Provincia de Buenos Aires: GESTION AMBIENTAL O PALOS EN LA RUEDA?

         
BIOS ARGENTINA, miembro de RENACE, ha solicitado en mayo formalmente al Sr. Director Ejecutivo del Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la provincia de Buenos Aires – OPDS-  Sr. Hugo Bilbao, y al Jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia de Buenos Aires, Lic. Alberto Pérez, que arbitren los mecanismos necesarios para establecer la obligatoriedad de la Evaluación de Impacto Ambiental para todo emprendimiento agropecuario.
Hemos recibido, tres meses después, un telegrama en el cual nos advierten que desestimarán la presentación si en un brevísimo lapso no presentamos la certificación del cargo en BIOS del firmante de la nota, así como un domicilio en la ciudad de La Plata. Ello implicaría gestiones, registros notariales, etc. Que para una ONG compuesta de voluntarios desde hace 25 años, resulta engorroso, costoso y –entendemos, una pérdida de tiempo provocada de modo insidioso para no dar respuesta a nuestro pedido.
          Por ello, uno de nuestros compañeros fundadores de la ONG, que trabaja y vive en la ciudad de La Plata, se ha presentado ayer de modo personal, tal como lo hiciese un ciudadano de Atenas con pleno derecho amparado por nuestra Constitución Nacional y las leyes ambientales y civiles vigentes hoy en el país, y ha hecho idéntica presentación.
          ¿Harán, tal cual el viejo sketch de “plantar el arbolito” de solicitarle la vacuna de su señora abuela? O asumirán su deber como funcionarios públicos y darán una respuesta amiga de la salud y el ambiente, esta vez?
          Quedamos a la espera de si está vigente el “empujar hacia delante y que se las vea la próxima gestión”, o los deberes de funcionario público.

NOTA PRESENTADA NUEVAMENTE:
Como ciudadano preocupado en temas de salud y ambiente, y en línea con lo solicitado por la ONG BIOS, cuyo pedido Ud desestimó por cuestiones de forma, solicito a Ud tenga a bien arbitrar los mecanismos necesarios para establecer la normativa que implique la obligatoriedad de la Evaluación de Impacto Ambiental para todo emprendimiento agropecuario.
Visto
-        Que esta ONG ha demostrado a través de análisis clínicos con certificación notarial que los agrotóxicos no “desaparecen” luego de aplicados, sino que tanto los principios activos como los componentes de sus formulados y/o los metabolitos en los que se degradan persisten y terminan en el cuerpo humano y en el ambiente por largos periodos de tiempo.
-        Que comprobamos de modo fehaciente y con certificación notarial que estas sustancias se encuentran como residuo en un porcentaje importante de los vegetales de consumo humano.
-        Que comprobamos de modo fehaciente que estas sustancias están como residuo en la sangre humana.
-        Que las prácticas agrícolas con uso de insumos de la química de síntesis aplica de modo sistemático y a lo largo del tiempo estas sustancias que salen de los campos-objetivo a través de las derivas, los cursos de agua, los relaves de lluvias, el viento, los percolados. Miles de litros de agrotóxicos pasan de la tierra al aire o al agua, pero no desaparecen.
Y Considerando 
-        Que estas sustancias deprimen el sistema inmunitario, haciendo a la persona más sensible a enfermar.
-        Que la ecotoxicidad de estas sustancias es ya probada ampliamente en nuestro sistema científico de investigación y en innumerables centros de investigación en todo el mundo.
-        Que los plaguicidas organoclorados se caracterizan por ser altamente persistentes en las cadenas tróficas y muy lipofílicos y, por tanto, poseen un elevado potencial de bioacumulación en la cadena alimentaria.
-        Que tienen una elevada capacidad de resistir los procesos de degradación y, por tanto, persistir en el medioambiente y en los organismos durante años tras su última aplicación.
-        Que aunque se detecten bajas cantidades mensuradas en sangre, estas sustancias tienen un elevado potencial de bioacumulación en otros tejidos y a lo largo de la vida va aumentando la carga corporal.
-        Que se pueden combinar y sinergizarse: aunque de modo individual sean bajas dosis, unidas a otras bajas dosis pueden generar fuertes efectos.
-        Que además, se pueden combinar con efecto paradojico: pueden provocar ciertos efectos que son más intensos a bajas que a altas dosis.
-        Que estas sustancias impactan de modo diferente en los diversos estadíos del desarrollo: su presencia en el período de gestación, o en un niño en crecimiento, o en un adolescente genera efectos dispares, asi como en un anciano o en una persona malnutrida.
-        Que los COPs y sus metabolitos son disruptores endocrinos que alteran el funcionamiento de las hormonas alterando esa fisiología de delicado y vital equilibrio.
Solicitamos
          Que asi como se exige una Evaluación de Impacto Ambiental a aquellas actividades no industriales que generan efluentes de algún tipo, conforme a ley, se exija igualmente a la producción agrícola, máxime que usa, transporta y manipula sustancias peligrosas a la vez que contamina con sus efluentes líquidos, sólidos y gaseosos el aire, el suelo, el agua, los alimentos que llegan a los hogares y hasta las personas mismas.  Es una omisión muy seria y peligrosa la que se ha hecho con esta rama de la producción, dejándola exenta de toda evaluación sanitaria previa y auditorías posteriores.
Dr. Andrés Atilio Porta
Doctor en Ciencias Bioquímicas
Profesor Adjunto Ordinario de Química Analítica
Investigador Independiente, CIC.
Director del Laboratorio de Ingeniería Sanitaria (Ingeniería, UNLP).
Proyectos de investigación en contaminación ambiental y salud
Dirección de Tesis de doctorado y de Maestría  
Miembro de BIOS
Contactos:
Lic. Silvana Buján ecosil@copetel.com.ar (0223) 155019937 BIOS – RENACE
Ing. Claudio Lowy ecolowy@gmail.com  (011) 1564675187 BIOS – RENACE
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Argentina: La tierra, en pocas manos

