Impulso de la exportación nuclear después de Fukushima
A pesar de que el apoyo popular a la energía nuclear está disminuyendo, el gobierno de Japón planea aumentar sus exportaciones nucleares civiles
Aljazeera
Junto al peligro de colapso nuclear, la cuestión de deshacerse de forma segura de los residuos nucleares constituye otro riesgo para la salud humana –y el medio ambiente- que aún no se ha resuelto.
Japón planea aumentar las exportaciones nucleares civiles, mientras trata de tranquilizar a su población preocupada por las fugas de radiación de la planta de energía nuclear de Fukushima Daiichi, paralizada por un terremoto y un tsunami el 11 de marzo de 2011.
"La razón por la cual Japón está tomando estas peligrosas medidas (las exportaciones) se basa en el intento de ganar oportunidades de negocios e influencia diplomática en los países en desarrollo ", explicó Yuki Tanabe, un experto del Centro Japonés para un Ambiente y una Sociedad Sustentables (JACSES).
En diciembre de 2011, la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Japón aprobó leyes que permiten, como parte de la cooperación bilateral, la exportación de plantas de energía nuclear a Vietnam y a Jordania.
Fukushima: la peor contaminación marina del mundo
El primer ministro japonés, Yoshihiko Noda, ha justificado las ofertas diciendo que estos países "quieren (mal) el alto nivel tecnológico de Japón". Pero Noda agregó también que Japón debe ayudar a "mejorar la seguridad de las centrales nucleares en esos países". También existen acuerdos pendientes con otros países, como India, Bangladesh y Turquía, que incluyen la construcción de plantas de producción de energía, su funcionamiento y gestión por parte de empresas japonesas. Sin embargo, activistas ambientales de Japón y de los países receptores se han unido contra de estos proyectos en una campaña que se ha visto impulsada por las fugas de radiación en Fukushima.
Aparte de los enormes riesgos planteados por la contaminación radiactiva, para la salud los activistas están apuntando a los costos exorbitantes de la energía nuclear que también han sido muy evidentes en Japón durante los últimos meses.
La falta de apoyo popular
La contaminación por radiación, después de la crisis en Fukushima, ha obligado a marcharse a más de 150.000 personas que vivían en las cercanías.
Además, decenas de miles de hectáreas de tierras agrícolas se han declarado peligrosas para la producción de alimentos. Las pruebas realizadas este mes en el mar inmediato han indicado que la contaminación de los recursos marinos, los ha convertido en no aptos para el consumo.
La Tokyo Electric Power Company, operadora del reactor de Fukushima, debe enfrentar ahora el pago de indemnizaciones por valor de más de 60.000 millones de dólares, lo que lo ha obligado a solicitar fondos públicos.
Estos ríspidos temas se pusieron de manifiesto en una conferencia antinuclear organizada los días 14 y 15 de enero en Yokohama por organizaciones de base japonesas e internacionales para trabajar por un mundo libre de actividades nucleares.
Oradores de países como Corea del Sur, Canadá y otros países miembros de la Unión Europea presentaron casos que ilustran la fuerte oposición interna que en lo referente a la energía nuclear existe en sus respectivos países.
Praful Bidwai, una activista india a favor de energías seguras y renovables, de renombre internacional, explicó frente a un repleto auditorio la importancia de las frecuentes protestas y manifestaciones de las poblaciones locales que viven cerca de las centrales nucleares.
En la actualidad, el tres por ciento de las necesidades energéticas de la India son provistas por plantas nucleares, pero están en marcha planes para aumentar esa cifra a un 20% en 2020 para responder al crecimiento económico y satisfacer la demanda de energía.
La India, dijo Bidwai, no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear y tiene un pobre historial en materia de seguridad nuclear, con varios accidentes, incendios, explosiones y derrames de agua radiactiva que han expuesto a la radiación a los trabajadores y al público.
En octubre de 2011, Noda y el canciller indio Somanahalli Krishna acordaron reanudar las conversaciones sobre la forma de crear las condiciones para establecer una alianza entre Japón y la India para la promoción de la energía atómica con fines pacíficos.
Peligros y eliminación de residuos
Funcionarios y defensores del negocio de la tecnología nuclear dicen que las exportaciones nucleares de Japón continuarán y apuntan a la competencia con Corea del Sur.
Sin embargo Kim Heyung, del Movimiento Ambiental contra la energía nuclear de Corea del Sur, ha explicado en Yokohama que el accidente de Fukushima ha aumentado la conciencia del público sobre los peligros de la energía nuclear. De hecho una encuesta realizada en octubre mostró que el 68% de los surcoreanos se opusieron a la construcción de nuevos reactores, mostrando la falta de apoyo del público a los seis nuevos sitios nucleares propuesto por el gobierno.
Corea del Sur también firmó el año pasado un nuevo pacto de exportación nuclear con los Emiratos Árabes Unidos y en Finlandia está compitiendo con Japón para obtener nuevos pedidos.
Mongolia, un país rico en uranio, se ha convertido en un punto central en el debate antinuclear, tras los informes de prensa de mayo 2011 sobre que Japón y los Estados Unidos estaban planeando construir en el país una instalación de vertido de combustible usado.
Selnge Lkhagvajav, un miembro del Partido Verde de Mongolia que ha trabajado con éxito contra la energía nuclear, dijo en la reunión de Yokohama que su país no tiene expertos ni tecnología como para aceptar la energía nuclear ni los residuos.
"Los países con desarrollos nucleares ven a Mongolia, debido a sus leyes laxas, adecuada para utilizarla como vertedero. Vamos a luchar contra esos movimientos", dijo.
Japón, que depende en un 30% de la energía nuclear ha prometido poner en práctica medidas estrictas para elevar el nivel de protección contra los accidentes tipo Fukushima. Pero Tanabe de JACSES descarta esas medidas como inútiles.
Mientras tanto, la orden de realizar continuas pruebas de estrés a las instalaciones nucleares ha reducido drásticamente la producción de energía nuclear de Japón y los activistas ven ahí una oportunidad para que el país busque fuentes de energía más seguras.
Traducido para Rebelión por Susana Merino