El impacto de la destrucción ambiental en Latinoamérica
Por Carlos Fermín
Tras un bestial proceso de industrialización, las grandes naciones que idolatran el canibalismo corporativo del siglo XXI, NO desean que los libros de historia y geografía a escala global, revelen el atroz método que emplearon para consolidarse en la élite de la Sociedad Moderna. Por tal razón, explicaremos la problemática ambiental actual, que no se contradice a la eterna subversión del Hombre, las empresas y la indiferencia de la gente.
La gran biodiversidad en los territorios de Vespucio, siempre estuvo amenazada por los designios foráneos que invadieron, saquearon y conquistaron nuestros recursos naturales, para colonizar los senderos de la esclavitud, sazonar la paella de la impunidad y canjear la sangre del ecocidio. Tras “cruzar el charco” con los tesoros del etnocidio y las ofrendas de la corona, se acostumbraron a naufragar en lo cristalino del agua, en la frondosidad de un árbol y en el polvo de la arcilla, que fueron los principales testigos de un voraz descubrimiento anclado en las manos del genocidio.
Toda esa barbarie humana, causó un gran interés en el Tío Sam y su pandilla norteña, quienes no dudaron en unirse al festín del crimen ecológico, para seguir expropiando las potencialidades verdes, que con el pasar de los siglos se dedicaron a destruir irreparablemente. El secreto a voces sobre lo fértil de la semilla latinoamericana, recorrió los cuatro puntos cardinales en busca de cómplices asiáticos, oceánicos y europeos, que rentabilizaran las indomables tierras de Bolívar.
Tras un bestial proceso de industrialización, las grandes naciones que idolatran el canibalismo corporativo del siglo XXI, NO desean que los libros de historia y geografía a escala global, revelen el atroz método que emplearon para consolidarse en la élite de la Sociedad Moderna. Por tal razón, explicaremos la problemática ambiental actual, que no se contradice a la eterna subversión del Hombre, las empresas y la indiferencia de la gente.
En Ecuador, se sigue padeciendo la repulsiva destrucción ambiental causada por la compañía Texaco-Chevron, que irrumpió la Amazonía ecuatoriana entre 1964 y 1990, logrando vender el alma de la Pachamama al mercantilismo del Diablo. Ninguna demanda, juicio o apelación, podrá reparar los incalculables galones de crudo desbordados, las nocivas aguas tóxicas que se carcomieron los suelos y los gases que envenenaron el aire selvático. Además, la muerte de comunidades indígenas que poblaban y trabajaban miles de hectáreas antes de la devastación, representó un total irrespeto al derecho a la Vida, a la interculturalidad de los pueblos y a la soberanía territorial.
En Argentina, la rotura de una pileta perteneciente a la empresa estatal YPF en el mes de enero del 2013, provocó derrames petroleros en las aguas del río Colorado, que atraviesa a provincias como Neuquén, Mendoza y La Pampa. Los 15 metros cúbicos del líquido oleaginoso que cayeron en el área afectada, estropearon el equilibrio de los ecosistemas y la calidad de vida para las personas que cohabitan los caseríos por donde pasa el cauce.
Lo triste, es que los funcionarios públicos encargados de proteger los recursos hídricos de la ciudad, reconocieron el riesgo permanente de daños ambientales por la actividad petrolífera, sin generar una crítica ante el hecho punible, ni crear una reflexión conservacionista en la población. Recordemos que en marzo del presente año, se hallaron miles de peces muertos en el lago de la represa “El Diquecito”, en el sur de Tucumán, lo que sin duda, fue un lamentable ecocidio fruto de la negligencia laboral para combatir los altos niveles de sequía.
En Perú, la compañía “Minera Ares” fue multada en el mes de diciembre del 2012, por causar un grave daño ecológico en la provincia de Castilla, región de Arequipa. Con la inspección del Ministerio del Ambiente, se apreció un incremento en las emisiones de sólidos que finalmente contaminaron al río Collpa A su vez, la generación de basura electrónica que supera las 90.000 toneladas al año, se ha convertido en un problema sanitario en tierras peruanas. Menos del 12% de sus habitantes, cumplen con las 3Rs (reducir, reutilizar y reciclar), lo que influye negativamente en las condiciones medioambientales y en la recolección de desechos, que exigen una mayor conciencia social en la ciudadanía y la aplicación de normativas legales de sus gobiernos.
