Argentina: Ordenanzas superadoras sobre el uso de agrotóxicos en pos de cuidar la salud y el ambiente

Si bien hay investigaciones sobre el tema de los agrotóxicos desde distintas aristas -como deriva, toxicidad, estudios de suelo, campamentos sanitarios, afecciones de la salud que provocan-, no hemos hallado estudios comparativos sobre las ordenanzas existentes. Como consecuencia de ello se realiza la presente investigación.
 
Durante la década de 1990, bajo las presidencias de Carlos S. Menem (1989-1999), Argentina adoptó el neoliberalismo como modelo económico, político y social. Entre 1991 y 1994 se transformó el marco regulatorio nacional, con el fin de generar las condiciones necesarias para el desarrollo de la libre circulación de bienes, servicios y capitales. Respecto del sector agropecuario, se eliminaron casi todos los impuestos a las exportaciones y se desmantelaron los organismos reguladores que habían permitido la coexistencia de actores económica y socialmente heterogéneos. (GRAS Y HERNÁNDEZ, 2014: 47)
En este contexto, en 1996 se liberó comercialmente la soja RR (Roundup Ready®), tolerante al herbicida glifosato, y desde entonces “la Argentina fue el mascarón de proa con el cual los cultivos genéticamente modificados alcanzaron las 24,5 millones de hectáreas sembradas en esta última campaña.” (PENGUE, 2016)
En relación al avance de la producción de transgénicos, ha aumentado exponencialmente el uso de preparados químicos en la producción del agro en Argentina; entre 1996 y el 2015 el uso de agrotóxicos aumentó 423% (datos de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes -CASAFE- elaborados por la Red Universitaria de Ambiente y Salud –REDUAS-).
Existe una amplia bibliografía de estudios de universidades públicas que hallan conexiones entre estos compuestos y el aumento de distintos problemas de salud en los pueblos fumigados, como el cáncer, problemas de tiroides, abortos espontáneos, afecciones respiratorias y epidérmicas, malformaciones en nacimientos, etc. “Los llamados ‘pueblos fumigados’, dan cuenta de una reacción social que ya es imposible de soslayar y son el principal emergente de una expansión sobre un territorio desigual y terminal y que se refleja en la aparición de casos crecientes de enfermedades vinculadas al uso potencial de pesticidas” (PENGUE, 2016)

Con el transcurso del tiempo, este modelo productivo ha mostrado su impacto sobre el ambiente y la salud, pues “cuando se rocían campos enteros con glifosato desde el aire (…) perjudican tanto la producción como la salud de miles de vecinos linderos…” (TEUBAL, 2006)

La deriva es el desvío de la trayectoria de las gotas del caldo pulverizado/fumigado del objetivo previamente definido. Existen tres derivas: la primaria, aquella que se produce al momento de la fumigación y/o pulverización (producida por distintas variables entre las que son fundamentales las climáticas, como factor externo al control del operador de la máquina aplicadora); la secundaria, aquella que se genera en las horas siguientes a la aplicación; y la terciaria aquella que puede producirse semanas, meses o años después de la aplicación (lixiviación en corrientes de agua, cambio a estado gaseoso, acumulación en microorganismos o especies mayores, descomposición en metabolitos, reacción con moléculas del ambiente, absorción, adsorción con sustratos del suelo). A partir del reconocimiento de las tres derivas que hemos desarrollado, la definición de una distancia mínima de las pulverizaciones a los centros poblados debe llevarnos a considerar distancias superiores a los 4.800 metros, que es la distancia máxima que puede recorrer la gota más pequeña de una aplicación en condiciones climáticas óptimas. (TOMASONI: 2013)
Por  Daniela Dubois
Ecoportal.net



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