El lobby de las petroleras norteamericanas para bloquear el uso de energías limpias. Una investigación del The New York Times revela la trama

La industria petrolera de Estados Unidos ( EE. UU.) lleva adelante una campaña furtiva de relaciones públicas con el fin de socavar las normas vigentes relacionadas con  los estándares de consumo de combustible y la reducción de emisiones contaminantes de los automóviles de la nación norteamericana.

Un reportaje realizado por el diario The New York Times revela que  varias de las mayores refinerías de petróleo estadounidenses han emprendido una campaña de lobby político, que es apoyada con publicidad en Facebook para intentar convencer tanto a los políticos como a la población que Estados Unidos ya no necesita regulaciones verdes de emisión, pues, argumentan, se ha convertido en un productor masivo de crudo.
“Ahora que la escasez de petróleo ya no es una preocupación“, se debería dar a los estadounidenses la “opción de elegir los vehículos que mejor se adapten a sus necesidades”, plantea el borrador de una carta que Marathon Petroleum —la refinería más grande de EE.UU.— ayudó a poner en circulación entre los miembros del Congreso.
Según el diario neoyorquino, la industria petrolera ha presentado propuestas legislativas que apuntan a revertir los estándares sobre emisiones vehiculares.
Un hecho que va en concordancia con el plan presentado en agosto pasado por el Gobierno de Donald Trump de congelar los estándares de eficiencia para los vehículos que salgan al mercado después de 2020, que  habían sido establecidos en la administración de Barack Obama (2009-2017) con el fin de reducir las  emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo con estos estándares, los fabricantes de automóviles debían reducir aproximadamente a la mitad el consumo de combustible por kilómetro en sus nuevos vehículos, una meta que debía ser alcanzada gradualmente para 2025. Sin embargo Trump busca congelar esa regulación a los niveles fijados para 2020.
Esta situación ha generado el rechazo de varios sectores, incluyendo el de los fabricantes de automóviles, quienes pese a verse beneficiados por menos restricciones, han afirmado  que el plan de Trump va demasiado lejos pues implica significativos costos ambientales, entre los que figuran un notable aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y es que el mayor beneficiario de la reducción de las regulaciones es la industria petrolera norteamericana, ya que una cuarta parte del crudo extraído se emplea en la producción de combustible para automóviles, y si hay un mayor número de vehículos eficientes, menor será el consumo de gasolina.
De hecho, el presidente y director ejecutivo de la refinería Marathon, Gary R. Heminger, expresó en una conferencia telefónica con inversionistas la semana pasada que de concretarse la reversión de los estándares de eficiencia, se registrarían ventas adicionales por el orden de los 350 mil a 400 mil barriles de gasolina por día. Serían buenas noticias para los petroleros.
Lobby político
The New York  plantea que en los últimos meses, Marathon Petroleum también se unió al Consejo de Intercambio Legislativo Americano y una red de política conservadora financiada por el multimillonario industrial Charles G. Koch, para redactar un conjunto de leyes que respalden la posición del sector petrolero.
Entre junio y julio, los representantes de esta refinería entregaron cartas a los legisladores que planteaban la necesidad de reducir los estándares de consumo  de combustible y emisiones contaminantes de los automóviles.
En el artículo se hace mención  a que un archivo de Microsoft Word de una carta  proporcionada por una delegación del Congreso,  mostró que este documento fue  editado por última vez por un cabildero de Marathon, Michael J. Birsic, el 11 de junio de 2018.
“El Sr. Rice de Marathon dijo que la compañía no escribió la carta, y la compañía se negó a decir quién lo hizo. No ofreció una explicación para la huella digital del Sr. Birsic en el archivo del documento”.