En Colombia, casi 40 hectáreas de bosque nativo fueron arrasadas en el mes de febrero, dentro de un predio particular ubicado en las veredas de Apiay y Catama, que se intentaba convertir en un área urbanística, sin importar las 5 corrientes hídricas y la cobertura boscosa que fueron destruidas. El atentado ecológico terminó con la vida de especies de fauna (garzas, araguatos, caracoleros), y árboles autóctonos (moriches, palmas manacas). De igual manera, existe un riesgo latente de ecocidio, por culpa de la empresa petrolera “Hupecol”, que opera en el departamento colombiano del Meta, y que amenaza con más de 50.000 hectáreas, que se consideran un reservorio natural de los Llanos Orientales. Lo lamentable, es que en agosto del 2012, las autoridades ambientales habían rechazado la petición de exploración a la compañía, pero meses después, le dieron luz verde a sus inicuos planes.
En Chile, el salvaje proyecto “Pascua Lama” impulsado por la minera canadiense Barrick Gold, es un caso de destrucción ambiental que enturbia la integridad de los glaciares. La falta de un plan de manejo para el uso de las aguas tras procesar los minerales, afectó los ecosistemas y contaminó la población norteña de Valle del Huasco. Lo triste, es que aunque la empresa ya ha sido imputada por daños ecológicos en países como Noruega, República Dominicana y Australia, seguirá su perverso andar en territorio austral, gracias a la complicidad de una Superintendencia de Ambiente, que sólo investigó y denunció la problemática, cuando el ecocidio ya fue consumado de forma irreparable.
En el Golfo de México, el derrame petrolero del año 2010, causado por el colapso en la plataforma “Deepwater Horizon” de la empresa inglesa “British Petroleum”, sigue encontrando huellas del abismal ecocidio, que vertió millones de galones de crudo en sus contaminadas aguas. En lo que va del 2013, se reportan más de 650 delfines muertos y miles de tortugas marinas perecen en silencio. Además, el hecho de que la mancha tóxica se vaya disipando visualmente, no quiere decir que su impacto ambiental terminara. La sangre faunística por el abuso irracional del Hombre, se aprecia en la cadena alimentaria de la vida marina, que socavó el destino de orcas y cachalotes.
En Costa Rica, la construcción de una carretera cerca de la frontera con Nicaragua, afectó a más de 600 especies, contaminó al río San Juan por los sedimentos arrojados y perjudicó gravemente los ecosistemas. Mientras se edificaba la ruta 1856 Mora-Porras, se destruyeron más de 100 kilómetros lineales que se consideraban de alta sensibilidad ecológica, poniendo en riesgo la conectividad biológica del Istmo centroamericano. La “Trocha fronteriza”, arrasó con 35 hectáreas boscosas, 300 hectáreas de suelo y 39 puntos críticos. Desde finales del 2010, se iniciaron las obras industriales, en las que existía un total desconocimiento sobre las condiciones topográficas que se estaban por alterar.
En Venezuela, el infernal “rustiqueo” de las carreras Fun Race 4x4, fue prohibido en los parques nacionales desde el año 2011, debido a la fatal destrucción que ocasionó en la Gran Sabana, tras echar a perder los hábitats naturales, los recursos hídricos y la biodiversidad en parte del territorio criollo. Los piques de fango, siempre acaban con la paz de la Naturaleza, porque se realizan en áreas protegidas muy sensibles ante la perversión humana. Aunque en febrero del 2013, se ratificó la decisión judicial de sancionar el furioso ecocidio en cuatro ruedas, es vital que las comunidades se organicen y denuncien oportunamente cualquier delito que presencien. Recordemos que el evento pseudo-deportivo “Rally Dakar”, efectuado en el mes de enero, provocó un impacto ecológico negativo en Argentina, Chile Y Perú. Los directivos del negocio, violaron la ley al evitar una evaluación ambiental que terminó destruyendo más de 200 sitios arqueológicos que pertenecían al patrimonio cultural de los pueblos nativos.