Según la organización internacional Grain, en Argentina en veinte años desapareció un tercio de las chacras más pequeñas. En el mundo, el 90 por ciento de los agricultores es campesino e indígena, pero tiene sólo el 25 por ciento de la tierra.
El 90 por ciento de los agricultores del mundo es campesino e indígena, pero tiene sólo el 25 por ciento de la tierra. La agricultura campesina produce hasta 80 por ciento del alimento en los países no industrializados. Y la concentración de tierras en pocas manos es un fenómeno global. Son algunas de las conclusiones de la investigación Hambrientos de Tierra, de la organización internacional Grain. El estudio procesa información oficial y académica de las última dos décadas y ofrece una radiografía de la situación de la tierra a nivel mundial. En Argentina, en veinte años, desapareció el 33 por ciento de las chacras más pequeñas. “Es necesario y urgente revertir la tendencia actual y entregar a los pequeños agricultores los medios para alimentar al mundo”, propone la investigación.
“Los campesinos alimentan al mundo con menos de una cuarta parte de la tierra agrícola”, es el subtítulo del informe de Grain, una organización que se especializa en el análisis del modelo agropecuario y el rol de las corporaciones. En la segunda página del informe confronta contra la Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO): “Inauguró 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar, cantó las loas de los agricultores familiares pero ni una sola vez mencionó la necesidad de una reforma agraria. Por el contrario, anunció que las fincas familiares ya tenían la mayor parte de la tierra, la increíble cifra de 70 por ciento”.
El informe de Grain afirma todo lo contrario. Más del 90 por ciento de los agricultores del mundo es campesino e indígena, pero controla menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial. Y, con esa poca tierra, produce la mayor parte de la alimentación. En promedio, las fincas de los campesinos tienen sólo 2,2 hectáreas.
El trabajo ordena la información por continentes. Para América latina y el Caribe señala que las pequeñas chacras representan el 80 por ciento (17.894) del total y cuentan sólo con el 19 por ciento de la tierra cultivable (172.686 hectáreas). “Las fincas pequeñas están siendo marginadas a menos tierras”, explica la investigación y detalla que en treinta países se dan las mayores inequidades, donde los campesinos representa más del 70 por ciento de las fincas y tienen menos del diez por ciento de la tierra. De los treinta más injustos, seis son de América: Chile, Guyana, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
En el apartado III el informe detalla que los campesinos e indígenas están perdiendo rápidamente fincas, mientras crecen las grandes chacras. De América latina sobresalen los casos de Argentina, que perdió más de un tercio de sus chacras entre 1988 y 2008 (sólo entre 2002 y 2008 desapareció el 18 por ciento de las pequeñas fincas). En Chile, entre 1997 y 2007, se perdió el 15 por ciento de las chacras más pequeñas. En Colombia, entre 1980 y la actualidad, los campesinos perdieron la mitad de la tierra que poseían. En Uruguay, en los últimos catorce años, desapareció el 20 por ciento de las chacras.
Carlos Vicente, uno de los investigadores del informe, remarcó que “la pérdida en Argentina de un 33 por ciento de los pequeños productores en 20 años demuestra cómo el modelo sojero ha sido depredador” y alertó que “la posibilidad de sostener una alimentación autónoma de nuestro pueblo se ve profundamente jaqueada”. Vicente revalorizó que los campesinos en Argentina tienen el 5,8 por ciento de la tierra y “siguen siendo los principales productores de alimentos del país”.
Grain establece una relación directa entre la pérdida de tierras de pequeños productores y el avance de la megaminería, el petróleo, gas y monocultivos. “La tremenda expansión de las megafincas dedicadas a los monocultivos industriales es quizás el factor más importante detrás del desalojo de los pequeños agricultores”, afirma, y detalla particularmente cuatro monocultivos: caña de azúcar, canola (colza), palma aceitera y soja. Señala que, en los últimos cincuenta años, 160 millones de hectáreas fueron ocupadas por los monocultivos. “Más y más tierra agrícola fértil es ocupada por grandes fincas que producen materias primas industriales para exportación, presionando a los pequeños productores a una siempre decreciente participación sobre la tierra”, asegura. Y advierte que, según la misma FAO, para 2050 la superficie mundial sembrada con soja aumentará un 33 por ciento; la caña de azúcar, un 28 por ciento, y la canola, un 16 por ciento.
“Con mucha rapidez estamos perdiendo fincas y campesinos por la concentración de tierra a manos de los ricos y los poderosos. Si no revertimos esta tendencia, el mundo perderá su capacidad para alimentarse a sí mismo”, advirtió Henk Hobbelink, coordinador de Grain.
La investigación alerta que la concentración de la tierra “está llegando a niveles extremos” y que esa política tiene una consecuencia directa en el número creciente de personas que pasan hambre en el mundo. “Necesitamos, en forma urgente y a una escala nunca antes vista, revisar y relanzar programas de reforma agraria y reconstitución territorial genuinos que devuelvan la tierra a manos campesinas e indígenas”, alerta Grain.

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