“Telecoplamiento” y porque necesitamos una ruptura.

Los últimos 50 años han sido testigo de la explotación y destrucción sin precedentes de las tierras que producen el alimento que sustenta a todos y cada uno de nosotros. Más de un tercio de las tierras del planeta están gravemente degradadas y el suelo fértil se está perdiendo a una tasa de 24 mil millones de toneladas al año, en parte debido a la agricultura insostenible y al cambio climático. El “telecoplamiento” es una versión moderna del “efecto mariposa”. Se refiere a cómo las conexiones entre la naturaleza y los seres humanos en un mundo más globalizado son cada vez más estrechas, tanto para bien como para mal. Por ejemplo, el precio de la soja y la tasa de deforestación estarían ligados. Un consumidor de aceite de palma en África podría estar provocando la tala de un árbol en Asia.

por: I. Thiaw y A. Steiner

No solo las tierras fértiles se vuelven inutilizables, sino que también los medios de subsistencia se ven gravemente afectados. Más de 1.300 millones de personas viven de las tierras degradadas. Más de 3.200 millones de personas, cerca de la mitad de la población mundial, se encuentran afectadas por esta situación. El hecho de que más de un cuarto de las tierras productivas del mundo ya no sean utilizables es una fuerza importante detrás de los conflictos en África o de las migraciones masivas en América Central o en otros lugares.
Con el uso irresponsable de la tierra estamos agotando toda la infraestructura natural de la que depende nuestro mundo moderno. ¿Hay algo que podamos hacer para ayudar a revertir estas preocupantes tendencias cuando se trata de nuestra tierra? Los consumidores tienen el poder de actuar y realizar acciones simples que ayuden a proteger nuestra tierra, especialmente cuando se trata de “telecoplamiento”
Una parcela afectada por la sequía en Hakskeenpan, Sudáfrica. EFE/NIC BOTHMA/ARCHIVO

Las prácticas agrícolas insostenibles, impulsadas por las demandas de los consumidores ricos, además de degradar la tierra, ponen una enorme presión sobre otros recursos como por ejemplo el agua. Se necesitan 2,000 litros de agua para producir un kilo de aguacates, cuatro veces la cantidad que se necesita para producir un kilo de naranjas.
A medida que la oferta de tierra productiva se agota y la población aumenta en más de 1.000 millones en los próximos 15 años, la competición por la tierra se intensificará tanto dentro de los propios países como a nivel global. Muchos países deben lidiar con problemas tan básicos cómo alimentar a sus poblaciones, obligando a los países a invertir y a asegurar tierras para la agricultura, la silvicultura y la pesca en regiones distantes, en parte para proporcionar esa alimentación necesaria para sus poblaciones.
Esta situación se ve agravada por una serie de desafíos que se encuentran interrelacionados. Un nuevo e innovador informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas advierte que un millón de especies están ahora en peligro de extinción, muchas de ellas en las próximas décadas.
SERIE GRÁFICA 7 DE 9. TEG07 TEGUCIGALPA (HONDURAS) 3/05/2012.-Fotografía del 2 de mayo de 2012 de un pino seco en la reserva biológica de la Tigra, noreste de Tegucigalpa (Honduras), que tributa buena parte del agua que consumen los habitantes de la capital, que suman 1,5 millones.  EFE/GUSTAVO AMADOR

Sin embargo, el informe “Perspectiva Global de la tierra” de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD, por sus siglas en inglés) muestra que “la toma de decisiones informada y responsable, junto con simples cambios en nuestra vida cotidiana, puede contribuir a fomentar el crecimiento económico y, al mismo tiempo, revertir las tendencias actuales de degradación de la tierra”.
El telecoplamiento significa que existe una brecha cada vez mayor entre lo que consumimos y el lugar donde se produce. La globalización de la economía significa que en la ciudad de Nueva York o en Bonn, Alemania, donde ambos vivimos, podemos tener un suministro diario de naranjas y kiwis desde cualquier parte del mundo.
Esta nueva libertad de elección del consumidor funciona bien para nuestros bolsillos. Sin embargo, está destruyendo más rápido que cualquier otro proceso en la historia de la humanidad tanto la Tierra como el futuro de nuestros hijos mientras nosotros nos quedamos como meros observadores.
Pero todos podemos hacer un cambio fácil y sincero en nuestra vida diaria que nos ayudará a hablar y a votar con nuestros bolsillos. Los supermercados giran en torno a las demandas del consumidor, de modo que, cuando sea posible, compren productos que sean sostenibles. Los productos que son de temporada o están cultivados localmente deberían encontrarse en la parte superior de nuestra lista de la compra.
Sus elecciones personales en el supermercado pueden tener un efecto dominó que hará una gran diferencia.
La gente ahora está rechazando las bolsas de plástico o productos que están excesivamente envueltos en plástico, lo que reduce enormemente la cantidad de este producto que termina en el vertedero. Del mismo modo, en el supermercado, debemos examinar detenidamente las etiquetas de los productos de consumo (frutas, verduras, productos electrónicos, todo) y evitando así aquellos cuyo origen es difícil de rastrear. Están diseñados para hacernos consumidores irresponsables.
Al tomar decisiones inteligentes, podemos ayudar a los productores, a los supermercados, a otros consumidores y a los políticos a promover prácticas de uso y de gestión de las tierras más sostenibles. También podemos ayudar a promover productos locales que sean más sostenibles y desarrollen mercados locales.
“Cambiemos el mundo’, la publicación que reúne los discursos de la joven activista sueca Greta Thunberg. EFE/Imagen Cedida por la editorial
 
La campaña coordinada para “acabar con la contaminación por los plásticos” del año pasado y la presente campaña juvenil mundial sobre el cambio climático impulsada por Greta Thunberg muestran que el poder de la elección del consumidor individual está muy vigente. Estas dos campañas exitosas montadas a nivel global, en gran parte a través de los movimientos civiles, muestran que de hecho el cambio posible.
Los jóvenes de hoy se caracterizan por una ruptura con la práctica tradicional. Pueden ser nuestra mejor esperanza de un nuevo sistema de consumo y producción que sea responsable, solidario y sostenible.
Las simples decisiones que tomemos como consumidor ayudarán particularmente a las personas que viven en tierras degradadas, incluidas las tierras secas que albergan a las personas más pobres y marginadas del mundo. Más importante aún, podemos ayudar a garantizar que otras regiones no sean víctimas de la desertificación.
En este  17 de junio, Día Mundial de lucha contra la desertificación, comprometámonos a rechazar el telecoplamiento dañino, y hagamos nuestra parte para proteger la tierra de la que dependen nuestras vidas.

(*) Ibrahim Thiaw es el Secretario Ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas de lucha contra la Desertificación
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(*) Achim Steiner es el Administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

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