El problema con el agua radioactiva de Fukushima (2ª Parte)

Tepco ha intentado mitigar el problema del agua radioactiva de varias maneras. El infame muro de hielo de 320 millones de dólares fue un intento de congelar y frenar el flujo, pero no ha tenido unos resultados ideales y solo ha trabajado intermitentemente. Se cavaron pozos para desviar el agua de escorrentía y que así no se contaminara. Supuestamente, el muro de hielo ha reducido el flujo de agua subterránea, pero solo desde 500 toneladas diarias hasta 100. El gobierno japonés amenaza con lanzar al Pacífico agua contaminada proveniente de Fukushima. Se trata de 1,2 millones de metros cúbicos de agua radioactiva, una medida a la que se oponen grupos ecologistas, antinucleares y uniones de pescadores.

Linda Pentz Gunter

Antes de verter el agua de los tanques al Océano Pacífico, Tepco ha desplegado un sistema de procesamiento de líquidos avanzados (Advanced Liquid Processing System en inglés) que, según la compañía, puede retirar 62 isótopos del agua. Salvo el tritio, que es hidrógeno radioactivo y por tanto no se puede filtrar y apartar del agua. El tritio se emite con frecuencia en centrales nucleares comerciales. Pero, como con el muro de hielo, el sistema de filtración ha tenido muchos fallos. De acuerdo con GPI, Tepco admitió hace un año que el sistema había “fracasado a la hora de reducir la radioactividad a niveles inferiores al límite regulado para el vertido oceánico” en un mínimo del 80% de su inventario. De hecho, según GPI, “los niveles de estroncio-90 son más de 100 veces superiores al estándar regulador de acuerdo con Tepco, con niveles 20.000 veces por encima de las medidas permitidas en algunos tanques”.
El plan de verter el agua ha enfurecido a Corea del Sur, que vería su stock pesquero contaminado. Y también se ha introducido la cuestión de si una acción así no violaría La Convención de los Derechos del Niño y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como se expresó en una nota de prensa de la Asociación Internacional de Abogados Democráticos y Greenpeace Internacional, ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU.
¿Qué más podría hacer Tepco entonces que no sea verter el agua? Un amplio consenso entre científicos, ecologistas y grupos de derechos humanos es que el almacenamiento en Fukushima durante un tiempo indefinido es la única solución aceptable, mientras se siga investigando posibles maneras de extraer el contenido radioactivo, incluyendo el tritio.

