Lynn Margulis, la bióloga que demostró que la cooperación lleva al éxito
Por Ana Toledo
La cooperación como herramienta de evolución y desarrollo humano frente a la competición.
Esta teoría describe el origen de las células eucariotas como consecuencia de sucesivas incorporaciones simbiogenéticas de diferentes células procariotas. Cuando en 1967 se publicó en el artículo “El Origen de la Mitosis en las Células” en Journal of Theoretical Biology, tras haber sido rechazado anteriormente en quince revistas, chocó con varios puntos del paradigma neodarwiniano. Sufrió numerosos ataques y descalificaciones pese a tener una teoría consolidada explicativa de la proliferación de la vida multicelular y su maravillosa diversidad. Durante toda su carrera, mientras que la mayoría de las personas biólogas enfatizaban el papel de la competición en el proceso evolutivo, ella acentuaba la cooperación, superando la arraigada creencia de que sólo sobrevive la más fuerte. De ahí su famosa frase: “La vida es una unión simbiótica y cooperativa que permite triunfar a los que se asocian”.
A pesar de las dificultades, interpuestas por sus propios colegas de profesión, y a que durante años se la mantuviera a la sombra de su marido, siempre fue una apasionada de su trabajo y nunca dejó de investigar. Además, muchas de las personas que la conocieron resaltan de ella su carácter amable y siempre dispuesto al intercambio de ideas.
Al igual que estos días reconocemos y alabamos a cientos de trabajadoras normalmente minusvaloradas del ámbito sanitario, el sector más feminizado actualmente con un 76,9% de empleadas mujeres, es una cuestión de justicia reconocer y destacar las aportaciones de tantas mujeres que han logrado una sociedad mejor. Lynn Margulis hizo aportaciones fundamentales para la ciencia moderna y trabajó solidariamente a pesar de los ataques. Recordar su historia es importante para dejar de frenar el progreso por querer invisibilizar el trabajo de las mujeres.
Fuente: https://eldiariofeminista.info/2020/04/13/lynn-margulis-la-biologa-que-demostro-que-la-cooperacion-lleva-al-exito/ - Imagen de portada: Liquen crustoso. Fotografía de Bastian Gygli.
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Líquenes, el arte de la cooperación
Los líquenes se encuentran prácticamente en todas partes, siendo organismos pioneros en lugares desolados, componentes de la diversidad de los bosques y encontrándose incluso en las ciudades y construcciones humanas. Esta impresionante capacidad adaptativa se hace posible al unir las facultades individuales de diferentes organismos. Un liquen es la simbiosis -relación de beneficio mutuo- entre un hongo y un alga o una bacteria, los cuales a través del apoyo mutuo afrontan con éxito los desafíos de la vida.
Bastian Gygli
La asociación requiere un sustento mecánico donde existir. Esto lo provee normalmente un hongo (Ascomycota o Basidiomycota), llamado el micobionte, los cuales tienen una gran resistencia a la radiación solar y altas y bajas temperaturas, que es lo que permite a los líquenes su enorme capacidad de colonización de ambientes. El problema para el hongo es que necesita alimentarse y muchos de estos lugares no tienen sus fuentes de alimento usuales, la parasitación de otros organismos y la descomposición de materia orgánica. Este problema nos lleva al segundo componente clave de los líquenes: un organismo fotosintético llamado el ficobionte. Normalmente se trata de un alga o una cianobacteria, las cuales pueden realizar fotosíntesis, produciendo alimento a partir de la luz del sol, pero cuya resiliencia ambiental es mucho más reducida que la del micobionte. Así, micobionte y ficobionte se unen intercambiando sustento mecánico y comida, respectivamente, para general una asociación que tiene mucha más probabilidad de sobrevivir que sus componentes individuales.
Estructuralmente encontramos varias formas de crecimiento. La más simple es la de los líquenes crustosos, que crecen fuertemente pegados al sustrato. Luego encontramos los del tipo folioso, donde vemos estructuras laminadas que aumentan la superficie que capta luz. Finalmente encontramos los fruticulosos, donde se han desarrollado estructuras alargas parecidas a ramas.
La reproducción puede ocurrir en conjunto, donde partes del liquen se desprenden como “esporas” en estructuras pensadas para esta finalidad o bien en trozos que se desprenden por acciones mecánicas externas. También es posible que los componentes fúngicos individuales de la asociación se reproduzcan de forma independiente, para luego encontrar otro compañero.
Evolutivamente se cree que esta estrategia de vida ha aparecido en multitud de ocasiones, debido a su eficacia, pero por lo menos existe desde la era devónica (Thomas et al. 1997), hace unos 400 millones de años. Hoy en día existen más de 11.000 especies de hongos que participan en asociaciones liquénicas. La capacidad de colonización de los líquenes es una función ecológica fundamental para la salud de los ecosistemas, pues permite la entrada de materia orgánica a lugares inhóspitos para la vida, como un escorial volcánico, donde eventualmente los líquenes pioneros favorecerán la formación de suelo. También se han usado líquenes como indicadores de calidad de aire y niveles de contaminación, esto debido que la mayoría de los nutrientes los obtienen del aire, siendo muy sensibles al estado de este.
Referencias:
Gargas A. et al (1996) Multiple origins of lichen symbioses in fungi suggested by SSU rDNA phylogeny. Science, 268.
Thomas, N. et al. (1997). A Cyanolichen from the Lower Devonian Rhynie Chert. American Journal of Botany, 8(84): 992-1004.
Monge-Nájera et al. (2002). Twenty years of lichen cover change in a tropical habitat (Costa Rica) and its relation with air pollution. Rev. Biol. Trop. 50(1): 309-319.
Fuente: https://www.endemico.org/ciencia/liquenes-el-arte-de-la-cooperacion/