transporte y uno de electrificación… ni siquiera uno de tales proyectos atiende, por ejemplo, la pavorosa cuestión de los residuos. Por poner un ejemplo que sí se podría señalar de “nuevo tipo”…
Como ve el lector, si ha soportado este recorrido hasta el final, la cuestión no es sencilla, en absoluto. La confusión parece ser, en cambio, bastante nítida.
Pero todavía en el tiempo en que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, [12] el pan es pan y el vino, vino.
* Editor, periodista, integra el equipo docente de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, Facultad de Filosofìa y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
[1] Víctor Báez, secretario general de la CSA, Confederación Sindical de las Américas, 2011.
[2] El secretario general de la CSA, Víctor Báez elogia sindicalización de Argentina y Brasil”, TELAM, 21/8/2011.
[3] AW, Buenos Aires, 3/1/2012; “Masacre en Rosario. Sicarios asesinan a tres jóvenes del Frente [Popular] Darío Santillán.”
[4] Entre humanos lidiamos, y la eternidad nos es ajena. Un destacadísimo puntal de la CGT argentina y vicepresidente con miras a vitalicio de la Federación Internacional de Trabajadores de la Industria Metalmecánica fue José Rodríguez, conspicua representación dentro de la CSI, al que la periodista Gaby Weber le recordó su papel como entregador de trabajadores que luchaban contra la patronal, Mercedes Benz, durante la dictadura desaparecedora de 1976. Por cuyo “trabajo” había establecido un acuerdo con la empresa que le depositaba un porcentaje de sus ventas en cuentas sindicales o personales, poco importa. Ante la investigación de Weber debió ser retirado de las candilejas y ubicado en una vocalía menos visible de la internacional de mecánicos, hasta su muerte.
[5] “La CELAC expandirá los biocombustibles y acelerará la IIRSA”, marzo 2010.
[6] Les vendría bien una lectura de Walter Benjamin, para quien la tecnología está mucho más cerca del fascismo (y el nazismo) que de cualquier socialismo. Lo cual, visto el destrozo planetario, es claro como el agua cada vez más escasa.
[7] De un 40% para población con 10 años de uso, los primeros diez −observemos−, pero de 200% para jóvenes menores de 20 años en el mismo período. OMS , www.wavesguard.es/ , 31/5/2011 . En caché
[8] Particularmente lo hace Francia, el país más nuclearizado en términos proporcionales, del mundo entero. Algunos, como Italia, Austria, Holanda, Polonia, España, Alemania suspenden sus planes nucleares o inician planes de desmantelamiento. Otros, como Suecia, tenían ya tales planes, aunque no los han cumplido (del plan originado en un referendo de 1979, por el cual sus 12 reactores iban a ser desmantelados en el período 1980-2010, sólo han desmantelado uno). Otros estados como Nueva Zelandia, abandonaron de modo hasta ahora definitivo la energía nuclear, ya a comienzos de los ’80 (antes de Chernobyl).
[9] “Se profundiza el modelo de agronegocios y sus contradicciones”, CLOC, MNCI, 27/12/201. Las posiciones del MOCASE-VC revelan que ese aire que definimos como de la Belle Epoque, está más difundido de lo que podría esperarse. En otro documento que han publicitado para defender su actuación en la UAC (diciembre 2011), postulan “el frente único” a través de la pluma de J. C. Mariátegui, que con profetismo tan a destiempo critica, en 1924, “excomuniones recíprocas” entre revolucionarios cuando apenas unos veinte meses después, se iniciarán en la URSS, 1926, excomuniones, pero a secas. En “El 1º. de Mayo y el Frente Único”, Lima. Se lo puede entender y hasta disculpar a Mariátegui, pero no a quien tiene “el diario del lunes”…
[12] Magistral síntesis de Karl Marx.