Mientras tanto, un panel de expertos dice que examinará otras opciones igualmente problemáticas, mayormente cuatro que, en líneas generales (rebajando o sin rebajar) dicen lo siguiente:
Un amplio consenso entre científicos, ecologistas y grupos de derechos humanos es que el almacenamiento en Fukushima durante un tiempo indefinido es la única solución aceptable.
Inyección del terreno (geoesfera), que podría hacer que los isótopos entraran en contacto con agua subterránea; la liberación de vapor (que podría infiltrarse en los fenómenos metereológicos y regresar a poblaciones humanas con consecuencias); liberación como hidrógeno (que todavía contendría gas de tritio); y solidificación seguida de un enterramiento subterráneo (sin existir a día de hoy ningún cementerio permanente, mucho menos en Japón, una tierra muy afectada por los terremotos).
Arnie Gundersen, de Fairewinds, recomienda un proceso de inyección química (fango de perforación), típico de la industria petrolera, para frenar el flujo de agua hasta la zona por completo. Pero dice que Japón nunca ha considerado esta opción. GPI añade que Japón nunca ha considerado con seriedad ninguna de las alternativas, insistiendo en el vertido oceánico al tratarse del apaño más rápido y barato.
Todo este lío es, por supuesto, un resultado inevitable por apostar por la nuclear. Incluso sin ningún accidente, sin problemas de seguridad, la solución de un cementerio permanente sigue atragantándose para los residuos habituales de una central comercial, mucho más para ayudar en la gestión de un accidente.
Según el Dr. M. V. Ramana, la mejor solución de lejos es seguir almacenando el agua radioactiva, incluso si significa trasladar algunos tanques a otros lugares por motivos de espacio. La decisión de verterla, dice Ramana, se corresponde con los intentos de Abe de blanquear la situación antes de los Juegos Olímpicos de Tokio de 2021. A día de hoy sigue asegurando que todo en Fukushima está “bajo control”. Se espera que haya competiciones de béisbol y sóftbol en la Prefectura de Fukushima, y la antorcha comenzaría su recorrido allí mismo. Todo para fingir que no hay peligrosas secuelas de un accidente nuclear en la zona.
“La razón de que insistan en vertir el agua es porque al gobierno de Abe le interesa crear la percepción de que Fukushima es un asunto del pasado”, escribió Ramana en un email. “Es una decisión política, no técnica”.
Como con la temática nuclear al completo, hay opiniones muy dispares acerca del probable impacto del agua de Fukushima en el Pacífico. Tenemos un abanico desde “un poco de tritio no hace daño” a “Fukushima ha matado el océano”. Ambas son mentira. El tritio puede unirse orgánicamente al interior del cuerpo, irradiando a la persona o animal desde dentro. Los numerosos problemas del Pacífico comenzaron mucho antes de Fukushima y se deben a varios factores, que incluyen el calentamiento global y la contaminación. Fukushima solo añade ciertas notas de desesperación a esta sinfonía del desastre.
Lo que sí es cierto, sin embargo, es que los científicos no solo han encontrado la presencia de isótopos como el cesio en peces que examinaron, sino también en el sedimento del fondo marino. Este tiene el potencial de contaminar a largo plazo toda la cadena alimenticia.
“La razón de que insistan en vertir el agua es porque al gobierno de Abe le interesa crear la percepción de que Fukushima es un asunto del pasado”, escribió Ramana en un email. “Es una decisión política, no técnica”.

Debemos recordar asimismo que, de verterse el agua radioactiva, no se trataría de un acontecimiento aislado. La contaminación radioactiva de nuestros océanos es práctica común, como consecuencia de muchos años de pruebas atómicas. Como se publicó el año pasado, los científicos que estudian los anfípodos de las profundidades oceánicas, como la Fosa de las Marianas, más profundas que la altura del Everest, detectaron unos elevados niveles de carbono-14 en estas criaturas.
“Estos niveles se acercan bastante a los que encontramos en la superficie del océano, donde la cantidad de carbono-14 es mayor de lo normal debido a las pruebas atómicas de hace más de medio siglo”, informa Smithsonian Magazine.
Weidong Sun, coautor del estudio, declaró al Smithsonian Magazine que, “biológicamente, las fosas [océanicas] se consideran como los hábitats más puros del planeta”.
Qué aterrador pensar que la irresponsabilidad radioactiva ha alcanzado las mayores profundidades, afectando a criaturas muy lejanas con nuestro comportamiento tan imprudente.
En consecuencia, la decisión del gobierno japonés de liberar aún más agua contaminada al océano debe considerarse no como un acto de desesperación, sino como una contribución a la contaminación acumulada. Esto, añadido a las tragedias gemelas de la crisis climática y la contaminación de los océanos con plásticos y químicos, convierte lo que hacemos en otro crimen nuestro contra la vida. Y refuerza el imperativo de ni continuar ni aumentar nuestro dañino uso de la nuclear como fuente de energía.

Traducción de Raúl Sánchez Saura.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/desconexion-nuclear/el-problema-con-el-agua-radioactiva-de-fukushima-ii - Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
 www.beyondnuclearinternational.org - Imagenes: Global Media - Muy Interesante - Shinjiro Koizumi, ministro de medioambiente japonés desde 2019, a favor de jubilar la nuclear. Fuente: Beyond Nucleaar International Beyond Nuclear


 

Entradas populares de este blog

Francia: ‘Mi orina contiene glifosato, ¿y la tuya?’ Denuncia contra el polémico herbicida

Sobre transgénicos, semillas y cultivos en Latino América

Antártida: qué países reclaman su soberanía y por qué