Mexico: En Tetela, Puebla, “sin oro vivimos, pero sin agua morimos”
Por María Aranzazú Ayala Martínez
Los pobladores de este rico municipio serrano lograron detener provisionalmente la explotación minera a cielo abierto, y esperan que se realice la consulta para decir que rechazan la extracción de oro.
A la espera de una consulta que nadie –ni autoridades ni habitantes- sabe cómo realizar, los pobladores de Tetela no bajan la guardia ante la mina que pretende instalar en sus tierras Carlos Slim, el hombre más rico del mundo.
Desde la carretera, llegando a Tetela entre cerros y nubes, ya se ven letreros. Algunos son lonas de plástico bien amarradas, otros cartulinas de colores fluorescentes y pintas en bardas. “No queremos oro… Tetela, nuestro Tesoro”, “No a la mina, sí a la vida”, “Tetela no se vende”, “Sin oro vivimos, sin agua morimos”. En el centro de la ciudad, que es la cabecera municipal donde los habitantes de todas las comunidades cercanas se reúnen, hay junto a la estación de autobuses un altar a la Virgen de Guadalupe, con un letrero: “Virgencita, libra a mi familia de las minas”.
El paraíso
En la Sierra Norte del estado de Puebla está enclavado el paraíso que es Tetela: cerros verdes y frondosos, agua cristalina, aire limpio, nubes de suave lluvia, neblina y tierra fértil. Ahí se siembra de todo, desde manzanas hasta café, y no sólo los vegetales son prósperos; principalmente el suelo es rico en minerales y abundante en oro, el metal más preciado.
El manuscrito “Relación de Tetela”, escrito entre 1580 y 1580, se remonta a los orígenes del lugar, aproximadamente al año 1215, con el asentamiento del primero de los cuatro jefes chichimecas del norte del país que conquistaron la zona. Desde hace siglos, los habitantes de la verde región se distinguen por su espíritu de libertad. Según los documentos históricos, no daban tributo a los aztecas, además de adorar al dios de la guerra, Huitzilopochtli, siempre luchadores.
El nombre de este paraíso significa “amontonamiento de piedras” o “abundancia”. En su propio nombre están contenidos los tesoros que yacen dentro de las rocas que sostienen a los árboles, que se estiran hacia el cielo gris, constantemente nublado: rocas y abundancia. Desde tiempos prehispánicos ya se explotaban pequeños yacimientos de oro, abundante en los cerros de Tetela.
Cielo abierto
En Tetela de Ocampo siempre ha habido minería a la manera tradicional, con túneles excavados dentro del cerro para buscar los metales preciosos; desde hace décadas, en la comunidad de La Cañada, perteneciente del mismo municipio. Por eso, al principio no muchos se opusieron al proyecto de Grupo FRISCO, empresa propiedad de Carlos Slim Helú, el hombre más rico del mundo.
Los habitantes, acostumbrados a la exploración y trabajos desde hace cerca de 300 años en la mina La Espejera, según explica don David, miembro de la Asociación Civil “Tetela hacia el futuro”, no pensaron que habría problema:
“Creen que no va a traer perjuicio. Entonces no le daban importancia a los trabajos de la empresa minera actual. Pero viendo los videos de lo que es la explotación a cielo abierto, esto en pocos años se convertirá en un lugar de enfermedades y destrucción de la fauna. Devastado, pues sí”.
Para hacer trabajos a cielo abierto lo primero que se hace es raspar la capa vegetal de la tierra, arrancar el verde de los cerros y dejar la roca dura, pelada. Después se dinamita el suelo, o se excava para hacer un agujero y comenzar con la exploración. Si se encuentran metales, se tiene que aflojar la roca ya sea con dinamita o con maquinaria pesada. Lo que sigue es cargar el material y afinarlo a través de dos diferentes molinos donde termina pulverizado. Después se pasa a tanques en los que se forma una mezcla espesa, pastosa, que se arroja a los llamados “patios”, una suerte de albercas con plástico en el fondo donde se deja reposar la mezcla, desde un par de días hasta meses. A la plasta de roca pulverizada con metales se le rocía agua con cianuro periódicamente, para aflojar los metales y que se puedan separar.
Además de acabar con la vegetación, la explotación a cielo abierto contaminará miles de litros de agua al día y pondrá en riesgo la salud de los habitantes. En La Cañada, a espaldas del casco de la ex Hacienda de San Carlos, está colgada en uno de los muros de la iglesia una lona con la foto de un bebé con erupciones en la piel, advirtiendo de los riesgos del envenenamiento.
Don Felipe, don David y su hermano Félix dicen que la mayor parte de las personas están en contra del proyecto. Ellos y la organización a la que pertenecen se dieron a la tarea desde hace más de un año, en octubre de 2012, de difundir en qué consiste la explotación a cielo abierto y sus riesgos, con lo que lograron que cada vez sean más los que alzan la voz para defender su territorio.
El río de Tetela, que pasa justo frente a casa de don Felipe, comienza en los manantiales de San Cristóbal, al pie de la mina La Espejera, donde los lugareños irguieron un altar a la Virgen de Guadalupe que es constantemente visitado y festejado a lo grande el día tres de mayo, día de la Santa Cruz. El agua que brota de ahí es cristalina, como de una fotografía retocada para calendario, y está completamente limpia. En casa de Félix no necesitan comprar garrafones, sólo acercarse al chorro que viene del manantial y beber el agua -que recorre una buena parte de la Sierra Norte de Puebla hasta llegar a Tecolutla, Veracruz, y finalmente al mar en el Golfo de México.
Y el río Papaloateno, en el que se convierten los manantiales de San Cristóbal, se llenará de desperdicios con la mina. “Y limpia el agua, se le puede decir ‘ahí ‘state’, pero sucia no, tiene mucha fuerza. Todo lo que encuentra, todo se lleva el agua”, argumenta don Beto, uno de los mineros más viejos del lugar, antiguo trabajador de La Espejera desde 1956 hasta 1982.
“Estos quieren trabajar a cielo abierto, y trabajar así acá no se puede, por muchas circunstancias”, explica el hombre flaco y de piel arrugada, que ya tiene que utilizar un bastón para caminar. Señala que la tierra que sacarán del monte tienen que echarla forzosamente al río, porque no hay otro lugar, y cuando haya lluvias fuertes y crezca su cauce, no habrá manera de detenerlo. Eso, sin contar el envenenamiento.
Cianuro
Para separar el metal –que está contenido en pequeñísimos fragmentos– de la roca, hay que utilizar cianuro. Don Beto dice que especialmente el de Tetela es “muy necio”, y se necesita mayor cantidad de sustancias tóxicas para despegarlo de la piedra. Por cada tonelada de roca hay que usar kilo y medio de cianuro, y en una rueda de prensa en 2013, un representante de Grupo FRISCO anunció que pretenden extraer 8 mil toneladas diarias, lo que equivaldría a utilizar 12 mil kilos de cianuro sólo por un día de trabajo.
El magnate y la lucha
El hombre más rico del mundo está paralizado. Y es que la empresa Grupo FRISCO, propiedad de Slim, y dedicada a la minería, está obligada a esperar el resultado de una consulta popular en Tetela de Ocampo para ver si los habitantes quieren o no el proyecto de exploración.
Sin embargo, la consulta todavía no se realiza pues nadie sabe cómo proceder. Ni las autoridades mismas, pues nunca se ha hecho un proceso así antes en México, en el que se pregunta a quienes viven en un lugar qué es lo que quieren. El primer antecedente, todavía en gestación, es la consulta a la tribu yaqui de Sonora acerca de la construcción del Acueducto Independencia, lo cual afecta directamente su forma de vida. Pero de Tetela nadie sabe nada, ni los de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los pueblos Indígenas (CDI), ni los de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Mientras se definen los lineamientos, los habitantes del municipio serrano anuncian que no bajarán la guardia.
Aunque Maricarmen vive en la ciudad de Puebla, capital del estado y a unas tres horas de distancia de Tetela, es parte de la asociación y trabaja desde lejos. A lo largo de un año y unos meses, informa, aprendió mucho, porque ella como muchos no sabía hasta dónde tiene derecho a defender el territorio. Ese aprendizaje no ha sido individual, sino colectivo, a nivel de toda la comunidad, que ahora sabe de su derecho a luchar para cuidar su agua y su tierra.
El 1 de octubre de 2013, la SEMARNAT dio luz verde a Grupo FRISCO para poder explorar. Aunque en La Cañada, en el cerro de la mina Espejera, ya están los barremos y el terreno comprado está cercado, como propiedad privada, no hay máquinas ni movimiento. Todo está detenido hasta que no se realice el proceso de la consulta, para que sean los habitantes quienes verdaderamente decidan sobre su futuro.