En Brasil, el número de alertas por deforestación en la región amazónica, se incrementó en un 26% a finales del 2012 y principios del 2013, reafirmando los indicios de explotación ilegal maderera. A su vez, la agricultura mecanizada y la expansión de mercados, son factores comerciales que profundizan el problema socio-ambiental. No es casualidad, que junto a China, India y EEUU, la nación carioca sea uno de los países más contaminantes y responsables del Cambio Climático, el Efecto Invernadero y el Calentamiento Global. La verdad, es que Brasil representa toda la controvertida historia que cotejamos a diario. Un lugar lleno de exuberantes paisajes, que en vez de ser protegidos, los han puesto a la venta de las despiadadas empresas extranjeras.
Por eso, el planeta Tierra sigue estando a merced de las transnacionales, que conspiran gracias al pacto de alienación entre los gobiernos de turno, los organismos judiciales y el egoísmo de los trabajadores. No olvidemos, que detrás de todos los ecocidios mencionados, se esconde la mano de muchísimos hombres de carne y hueso como usted, quienes fueron los encargados de encender las máquinas, los tractores, las motosierras, los camiones de demolición y las retroexcavadoras que se emplearon para perpetrar el daño ambiental. Es cierto que las corporaciones son las grandes culpables en destruir la biodiversidad del Mundo, pero es el individualismo de las personas en no querer renunciar a sus trabajos, al temor de ser despedidos sin remuneraciones económicas y a la apatía en contra de la Naturaleza, las variables que en realidad inciden con negatividad en la crisis ambiental global.
Si las compañías se atreven a sacar transgénicos al mercado, a engañar con publicidades en la TV y a incentivar el consumismo a los cuatro vientos, es porque saben que una gran cantidad de borregos estarán dispuestos a refrendar esa mentira, ya sea por presión social, ignorancia o reactancia. Si la gente asumiera su cuota de responsabilidad ecológica, pues NO existiera tanta impunidad y la justicia ciega sería el sendero de luz por transitar. Aunque falta mucho por aprender de la Pachamama, ya es tiempo de iniciar un proceso de autodescubrimiento, en el que todos juntos defendamos sus legendarios recursos naturales para el progreso de la Humanidad.
http://ekologia.com.ar/-Publicado en: EcoPortal.net
Tras un bestial proceso de industrialización, las grandes naciones que idolatran el canibalismo corporativo del siglo XXI, NO desean que los libros de historia y geografía a escala global, revelen el atroz método que emplearon para consolidarse en la élite de la Sociedad Moderna. Por tal razón, explicaremos la problemática ambiental actual, que no se contradice a la eterna subversión del Hombre, las empresas y la indiferencia de la gente.
La gran biodiversidad en los territorios de Vespucio, siempre estuvo amenazada por los designios foráneos que invadieron, saquearon y conquistaron nuestros recursos naturales, para colonizar los senderos de la esclavitud, sazonar la paella de la impunidad y canjear la sangre del ecocidio. Tras “cruzar el charco” con los tesoros del etnocidio y las ofrendas de la corona, se acostumbraron a naufragar en lo cristalino del agua, en la frondosidad de un árbol y en el polvo de la arcilla, que fueron los principales testigos de un voraz descubrimiento anclado en las manos del genocidio.
Toda esa barbarie humana, causó un gran interés en el Tío Sam y su pandilla norteña, quienes no dudaron en unirse al festín del crimen ecológico, para seguir expropiando las potencialidades verdes, que con el pasar de los siglos se dedicaron a destruir irreparablemente. El secreto a voces sobre lo fértil de la semilla latinoamericana, recorrió los cuatro puntos cardinales en busca de cómplices asiáticos, oceánicos y europeos, que rentabilizaran las indomables tierras de Bolívar.
Tras un bestial proceso de industrialización, las grandes naciones que idolatran el canibalismo corporativo del siglo XXI, NO desean que los libros de historia y geografía a escala global, revelen el atroz método que emplearon para consolidarse en la élite de la Sociedad Moderna. Por tal razón, explicaremos la problemática ambiental actual, que no se contradice a la eterna subversión del Hombre, las empresas y la indiferencia de la gente.
En Ecuador, se sigue padeciendo la repulsiva destrucción ambiental causada por la compañía Texaco-Chevron, que irrumpió la Amazonía ecuatoriana entre 1964 y 1990, logrando vender el alma de la Pachamama al mercantilismo del Diablo. Ninguna demanda, juicio o apelación, podrá reparar los incalculables galones de crudo desbordados, las nocivas aguas tóxicas que se carcomieron los suelos y los gases que envenenaron el aire selvático. Además, la muerte de comunidades indígenas que poblaban y trabajaban miles de hectáreas antes de la devastación, representó un total irrespeto al derecho a la Vida, a la interculturalidad de los pueblos y a la soberanía territorial.
En Argentina, la rotura de una pileta perteneciente a la empresa estatal YPF en el mes de enero del 2013, provocó derrames petroleros en las aguas del río Colorado, que atraviesa a provincias como Neuquén, Mendoza y La Pampa. Los 15 metros cúbicos del líquido oleaginoso que cayeron en el área afectada, estropearon el equilibrio de los ecosistemas y la calidad de vida para las personas que cohabitan los caseríos por donde pasa el cauce.
Lo triste, es que los funcionarios públicos encargados de proteger los recursos hídricos de la ciudad, reconocieron el riesgo permanente de daños ambientales por la actividad petrolífera, sin generar una crítica ante el hecho punible, ni crear una reflexión conservacionista en la población. Recordemos que en marzo del presente año, se hallaron miles de peces muertos en el lago de la represa “El Diquecito”, en el sur de Tucumán, lo que sin duda, fue un lamentable ecocidio fruto de la negligencia laboral para combatir los altos niveles de sequía.
En Perú, la compañía “Minera Ares” fue multada en el mes de diciembre del 2012, por causar un grave daño ecológico en la provincia de Castilla, región de Arequipa. Con la inspección del Ministerio del Ambiente, se apreció un incremento en las emisiones de sólidos que finalmente contaminaron al río Collpa A su vez, la generación de basura electrónica que supera las 90.000 toneladas al año, se ha convertido en un problema sanitario en tierras peruanas. Menos del 12% de sus habitantes, cumplen con las 3Rs (reducir, reutilizar y reciclar), lo que influye negativamente en las condiciones medioambientales y en la recolección de desechos, que exigen una mayor conciencia social en la ciudadanía y la aplicación de normativas legales de sus gobiernos.
En Colombia, casi 40 hectáreas de bosque nativo fueron arrasadas en el mes de febrero, dentro de un predio particular ubicado en las veredas de Apiay y Catama, que se intentaba convertir en un área urbanística, sin importar las 5 corrientes hídricas y la cobertura boscosa que fueron destruidas. El atentado ecológico terminó con la vida de especies de fauna (garzas, araguatos, caracoleros), y árboles autóctonos (moriches, palmas manacas). De igual manera, existe un riesgo latente de ecocidio, por culpa de la empresa petrolera “Hupecol”, que opera en el departamento colombiano del Meta, y que amenaza con más de 50.000 hectáreas, que se consideran un reservorio natural de los Llanos Orientales. Lo lamentable, es que en agosto del 2012, las autoridades ambientales habían rechazado la petición de exploración a la compañía, pero meses después, le dieron luz verde a sus inicuos planes.
En Chile, el salvaje proyecto “Pascua Lama” impulsado por la minera canadiense Barrick Gold, es un caso de destrucción ambiental que enturbia la integridad de los glaciares. La falta de un plan de manejo para el uso de las aguas tras procesar los minerales, afectó los ecosistemas y contaminó la población norteña de Valle del Huasco. Lo triste, es que aunque la empresa ya ha sido imputada por daños ecológicos en países como Noruega, República Dominicana y Australia, seguirá su perverso andar en territorio austral, gracias a la complicidad de una Superintendencia de Ambiente, que sólo investigó y denunció la problemática, cuando el ecocidio ya fue consumado de forma irreparable.
En el Golfo de México, el derrame petrolero del año 2010, causado por el colapso en la plataforma “Deepwater Horizon” de la empresa inglesa “British Petroleum”, sigue encontrando huellas del abismal ecocidio, que vertió millones de galones de crudo en sus contaminadas aguas. En lo que va del 2013, se reportan más de 650 delfines muertos y miles de tortugas marinas perecen en silencio. Además, el hecho de que la mancha tóxica se vaya disipando visualmente, no quiere decir que su impacto ambiental terminara. La sangre faunística por el abuso irracional del Hombre, se aprecia en la cadena alimentaria de la vida marina, que socavó el destino de orcas y cachalotes.
