Los datos, el poder del futuro

Le Monde

Vivimos en un período de ruptura, el de la numeración de todo: el hombre, la sociedad, las organizaciones, el saber, las interacciones, el cuerpo biológico de cada uno, etc. Todo se convierte en dato numérico y desde allí en vocación de un mundo virtual emergente. La separación entre el mundo de los datos y el mundo real, que anticipó Jorge Luis Borges, en su visionaria idea sobre que el rigor de la ciencia, evolucionará para convertirse en algo más sutil. Existe un antes y un después de la “numerización”.
Los ladrillos que forman la base de la sociedad de la información
Resulta tan difícil imaginar la evolución de la sociedad de la información como lo era a mediados del siglo XIX inaginar las posibilidades que brindaría la electricidad.
Los datos constituyen los ladrillos básicos de la sociedad de la información. Su cantidad crece exponencialmente. Mientras la ley de Moore, que predecía que cada dieciocho meses se duplicaría de la capacidad de cálculo de los ordenadores, está llegando a su fin, parece que los datos han usurpado para sí esta predicción.
Calificados, desde ahora como los Big Data en el mundo anglosajón, constituyen masas tan considerables que es necesario recurrir a nuevas medidas
La infraestructura física de la sociedad de la información, los sistemas de telecomunicaciones, los centros de almacenamiento y de tratamiento de datos, los nuevos servicios en línea, conforman sectores industriales que reconocen un crecimiento inigualado.
Los centros de datos consumirán bien pronto, por sí solos, tanta electricidad como un país como Francia.
Los datos ofrecen en sí mismos un potencial extraordinario que se está comenzando a explotar. Permiten generar conocimientos que estaban fuera de lo esperado o inexistentes porque escapaban del dominio de  lo inaginable.
Surgen nuevos campos científicos
Se está desarrollando una nueva medicina que gracias a los datos personales podrá proponer tratamientos adaptados a cada uno y ya no para toda la población. Nuevos campos científicos están apareciendo a partir de descubrimientos que pueden realizarse a partir de la gran cantidad de datos accesibles.
Emerge una nueva economía que usa los datos para desarrollar servicios con valor agregado. Por ejemplo Google, gracias a los datos, realiza negocios en Francia de alrededor de 1.000 millones de euros.
Otra información registra que el estudio de consultores McKinsey estima en 300.000 millones de dólares para el sistema de salud estadounidense el potencial económico anual de Big Data o sea, ¡mil dólares por habitante al año!
La sociedad de la información apareció a principios de los años 90 con la emergencia de la Red. La rápida multiplicación de las páginas web creó la necesidad de inventar nuevas herramientas para acceder a las páginas: los motores de búsqueda.
Dos grandes revoluciones acompañan la introducción de estos sistemas: el desarrollo de una industria de tratamiento de los datos en ambiciosas escalas y el establecimiento del modelo económico que domina la Red, un servicio gratuito de intercambio de datos personales.
Los motores de búsqueda aprovechan así los requerimientos de los usuarios, de los cuales pueden derivar perfiles que se aprovechan para encaminar publicidades, pero también para sacar conclusiones globales como el alcance de las epidemias de gripe a nivel mundial.
Los datos personales en el centro de la economía de la sociedad de la información
Esta revolución levanta vuelo en los años 2000 con el desarrollo de sistemas interactivos y de colaboración, como las redes sociales que permiten contribuir a los usuarios.
Los datos personales, tanto los producidos por los usuarios (textos, fotos, videos. etc.) como los generados por sistemas que utilizamos a menudo, están en el centro de la economía de la sociedad de la información y por lo tanto de la economía.
Los datos se han convertido en un recurso demasiado diferente del de las materias primas, como el carbón o el hierro, y por lo tanto su importancia económica superará a la del petróleo. La comparación con el petróleo ilustra una característica esencial de la economía de los datos personales: la concentración.
El petróleo se halla por razones geológicas concentrado en pozos de los que se extrae y después de su transformación se envía a los hogares particulares de todo el mundo.
A la inversa, los datos personales de la Web 2.0 se recogen en las casas particulares de toda la tierra y se envían a los centros de datos multinacionales que tienen el monopolio de su tratamiento como Google, Facebook o Amazon y que concentran el 80% de los datos de los EE.UU.
La decisión tomada por la Federal Trade Commission el pasado 3 de enero de no perseguir a Google por el modo en que su motor de búsqueda favorece a sus propios instrumentos de venta en línea contribuirá al fortalecimiento de su dominante posición y muestra la pesada tendencia a la concentración en la industria de los datos.
Tanto para el petróleo como para las demás materias primas nos hemos centrado en el desarrollo de una cadena industrial coherente que va desde la prospección, pasando por la explotación, el transporte y la transformación hasta la elaboración de productos terminados.
Eso no fue sencillo, Fue necesario adquirir conocimientos, armar grandes empresas, poner al servicio de esos desafíos una fuerte voluntad política ¿Y qué sucede con los datos numéricos? En este terreno Europa se halla en un impasse.
