Fin de la era del petróleo: Alimentos o biocombustibles
Inevitablemente en los próximos años la humanidad irá abandonando una era negra de su historia, la del petróleo, el carbón y demás hidrocarburos. Nuevos paradigmas se plantean en torno al rumbo que tomará la humanidad toda respecto de temas tales como la generación de energía y la alimentación.
Ricardo Natalichio
Por un lado tenemos a los defensores de los agrocombustibles, con el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, como su cara mas visible y con el apoyo económico de los grupos de poder dedicados a los agronegocios, como Monsanto, Syngenta, Bayer, Pioneer, DuPont y tantos otros.
La cantidad disponible de hectáreas cultivables está llegando a su límite y para ampliarlo se está condenando a muerte a los pulmones del planeta, arrasando a velocidades increíbles los últimos bosques.
La agricultura mundial está en una encrucijada. Debe producir alimentos suficientes para una población creciente, que ya se encuentra en los albores de una crisis sin precedentes en decenas de países, producto de la escasez y el aumento en el precio de los alimentos.
Pero ahora también se le exige que alimente a las máquinas del capitalismo, que produzca agrocombustibles y se haga cargo de la excesiva demanda de energía que los hidrocarburos van dejando de poder satisfacer.
El modelo de agricultura industrial que se ha apoderado del campo, está modificando sensiblemente el escenario mundial social y ambiental. Millones de hectáreas cultivables ya no producen alimentos, ni necesitan agricultores. Los cultivos biodiversos de frutales, legumbres, hortalizas, los bosques y los montes, se han convertido en mares de diferentes monocultivos de plantas y árboles.
Ha producido estragos en los ecosistemas, provocando inundaciones, sequías, desertificación y contaminación de los recursos hídricos. Y generado pauperización y migraciones masivas de campesinos hacia los cinturones de las grandes ciudades.
La humanidad enfrenta su mayor desafío, se necesitan cambios profundos en las políticas agropecuarias, ambientales y sociales. Y ya no hay tiempo para medias tintas, pues el hambre no puede esperar.
Erradicar la pobreza y el hambre mundial es posible. La Vía Campesina ofrece una alternativa viable al sistema alimentario en colapso. La soberanía alimentaria.
Propone profundizar los circuitos locales de producción-consumo. Una agricultura basada en la producción de pequeños y medianos productores, consustanciados con el cuidado de la tierra y con el cuidado del ecosistema en el que se encuentran asentados, utilizando métodos agroecológicos.
Todos deberemos ser parte de ese cambio, hacer un esfuerzo, pues como consumidores deberemos modificar algunas de nuestras conductas, como una paulatina reducción en el consumo de proteínas de origen animal.
La vida en las grandes ciudades nos aleja de la realidad ambiental, pone un velo sobre nuestros ojos que nos dificulta comprender la importancia que tiene en nuestra vida, la forma en la que se producen los alimentos que llegan a nuestra mesa cada día. También dónde se producen y cómo se transportan hasta nosotros.
Quitándonos ese velo, descubriremos que nuestro futuro depende en gran parte de lo que hoy consumimos y que aun podemos decidir el planeta que vamos dejar a nuestro hijos. Y esto es valido para todo lo que consumimos en nuestra vida, no solo los alimentos.
Ricardo Natalichio
Por un lado tenemos a los defensores de los agrocombustibles, con el ex vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, como su cara mas visible y con el apoyo económico de los grupos de poder dedicados a los agronegocios, como Monsanto, Syngenta, Bayer, Pioneer, DuPont y tantos otros.
La cantidad disponible de hectáreas cultivables está llegando a su límite y para ampliarlo se está condenando a muerte a los pulmones del planeta, arrasando a velocidades increíbles los últimos bosques.
La agricultura mundial está en una encrucijada. Debe producir alimentos suficientes para una población creciente, que ya se encuentra en los albores de una crisis sin precedentes en decenas de países, producto de la escasez y el aumento en el precio de los alimentos.
Pero ahora también se le exige que alimente a las máquinas del capitalismo, que produzca agrocombustibles y se haga cargo de la excesiva demanda de energía que los hidrocarburos van dejando de poder satisfacer.
El modelo de agricultura industrial que se ha apoderado del campo, está modificando sensiblemente el escenario mundial social y ambiental. Millones de hectáreas cultivables ya no producen alimentos, ni necesitan agricultores. Los cultivos biodiversos de frutales, legumbres, hortalizas, los bosques y los montes, se han convertido en mares de diferentes monocultivos de plantas y árboles.
Ha producido estragos en los ecosistemas, provocando inundaciones, sequías, desertificación y contaminación de los recursos hídricos. Y generado pauperización y migraciones masivas de campesinos hacia los cinturones de las grandes ciudades.
La humanidad enfrenta su mayor desafío, se necesitan cambios profundos en las políticas agropecuarias, ambientales y sociales. Y ya no hay tiempo para medias tintas, pues el hambre no puede esperar.
Erradicar la pobreza y el hambre mundial es posible. La Vía Campesina ofrece una alternativa viable al sistema alimentario en colapso. La soberanía alimentaria.
Propone profundizar los circuitos locales de producción-consumo. Una agricultura basada en la producción de pequeños y medianos productores, consustanciados con el cuidado de la tierra y con el cuidado del ecosistema en el que se encuentran asentados, utilizando métodos agroecológicos.
Todos deberemos ser parte de ese cambio, hacer un esfuerzo, pues como consumidores deberemos modificar algunas de nuestras conductas, como una paulatina reducción en el consumo de proteínas de origen animal.
La vida en las grandes ciudades nos aleja de la realidad ambiental, pone un velo sobre nuestros ojos que nos dificulta comprender la importancia que tiene en nuestra vida, la forma en la que se producen los alimentos que llegan a nuestra mesa cada día. También dónde se producen y cómo se transportan hasta nosotros.
Quitándonos ese velo, descubriremos que nuestro futuro depende en gran parte de lo que hoy consumimos y que aun podemos decidir el planeta que vamos dejar a nuestro hijos. Y esto es valido para todo lo que consumimos en nuestra vida, no solo los alimentos.
Ricardo Natalichio Director: www.ecoportal.net