“Choyün”, un profundo retrato del conflicto mapuche y medioambiental
“Choyün, brotes de la tierra” es un corto animado que se instala
en el sur de Chile, específicamente en la Región de la Araucanía, en
medio de las montañas y bosques nativos y milenarios amenazados por la
explotación forestal. Es ahí donde surge la historia de una familia
mapuche – representada por un linaje de tres mujeres: abuela, hija y
nieta – que se enfrentan a la cruzada de defender su territorio, pero
también, valorizar las prácticas ancestrales que le han dado sentido a
su cultura y a sus formas de vida.
Paula López Wood
Endémico
web entrevistó a sus realizadores,Sebastián Pinto (director, productor,
director de arte y animador) y Rosario López (directora, productora y
guionista), quienes llevaron a cabo un importante trabajo de campo para
retratar con honestidad, profundidad y una delicada estética audiovisual
el mundo mapuche y en particular, los conflictos que originados en el
pasado colonial continúan con repercusiones en el presente. Sobre este
proceso creativo, la crisis medioambiental, el rol de la mujer en la
naturaleza y el cómo representar a las comunidades indígenas en la
cultura, hablamos con sus directores.
No te pierdas la
oportunidad de ver esta historia que toca temas tan fundamentales como
la deforestación, el cambio climático, los pueblos originarios y la
crisis socioambiental desde el presente.
Endémico: El corto
arranca con una cifra desalentadora: en Chile estamos perdiendo 27 mil
hectáreas de bosque nativo. ¿Cómo se propusieron retratar esa crisis
medioambiental instalada en el conflicto mapuche?
Rosario y
Sebastián: Como equipo queríamos hablar del conflicto socioambiental que
se vive en Chile, y particularmente lo que pasa en el territorio
mapuche con la deforestación del bosque nativo y la presencia de
empresas forestales. Este no es un conflicto aislado, es un tema
mundial, donde nuestra visión extractiva de la naturaleza y sus recursos
se impone, y, por otro lado, nos hacemos escasamente cargo de nuestros
residuos. Por un lado, extraemos salvajemente la riqueza de la
naturaleza y eliminando la vida silvestre, y por otro, generamos basura
que no queremos ver. Los rellenos sanitarios y el océano de plástico son
un gran ejemplo de eso: nos olvidamos de nuestros desechos, como si
mágicamente desaparecieran. Y no, siguen ahí, y seguirán por un buen
rato. Sumado al conflicto socioambiental, está la compleja relación de
Chile y sus pueblos originarios, en este caso de los mapuche. Justamente
esta historia sucede en un lugar donde hay un pasado ancestral, un
pueblo con tradiciones y una cultura muy rica que se conoce escasamente.
O más bien, que conocemos por los titulares de prensa (quema de
camiones o lo “folclórico”) En la investigación y el trabajo de campo
fuimos descubriendo la relación profunda de los mapuche con la
naturaleza.
E: Las mujeres tienen un rol protagónico en esta
historia, hay alguien que muere, pero también, algo que renace para
ofrecer una esperanza a futuro. ¿Cómo pensaron la relación entre mujer y
naturaleza a lo largo del guión?
R: Creo que lo femenino es una
fuerza poderosa en el mundo mapuche, y que se expresa desde el “ñuke
mapu”, la madre tierra. Decidimos tener a 3 mujeres: abuela, madre e
hija, porque representan un linaje, y a su vez cada una tiene atributos
que las caracterizan: la abuela es lo ancestral, la hija es la
desesperanza (el tener que vender su bosque y la naturaleza para
sobrevivir en pos del “desarrollo”); y Ana, la nieta, la nueva
generación que quiere rescatar un mundo que no se puede perder.
E: ¿Cómo creen que se pueden conectar los saberes ancestrales -representados por la abuela, sus hierbas medicinales, las prácticas del Trafkintu, el Wetripantu- con el conocimiento de las nuevas generaciones, a ratos alejados de este universo y representado por Ana en el cortometraje?
R: Es una buena pregunta. Yo intuyo que las nuevas generaciones están ávidas de conocer y tienen herramientas muy poderosas, me refiero a la tecnología. Pueden grabar y difundir mensajes con mucha rapidez. Y todos estos saberes están ahí, como un sustrato, y de alguna manera se traspasan a las nuevas generaciones. La pandemia nos está enseñando a vivir con lo necesario y no sacar de más. Eso está impregnado en la sabiduría mapuche y su relación con el bosque: pedir permiso al bosque y sacar solo que hace falta. Y dejar para el que viene. Y ese mensaje tiene un correlato en el presente, en las redes y acciones colaborativas que estamos viendo hoy, y que sobre todo los jóvenes promueven.
S: La sabiduría mapuche posee una riqueza espiritual llena de misterio, de profundidad y de raíces bien arraigadas a la experiencia directa, y no a la acumulación de información sin ser digerida. En cambio nuestras formas de sentir y pensar se encuentran disociadas de nosotros y por ende del medio que nos rodea. Nos hemos aletargado espiritualmente y desconectado de lo esencial, de lo poético, de contemplar y valorar lo sencillo en un escenario distópico carente de sentido y que no favorece la inspiración ni la reflexión. Por esto, hoy en día el arte es una herramienta fundamental, ya que es una plataforma muy poderosa de comunicación que puede provocar un efecto conmovedor y expansivo. Gracias a las redes sociales, podemos difundir de forma masiva un mensaje como nunca antes; en este caso lo hicimos con la cultura mapuche, en el cual su saber ancestral es un oasis nutritivo que nos permite darnos cuenta de lo desconectados que nos encontramos de la naturaleza; las nuevas generaciones saben que esto tiene que cambiar y como comunicadores tenemos que colaborar con “Choyün”, para que esta red se siga expandiendo. Nicanor Parra la tenía clara cuando decía “muchos los problemas, una solución: economía Mapuche de subsistencia”.
E: Durante la investigación, ¿qué situaciones de crisis medioambiental los desconcertaron más? ¿Cómo vislumbran esa crisis actualmente?
R y S: Como equipo realizador, creemos que lo más desconcertante es ver cómo el problema medioambiental está sucediendo ahora, frente a nuestras narices. Y que estamos presenciando ejemplos muy claros, como la sequía en el territorio mapuche, o, si vamos un poco más allá, la sequía de la zona centro norte. El caso de la industria de la palta y el monocultivo es evidente. Comer palta hoy implica una decisión ética. Actualmente, vemos con una mezcla de desazón y optimismo: creo que estamos llegando muy lejos en la destrucción de nuestros recursos, y por otro lado veo a cada vez más gente y comunidades motivadas que actúan por cambiar esto. Como artistas y comunicadores, nuestro aporte no solo tiene que ver con visibilizar, si no que sobre todo sensibilizar a personas que no le toman el peso suficiente a la tremenda crisis que estamos atravesando.
E: ¿Cómo creen que este tipo de representaciones audiovisuales, con la puesta en escena de la crisis de la naturaleza, pueden ayudar a tomar más consciencia de la protección de nuestro medio ambiente?
R y S: Creemos que la animación es una excelente manera de divulgar contenidos de este tipo. “Choyün” dura 6 minutos, no son 7 temporadas que tienes que ver, es cortito, no hay excusa para no verlo. Que sea corto es un gran desafío para la animación y para la historia: tienes que ser muy preciso en tus ideas. Y es, además, un gran formato para hablar temas que pueden ser “conflictivos”, como el conflicto mapuche, la crisis socioambiental, la relación con los pueblos originarios. Puedes contar historias con personajes entrañables y temas difíciles. En “Choyün” se mezclan el arte, la animación, la comunicación digital con el documental, todo en un formato más divulgativo y sintético.
E: La policía, los militares y la industria forestal aparecen en el cortometraje como el antagonista, el enemigo que llega a invadir y destruir el entorno prístino que milenariamente ha habitado el pueblo mapuche. ¿Desde qué punto de vista buscaron retratar ese conflicto?
R y S: Creemos que el principio ancestral masculino-femenino, se ha descompensado en un exceso de masculinidad, esto se ve de manifiesto en el conquistador, que es el antagonista de esta historia. El ser insensible y materialista que viene a aplastar, que quiere “comprar” la naturaleza, como si estuviera a la venta. Por otro lado, también está presente la brutalidad policial que vimos en el estallido social y que en Wallmapu lleva años instalada, y que por el centralismo, no hemos visto o no queremos ver.
E: En el corto el pueblo mapuche no se retrata con una mirada folclorista ni romantizada. Se muestra el pasado y sus tradiciones, pero siempre conectadas a un presente activo y vigente, dando cuenta que el conflicto mapuche continúa con las mismas desigualdades que en la época de la Colonia. En ese contexto, ¿cómo pensaron la estrategia narrativa? Como realizadores, ¿sienten una responsabilidad ética de retratar esas temáticas alejadas de los lugares comunes con que las hemos visto a través de los medios de comunicación masivos?
R y S: Armamos la historia pensando en mostrar un mundo que resulta desconocido para muchos. En el trabajo de campo fuimos descubriendo muchas riquezas, rituales alucinantes como el trafkintu, donde se intercambian semillas y no hay dinero. Experiencias muy lejanas para alguien que vive en la ciudad. Luego del trabajo de campo, sucedió la muerte de Camilo Catrillanca, luego el estallido social, y nos pareció que esos elementos debían estar presentes. De alguna manera, esa realidad y esos acontecimientos nos mostraban en Santiago algo que sucede en la región de la Araucanía hace años.
E: En relación a la animación, su estética, el tratamiento audiovisual y la música que acompaña la narración, ¿qué elementos privilegiaron para enfatizar temáticas como el conflicto medioambiental y mapuche?
R y S: “Choyün”es un proyecto que le da continuidad a Selk’nam, cortometraje que realizó Sebastián hace varios años, y que explora la cultura Selk’nam y su genocidio, en un formato didáctico y sintético, que fue concebido para redes sociales. Ese acercamiento al mundo indígena desde el arte y documental animado fue el pie para continuar creando estas historias. En el caso de Choyün, sabíamos que el conflicto mapuche es un tema mucho más complejo y vigente, por lo que le dimos un carácter más singular, a través de la historia de estas 3 generaciones de mujeres. Nos pareció importante hablar desde una historia mínima con un alcance universal. En esa línea, la música de Jorge Puig para instalar tensión y construir mundos como las estaciones, la chuchu, la naturaleza amenazada o rituales como el trafkintu, juega un rol muy importante para que la narración sea inmersiva.
“Choyün, brotes de la tierra” acaba de ser estrenado a todo público el pasado 10 de julio, y está disponible en Youtube y redes sociales como Instagram IGTV (@choyun_animado)
Fuente: https://www.endemico.org/entrevistas/choyun-profundo-retrato-del-conflicto-mapuche-medioambiental/ - Imagen de portada: El cortometraje se instala en los bosques milenarios de la Araucanía amenazados por la industria forestal. Crédito: Sebastián Pinto.