Google sabe más sobre Francia que el mismo INSEE (Instituto Nacional de Estadística de Francia, N. de T.).
Al no construir su propia industria Web 2.0 se ha privado de acceder a ese recurso incluso el de su propio territorio. Por razones históricas y políticas Europa tiene miedo de los datos. Ve en la sociedad de la información una amenaza que conviene circunscribir y que parece inhibir toda verdadera ambición.
La debilidad en materia de datos y en capacidad de tratamiento de dichos datos provoca una asimetría de información. El economista Joseph Stiglitz ha mostrado las consecuencias de esta asimetría en los mercados. Gracias al análisis de los requerimientos de su motor, Google conoce o está capacitado para saber más cosas sobre Francia que el mismo INSEE.
El manejo de los datos posibilita asimismo el manejo de los mercados que transitan ya por algunos dominios mediante los instrumentos del comercio electrónico estadounidense.
Debido a la falta de desarrollo de esta industria, es probable que en un breve lapso compremos muchos bienes y servicios producidos y consumidos en Francia, como los pasajes de tren o la electricidad, a prestatarios extranjeros que se quedarán con una buena parte del valor agregado y controlarán la cadena industrial.
El manejo de la sociedad de la información otorga un poder que todavía se cree pequeño pero supera de lejos los sectores de la economía mercantil.
Por ejemplo los sistemas de cursos en línea que en los EE.UU. Han crecido rápidamente terminarán por revolucionar la enseñanza y permitirán también un manejo de los recursos humanos a nivel mundial, estratégico en un momento en que los países industrializados enfrentarán un creciente déficit de personal científico.
La sociedad de la información penetra en dominios menos visibles. Algunos servicios como el de la identidad de las personas podría ser provisto el día de mañana por multinacionales.
La red social Facebook permite una identificación sin igual de las personas y podría llegar a ser insoslayable. El Reino Unido está pensando utilizarla para el acceso a los servicios públicos en línea. La propiedad de los datos está a fin de cuentas vinculada a la seguridad y la independencia de la nación.
La captación de datos, prioridad absoluta de los EE.UU.
¿Es en Europa una fatalidad la inexistencia de sistema de la Web 2.0? La captación de datos es prioridad absoluta en los EE.UU. que dominan la sociedad de la información a escala planetaria. Pero otros países también tienen percepciones estratégicas en la materia.
China, para empezar, es dueña del 16% de los 50 primeros sitios mundiales, junto al 72% de los estadounidenses. En ambos países los datos nacionales están bajo el control de la industria nacional. Y ambos ambicionan recoger los datos a nivel internacional. En países más chicos se está logrando equilibrar su industria. Corea del Sur cuenta con un tercio de los sitios nacionales, un tercio de los estadounidenses y un tercio de los chinos.
Otros países como Brasil, Rusia o Irán están más avanzados que Europa en la materia.
En Europa existe un uso monolítico de los sitios estadounidenses. En Francia, Google es dueño de la mayor parte del mercado mundial (92%) y lo mismo sucede con Facebook. En cuanto a los primeros sitios franceses, ninguno acumula datos.
Esta situación es más que alarmante. Sin embargo disponemos en Francia de un motor de búsqueda, Exalead, desarrollado por Dassault Systemes. ¿Por qué no se hace de su desarrollo una causa nacional?
Existen otros motores como Ixquick que no guardan los datos personales.
Sin entrar en la competencia internacional, sin disponer de gigantescos almacenamientos, de tratamiento de los datos y de servicios y especialmente de un motor de búsqueda de redes sociales, de sistemas de blogs y de micro blogs, detentando importantes partes del mercado, no solo de Europa, sino del resto del mundo, es poco probable que la voz europea pueda escucharse y contribuir a modelar las grandes orientaciones de la sociedad de la información.
Nuestros países están condenados a desempeñar un papel subalterno, a la ilusoria protección de las industrias, cuyos modelos se hallan en plena evolución y que somos incapaces de reinventar. Tres aspectos fundamentales configuran el éxito de los sistemas estadounidenses: la calidad del servicio, el ingenio de las aplicaciones y la pertinencia del modelo económico asociado.
Para triunfar, Europa debe promover un modelo original, compatible con sus principios pero que también responda a las necesidades que los sistemas estadounidenses han desarrollado y que han cambiado el mundo.

Stephane Grumbach, director de investigaciones del Instituto Nacional de investigaciones en informática y antiguo consejero científico en China, trabaja sobre los nuevos equilibrios inducidos por la sociedad de la información.
Stephane Frénot, profesor de las universidades en el laboratorio CITI del Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de Lyon, realiza sus investigaciones sobre los sistemas informáticos de comunicación en el corazón de la Web y sus aplicaciones.
Imagenes: lacomunidad.elpais.com-publimetro.com.mx
Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino


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