Pero este compás de espera no ha sido un tiempo muerto para “Tetela hacia el futuro”, el resto de la comunidad, y demás personas solidarias que apoyan la lucha para preservar la naturaleza. En estos meses se informan, difunden cómo opera este tipo de minería –que es la forma de exploración más agresiva–, y la gente les pregunta si no van a hacer nada. Pero es difícil, porque todos son personas que trabajan y la difusión de la resistencia contra la explotación minera tiene que ser en sus tiempos libres, mientras que para la empresa FRISCO es trabajo de tiempo completo.
Desde la carretera, llegando a Tetela entre cerros y nubes, ya se ven letreros. Algunos son lonas de plástico bien amarradas, otros cartulinas de colores fluorescentes y pintas en bardas. “No queremos oro… Tetela, nuestro Tesoro”, “No a la mina, sí a la vida”, “Tetela no se vende”, “Sin oro vivimos, sin agua morimos”. En el centro de la ciudad, que es la cabecera municipal donde los habitantes de todas las comunidades cercanas se reúnen, hay junto a la estación de autobuses un altar a la Virgen de Guadalupe, con un letrero: “Virgencita, libra a mi familia de las minas”.
Puebla, campo minado
En toda la entidad, que tiene casi 6 millones de habitantes, hay alrededor de 75 minas. A pesar de la insistencia de Grupo FRISCO, la empresa nacional no es la que controla la actividad de explotación, y tampoco una de las más experimentadas.
Canadá es quien tiene prácticamente el monopolio estatal de explotación minera, al menos en cuanto a proyectos con capital extranjero. La base de datos del Servicio Geológico Mexicano, actualizado por última vez en octubre de 2013 (justo cuando la SEMARNAT otorgó el permiso a la empresa de Slim), de los diez proyectos actuales en Puebla, nueve están a cargo de mineras canadienses. Almaden Minerals tiene cinco, entre ellas el complejo “Ixtaca”, localizado en Ixtacamaxtitlán, municipio también de la Sierra Norte de Puebla que colinda con Tetela de Ocampo.
Desinformemonos.org
Los pobladores de este rico municipio serrano lograron detener provisionalmente la explotación minera a cielo abierto, y esperan que se realice la consulta para decir que rechazan la extracción de oro.
A la espera de una consulta que nadie –ni autoridades ni habitantes- sabe cómo realizar, los pobladores de Tetela no bajan la guardia ante la mina que pretende instalar en sus tierras Carlos Slim, el hombre más rico del mundo.
Desde la carretera, llegando a Tetela entre cerros y nubes, ya se ven letreros. Algunos son lonas de plástico bien amarradas, otros cartulinas de colores fluorescentes y pintas en bardas. “No queremos oro… Tetela, nuestro Tesoro”, “No a la mina, sí a la vida”, “Tetela no se vende”, “Sin oro vivimos, sin agua morimos”. En el centro de la ciudad, que es la cabecera municipal donde los habitantes de todas las comunidades cercanas se reúnen, hay junto a la estación de autobuses un altar a la Virgen de Guadalupe, con un letrero: “Virgencita, libra a mi familia de las minas”.
El paraíso
En la Sierra Norte del estado de Puebla está enclavado el paraíso que es Tetela: cerros verdes y frondosos, agua cristalina, aire limpio, nubes de suave lluvia, neblina y tierra fértil. Ahí se siembra de todo, desde manzanas hasta café, y no sólo los vegetales son prósperos; principalmente el suelo es rico en minerales y abundante en oro, el metal más preciado.
El manuscrito “Relación de Tetela”, escrito entre 1580 y 1580, se remonta a los orígenes del lugar, aproximadamente al año 1215, con el asentamiento del primero de los cuatro jefes chichimecas del norte del país que conquistaron la zona. Desde hace siglos, los habitantes de la verde región se distinguen por su espíritu de libertad. Según los documentos históricos, no daban tributo a los aztecas, además de adorar al dios de la guerra, Huitzilopochtli, siempre luchadores.
