Amenaza de tormenta solar: ¿estamos preparados?
¿Ha llegado la hora de crear el Ministerio de los Cisnes Negros? Los eventos de baja probabilidad y alto impacto son una realidad, como ha demostrado la pandemia. ¿Cuál será la próxima catástrofe? Nadie lo sabe, pero deberíamos estar preparados para lo que sea: virus, asteroides, terrorismo, clima… Sin embargo, el riesgo más sorprendente (y subestimado) proviene del Sol. No se trata de ciencia ficción, los científicos alertan de que hay un 50% de posibilidades de que una enorme tormenta solar golpee la Tierra. Sus efectos serían muy intensos: nos dejaría sin electricidad y sin tecnología y dañaría nuestra salud. La probabilidad de que una eyección devastadora de la masa coronal (algo así como la tormenta solar perfecta) golpee de lleno a la Tierra es del 50% en este siglo, según los últimos modelos predictivos. En cualquier caso, no es desdeñable. Y una lección de la COVID-19 es que, si tienes boletos para la lotería, tarde o temprano toca.
Por Carlos Manuel Sánchez
El
problema es que la mayoría de los gobiernos prefiere reaccionar sobre
la marcha ante los “cisnes negros” en lugar de tener un plan de
contingencia. Una temeridad que ya no nos podemos permitir, “Los
individuos buscan protección en los gobiernos y, si pueden, en las
aseguradoras. Pero los ejecutivos han demostrado una inclinación por
ignorar los riesgos, incluso cuando el precio de la previsión es
pequeño. Es una abdicación de la responsabilidad y una traición al
futuro“, argumenta un semanario británico.
Una tormenta solar sería más peligrosa que nunca
El
peligro de la gran llamarada, una mezcla de viento solar y pulso
magnético, siempre nos ha acompañado. La paradoja es que la humanidad
nunca ha sido tan vulnerable como ahora, que depende de la tecnología
para casi todo. Y la tecnología hay que enchufarla a la corriente. “La
corona solar arroja de manera intermitente grandes chorros de partículas
electromagnéticas al espacio. Estas causan las auroras boreales y
australes, y pueden estropear las redes eléctricas y las de
telecomunicaciones. Pero durante el siglo más o menos en el que la
electricidad se ha convertido en una parte crucial de la vida humana la
Tierra nunca ha sido golpeada por uno de estos eructos solares. Si se
produjera una eyección de masa coronal, todo tipo de sistemas
satelitarios para la navegación, las comunicaciones, los sistemas de
advertencia sobre ataques de misiles… estarían en peligro. Grandes
extensiones del planeta se podrían quedar meses o años sin
electricidad“, advierte la prensa británcia.
Apagones, incendios…
¿Otras
consecuencias de una gran tormenta solar? Incendios en los
transformadores y apagones en la red eléctrica. De prolongarse en el
tiempo estos cortes, también afectarían al suministro de agua. Las
centrales nucleares podrían ver comprometida su refrigeración. La red
GPS se vería afectada, así como las comunicaciones por radio en VHF y
HF, aunque buques y aeronaves tienen instrumental alternativo.
Internet
sufriría caídas, pero la robustez de las líneas transoceánicas y la
arquitectura de las conexiones, basada en la redundancia, esto es,
equipos y rutas alternativos con los que seguir operando, paliarían los
efectos. En lo que se refiere a la salud, podría producirse un ligero
aumento en las tasas de cáncer de piel y afecciones oculares por el
aumento momentáneo de la exposición a los rayos ultravioletas. Y en
cuanto al coste, un estudio de la compañía de seguros Lloyds calculó que
solo en Estados Unidos podría alcanzar los 2,5 billones de dólares y
que su red eléctrica podría verse afectada hasta dos años.
Hay
antecedentes como para preocuparse. Al evento más potente del que se
tiene constancia se lo conoce como “la llamarada de Carrington”. Golpeó
el planeta en 1859, friendo literalmente las estaciones de telégrafo,
que era el Internet de la época victoriana (todavía no existían las
comunicaciones de radio). En 2012 se produjo otra tormenta solar de una
magnitud similar, pero afortunadamente el cañonazo que disparó el Sol en
dirección a la órbita terrestre no llegó a hacer diana y se perdió en
el cosmos.
Sin embargo, las eyecciones de masa coronal -la mayoría,
de dimensiones modestas- son fenómenos frecuentes. Nuestra estrella
‘escupe’ hasta tres diarias durante los periodos de máxima actividad. Y
alterna una fase de aletargamiento con otra de hiperactividad. Cada fase
dura unos once años. Y justo ahora está desperezándose, como un oso que
ha hibernado y sale de la cueva. Su máximo apogeo llegará en 2025.
