El intendente electo de Andalgalá en diálogo con Rodríguez Pardo
La primera entrevista que dio el intendente electo de Andalgalá, Alejandro Páez, fue a Javier Rodríguez Pardo. La reunión se llevo a cabo en el municipio, a las siete de la tarde del 10 de diciembre de 2011, después de los festejos de asunción y momentos antes de la reunión con el equipo que gobernará el ayuntamiento. El diálogo giró en torno a la mega minería hidroquímica a cielo abierto.
El voto ganador de las elecciones municipales del distrito catamarqueño de Andalgalá fue el del “no a la minería a cielo abierto”, cosa que, muy a su pesar, reconoce también la gobernadora electa Lucía Corpacci, ex senadora kirchnerista, nieta de la dinastía gobernante Saadi, sobrina del gobernador Vicente Saadi y prima de Ramón Saadi, aquél cuyo mandato interrumpiera el ex presidente Carlos Menem debido al crimen de María Soledad. Para Corpacci como para el gobierno nacional, el nuevo intendente mereció el acompañamiento, en su asunción, de funcionarios de primer nivel como Francisco Gordillo, Angel Mercado y Oscar Pfeiffer, ministros de gobierno, producción y desarrollo social, respectivamente, visita que resultó un hecho inédito en ese departamento de casi quince mil habitantes -quinto en la provincia- y que registra el grado de preocupación del ejecutivo provincial.
A Rodríguez Pardo le acompañaron la asambleísta de El Algarrobo y concejal electa por el MST-Proyecto Sur, Gloria Peña y la auto-convocada Daniela Agüero. Alejandro Páez resultó electo llevando el sello de MST-Proyecto Sur porque, según él, había sido desplazado por el radical Eduardo Brizuela del Moral del gobernante Frente Cívico y Social y principal derrotado en estas elecciones provinciales.
El informe:
Tal como anuncié el día anterior, durante el desarrollo de la asamblea en la plaza de la capital catamarqueña, me reuní con el intendente electo por propia inquietud, por mis propios fueros -digámoslo de ese modo-, fuera de agrupaciones, asambleas, ONG o partido político alguno.
Le aclaré enseguida que somos muchos los que deseamos saber cuál será su proyecto al frente del municipio de Andalgalá, sin interferencias ni interpretaciones periodísticas. La mirada de los pueblos que manifiestan contra la mega minería -le dije- hoy se halla sobre este municipio y especialmente sobre su futura gestión. Pobladores afectados por la actividad extractiva, centran su atención en este distrito del noroeste argentino.
Andalgalá -creí necesario recordarle- sufrió una de las represiones más feroces en tiempos de democracia, un enseñamiento contra un pueblo que se había movilizado en defensa de su hábitat y el de sus hijos, motivado por los anuncios de más explotaciones mineras. Este gobierno municipal, su gobierno -insistí- surge como una esperanza capaz de frenar contaminación, destrucción territorial y saqueo que precisamente son acciones propias de la actividad minera a cielo abierto con compuestos tóxicos. La gente que lo votó –no es sólo la que se reúne en la asamblea El Algarrobo, consecuente con las acciones de lucha. Aquí me acompaña -señalé su presencia-, una de las tantas auto convocadas que vive ilusionada con expulsar esta minería, y que por esa razón ella y su familia lo han votado; anhelan desterrar de la región los enclaves mega mineros. ¿Qué esperamos entonces? Ver que se cumplan los objetivos de su campaña electoral donde “el no a la minería a cielo abierto” fue la consigna principal. Andalgalá sabe –y los gobiernos nacional y provincial también- que Alejandro Páez gano con el voto anti mega minería.
El intendente Alejandro Páez contestó que siempre fue del partido radical, ex presidente de la juventud radical de Andalgalá, y que lleva a ese partido en su corazón: “Agradecí a Proyecto Sur y al MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores) que me brindaron su boleta para poder participar de las elecciones, y al pueblo en su conjunto que me hizo ganarlas, pero soy un intendente políticamente independiente y trataré de gobernar el municipio para todos los andalgalenses.”
Con respecto a la minería sostuvo su oposición a la que contamina y destruye “pero seguramente habrá que investigar mejor para que puedan hacerse bien las cosas. Además debo gobernar para todos y en el municipio son muy diversos los proyectos que hay que desarrollar. Me acompañarán colaboradores idóneos, de indiscutible aceptación popular, muchos provienen de la asamblea antiminera y -agregó exaltándolos- son militantes contra la minería contaminante, algunos secretarios, subsecretarios, directores, porque “yo mismo recibí lesiones el día 15 de febrero cuando hubo la gran represión”. Hay que tener paciencia porque no voy a defraudar a nadie... Es un municipio con muchos problemas pendientes de solución y mi preocupación será también evitar hechos de violencia como los del 15 de febrero de este año: “buscaré -dijo- la paz social”. No aseguró que hará un gobierno municipal siguiendo los objetivos de asambleístas y auto convocados contra la mega minería y fue confuso también al expresar que habrá que investigar mejor la cuestión minera. Insistió en que la tarea es difícil y con presiones.
Ni si, ni no, ni blanco ni negro, Páez respondió como en el viejo juego que, curiosamente, resume momentos de la vida misma: los grises actúan cuando los extremos nos abisman. Y aquí es donde deberá aparecer el coraje. Tal vez por eso decidí comentarle experiencias de otros distritos, que visibilicé semejantes. Un caso claro fue el de Calingasta –le dije- donde el intendente y el Concejo Deliberante coincidían en defender un territorio amenazado por la eventual explotación del segundo proyecto minero binacional, el de Pachón en la cordillera sanjuanina, y decidieron plebiscitar la actividad extractiva. La ordenanza municipal fue rechazada en tres ocasiones por el gobernador de San Juan, inescrupulosamente asociado a las mineras. Los temores de ver intervenida la comuna por el ejecutivo provincial incitó a los funcionarios calingastinos a no insistir con la consulta popular a pesar de que iba a ser fiscalizada por escribanos y veedores notables de probada reputación, reemplazando de ese modo al tribunal electoral de la provincia digitado por el gobernador; después de todo, se trata de consultas no vinculantes. El pueblo apoyaba y el país contra la mega minería estaba atento, pero el plebiscito no se realizó y en las elecciones locales siguientes el pueblo castigó con el voto la indecisión y la escasez de audacia. En nuestra opinión –continué narrándole a Páez- el intendente no supo ver el hecho político que podría ser históricamente relevante, en caso de que el gobernador de la provincia le interviniera la comuna simplemente por haber ejercido el derecho de consultar al pueblo, circunstancia que contempla la Constitución Nacional, la provincial y la carta magna del municipio. Perdurar –le ratifiqué con este ejemplo al intendente electo de Andalgalá- a veces no produce la gloria de la trascendencia. El reconocimiento futuro es el mejor fruto de la acción y la mejor forma de consolidarse.
Páez mencionó su formación y extracción social modesta justificando que su tarea política es la de atender al pueblo y disponer de manera independiente. En este sentido se lo ve confiado, seguramente por el volumen de votos conseguidos y por la sorpresa que causó su elección, pero al mismo tiempo el intendente no debería ignorar al activismo antiminero que en las próximas horas podría intentar detener los camiones con suministros para las transnacionales que operan en los yacimientos de La Alumbrera y Agua Rica.
Al jefe de la comuna se le presentaría entonces una encrucijada, a poco de iniciar su gestión. Por un lado, el teléfono inflexible con la casa de gobierno de la provincia y, por el otro, la realidad de numerosas familias de Andalgalá que exhiben en los muros de sus viviendas leyendas “no a La Alumbrera, no a Agua Rica, sí a la vida”, alternadas con “la asamblea no se partidiza, ni se negocia”.
Muchos votantes creen que Páez tiene resortes para enfrentar los mega emprendimientos mineros y no considera cuestiones de jurisdicción o incumbencia; seguramente en esa creencia radique el mayor error y sea el síntoma del fracaso de la paz social anhelada. Es sabido que frente al poder del lobby minero la única oportunidad la tiene el pueblo organizado, decidiendo en asambleas su estrategia y acciones, y contar con el apoyo del pueblo es vital para poder gobernar. Siguiendo esta línea creemos que la mochila de la paciencia es de escaso volumen y se halla forjada por decisiones de subido tono gris.
Al despedirme, le entregué un ejemplar de Vienen por el oro, vienen por todo. En el capítulo ocho el intendente Alejandro Páez podrá repasar los comienzos de la gran pueblada antiminera del municipio que decidió administrar por cuatro años.
Javier Rodríguez Pardo, Andalgalá, Catamarca, diciembre 2011. MACH-RENACE-UAC