El nombre de este paraíso significa “amontonamiento de piedras” o “abundancia”. En su propio nombre están contenidos los tesoros que yacen dentro de las rocas que sostienen a los árboles, que se estiran hacia el cielo gris, constantemente nublado: rocas y abundancia. Desde tiempos prehispánicos ya se explotaban pequeños yacimientos de oro, abundante en los cerros de Tetela.
Cielo abierto
En Tetela de Ocampo siempre ha habido minería a la manera tradicional, con túneles excavados dentro del cerro para buscar los metales preciosos; desde hace décadas, en la comunidad de La Cañada, perteneciente del mismo municipio. Por eso, al principio no muchos se opusieron al proyecto de Grupo FRISCO, empresa propiedad de Carlos Slim Helú, el hombre más rico del mundo.
Los habitantes, acostumbrados a la exploración y trabajos desde hace cerca de 300 años en la mina La Espejera, según explica don David, miembro de la Asociación Civil “Tetela hacia el futuro”, no pensaron que habría problema:
“Creen que no va a traer perjuicio. Entonces no le daban importancia a los trabajos de la empresa minera actual. Pero viendo los videos de lo que es la explotación a cielo abierto, esto en pocos años se convertirá en un lugar de enfermedades y destrucción de la fauna. Devastado, pues sí”.
Para hacer trabajos a cielo abierto lo primero que se hace es raspar la capa vegetal de la tierra, arrancar el verde de los cerros y dejar la roca dura, pelada. Después se dinamita el suelo, o se excava para hacer un agujero y comenzar con la exploración. Si se encuentran metales, se tiene que aflojar la roca ya sea con dinamita o con maquinaria pesada. Lo que sigue es cargar el material y afinarlo a través de dos diferentes molinos donde termina pulverizado. Después se pasa a tanques en los que se forma una mezcla espesa, pastosa, que se arroja a los llamados “patios”, una suerte de albercas con plástico en el fondo donde se deja reposar la mezcla, desde un par de días hasta meses. A la plasta de roca pulverizada con metales se le rocía agua con cianuro periódicamente, para aflojar los metales y que se puedan separar.
Además de acabar con la vegetación, la explotación a cielo abierto contaminará miles de litros de agua al día y pondrá en riesgo la salud de los habitantes. En La Cañada, a espaldas del casco de la ex Hacienda de San Carlos, está colgada en uno de los muros de la iglesia una lona con la foto de un bebé con erupciones en la piel, advirtiendo de los riesgos del envenenamiento.
Don Felipe, don David y su hermano Félix dicen que la mayor parte de las personas están en contra del proyecto. Ellos y la organización a la que pertenecen se dieron a la tarea desde hace más de un año, en octubre de 2012, de difundir en qué consiste la explotación a cielo abierto y sus riesgos, con lo que lograron que cada vez sean más los que alzan la voz para defender su territorio.
El río de Tetela, que pasa justo frente a casa de don Felipe, comienza en los manantiales de San Cristóbal, al pie de la mina La Espejera, donde los lugareños irguieron un altar a la Virgen de Guadalupe que es constantemente visitado y festejado a lo grande el día tres de mayo, día de la Santa Cruz. El agua que brota de ahí es cristalina, como de una fotografía retocada para calendario, y está completamente limpia. En casa de Félix no necesitan comprar garrafones, sólo acercarse al chorro que viene del manantial y beber el agua -que recorre una buena parte de la Sierra Norte de Puebla hasta llegar a Tecolutla, Veracruz, y finalmente al mar en el Golfo de México.
Y el río Papaloateno, en el que se convierten los manantiales de San Cristóbal, se llenará de desperdicios con la mina. “Y limpia el agua, se le puede decir ‘ahí ‘state’, pero sucia no, tiene mucha fuerza. Todo lo que encuentra, todo se lleva el agua”, argumenta don Beto, uno de los mineros más viejos del lugar, antiguo trabajador de La Espejera desde 1956 hasta 1982.
“Estos quieren trabajar a cielo abierto, y trabajar así acá no se puede, por muchas circunstancias”, explica el hombre flaco y de piel arrugada, que ya tiene que utilizar un bastón para caminar. Señala que la tierra que sacarán del monte tienen que echarla forzosamente al río, porque no hay otro lugar, y cuando haya lluvias fuertes y crezca su cauce, no habrá manera de detenerlo. Eso, sin contar el envenenamiento.
Cianuro
Para separar el metal –que está contenido en pequeñísimos fragmentos– de la roca, hay que utilizar cianuro. Don Beto dice que especialmente el de Tetela es “muy necio”, y se necesita mayor cantidad de sustancias tóxicas para despegarlo de la piedra. Por cada tonelada de roca hay que usar kilo y medio de cianuro, y en una rueda de prensa en 2013, un representante de Grupo FRISCO anunció que pretenden extraer 8 mil toneladas diarias, lo que equivaldría a utilizar 12 mil kilos de cianuro sólo por un día de trabajo.
El magnate y la lucha
El hombre más rico del mundo está paralizado. Y es que la empresa Grupo FRISCO, propiedad de Slim, y dedicada a la minería, está obligada a esperar el resultado de una consulta popular en Tetela de Ocampo para ver si los habitantes quieren o no el proyecto de exploración.
Sin embargo, la consulta todavía no se realiza pues nadie sabe cómo proceder. Ni las autoridades mismas, pues nunca se ha hecho un proceso así antes en México, en el que se pregunta a quienes viven en un lugar qué es lo que quieren. El primer antecedente, todavía en gestación, es la consulta a la tribu yaqui de Sonora acerca de la construcción del Acueducto Independencia, lo cual afecta directamente su forma de vida. Pero de Tetela nadie sabe nada, ni los de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los pueblos Indígenas (CDI), ni los de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). Mientras se definen los lineamientos, los habitantes del municipio serrano anuncian que no bajarán la guardia.
Aunque Maricarmen vive en la ciudad de Puebla, capital del estado y a unas tres horas de distancia de Tetela, es parte de la asociación y trabaja desde lejos. A lo largo de un año y unos meses, informa, aprendió mucho, porque ella como muchos no sabía hasta dónde tiene derecho a defender el territorio. Ese aprendizaje no ha sido individual, sino colectivo, a nivel de toda la comunidad, que ahora sabe de su derecho a luchar para cuidar su agua y su tierra.
El 1 de octubre de 2013, la SEMARNAT dio luz verde a Grupo FRISCO para poder explorar. Aunque en La Cañada, en el cerro de la mina Espejera, ya están los barremos y el terreno comprado está cercado, como propiedad privada, no hay máquinas ni movimiento. Todo está detenido hasta que no se realice el proceso de la consulta, para que sean los habitantes quienes verdaderamente decidan sobre su futuro.
Pero este compás de espera no ha sido un tiempo muerto para “Tetela hacia el futuro”, el resto de la comunidad, y demás personas solidarias que apoyan la lucha para preservar la naturaleza. En estos meses se informan, difunden cómo opera este tipo de minería –que es la forma de exploración más agresiva–, y la gente les pregunta si no van a hacer nada. Pero es difícil, porque todos son personas que trabajan y la difusión de la resistencia contra la explotación minera tiene que ser en sus tiempos libres, mientras que para la empresa FRISCO es trabajo de tiempo completo.
Desde la carretera, llegando a Tetela entre cerros y nubes, ya se ven letreros. Algunos son lonas de plástico bien amarradas, otros cartulinas de colores fluorescentes y pintas en bardas. “No queremos oro… Tetela, nuestro Tesoro”, “No a la mina, sí a la vida”, “Tetela no se vende”, “Sin oro vivimos, sin agua morimos”. En el centro de la ciudad, que es la cabecera municipal donde los habitantes de todas las comunidades cercanas se reúnen, hay junto a la estación de autobuses un altar a la Virgen de Guadalupe, con un letrero: “Virgencita, libra a mi familia de las minas”.
Puebla, campo minado
En toda la entidad, que tiene casi 6 millones de habitantes, hay alrededor de 75 minas. A pesar de la insistencia de Grupo FRISCO, la empresa nacional no es la que controla la actividad de explotación, y tampoco una de las más experimentadas.
Canadá es quien tiene prácticamente el monopolio estatal de explotación minera, al menos en cuanto a proyectos con capital extranjero. La base de datos del Servicio Geológico Mexicano, actualizado por última vez en octubre de 2013 (justo cuando la SEMARNAT otorgó el permiso a la empresa de Slim), de los diez proyectos actuales en Puebla, nueve están a cargo de mineras canadienses. Almaden Minerals tiene cinco, entre ellas el complejo “Ixtaca”, localizado en Ixtacamaxtitlán, municipio también de la Sierra Norte de Puebla que colinda con Tetela de Ocampo.
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