Cuándo llegaría la tormenta
¿Cuál
es la probabilidad de que una tormenta geomagnética de gran intensidad
afecte a la Tierra a corto plazo? El investigador Pete Riley pronostica
que ronda el 12 por ciento en la próxima década, aunque un modelo
matemático elaborado por un equipo de la Universidad Autónoma de
Barcelona y publicado en 2019 por Scientific Reports (Nature), reduce la
probabilidad a menos del 2 por ciento. “No es nada despreciable si se
tienen en cuenta sus consecuencias”, advierte el catedrático y coautor
del estudio Pere Puig. “Los gobiernos deberían tener protocolos de
actuación ante estos desastres, informar y tranquilizar a la población
que se pueda haber quedado sin energía eléctrica e incomunicada.
Recordemos que habrá muy poco margen temporal antes de la llegada
imprevista de una tormenta de estas características”.
¿Cuál es ese
margen? Entre 15 y 60 minutos. Un evento así no se puede controlar, pero
se puede detectar con cierta anticipación cuando sucede. El satélite
encargado de dar la señal de alerta apenas nos avisaría con 30 minutos
de antelación antes de que el viento solar barra la atmósfera terrestre.
Este satélite es el Observatorio de Clima del Espacio Profundo (aunque
originalmente se llamó Triana, en honor del navegante español Rodrigo de
Triana, el primero de la tripulación de Colón en avistar tierra en
América). Fue lanzado en 2015 desde un Falcon 9 -el vehículo de
lanzamiento de SpaceX, la empresa de Elon Musk-, tras pasar doce años
arrumbado en un almacén de la NASA, que no tenía presupuesto ni
motivación política para ponerlo en órbita hasta que la administración
Obama se empeñó. Se está trabajando para tener pronósticos de al menos
tres días, basados en la aparición de manchas solares que pueden indicar
una actividad anómala.
Actuación de emergencia
“La
cuestión no es si va a pasar, sino cuándo; cómo afectará a nuestra
civilización y qué se puede hacer al respecto“, advierte Jorge Eiras,
profesor de Física de la Universidad de Vigo, que elaboró en 2018 un
informe titulado Las tormentas solares geomagnéticas, amenaza silenciosa
de una sociedad hipertecnológica, a petición del Centro Superior de
Estudios de la Defensa Nacional, un organismo consultivo que depende de
la Junta de Jefes de Estado Mayor. Eiras se lamenta de que solo Estados
Unidos y Canadá cuenten con planes de actuación en caso de producirse un
evento de este estilo. “Nuestra capacidad de respuesta dependerá de la
rapidez para acometer actuaciones que reparen el suministro eléctrico,
garanticen la seguridad de las aeronaves en vuelo y disminuyan la
posibilidad de que la situación derive en un caos -advierte-. El
desconocimiento de este fenómeno tanto entre la población como en los
organismos públicos es un gran inconveniente“.
Avi Loeb, director del
Instituto de Astronomía de la Universidad de Harvard, va más allá y
opina que habría que tomar medidas para desviar las partículas solares
antes de que alcancen la atmósfera. Para ello propone la puesta en
órbita de un escudo magnético. “Sería una proyecto de ingeniería
mayúsculo, con un coste de unos 100.000 millones de dólares. Pero me
temo que antes de que los políticos actúen tendremos que sufrir un
evento similar a la llamarada de Carrington“, vaticina.
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Si
el satélite que vigila el Sol da la señal de alarma ante una eyección
de masa coronal, la humanidad tiene media hora para prepararse. ¿Cómo
hay que actuar?
1. Conserve la calma. Es probable que se
produzca un apagón. Evite subirse a su coche (fallarán los semáforos y
también su navegador). No suba a un ascensor en el que puede quedar
atrapado horas o días.
2. Si viaja en metro, salga en la próxima
estación. Y camine hasta su casa. Si está muy lejos, diríjase a un
espacio abierto, como una plaza, siempre buscando la sombra. Conviene
llevar gafas con protección UV y una crema solar. Aléjese de estaciones
eléctricas y gasolineras.
3. Los aviones no se van a caer, así que no entre en pánico. Si falla Internet, lo más probable es que se recupere pronto.
4. Las líneas telefónicas colapsarán. Comuníquese con sus familiares mediante SMS.
5.
Si está en casa, desconecte el automático para evitar una sobrecarga.
Cierre el gas. Llene la bañera de agua. Tenga a mano una linterna y una
radio de pilas. Aguarde instrucciones de las autoridades.
Fuente: https://www.xlsemanal.com/ - Publicado en: Ecoportal.net