'Fiebre del hierro en Canadá'





Las dimensiones de este monstruo de acero de color amarillo, grande como un edificio, inspiran el nombre que ganó la costa norte de Saint Laurent: tierra de gigantes.

Grupos mineros europeos, indios y chinos invierten millones para extraer hierro y también níquel y oro en el norte de Quebec. Allí la mayor pala mecánica del mundo abastecerá a camiones de 400 toneladas, símbolo del gran apetito por estos valiosos minerales.
Las dimensiones de este monstruo de acero de color amarillo, grande como un edificio, inspiran el nombre que ganó la costa norte de Saint Laurent: tierra de gigantes.
Y es que el inhóspito norte de Quebec (este de Canadá) vive una verdadera fiebre del hierro, impulsada por la disparada del precio de este mineral. En la frontera entre Quebec y Labrador, Fermont, la cuidad del hierro, vive un boom sin precedentes y los grandes grupos internacionales del sector aterrizan e invierten a todo vapor.
El grupo siderúrgico ArcelorMittal anunció recientemente que su producción de mineral de hierro concentrado en Canadá pasará a 30 millones de toneladas anuales en 2012 contra 14 millones en 2011.
Este grupo con sede en Luxemburgo decidió en mayo de 2011 una inversión de unos 2.000 millones de dólares para ampliar su complejo en Mont-Wright, cerca de Fermont.
Mont-Wright, uno de los mayores yacimientos de hierro a cielo abierto en América del Norte, tiene 24 km2 y cinco canteras gigantes por las que circulan los camiones más grandes del mundo.
Impulsada por la demanda en China e India, la producción explotó. "Actualmente producimos 15 millones de toneladas de concentrado por año", indicó Rejeanne Le Bloch, portavoz de ArcelorMittal.
Las empresas prevén un fuerte demanda hasta 2017. Luego no se sabe. Así que el tiempo corre.
El primer ministro de Quebec, Jean Charest, lanzó hace un año el "Plan norte", para facilitar la explotación de recursos energéticos, mineros y forestales al norte del paralelo 49, una tierra que se caracteriza por su clima muy frío y ventoso. Las autoridades apuestan a inversiones de 80.000 millones de dólares en 25 años tanto del sector público como del privado.
"El interés de las empresas mineras por Quebec tiene poco que ver con el 'Plan norte', y mucho más con el precio de las materias primas", explicó a la AFP Allen Palmiere, presidente de la sociedad minera Adriana Resources, que encabeza un proyecto faraónico financiado por capitales chinos.
Adriana y el tercer grupo siderúrgico de China, Wuhan Iron & Steel (Wisco), firmaron una sociedad para explotar el yacimiento de Lac Otelnuk, a 750 km al norte de la ciudad de Sept-Iles, un territorio al que no puede llegarse por ruta.
El desafío de las empresas: encontrar mano de obra. En Fermont, donde pueden registrarse temperaturas inferiores a los 50 grados centígrados, las condiciones de vida son difíciles, y sobre todo, hay poca disponibilidad de vivienda.
La ciudad vive al ritmo de la mina. En 1974 fue inaugurado el muro que protege a los habitantes de los vientos glaciales del norte, el símbolo de la ciudad, de un largo de 1.300 m. Ese muro contiene apartamentos y servicios. Pero hacen falta más lugares. Y Arcelor construye para los empleados que viven allí, y para los que van y vienen.
Algunos obreros trabajan durante 15 días y luego vuelven a sus hogares. Los salarios superan frecuentemente 100.000 dólares por año y se convierten en los más altos de Quebec en promedio. Por eso atraen a trabajadores del mundo entero.
Esta ida y vuelta desconcierta a los residentes.
"Vienen aquí, ganan dinero y se van. No aporta nada socialmente, y económicamente no aporta gran cosa a la ciudad", dijo Lynda Tremblay, gerente de una estación de gasolina local y una de las pocas residentes que es propietaria de su vivienda.
"Las personas devuelven la casa a Arcelor cuando dejan el trabajo. Ni siquiera hay un cementerio aquí. No podría morirme aquí", resume.
Cerca del proyecto de Adriana en Sept Iles, el indio Tata Steel y su socio canadiense New
Millenium Iron prevén invertir 4.000 millones de dólares en una mina de hierro.
Sin embargo, estos proyectos colosales que aportarían miles de empleos a la economía de la provincia de Quebec no contentan a todo el mundo.
El gobierno asegura que la mitad del territorio del Gran Norte será protegido de toda explotación industrial, pero una parte de la población se interroga por el impacto ecológico, social y económico de esta fiebre por minerales.
"Se generará con certeza un daño ambiental mayor y desequilibrios sociales muy importantes", destaca Jacques Fortin, profesor en la Escuela de Gestión de Montreal. Según él, el gobierno no toma en cuenta todos los efectos secundarios del Plan Norte.
El gobierno anunció en marzo la creación de Ressources Quebec (Recursos Quebec en español), una empresa pública que invertirá 1.000 millones de dólares en compañías mineras y de hidrocarburos para maximizar el beneficio fiscal de la conquista de las reservas del Norte canadiense.

El complejo minero ArcelorMittal en Fermont, Quebec, - cbr.ca

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