“¡El agua no se vende, el agua se defiende!”
Desde las profundidades de la tierra, la savia de la Pachamama recorre nuestros espacios habitados, nos inunda, nos baña, nos sumerge, nos da vida. Acaricia los cultivos, juguetea en los cuerpos, irriga nuestras almas. Las cascadas, los ríos, las vertientes, son las almas de nuestros ancestros. El agua se mueve por las selvas, se desliza entre las esponjas del páramo, sigue su recorrido vestida de lluvia y se posa sobre nuestros platos, en nuestros alimentos. Nuestra relación con la Yaku Mama es particular: no podemos devolverle nada de lo que nos regala, es físicamente imposible.
Los pueblos y naciones originarios son sus guardianes, de cuidarle, de velar por ella. Esa es la forma que encontramos para relacionarnos en reciprocidad con ella. Los pueblos y naciones somos los centinelas del agua, hemos asumido nuestra tarea vital. Gracias a que no hemos claudicado, el resto del mundo tiene la oportunidad de mantener la vitalidad. Sin embargo, la perversa lógica del capitalismo ha logrado agotar nuestros recursos, pasar por encima de los guardianes, pero además pasar por encima de la lógica de supervivencia tan positivista del mundo occidental y sangrar al planeta hasta la última gota.
Los intentos por acaparar, por privatizar el agua, por arrebatarle la vida y volverla un elemento comercial son intensivos e implacables. Para los pueblos indígenas, el agua no sólo que tiene vida ES vida. Es lo que nos permite existir, comer, beber, amar, sentir en comunidad. Por eso, en comunidad la cuidamos. El agua es un bien para las manos del Capital, el agua es un recurso, para Las insaciables manos de la acumulación. El agua es un recurso necesario para la minería, para la agroindustria, para las hidroeléctricas, para alimentar los centros de comercio.
Satisfacer las necesidades de todas estas fuentes de capital requiere mucha cantidad de agua; los seres humanos que tienen rostros de montaña, que viven de labrar su rostro en la tierra, que difícilmente se insertan con ventajas en la lógica de mercado, son la última prioridad del capital, estorban, son una piedra en el camino de las máquinas, de las constructoras, de las mineras. Y les “quitan” el agua que les “corresponde” para su uso. Poseer las fuentes de suministro es una inmensa ventaja espacial y temporal, eso condiciona las actividades domésticas y agrícolas, obliga la mayoría de las actividades económicas y a veces empuja incluso los seres vivos a la migración.
Desde la colonización española hasta hoy en día, la apropiación del agua sigue siendo el tema de ásperas negociaciones y de numerosos conflictos de usos. Las decisiones públicas influyen profundamente las políticas hidráulicas y determinan las prioridades del Estado. Lo que está en juego en torno al recurso hidráulico es de tipo económico y también social. El control del recurso permite la producción de riqueza y participa en la definición global de las posiciones y relaciones de poder entre los distintos grupos de una sociedad local. Los conflictos en torno a los derechos del agua no se refieren a las únicas instituciones de gestión del riego, sino también al conjunto de las relaciones sociales.
El tema del agua, entonces, se convierte en un tema de “control” que ha sido arrebatado a los pueblos y naciones, que conciben al agua como algo de todos, compartir la fuente nos hermana, porque nos hace compartir costumbres, espacios...
Al ser una lucha histórica, la lucha por el agua ha tenido diversos momentos Y diversas batallas. A pesar de que el modelo económico de sustitución de importaciones implementado durante los años “descuidó” el manejo del agua y “permitió” una Ley de Nacionalización de Aguas, el modelo neoliberal implementó políticas que aplastaron cualquier posibilidad de devolver el agua a las comunidades campesinas. ¿Qué pasa ahora con el manejo del Agua?
La lucha por el agua se ha intensificado, la propuesta de crear una “autoridad única del agua” que ha impulsado el actual gobierno atenta contra el derecho de los pueblos indígenas al acceso y libre uso del agua. Privatiza las fuentes y prioriza el uso del agua para actividades extractivistas y agresivas con la Pachamama, que atentan contra el Sumak Kawsay de los pueblos, desde la perspectiva y la lógica de los pueblos y naciones. Marcharon los guardianes del agua durante el 2010, para dejar en claro, una vez más, que sin la participación de los pueblos y nacionalidades no se pueden elaborar leyes en la Asamblea Nacional.
“¡El agua no se vende, el agua se defiende!” es la voz de los pueblos y nacionalidades. Es nuestra voz, aquella de quienes alimentamos a las ciudades; de nosotros, de los que oímos respirar a los ríos; de nosotros, quienes oímos el canto de las vertientes. Levantamos nuestra voz en contra de aquellos quienes quieren adueñarse de la vida, porque el agua es eso: vida. La lucha es por la defensa de la comunidad, por la defensa de la Pachamama.
El Movimiento Indígena del Ecuador se mantiene alerta, atento; Los pueblos y naciones estamos vigilantes, como centinelas de la vida. Sabemos que nuestra propuesta política no contempla el acaparamiento del agua. El Sumak Kawsay no mercantiliza el agua, no la privatiza, no le pone precio. Porque defender el agua es defender nuestra vida, es defender la vida de nuestros hijos e hijas, es defender nuestro proyecto político, en el que proponemos un mundo para todos y todas; y, pensar desde esta lógica de comunidad nos permitirá ir construyendo una sociedad más justa, ir ganando terreno ante el capitalismo.
Fuente: Editorial del Instituto Científico de Culturas Indígenas Boletín ICCI-ARY Rimay - Ecuador - http://icci.nativeweb.org