Crisis climática: Emisiones de CO2 registraron su mayor alza en el mundo en siete años

Las emisiones de dióxido de carbono aumentaron un 2,0% en todo el mundo en 2018, su mayor incremento en siete años, señaló el martes el gigante petrolero BP en un informe sobre energía de inquietantes conclusiones para la lucha contra el cambio climático.

Una de las industrias que más aumentó su demanda es el sector energético: el uso del gas natural creció en un 5% en 2018, una de las tasas más altas en 30 años. Del mismo modo, el consumo de carbón aumentó en 1,4% y su producción en 4,3%.
Este es el aumento más importante registrado desde 2010-2011, explica el grupo británico. Desde entonces, las emisiones se habían incrementado más lentamente, o incluso se habían estancado.
«Existe una brecha cada vez mayor entre la demanda de acción contra el cambio climático en nuestras sociedades y el progreso realizado en esta materia, con la demanda de energía y las emisiones de carbono en su mayor nivel en años», dijo Spencer Dale, economista jefe de BP.
Al grupo le preocupa que cuanto más aumentan las emisiones, más costoso resulta adoptar las medidas necesarias para reducirlas.
Esta tendencia podría comprometer las posibilidades de éxito del Acuerdo de París sobre el clima de 2015, cuyo objetivo es limitar el calentamiento global a +2°C o incluso 1,5°C por encima del nivel previo a la revolución industrial.
Según los expertos de la ONU, es materialmente posible alcanzar este objetivo de 1,5°C cambiando nuestro modo de vida, los sistemas energéticos y las redes de transporte.
La demanda mundial de energía aumentó por su parte un 2,9%, señala el informe de BP.
Y aunque el consumo y la producción de energía renovable aumentaron un 14,5%, cerca del récord establecido en 2017, sólo representaron un tercio del aumento total de la demanda.
Y es que el gas natural aumentó un 5% en 2018, una de las tasas más altas en 30 años. Del mismo modo, el consumo de carbón creció (+1,4%), al igual que su producción (+4,3%), por segundo año consecutivo, a pesar de que había caído entre 2014 y 2016.
Por regiones, Estados Unidos experimentó el mayor crecimiento del petróleo y el gas natural, debido al auge del esquisto.

Fuente: La Nación - Publicado en: ecosistemas.cl
-------------------------------
Las emisiones urbanas deben caer un 50 % para evitar una catástrofe climática...
Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del consumo urbano deben reducirse un 50 % de aquí a 2030 y un 80 % para 2050 para evitar una crisis climática "catastrófica", advierte este miércoles un estudio del grupo de ciudades C40.
 
Emisiones de gases de efecto invernadero
La organización agrupa a 94 de las mayores urbes del planeta, que aglutinan a más de 700 millones de habitantes y una cuarta parte de la economía mundial.
Su análisis, el primero a esta escala y efectuado con la consultora Arup y la universidad británica de Leeds, no deja lugar a dudas: ese recorte per capita es imprescindible para mantener la posibilidad de que el aumento de la temperatura a finales de siglo no supere los 1,5 grados.
El esfuerzo recae principalmente en Europa, Estados Unidos y el este asiático, mientras que América Latina, África y el sur y oeste de Asia tienen como desafío adoptar modelos sostenibles en su desarrollo.
A las primeras se les pide reducir el impacto climático de su consumo en dos tercios en la próxima década, donde se imponen cambios en la alimentación, la construcción, la vestimenta, el transporte y la electrónica.
El estudio calcula que las emisiones ligadas al consumo de comida deberían caer un tercio para 2030 con una dieta basada en vegetales, cantidades saludables y que evite el despilfarro. El consumo de carne anual de una persona podría verse reducido de los 58 kilos actuales a 16.
Su análisis aboga por que alcaldes, empresas y habitantes de ciudades del C40 tomen acciones conjuntas para que las emisiones resultantes de la construcción caigan un 26 % para 2030, con incentivos para reducir el uso de acero y cemento o aprovechar al máximo la capacidad de los edificios.
En esa línea, ve necesario recortar un 28 % las emisiones ligadas al transporte privado por carretera, o un 26 % en la aviación, sobre la que señala que “debería haber una reducción media del 28 % en el número de vuelos entre ciudades del C40”.
“La alternativa es el final de la civilización humana, entrar en un camino del que podremos salir”, ha declarado a EFE el director ejecutivo del C40, Mark Watts, quien cree factibles esos objetivos porque la tecnología necesaria existe y las consecuencias son “mucho peores” que los esfuerzos.
El estudio calcula que reducir los vuelos y usar combustible sostenible podría evitar 70 millones de dólares (62 millones de euros) en daños derivados de la contaminación aérea.
Circulación densa de vehículos en una avenida del centro de Pekín. EFE/Michael Reynolds

Disminuir el uso del vehículo privado en las ciudades del C40 podría ahorrar 170 millones de metros cuadrados de espacio de aparcamiento callejero, en favor de unos 2,5 millones de árboles o de 25.000 kilómetros de pistas ciclistas.
Y comer menos carne roja y más frutas y verduras podría prevenir 160.000 muertes anuales vinculadas a crisis cardíacas, cáncer o diabetes.
El estudio subraya que las ciudades no pueden esperar a que sus gobiernos nacionales tomen la iniciativa. La responsabilidad, en última instancia, también recae en los ciudadanos al decidir qué comer o comprar, concluye el C40, presidido por la alcaldesa parisina, Anne Hidalgo.
Entre las ciudades que pertenecen a esta red también figuran Madrid, Barcelona, Pekín, Hong Kong, Shanghái, Tokio, Seúl, Berlín, Londres, Estambul, Roma, Ciudad de México, Buenos Aires, Bogotá, Río de Janeiro, Lima, Santiago de Chile, Nueva York, Los Ángeles o Washington.

Fuente: EFEverde - Imagen de portada: Fotografía de archivo de la contaminación en Barcelona. EFE

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué