Cuando un antidepresivo humano convierte a las percas en ‘superpeces’


Miguel Ángel Criado (ESMATERIA.com)

Los residuos de un medicamento humano elevan la supervivencia de la perca euroasiática. Investigadores denuncian que los estudios de impacto ambiental sólo se basan en los efectos perjudiciales.
Los test ecotoxicológicos para establecer el impacto de las medicinas en el medio sólo miden cuándo una medicina puede ser perjudicial. Pero ¿y si su vertido en ríos y lagos es beneficioso para la salud de los peces? Una investigación muestra cómo un antidepresivo mejora el estado general de las percas. Pero, al mismo tiempo, podría alterar todo el ecosistema.
Las medicinas están hechas para curar. El oxazepam, por ejemplo, combate la ansiedad y la depresión en humanos. Pero, si llega a los ríos procedente de las aguas residuales, se convierte en un arma de doble filo: pone en forma a los animales expuestos pero, con eso, altera toda la cadena trófica.
Investigadores de la Universidad sueca de Umea han demostrado cómo los protocolos para aprobar un medicamento parten de un enfoque erróneo. Miden el impacto negativo que pueden tener en los ecosistemas una vez que sus residuos llegan al medio natural, Pero nunca han tenido en cuenta los posibles efectos perjudiciales de sus bondades terapéuticas.
Capturaron especímenes de la perca euroasiática (Perca fluviatilis) de un lago cercano a Umea pero que no recibía aguas urbanas. Los peces tenían entonces dos años. De una zona costera también recuperaron racimos de huevos de la misma especie.
Tanto a los huevos como a los ejemplares adultos los expusieron a distintas dosis de oxazepam, un ansiolítico del grupo de las benzodiacepinas que actúa en receptores neuronales presentes en todos los vertebrados. En pruebas anteriores, se llegaron a detectar cantidades de hasta 1,9 nanogramos por litro en las aguas residuales ya tratadas.
Las percas adultas fueron supervisadas para seguir tres aspectos de su conducta: sociabilidad, actividad física y su audacia o descaro. A los huevos se les expuso en distintas fase de desarrollo y una vez los alevines eclosionaron fueron trasladados a aguas limpias. Como control, los investigadores apartaron varios ejemplares que no tuvieron contacto con el oxazepam.
30 días después, las percas adultas expuestas al oxazepam presentaban un estado general mucho mejor que las que no fueron medicadas. Tenían más actividad física, comían mucho más y eran más osadas, explorando un área mayor de los tanques donde estaban.
En cuanto a los alevines, sus tasas de supervivencia eran mucho mejores. Su mortalidad en estado natural es muy alta, superior al 95%. Pero las dopadas con oxazepam la rebajaron hasta apenas el 90%, casi el doble de supervivencia.
¿Cómo un medicamento pensado para combatir la ansiedad y el insomnio activa tanto a las percas? En sus conclusiones del estudio, publicado en Environmental Research Letters, los ecólogos señalan que el ansiolítico reduce significativamente los niveles de estrés, lo que haría que los peces, que ya están mejor alimentados, sufran un menor desgaste de su estado de salud.
La paradoja de estos resultados es obvia. Dentro de una misma especie, la perca euroasiática, el medicamento da una ventaja de unas sobre otras. Además, un medicamento beneficioso para unos individuos determinados puede alterar el frágil equilibro de todo un ecosistema fluvial.
“Las pruebas ecotoxicológicas fueron diseñadas pensando en los contaminantes tóxicos tradicionales, como los metales pesados o las dioxinas, que han sido históricamente las mayores amenazas para los organismo acuáticos de las aguas superficiales”, dice el doctor del departamento de ecología y ciencias ambientales de la Universidad de Umea y director de la investigación, Jonatan Klaminder. Pero, “los medicamentos, que están diseñados para mejorar la salud, son un nuevo grupo de contaminantes que no encajan necesariamente en la visión tradicional”, añade.
En opinión de estos investigadores, la normativa europea para determinar el impacto ambiental de un medicamento antes de su aprobación tiene que ser cambiada para integrar esta paradoja. De hecho, los medicamentos que prueban su baja toxicidad salen adelante sin tener en cuenta que pueden estar creando superpeces.
Como escribe en una nota Thomas Brodin, coautor del estudio, “aunque nuestro trabajo se centró en un solo fármaco, es posible que se produzcan similares efectos por la exposición al resto de medicinas que se pueden encontrar en las aguas superficiales, como los antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, hormonas o antidepresivos”.
Imagen: saludpasion.com

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