En Costa Rica, la construcción de una carretera cerca de la frontera con Nicaragua, afectó a más de 600 especies, contaminó al río San Juan por los sedimentos arrojados y perjudicó gravemente los ecosistemas. Mientras se edificaba la ruta 1856 Mora-Porras, se destruyeron más de 100 kilómetros lineales que se consideraban de alta sensibilidad ecológica, poniendo en riesgo la conectividad biológica del Istmo centroamericano. La “Trocha fronteriza”, arrasó con 35 hectáreas boscosas, 300 hectáreas de suelo y 39 puntos críticos. Desde finales del 2010, se iniciaron las obras industriales, en las que existía un total desconocimiento sobre las condiciones topográficas que se estaban por alterar.
En Venezuela, el infernal “rustiqueo” de las carreras Fun Race 4x4, fue prohibido en los parques nacionales desde el año 2011, debido a la fatal destrucción que ocasionó en la Gran Sabana, tras echar a perder los hábitats naturales, los recursos hídricos y la biodiversidad en parte del territorio criollo. Los piques de fango, siempre acaban con la paz de la Naturaleza, porque se realizan en áreas protegidas muy sensibles ante la perversión humana. Aunque en febrero del 2013, se ratificó la decisión judicial de sancionar el furioso ecocidio en cuatro ruedas, es vital que las comunidades se organicen y denuncien oportunamente cualquier delito que presencien. Recordemos que el evento pseudo-deportivo “Rally Dakar”, efectuado en el mes de enero, provocó un impacto ecológico negativo en Argentina, Chile Y Perú. Los directivos del negocio, violaron la ley al evitar una evaluación ambiental que terminó destruyendo más de 200 sitios arqueológicos que pertenecían al patrimonio cultural de los pueblos nativos.
En Brasil, el número de alertas por deforestación en la región amazónica, se incrementó en un 26% a finales del 2012 y principios del 2013, reafirmando los indicios de explotación ilegal maderera. A su vez, la agricultura mecanizada y la expansión de mercados, son factores comerciales que profundizan el problema socio-ambiental. No es casualidad, que junto a China, India y EEUU, la nación carioca sea uno de los países más contaminantes y responsables del Cambio Climático, el Efecto Invernadero y el Calentamiento Global. La verdad, es que Brasil representa toda la controvertida historia que cotejamos a diario. Un lugar lleno de exuberantes paisajes, que en vez de ser protegidos, los han puesto a la venta de las despiadadas empresas extranjeras.
Por eso, el planeta Tierra sigue estando a merced de las transnacionales, que conspiran gracias al pacto de alienación entre los gobiernos de turno, los organismos judiciales y el egoísmo de los trabajadores. No olvidemos, que detrás de todos los ecocidios mencionados, se esconde la mano de muchísimos hombres de carne y hueso como usted, quienes fueron los encargados de encender las máquinas, los tractores, las motosierras, los camiones de demolición y las retroexcavadoras que se emplearon para perpetrar el daño ambiental. Es cierto que las corporaciones son las grandes culpables en destruir la biodiversidad del Mundo, pero es el individualismo de las personas en no querer renunciar a sus trabajos, al temor de ser despedidos sin remuneraciones económicas y a la apatía en contra de la Naturaleza, las variables que en realidad inciden con negatividad en la crisis ambiental global.
Si las compañías se atreven a sacar transgénicos al mercado, a engañar con publicidades en la TV y a incentivar el consumismo a los cuatro vientos, es porque saben que una gran cantidad de borregos estarán dispuestos a refrendar esa mentira, ya sea por presión social, ignorancia o reactancia. Si la gente asumiera su cuota de responsabilidad ecológica, pues NO existiera tanta impunidad y la justicia ciega sería el sendero de luz por transitar. Aunque falta mucho por aprender de la Pachamama, ya es tiempo de iniciar un proceso de autodescubrimiento, en el que todos juntos defendamos sus legendarios recursos naturales para el progreso de la Humanidad.
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