Todos los gobiernos han desconocido los derechos y la cultura de los pueblos indígenas
Entrevista a Guillermo Almeyra, editorialista internacional de La Jornada (México)
Mario Hernandez
Mario Hernandez (MH): Le damos la bienvenida en 2013 a Guillermo Almeyra. Quería apelar a tu conocimiento en materia de política internacional en relación a un tema que abordé el miércoles pasado sobre la situación de la Araucanía chilena. He recibido información que ha habido una reunión de líderes de la comunidad mapuche y legisladores que han expresado su descontento con la mesa de diálogo auspiciada por el gobierno chileno por considerar que sigue la lógica policial para enfrentar los problemas históricos que tiene esa región.
Guillermo Almeyra (GA): El problema central de la Araucanía es que todos los gobiernos, sin excepción, desde el democristiano Frei cuando comenzó con la reforma agraria, incluso Salvador Allende, por no hablar de Pinochet y los otros, han desconocido las exigencias y la cultura de los pueblos indígenas.
No les han reconocido autonomía. Incluso los proyectos más generosos de reforma agraria destruían la comunidad porque atribuían la propiedad privada a un pueblo que practica una agricultura colectiva y redistribuye la tierra según el tamaño de la familia, las tradiciones y las necesidades. Han desconocido el problema agrario favoreciendo a los terratenientes y el gran capital y manteniendo a los indígenas como una sub-especie humana, con asistencialismo en el mejor de los casos. Este es el problema.
Ante la rebelión y la protesta porque les quitan territorio para hacer hidroeléctricas y por las detenciones, incluso movimientos que van más allá y le queman la casa a un terrateniente, el gobierno responde con una ley antiterrorista en vez de hacerlo con la autonomía y el reconocimiento de los derechos en la mesa de negociaciones.
Doscientos mil indígenas aislados no bastan aunque consigan movilizar 50.000 personas
MH: ¿En qué medida podemos vincular estos hechos con la situación en México donde el 21 de diciembre, cuando algunos alentaban el fin del mundo, resultó en la presencia de 50.000 zapatistas en distintas localidades de Chiapas?
GA: En México también hay un desconocimiento, incluso legal, de los derechos de los pueblos indígenas. Les han reconocido formalmente algunos derechos culturales, a hablar su propia lengua, por ejemplo, pero ni las propiedades ni el uso de los bienes comunes ni su cultura e incluso no los han incorporado a la Constitución.
En un momento determinado el EZLN organizó la llamada Marcha de la Tierra, con el apoyo importante de un partido de centroizquierda, hoy más bien de centro, el PRD, que favoreció incluso que entraran al Parlamento. Pedían la incorporación a la Constitución, el reconocimiento de los acuerdos firmados por el gobierno mexicano y de los derechos plenos del mundo indígena. No pedían nada más que dejar de ser ciudadanos de segunda para ser mexicanos. No pedían nada particular, simplemente que cesase la discriminación y fueran considerados iguales, es decir, una reforma democrática, positiva, de una ampliación de los derechos constitucionales para el pueblo indígena que representan, las 56 etnias que hay en México, el 15% de la población.
Se lo negaron. Entonces, se encerraron en sí mismos y ahora a 19 años del levantamiento de 1994 vuelven a desfilar pacíficamente por las calles más o menos la misma cantidad de gente que lo hizo hace casi 20 años en protesta contra la discriminación contra los indígenas.
Han mantenido una fuerza organizada, lo cual no es poco, a pesar de la emigración, de la miseria, del bloqueo, de los atentados diarios contra las comunidades. Eso es lo positivo.
Hay que tener en cuenta que una cosa son las comunidades indígenas zapatistas en Chiapas, otra cosa son las comunidades indígenas en el resto del país y otra las comunidades zapatistas no indígena y que no pertenecen al EZLN como en el estado de Guerrero donde están formando policías comunitarias armadas con miles de voluntarios, refrendados por asambleas donde eligen sus autoridades militares. La comunidad mantiene a la familia porque no les pagan sueldos y agarran a los delincuentes como ya lo han hecho con 47 personas ligadas al narco y los juzgan en tribunales populares. Hay un proceso de auto-organización frente al poder que disputa quién tiene la legalidad.
Es muy importante. No son indígenas chiapanecos, no son del EZLN, son mestizos, campesinos, también algunos indígenas, pero no mayas.
Hay un problema latente que es poner un signo = entre los indígenas. No tienen una única representación política. Un sector de los indígenas de Chiapas, unos 200.000, está organizado en el EZLN, de los cuales habrá unos 2000 armados, cuyo dirigente es Marcos, pero la gran mayoría de los indígenas chiapanecos desgraciadamente no están organizados, en general votan por el PRI y los otros partidos. Los indígenas del resto del país simpatizan con la lucha zapatista, pero no forman una sola organización.
No se puede poner un signo = entre todo el movimiento indígena y el EZLN, es decir, los indígenas auto-organizados en sus comunidades y Marcos que tampoco es un indígena sino un mestizo que se fue a Chiapas a militar desde hace más de 20 años.
El problema es complejo. Muchos intelectuales o gente mal informada a escala internacional, ponen este signo =, y cada cosa que diga Marcos para bien o mal, se le atribuye a todos los indígenas de México. Eso no es así. Las comunidades zapatistas han resistido estos 20 años como lo hicieron 500 años antes, del mismo modo que han resistido los trabajadores mestizos y el movimiento campesino en México porque la lucha de clases subsiste independientemente de si está organizada o no, si se tiene o no una dirección concreta. Eso es muy importante porque es la condición sine qua non para recuperar posiciones, para poder avanzar y hacer cumplir las reivindicaciones democráticas elementales de los indígenas que se consideran mexicanos y quieren el cambio de la Constitución, no un cambio de sistema, pero sí uno que les permita resolver o frenar, por lo menos, la ofensiva contra ellos por parte de los terratenientes y un gobierno de masacradores como el actual.
Doscientos mil indígenas aislados no bastan aunque consigan mover 50.000 personas, lo cual es muy importante en una movilización pacífica. Necesitan alianzas a escala nacional, hacer acuerdos con otros sectores populares sobre algunos puntos comunes, los derechos indígenas, la libertad de todos los presos sociales y políticos, la reincorporación de las decenas de miles de trabajadores industriales despedidos como los 40.000 electricistas, la plena vigencia de las leyes laborales, la defensa del petróleo nacional que el gobierno quiere privatizar, precio sostén a los productos campesinos, el fin de la guerra sucia de un sector del capital, del narcotráfico junto con el gobierno, la auto-organización de los trabajadores para asegurar su defensa frente al narcotráfico. Ayer aparecieron ocho personas degolladas en un solo lugar.
No es solo una lucha entre narcotraficantes, que por otra parte están en el gobierno y las fuerzas supuestamente antinarco, que ejercen el terror sobre el conjunto del pueblo y matan también a campesinos y dirigentes populares que se les oponen.
Hay que hacer un programa común que vaya más allá de las reivindicaciones puramente indígenas. Les hacen muy flaco favor a los indígenas del EZLN los que simplemente aplauden sin el menor aporte real y sin un pensamiento crítico cada uno de las cosas que dice Marcos porque esa no es la salida.
El problema de los qom es de todos los demócratas y trabajadores de la Argentina
MH: Quisiera cerrar esta nota con un comentario sobre la situación que vive la etnia qom en nuestro país que ha sufrido el asesinato de varios de sus miembros en Formosa y Chaco.
GA: Los indígenas no están incorporados plenamente a la vida capitalista. Están subsumidos, dominados por la vida capitalista. Tienen que comprar sus bienes en el mercado, vender su fuerza de trabajo. Están incorporados pero no plenamente. Mantienen sus comunidades y sus formas de vida, lo que les da una capacidad de resistencia pero si se quedan encerrados en su pequeñísima comunidad y en el mantenimiento de lo tradicional no van a poder ni siquiera asegurar eso.
El problema de los qom es de todos los demócratas y trabajadores de la Argentina. No se puede tolerar que se mate una persona solo porque es indígena y quiere mantener su independencia frente a los terratenientes. No se pueden tolerar los asesinatos policiales encubiertos como accidentes de tránsito con motos. ¡Qué casualidad que los que siempre se mueren son los de la misma familia que resiste! Es una barbaridad.
Los derechos de los qom son los de todos nosotros. La defensa de los qom es una obligación moral que tenemos todos. A su vez, los qom no pueden quedar encerrados en defender sus derechos, tienen que incorporarlos a un cambio social donde no haya más desigualdad ni étnica ni religiosa ni de sexo o inclinación sexual, de nada. Luchar en una perspectiva más amplia.
Esa es la gran tragedia del pueblo indígena que resiste pero no ofrece alternativas aunque muchas veces no puede porque no están en condiciones para poder hacerlo.