Sin embargo, lo más alarmante es que  diecinueve legisladores de las delegaciones de Indiana, West Virginia y Pennsylvania enviaron cartas al Departamento de Transporte que incluían frases exactas y razonamientos del texto suministrado por  la industria.
Las cartas de los legisladores, enviadas entre junio y julio, señalan que la escasez de petróleo ya no es una preocupación, por lo que a los estadounidenses se les debe dar la opción de adquirir los vehículos que mejor se adapten a sus necesidades.
En una de las resoluciones  propuestas por los legisladores, se tildan  las reglas actuales de eficiencia de combustible como “una reliquia de una narrativa refutada de la escasez de recursos” y  se plantea que  “los burócratas no elegidos” no deben decidir cuáles automóviles deben manejar los estadounidenses.
Campaña en Facebook
Una campaña impulsada en Facebook, dirigida de forma encubierta por un grupo de presión de la industria petrolera que representa a Exxon Mobil, Chevron, Phillips 66 y otros gigantes petroleros, instó a las personas a escribir a los legisladores para respaldar el retroceso de las regulaciones.
Los anuncios de Facebook están vinculados con un sitio web que presenta una foto de un sonriente  Barack  Obama y la pregunta: “¿usted le compraría un auto usado a este hombre?” .
En contraposición, ofrecen una imagen de Donald Trump saludando junto con el mensaje:  “¡Apoya la agenda de libertad para automóviles de nuestro presidente!”.
De este modo, se les pidió a las personas que escribieran al gobierno para respaldar  la reducción de los estándares de emisiones, ya que los comentarios públicos  son parte importante en la elaboración de normas federales.
La ley exige que se tengan en cuenta las opiniones de los ciudadanos antes de que se finalice una norma.
“Presente un comentario oficial para  apoyar el plan de nuestro presidente para autos más seguros y baratos que  nosotros podamos elegir”, reza un publicado a principios de octubre y que contaba con un enlace a un sitio web  para formular un comentario.
“La campaña parece haber sido tan efectiva que una cuarta  parte de los 12.000 comentarios públicos recibidos por el Departamento de Transporte  corresponden al anuncio”, advierte el diario estadounidense, al tiempo que recalca que en más de 3,300 de los 12,000 comentarios se puede observar un lenguaje idéntico al de los anuncios.
Más petróleo a toda costa
El argumento de que Estados Unidos está inundado de petróleo,  y  no tiene que preocuparse por la conservación de la energía, tiene sus bases en el incremento exacerbado que ha experimentado la producción de crudo en la nación norteamericana.
A finales de noviembre, EE.UU. registró un nuevo hito al convertirse en exportador neto de petróleo, rompiendo una racha de 75 años en los que ha tenido que depender del crudo extranjero.
Según datos de  la Administración de Información de Energía, esta nación registró  ventas netas al exterior por 211.000 barriles al día.
Asimismo, las importaciones netas oscilan en 2 millones de barriles , una cifra mucho menor a los 12 millones que necesitaba en 2015. Para  Donald Trump  este hecho genera a una mayor “independencia energética”.
Efectos del fracking
El crecimiento exponencial tiene su origen en el aumento de la producción de gas y petróleo de esquisto.
Para extraer este tipo de crudo no convencional, la nación norteamericana emplea el controversial método del fracking o fracturación hidraúlica, que posibilita la extracción del gas y el petróleo del subsuelo, mediante la perforación de un pozo vertical y posteriormente uno horizontal, a fin de realizar la inyección de agua, arena y productos químicos en la roca madre, situada a gran profundidad, para provocar el flujo de gas y su salida al exterior.
Diversas asociaciones y grupos ambientalistas de todo el mundo han cuestionado a los EE.UU. por impulsar las labores de fracking, a pesar de su nocivo impacto ecológico.
El proceso de extracción del petróleo de esquisto se realiza alcanzando el subsuelo, con productos químicos nocivos y peligrosos, que contaminan los acuíferos y envenenan la tierra, y que puede así tener efectos potenciales en la actividad sísmica.
¿Qué pasa si el plan tiene éxito?

Si el plan de Trump se cristaliza, las emisiones de gases de efecto invernadero en los Estados Unidos aumentarán en una proporción mayor a la que registran varios países medianos en un año y revertiría los avances logrados por Estados Unidos para combatir el cambio climático.
Sin embargo, esto no sería nada nuevo, ya que en junio de 2017 el mandatario norteamericano y decidió romper con el Acuerdo de París contra el cambio climático.
La retirada del pacto firmado por 195 países, excepto Nicaragua y Siria,  marcó una división histórica y mostró que el empresario respondía a los intereses nacionales sobre el bien de la humanidad.
Trump  justificó la salida de este acuerdo , tildándolo de “debilitante, desventajoso e injusto”.
“He cumplido una tras otra mis promesas. La economía ha crecido y esto solo ha empezado. No vamos a perder empleos. Por la gente de este país salimos del acuerdo. Estoy dispuesto a renegociar otro favorable para Estados Unidos, pero que sea justo para sus trabajadores, contribuyentes y empresas. Es hora de poner a Youngstown, Detroit y Pittsburgh por delante de París”, argumentó en esa oportunidad.
El acuerdo que fue ratificado en París a finales de 2015 por casi 200 naciones no impone una legislación que deba ser ratificada por los parlamentos. Las naciones que participan en el pacto simplemente deben anunciar qué porcentaje de emisiones se comprometen a reducir y en qué plazo, reseña El País.
Bajo la administración Obama, Estados Unidos planteó una reducción de las emisiones contaminantes de entre un 26% y 28% para 2025 con respecto a los niveles de 2005. Sin embargo, con Donald Trump este nivel se reducirá tan solo en un 14%.
De este modo, la nación norteamericana seguirá siendo uno de los grandes contaminantes —el segundo sólo por detrás de China— y no logrará alcanzar sus objetivos en recortes de emisiones
Por tal motivo,  la tierra sufrirá mayores niveles de calentamiento, subirán las temperaturas medias, se acelerará el deshielo en los polos y crecerá el nivel del mar.
Consecuencias que poco le importan al mandatario norteamericano, quien en la pasada cumbre del G –20, realizada a principios de diciembre en Argentina, ratificó que abandonará el pacto de París.
La declaración final del encuentro deja claro que EE. UU. “reitera su decisión de retirarse del Acuerdo de París y reafirma su fuerte compromiso con el crecimiento económico y el acceso y la seguridad energética, utilizando todas las fuentes de energía y tecnología”.
Contra el medio ambiente
La salida del Acuerdo de París es solo una de las acciones emprendidas por Washington que tienen efectos nocivos en la preservación del medio ambiente.
Durante la  administración de Donald Trump  se han  alterado las regulaciones para “promover el acceso al petróleo y gas natural a nivel nacional”; se ha suspendido las regulaciones relacionadas con las consecuencias de las fugas de petróleo en operaciones de perforación o la eliminación de medidas que limitan las emisiones de metano y otros gases.
Otro de los puntos críticos ha sido el retraso de las regulaciones que plantean mejoras la seguridad en plantas químicas o la reevaluación de medidas que limitan la contaminación del aire en las plantas energéticas.
Asimismo, Trump firmó una orden ejecutiva para eliminar las protecciones de contaminación en ríos y fuentes de agua natural y  ordenó la mayor reducción de reservas naturales en la historia del país, abriendo la puerta a la explotación de actividades como la extracción del gas y petróleo, la minería o la tala en tierras históricamente protegidas.
Incluso, para favorecer el consumo de combustible por parte de los automóviles, el presidente norteamericano amenazó con retirar todos los incentivos fiscales a dueños de autos eléctricos para el 2019.

Leer en: https://www.elciudadano.cl/politica/el-lobby-de-las-petroleras-norteamericanas-para-bloquear-el-uso-de-energias-limpias/12/19/#ixzz5aAvMVDiK - Imagen de portada: ‪Center for American Progress‬


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